ACTIVIDADES BICENTENARIAS PERO CONTRA EL BUROCRATISMO

ACTIVIDADES BICENTENARIAS PERO CONTRA EL BUROCRATISMO
Por: José A. Rangel

Quien haya leído la tira cómica de Joaquín Salvador Lavado (Quino) llamada Mafalda, conocerá que la mascota de ese personaje es una tortuga llamada Burocracia. Esto era para hacer una crítica a la lentitud, ineficiencia e inhumana actividad de ese parásito que se alimenta, se nutre y se desarrolla dentro de cualquier organización social, cuya actividad principal es el burocratismo.

El burocratismo es como la mala hierva, nunca puedes exterminarla definitivamente, pero se puede tener bajo un control permanente. Si esto no ocurriera, el burocratismo daña lo mejor que pudiéramos tener. Toda organización social y además socialista, debe contemplar mecanismos que impidan la propagación del burocratismo en las instituciones, hospitales, ministerios y otros. La efectividad de una organización puede estar basada en lo fundamental en el mayor o menor grado de control que tenga sobre el burocratismo.

En este tiempo del Bicentenario de Venezuela han surgidos iniciativas ejemplares como la limpieza y embellecimiento de la ciudad, la sociedad bolivariana bicentenaria para las instituciones educativas, monumentos, pero para el cáncer de la organización social que es el burocratismo seguimos esperando que se creen iniciativas como las del bicentenario para combatirlo. En otras palabras, debería haber una actividad bicentenaria contra el burocratismo. Pero que luego quede como algo permanente.

El peligro del burocratismo es que se degenera en organizaciones con actividades paralelas dentro de la institución de la que es huésped, dando así a formas de mafias en la que la labor socialista ha sido muy difícil de implementar. En su incipiente vida, el burocratismo, por un lado, parte de una moral mal interpretada de empleados, obreros y “jefes” cuya manifestación principal es el desdén hacia el trabajo y hacia la atención del público. Esto hace necesario no abandonar la preparación humanista permanente de los trabajadores. No pueden dejarse a su suerte. El otro aspecto está en los procedimientos muchas veces obsoletos o excesivamente tecnicista que transforman una simple tramitación en un tormento, porque nada se hace ligero.

Como vemos, el burocratismo tiene un alimento muy diverso dentro de las instituciones y organizaciones sociales. El nivel de la conciencia humanista y socialista debe estar siempre proyectándose para la creación de ambientes y mejoras en las relaciones humanas. Aquéllos líderes y personas con cargos de dirección, deben ser removidos de inmediato sino cumplen con esta misión. Igualmente esto debe mantenerse en las relaciones entre los trabajadores, empleados y obreros, me refiero al trato que entre ellos se dan que muchas veces no son cordiales y diáfanos. Se debe fomentar el crecimiento espiritual e intelectual, el compañerismo, la solidaridad no sólo personal sino en cuanto al trabajo. No debe existir el maltrato sicológico de los superiores a sus subalternos. Todo esto crea una ambiente que propicia el desanimo e incentiva el burocratismo, el ausentismo laboral y baja el interés del individuo a rendir un servicio afable al público.

Las instituciones deben humanizarse desde adentro, como la canalización de los problemas de índole personal de sus trabajadores, el uso de la crítica y de la autocrítica en momentos y lugares adecuados creados por la misma organización, la empresa o la institución.

Con creatividad hay muchas maneras de enfrentar el burocratismo. Mientras más personas piensen en darle solución, más se irán implementando iniciativas, porque la opinión pública presiona. Debe haber una ley que obligue a implementar estas nuevas iniciativas para el mejoramiento de nuestras instituciones. Esto impulsaría y daría firmeza a los líderes naturales, ya que su acción no quedaría como una mera propuesta personal.

Podríamos usar la estructuración de grupos de trabajo en cada sector específico de una organización, lo que vendría a ser el comienzo de la transformación y cambios para controlar la burocracia y humanizar los sitios y las relaciones de trabajo. Estos sectores unidos en asambleas debieran elegir incluso los cargos superiores y cambiarlos cuando así lo soliciten los trabajadores. Los perfiles de los líderes deben estar enmarcados por una actitud personal hacia el trabajo y hacia el personal signado por el humanismo socialista. De la misma manera la de los empleados hacia el público.

También se podría implementar el ejercicio del poder popular dentro de las instituciones. La comunidad organizada debería participar junto al ministro, al director sobre decisiones de índole trascendentales para la institución. Como la de crear oficinas del Poder Popular dentro de cada organismo, para que traigan el sentir de la calle. Crear una red de oficinas del Poder Popular sería un gran reto a la imaginación tan creativa del Presidente Chávez. Por ejemplo, cómo entregar a la comunidad organizada la dirección de las emergencias de los hospitales y poco a poco a todo el hospital. Esto es trabajo de creación y planificación, pero debe hacerse para atacar el burocratismo.

Esta iniciativa, como dijimos, debería impulsarse desde la Presidencia de la República hacia todos los ministerios e institutos del estado. El pueblo sólo espera. Y esto en nada difiere con la organización socialista y nuestra constitución la consagra como un deber y un derecho protagónico.

José A. Rangel - josearach@hotmail.com - 16 octubre 2010
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