SOLIDARIDAD CON IRIS

SOLIDARIDAD CON IRIS
Teresa Maniglia


En estos momentos tengo dos sensaciones amargas que debo admitir, me baten el alma. He seguido con detenimiento el caso que hoy con figura de escándalo envuelve a la Diputada Iris Varela, quien es víctima de la infamia – porque no tiene otro nombre – que le ha ocasionado un periodista. Y digo que son dos sensaciones amargas, porque soy periodista y una vez estuve a punto de ser madre.
Amo el periodismo con una pasión desbordada, lo considero un templo y en consecuencia lo llevo con una religiosidad infinita en el entendido que informar, más allá de escribir, hablar o editar un video, es un compromiso de país y de mundo. Soy de las que cree que una información puede cambiar en un segundo, la vida misma del planeta y por ello debe ser tratado con toda la precisión, honestidad y veracidad posible. Nosotros somos un sello de compromiso con la gente que nos lee, nos oye o nos ve. Utilizar esta profesión con términos individuales, mezquinos, bajitos en moral, en humanidad, en ética es sencillamente una canallada. Por eso en estos momentos me amarga que nuestra profesión sea pisoteada por quienes han hecho un culto de la vivencia de anti- valores y tratando de ampararse en la profesión, crean tener una especie de patente para atropellar a cualquier persona, por el simple hecho de no comulgar con sus ideas.
¡No vale! Así no es nuestro periodismo, nuestra acción debe ser un combate con dignidad por la verdad, no una sumatoria de mezquindades olvidando algo tan sagrado frente al pueblo como es la credibilidad.
Lo que le han hecho a Iris Varela, con la publicación de un libro plagado de atropellos, es deleznable y ruin, así no se trata a nadie, menos a una mujer y mucho menos si esa mujer perdió un hijo y esa causa es tomada como razón para golpearla políticamente. Allí no hay periodismo, allí no hay defensa de libertad de expresión, allí no hay causa, allí solo hay miseria humana.
Cuando a uno se le muere un hijo, se le muere la mitad de la vida, se le mueren los sueños, se le muere una parte de la esperanza, porque un hijo es lo más grande que le puede pasar a cualquier mujer. Un hijo es la verdad de un mañana sin importar cuan duro pudo ser el pasado. Un hijo es una razón para dar ¡Gracias Por todos los días vivir! Cada mujer ama a su hijo desde el primer instante que lo presiente en su vientre, es un respirar en dos tiempos, pensar a dos voces y cantar en dos tonos, es ya no decir “YO” sino “nosotros” y es soñar desde el presente en sus manitas y en el efecto que nos causará cuando puede decir hasta la primera palabra. Un hijo es el mundo.
Pero cuando se va a esa distancia que no tiene correspondencia, a ese etéreo sin explicaciones, a esos miles de llamados sin respuesta, entiendes hasta el por qué los poetas dicen que el alma duele. Cuando se muere un hijo, lo primero que te miras son las manos y las encuentras vacías y con el tiempo, el dolor se acomoda en el corazón y entonces su memoria se te transforma en otro templo. Este es de amor y no lo vas a olvidar nunca. Por momentos lo sentirás como burbujitas rodeando de un lado a otro el cuerpo, eso te va a cortar el aliento, quizás ya no llorarás, pero ¡Dios mío! ¡Cuánto lo sigues amando! Porque en el nombre de su recuerdo sigues siendo madre y allí no interviene ni la muerte.
Hoy he visto a Iris quebrar el tono de voz ante las cámaras, su pasado de dolor se hizo presente, de una manera atropellada le pretendieron hurgar los dolores cuando un periodista le abusó su intimidad excusándose en un manto político.
¿Qué derecho tenía aquel de invadirla a ella? ¿Quién le dijo que podía entrar a su templo para violentar su sagrado recuerdo? Hoy el niño ha llorado y mamá no lo pudo consolar.
A los periodistas cabe la reflexión de revisarnos ¡vale! De examinar qué se está diciendo, cómo se está diciendo y si es verdad lo que se expone. No es posible que nuestra profesión esté ahora en el suelo de las verdades cuando en el ayer luchamos tanto para decir: ¡Honor y gloria del periodismo venezolano! Es un necesario tiempo de reflexión, volvamos al primer templo.
A iris, mi respeto, amor y solidaridad. ¿Sabes? Yo también una vez pude ser madre y mi niño está hoy en el corazón con sus burbujas en mi templo del amor. No te detengas en pensar en la canalla, ellos hace tiempo perdieron la conciencia.
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About Ricardo Abud (Chamosaurio)

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