¿Por qué tenemos que callar?
Por: Franklin Ledezma Candanedo
Guardar silencio en tiempos en que hasta por pensar nos fusilan, en que se persiguen ideas contrarias a los fabricantes de la miseria y de los horrores que cabalgan sobre el lomo del planeta, es hacerle el juego a quienes pretenden reeditar épocas cavernarias o las más tenebrosas de la inquisición; ser cómplices, por acción u omisión de los que con el ropaje de santos, siguen crucificando al Cristo que se hizo hombre, para redimir a ese mismo hombre, que hoy mira de soslayo lo que le hacen a sus hermanos.
El auto llamado homo sapiens se ha deshumanizado y quienes se dicen “gobernantes”, dirigen la piara que, con el beneplácito de organismos internacionales que padecen de elefantiasis burocrática crónica, con sus garras infestadas de todas las pestes fabricadas en laboratorios mercantiles, hace una fiesta diaria de muerte y desolación, incluso contrala biodiversidad planetaria.
Matar hoy es un oficio legal e institucionalizado, que condonan organismos creados, precisamente, para garantizar la concordia y paz universal. ¡Qué fiesta más grande tuvieron hace poco los que mataron al Comandante Alfonso Cano, olvidando que, en vez de eliminarlo físicamente, lo reeditaron y lo multiplicaron, lo mismo que al guerrillero heroico, CHE GUEVARA y a los insobornables comandantes MARULANDA, MONO JOJOY, REYES, ALFONSO CANO y muchos más!
En este hoy de pánico e incertidumbre, dolor, lágrimas y hambruna, únicamente se dan elecciones “puras” cuando el vencedor es títere del imperio genocida, pero se desata la jauría mediática y mediocre, cuando un DANIEL ORTEGA es confirmado por la mayoría de los electores.
Idéntico fenómeno desnaturalizado se da en casos de dirigentes indo americanos, que han hecho suya la lucha de próceres de la causa independentista de colonias subordinadas al insaciable imperio español (Bolívar, Martí y San Martín, entre otros). No otra razón cabe en este espectro aberrante, cuando se ataca, se ofende y se calumnia, a los Presidentes Chávez, Correa, Evo Morales e, incluso, a la reelecta Presidenta de Argentina, aunque, por causas desconocidas, no se ha integrado al ALBA, lo que efectivamente hicieron dirigentes de naciones pequeñas, que no le temen al devastador poder imperial (Dominica, Saint Kits y Nevis, San Vicente y las Granadinas, entre otras).
Callar en una época en que todos nos jugamos el futuro, significa que muchos le dan poco valor a la vida, a la legalidad, a la justicia, a la libertad, a la paz y al derecho legítimo de autodeterminación de los pueblos. ¿Qué otro significado puede tener el olímpico desprecio a la voluntad expresada, por más de 180 países durante más de 20 años, en el seno de la ONU, de rechazo frontal al infame bloqueo que padece la hermana república de Cuba.
¿Es que muchos olvidaron las excusas de opereta, que sirvieron para invadir pueblos hermanos y eliminar a sus dirigentes, en el pretérito Irak (Sadan Husein), guerra inventada que no termina, ni la de Afganistán y, la más reciente, Libia, donde se escenificó un brutal genocidio y se festejó el asesinato del líder Muamar el Gadafi, cuyo objetivo único y real fue (no la salvación de un pueblo noble, quizás confundido), la apropiación, por parte de mercaderes de la muerte, de su petróleo, vital recurso estratégico?
¿Por qué tenemos que callar, cuando nos venden gato por liebre, en este zoológico infernal, en que únicamente un monstruo tiene patente de corso para fabricar (desde el siglo pasado), los más sofisticados armamentos de destrucción masiva? ¿Se desconoce, acaso, que inventaron una bomba, que en período de prueba, devastó dos ciudades japonesas y que en territorio del Corinto Bolivariano (Isla San José), se experimentó el gas mostaza, con el arrasaron poblaciones enteras de la gran patria vietnamita que los puso de rodillas?
