Alguien escribió en las redes sociales que si la oposición angoleña siempre perdía las elecciones por fraude, debía considerar seriamente no participar en ninguna otra. Y las pruebas, se preguntó a continuación.
Esa historia muestra con absoluta exactitud el dilema en que se encuentran cuatro de las fuerzas que participaron en la pugna electoral del 23 de agosto último.
Prometieron un cambio de gobierno pero se quedaron a más de un millón y medio de votos de conseguirlo, si hubieran integrado una gran coalición.
El gobernante y ganador Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) obtuvo cuatro millones 164 mil sufragios, mientras que el cuarteto que aún no reconoce los resultados acumuló conjuntamente apenas dos millones 618 mil.
De hecho, la abstención quedó solo a 400 mil boletas de ese gran total que nunca sumó, porque los candidatos a la presidencia por los cuatro partidos opositore se consideraban lo suficientemente fuertes para llegar a Ciudad Alta.
A la justa, la cuarta desde la independencia, se ausentaron dos millones 224 mil ciudadanos mayores de 18 años de edad que previamente realizaron su registro para aparecer en el padrón.
Por separado ningún grupo opositor sacó más votos que los que optaron por alejarse de las urnas.
Sin embargo, asistieron este 23 de agosto más que a la liza de 2012, y las tres principales agrupaciones sacaron más apoyo en esta ocasión.
Pero volvamos a la teoría del fraude. Lo curioso es que en febrero -aún sin campaña- el presidenciable por la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola, Isaías Samakuva, en una gira por Europa mencionó en más de una ocasión a ese actor. Un gran ausente si nos fijamos bien.
Cuando faltaban dos días para conocerse el resultado definitivo de las elecciones, el 4, Samakuva a nombre de otras tres organizaciones mencionó que se habían perdido muchas urnas y votos y se habían cambiado otras y otros, respectivamente.
Pero de ese cambiazo, ni observadores ni electores ni los delegados de lista (los que defendían los votos de sus partidos en cada mesa) pudieron mostrar una sola fotografía en tiempos de telerrealidad (reality show). Ni siquiera un testimonio que mostrar.
A falta de las pruebas echaron mano a los comisarios de la oposición miembros de la Comisión Nacional Electoral (CNE) para decir que el órgano no cumplió normativas recogidas en la Ley orgánica de las elecciones generales referidas al conteo de las papeletas.
Para estar dentro del sistema -lo cual les impide realizar tales declaraciones, que les aleja de la imparcialidad reclamada- muy poco pudieron recoger para desmontar las supuestas trampas del gobierno para perpetuarse en el poder.
Los siete miembros opositores de la CNE dieron su conferencia de prensa en un exclusivo hotel capitalino, pero sus palabras se desvanecieron como pompas de jabón.
Se publicaron los datos definitivos y no hubo manifestaciones, incluso algunas anunciadas en redes sociales. Lo contrario, en algunas zonas del país se presenciaron las celebraciones de grupos del MPLA que aseguraron apoyarán al presidente electo Joao Lourenço en su gestión hasta 2022. A la Unita, a la Convergencia Amplia de Salvación de Angola-Coalición Electoral (CASA-CE), al Partido de Renovación Social y al Frente Nacional de Liberación de Angola les queda el recurso del contencioso electoral ante el Tribunal Constitucional, la máxima instancia electoral.
Ya CASA-CE amenazó con no presentarse a ocupar sus 16 bancadas ganadas o acudir a manifestaciones si el órgano judicial les rechaza la anulación de los resultados electorales.
Cuenta mi portero que parecen niños malcriados en la primera sesión de clases.
Si hubiera votado por alguno de ellos estaría arrepentido los próximos cinco años, comentó el conductor de un candongueiro (los minibuses que hacen de taxis ruteros) mientras este viernes proponía a los transeúntes seguir viaje a uno de los puntos periféricos de Luanda.
En 1992 las alegaciones de fraude llevaron a la continuación de la guerra civil por otra década más, recordó uno de los pasajeros que peinaba canas. Todavía esperamos por las pruebas, continuó.
También lo hicieron en 2008 y en 2012. Cada vez que pierden dicen lo mismo. Será que no pueden ser más originales, se preguntó un joven que se identificó como Joao da Silva.
En definitiva, los líderes de los partidos definirán si siguen asidos a los comicios pasados o piensan en estrategias para -desde la oposición- defender los intereses de quienes votaron por ellos.
Al final, no fue el último tren, en 2022 pasará el siguiente.
tgj/ro
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