Las protestas más recientes en El Líbano comenzaron a desviarse de sus objetivos iniciales, los pobres contra los ricos, y ahora se concentran en temas confesionales.
La víspera continuaron los enfrentamientos entre partidarios del saliente primer ministro Saad Hariri y las fuerzas del orden que incluyeron bloqueo de carreteras, lanzamiento de objetos y bengalas.
Todo, a raíz de la designación del profesor universitario Hassan Diab como jefe del Gobierno, quien hoy tiene previsto el inicio de consultas para instalar un Ejecutivo.
Diab responde a las características que en un principio exigían los manifestantes antigubernamentales, ser un experto, sin historial de corrupción ni afiliación política alguna evidente.
Sin embargo, la elección por el Parlamento de esa figura para el cargo gubernamental más elevado entre los musulmanes sunitas libaneses, no satisface a centenares que ocupan las calles y mantienen en un virtual letargo la vida nacional.
Hariri recabó de sus seguidores retirarse de las protestas; 'para aquellos que realmente me aman, salgan de las calles de inmediato', suscribió en un mensaje por redes sociales.
Pero ese mensaje no tuvo eco en manifestantes que en las últimas horas obstruyeron conexiones vehiculares clave de esta capital con el sur, en la central ciudad de Zahle y en el occidente de la región de Bekaa.
En la norteña Trípoli, de igual manera amanecieron bloqueadas varias intersecciones y era imposible el tránsito por lugares céntricos, al igual que en la más septentrional ciudad de Akkar.
Es evidente un escamoteo de los valores de las manifestaciones antigubernamentales iniciadas el 17 de octubre último, en tanto que se perdieron consignas contra la corrupción, el saqueo al erario y el clientelismo político y priman las de temas confesionales.
En la mayoría de las actuales expresiones de desobediencia civil, los participantes las dirigen contra figuras de un bando religioso u otro y se diluyen las motivaciones que predominaban al principio, cambiar la elite política dominante.
A esta última le achacaban la crisis económica y financiera en curso que amenaza con llevar al país al colapso y que en algún momento la clase gobernante intentó salvarla con más apretones de cinturón de los ciudadanos.
tgj/arc
La víspera continuaron los enfrentamientos entre partidarios del saliente primer ministro Saad Hariri y las fuerzas del orden que incluyeron bloqueo de carreteras, lanzamiento de objetos y bengalas.
Todo, a raíz de la designación del profesor universitario Hassan Diab como jefe del Gobierno, quien hoy tiene previsto el inicio de consultas para instalar un Ejecutivo.
Diab responde a las características que en un principio exigían los manifestantes antigubernamentales, ser un experto, sin historial de corrupción ni afiliación política alguna evidente.
Sin embargo, la elección por el Parlamento de esa figura para el cargo gubernamental más elevado entre los musulmanes sunitas libaneses, no satisface a centenares que ocupan las calles y mantienen en un virtual letargo la vida nacional.
Hariri recabó de sus seguidores retirarse de las protestas; 'para aquellos que realmente me aman, salgan de las calles de inmediato', suscribió en un mensaje por redes sociales.
Pero ese mensaje no tuvo eco en manifestantes que en las últimas horas obstruyeron conexiones vehiculares clave de esta capital con el sur, en la central ciudad de Zahle y en el occidente de la región de Bekaa.
En la norteña Trípoli, de igual manera amanecieron bloqueadas varias intersecciones y era imposible el tránsito por lugares céntricos, al igual que en la más septentrional ciudad de Akkar.
Es evidente un escamoteo de los valores de las manifestaciones antigubernamentales iniciadas el 17 de octubre último, en tanto que se perdieron consignas contra la corrupción, el saqueo al erario y el clientelismo político y priman las de temas confesionales.
En la mayoría de las actuales expresiones de desobediencia civil, los participantes las dirigen contra figuras de un bando religioso u otro y se diluyen las motivaciones que predominaban al principio, cambiar la elite política dominante.
A esta última le achacaban la crisis económica y financiera en curso que amenaza con llevar al país al colapso y que en algún momento la clase gobernante intentó salvarla con más apretones de cinturón de los ciudadanos.
tgj/arc
0 comentarios:
Publicar un comentario