¿Es que cabe en alguna cabeza, salvo que sea la de un mandril que, en pleno siglo XXI insiste en buscar la vida sobre lianas en selvas de cemento, que justifica que únicamente el imperio hegemónico tiene el derecho exclusivo de fabricar armas mortíferas de cualquier tipo, mientras otros países soberanos, entre ellos, IRAN y muchos otros, no tienen igual derecho? ¿Por qué callar en momentos en que sólo tiene valor la muerte, vía la tecnología al servicio del policía del mundo? ¿Es que el resto del mundo nada tiene que decir? ¿Acaso se piensa que por el hecho de guardar silencio se protegerá nadie de la voracidad hegemónica (en Cuba, Méjico, Nicaragua y Panamá lo hemos vivido), que se multiplica en progresión geométrica, a pesar de su colapso, y no sólo económico, y que ya pagan los propios ciudadanos del propio espacio geográfico del minotauro imperial? Recuérdese, entre otros factores de destrucción, Katrina, la periodicidad de terribles huracanes y el corredor anual de tornados, sumado a la discriminación y xenofobia, que allí tienen carta de ciudadanía. En esta misma línea de pensamiento, pocos recuerdan lo que olvidan muchos, y es que ese monstruo tiene, en sus entrañas, no uno, sino muchos gérmenes de su propia destrucción, sin contar y, por añadidura, que puede ser digerido por otro que florece en el horizonte mundial, en no pocos aspectos y tiene una formidable historia de coraje, entrega y sacrificio, además de un sostenido y extraordinario crecimiento integral y es poseedor de mucho de lo que ignoran quienes viven en el limbo de su mediocridad.
¿Quién le dio patente de corso, al estilo del otorgado por el monstruo imperialista de la época (España), a piratas de nacionalidades diferentes (Morgan, Drake, Patterson y tantos más), a la potencia que, en pleno siglo XXI, vigila la conducta de los demás países soberanos, en tanto que no corrige sus propias deformaciones socio-económicas-políticas-culturales, de las que hace partícipes a toda la humanidad?
¿Por qué callar cuando es tiempo propicio y hora oportuna para seguir el ejemplo de tantos, tantos que ofrendan diariamente sus líquidos vitales, sin precio ni condición, al estilo de tantos patricios de la América Meridional y del universo, que no se restaron, sino que se multiplicaron y se convirtieron en alboradas y primaveras de honor y dignidad, para que brillara el sol de la justicia y de la libertad en el mundo.
Son muchos, ciertamente, los tontos útiles, que participan, como cuadrúpedos llevados al matadero, en este ajedrez mortal.
Afortunadamente, existe conciencia cierta, en número inesperado, y no sólo a lo interno del imperio y sus batracios aliados, sino en el ámbito mundial, en cuanto a la responsabilidad histórica que nos corresponde a los socialmente comprometidos, de hacer realidad la utopía, que no es –ni será utopía- sino realidad concreta: El diseño de otro mundo posible, con imperio absoluto de valores que la bestia y sus aliados dejaron extraviados en algún lejano estanco histórico: PAZ, LIBERTAD, JUSTICIA, SOLIDARIDAD Y CULTURA AMIGABLE AL AMBIENTE Y A TODAS LAS ESPECIES.
¿Por qué tenemos que callar? Hablar y actuar ahora, es momento propicio, antes que el imperio construya hoy y para siempre, el sepulcro de la palabra y de la vida del planeta.
*Franklin Ledezma Candanedo, periodista, escritor y poeta, es miembro de la Asociación Americana de Periodistas Bolivarianos, Capítulo de Panamá – (www.aapebcap.es.tl), Secretario de Educación y Cultura de Prensa Universitaria Internacional –PUI- de la Red de Comunicadores Agro Ambientales de Panamá y Periodista especializado en turismo sostenible
Por: Franklin Ledezma Candanedo
Guardar silencio en tiempos en que hasta por pensar nos fusilan, en que se persiguen ideas contrarias a los fabricantes de la miseria y de los horrores que cabalgan sobre el lomo del planeta, es hacerle el juego a quienes pretenden reeditar épocas cavernarias o las más tenebrosas de la inquisición; ser cómplices, por acción u omisión de los que con el ropaje de santos, siguen crucificando al Cristo que se hizo hombre, para redimir a ese mismo hombre, que hoy mira de soslayo lo que le hacen a sus hermanos.
El auto llamado homo sapiens se ha deshumanizado y quienes se dicen “gobernantes”, dirigen la piara que, con el beneplácito de organismos internacionales que padecen de elefantiasis burocrática crónica, con sus garras infestadas de todas las pestes fabricadas en laboratorios mercantiles, hace una fiesta diaria de muerte y desolación, incluso contrala biodiversidad planetaria.
Matar hoy es un oficio legal e institucionalizado, que condonan organismos creados, precisamente, para garantizar la concordia y paz universal. ¡Qué fiesta más grande tuvieron hace poco los que mataron al Comandante Alfonso Cano, olvidando que, en vez de eliminarlo físicamente, lo reeditaron y lo multiplicaron, lo mismo que al guerrillero heroico, CHE GUEVARA y a los insobornables comandantes MARULANDA, MONO JOJOY, REYES, ALFONSO CANO y muchos más!
En este hoy de pánico e incertidumbre, dolor, lágrimas y hambruna, únicamente se dan elecciones “puras” cuando el vencedor es títere del imperio genocida, pero se desata la jauría mediática y mediocre, cuando un DANIEL ORTEGA es confirmado por la mayoría de los electores.
Idéntico fenómeno desnaturalizado se da en casos de dirigentes indo americanos, que han hecho suya la lucha de próceres de la causa independentista de colonias subordinadas al insaciable imperio español (Bolívar, Martí y San Martín, entre otros). No otra razón cabe en este espectro aberrante, cuando se ataca, se ofende y se calumnia, a los Presidentes Chávez, Correa, Evo Morales e, incluso, a la reelecta Presidenta de Argentina, aunque, por causas desconocidas, no se ha integrado al ALBA, lo que efectivamente hicieron dirigentes de naciones pequeñas, que no le temen al devastador poder imperial (Dominica, Saint Kits y Nevis, San Vicente y las Granadinas, entre otras).
Callar en una época en que todos nos jugamos el futuro, significa que muchos le dan poco valor a la vida, a la legalidad, a la justicia, a la libertad, a la paz y al derecho legítimo de autodeterminación de los pueblos. ¿Qué otro significado puede tener el olímpico desprecio a la voluntad expresada, por más de 180 países durante más de 20 años, en el seno de la ONU, de rechazo frontal al infame bloqueo que padece la hermana república de Cuba.
¿Es que muchos olvidaron las excusas de opereta, que sirvieron para invadir pueblos hermanos y eliminar a sus dirigentes, en el pretérito Irak (Sadan Husein), guerra inventada que no termina, ni la de Afganistán y, la más reciente, Libia, donde se escenificó un brutal genocidio y se festejó el asesinato del líder Muamar el Gadafi, cuyo objetivo único y real fue (no la salvación de un pueblo noble, quizás confundido), la apropiación, por parte de mercaderes de la muerte, de su petróleo, vital recurso estratégico?
¿Por qué tenemos que callar, cuando nos venden gato por liebre, en este zoológico infernal, en que únicamente un monstruo tiene patente de corso para fabricar (desde el siglo pasado), los más sofisticados armamentos de destrucción masiva? ¿Se desconoce, acaso, que inventaron una bomba, que en período de prueba, devastó dos ciudades japonesas y que en territorio del Corinto Bolivariano (Isla San José), se experimentó el gas mostaza, con el arrasaron poblaciones enteras de la gran patria vietnamita que los puso de rodillas?
¿Es que cabe en alguna cabeza, salvo que sea la de un mandril que, en pleno siglo XXI insiste en buscar la vida sobre lianas en selvas de cemento, que justifica que únicamente el imperio hegemónico tiene el derecho exclusivo de fabricar armas mortíferas de cualquier tipo, mientras otros países soberanos, entre ellos, IRAN y muchos otros, no tienen igual derecho? ¿Por qué callar en momentos en que sólo tiene valor la muerte, vía la tecnología al servicio del policía del mundo? ¿Es que el resto del mundo nada tiene que decir? ¿Acaso se piensa que por el hecho de guardar silencio se protegerá nadie de la voracidad hegemónica (en Cuba, Méjico, Nicaragua y Panamá lo hemos vivido), que se multiplica en progresión geométrica, a pesar de su colapso, y no sólo económico, y que ya pagan los propios ciudadanos del propio espacio geográfico del minotauro imperial? Recuérdese, entre otros factores de destrucción, Katrina, la periodicidad de terribles huracanes y el corredor anual de tornados, sumado a la discriminación y xenofobia, que allí tienen carta de ciudadanía. En esta misma línea de pensamiento, pocos recuerdan lo que olvidan muchos, y es que ese monstruo tiene, en sus entrañas, no uno, sino muchos gérmenes de su propia destrucción, sin contar y, por añadidura, que puede ser digerido por otro que florece en el horizonte mundial, en no pocos aspectos y tiene una formidable historia de coraje, entrega y sacrificio, además de un sostenido y extraordinario crecimiento integral y es poseedor de mucho de lo que ignoran quienes viven en el limbo de su mediocridad.
¿Quién le dio patente de corso, al estilo del otorgado por el monstruo imperialista de la época (España), a piratas de nacionalidades diferentes (Morgan, Drake, Patterson y tantos más), a la potencia que, en pleno siglo XXI, vigila la conducta de los demás países soberanos, en tanto que no corrige sus propias deformaciones socio-económicas-políticas-culturales, de las que hace partícipes a toda la humanidad?
¿Por qué callar cuando es tiempo propicio y hora oportuna para seguir el ejemplo de tantos, tantos que ofrendan diariamente sus líquidos vitales, sin precio ni condición, al estilo de tantos patricios de la América Meridional y del universo, que no se restaron, sino que se multiplicaron y se convirtieron en alboradas y primaveras de honor y dignidad, para que brillara el sol de la justicia y de la libertad en el mundo.
Son muchos, ciertamente, los tontos útiles, que participan, como cuadrúpedos llevados al matadero, en este ajedrez mortal.
Afortunadamente, existe conciencia cierta, en número inesperado, y no sólo a lo interno del imperio y sus batracios aliados, sino en el ámbito mundial, en cuanto a la responsabilidad histórica que nos corresponde a los socialmente comprometidos, de hacer realidad la utopía, que no es –ni será utopía- sino realidad concreta: El diseño de otro mundo posible, con imperio absoluto de valores que la bestia y sus aliados dejaron extraviados en algún lejano estanco histórico: PAZ, LIBERTAD, JUSTICIA, SOLIDARIDAD Y CULTURA AMIGABLE AL AMBIENTE Y A TODAS LAS ESPECIES.
¿Por qué tenemos que callar? Hablar y actuar ahora, es momento propicio, antes que el imperio construya hoy y para siempre, el sepulcro de la palabra y de la vida del planeta.
*Franklin Ledezma Candanedo, periodista, escritor y poeta, es miembro de la Asociación Americana de Periodistas Bolivarianos, Capítulo de Panamá – (www.aapebcap.es.tl), Secretario de Educación y Cultura de Prensa Universitaria Internacional –PUI- de la Red de Comunicadores Agro Ambientales de Panamá y Periodista especializado en turismo sostenible
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