Cuba y EEUU en la mesa de conversaciones

Cuba y EEUU en la mesa de conversaciones
Por: Elier Ramírez Cañedo


Este sábado se presentó en La Habana el libro De la confrontación a los intentos de “normalización”. La política de Estados Unidos hacia Cuba, de Elier Ramírez Cañedo y Esteban Morales. Por el rigor de la investigación que contiene y por su acceso a fuentes hasta ahora no accesibles este volumen está llamado a convertirse en un material imprescindible para quienes se acerquen a uno de los conflictos que ha marcado el mundo contemporáneo.

La idea original de esta investigación nació de la lectura del libro Cien Horas con Fidel, de Ignacio Ramonet. En uno de sus capítulos, Fidel, respondiendo a las preguntas de Ramonet, recuenta los años en que James Carter ocupó la Casa Blanca y cómo se manifestaron las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba en dicho período. En medio del disfrute de la lectura, no dejábamos de hacernos la siguiente pregunta: ¿por qué si la administración Carter marca un punto de inflexión en relación con la política de agresividad clásica contra Cuba de los sucesivos gobiernos de los Estados Unidos y aporta lecciones tan importantes para el presente y el futuro de las relaciones entre Washington y La Habana, no existe desde la ciencia histórica cubana ningún estudio serio y profundo sobre este período tan singular?

Y es que realmente los mayores aportes historiográficos sobre el conflicto Estados Unidos-Cuba, en la etapa posterior a 1959, han centrado su atención principal -lógicamente por la necesidad de condenarla y hacerla conocer al mundo- en la política hostil de Washington contra la Revolución Cubana y en administraciones como las de Eisenhower y Kennedy, donde tuvieron lugar los eventos históricos más sobresalientes e intensos de la histórica y dramática confrontación, como Girón y la Crisis de Octubre. Sin embargo, pensábamos, que si bien el pueblo cubano está indudablemente curtido en la confrontación, debía también prepararse para la negociación y para participar en un posible proceso de normalización de las relaciones, pues en ese terreno también hay que saber salir airoso, sin ceder en un ápice en lo que respecta a nuestra soberanía y nuestros principios. El libro que hoy presentamos, sustentado fundamentalmente en una amplia y valiosa documentación desclasificada y en la consulta de importantes fuentes periódicas y orales de ambos países, puede ofrecer mucha luz a los cubanos -en especial a los más jóvenes-, sobre los móviles, los intereses y los objetivos que ha perseguido el gobierno de los Estados Unidos en los reducidos momentos en que se ha planteado la posibilidad de explorar la “normalización” de las relaciones con Cuba, proceso que solamente se ha puesto de manifiesto hasta hoy durante las administraciones del republicano Gerald Ford (1974-1977) y del demócrata James Carter (1977-1981). Alcanzando su mayor madurez en esta última.

Cuando iniciábamos esta investigación, que tuvo como base una tesis de maestría y luego de doctorado, bajo la magistral tutoría del Dr. Esteban Morales Domínguez, estábamos realmente preocupados por la poca documentación primaria existente para poder llevar adelante nuestro proyecto, pero nuestra suerte comenzó a cambiar cuando en el 2007 tropezamos en la Biblioteca del ISRI con una gruesa y preterida carpeta de documentos relacionados con la política de la administración Carter hacia Cuba. Al indagar un poco, descubrimos había sido donada a la institución durante la visita del ex presidente Carter a la Mayor de las Antillas en el 2002. Era realmente un material de grueso calibre: memorándums de conversaciones entre autoridades de ambos países; directivas presidenciales; memorándums de análisis presidencial; documentos de consulta y de debate sobre la política hacia Cuba entre las principales figuras del ejecutivo estadounidense; informes de congresistas; cables enviados por la Oficina de Intereses en La Habana al Departamento de Estado y viceversa; entre otros materiales de interés; que constituyeron la base fundamental sobre la que se escribió este libro. Luego pudimos consultar en Internet otro gran número de documentos desclasificados en los Estados Unidos y también algunos muy reveladores en el Departamento de Versiones Taquigráficas del Consejo de Estado, relacionados con nuestro objeto de estudio. No fue nada fácil poder lograr las trece enriquecedoras entrevistas que aparecen citadas de personalidades de ambos países, tanto sujetos participantes en los eventos que se describen y analizan en el libro, como reconocidos estudiosos del tema.

Pero quizás lo más interesante en el proceso de elaboración de esta investigación -ahora convertida en libro- fue constatar en los propios documentos norteamericanos, cómo algunas de las figuras más representativas del ejecutivo estadounidense en cuanto al diseño de la política hacia Cuba, especialmente de la administración Carter, se daban cuenta de lo errónea que estaba siendo la postura negociadora de los Estados Unidos con la Isla, al adoptar una política de condicionamiento, donde se establecían nexos irracionales entre asuntos estrictamente bilaterales, con problemas multilaterales.

Sólo me limito a citar uno de esos documentos, que me parece fundamental. Me refiero al memorándum que Robert Pastor, asistente para América Latina del Consejo de Seguridad Nacional, le envío a su superior, Zbigniew Brzezinski, el 1ro de agosto de 1977. Pastor comprendía perfectamente que, si en realidad los Estados Unidos querían alcanzar la “normalización” de las relaciones con Cuba, la táctica de negociación que estaban implementando con la Isla era poco esperanzadora. Consideraba que no debía abordarse el tema de la presencia de Cuba en África y las relaciones cubano-soviéticas en negociaciones directas con los cubanos, pues en el intento de lograr la satisfacción de los intereses internacionales de los Estados Unidos, ambas partes quedarían frustradas, se detendría el proceso de normalización y ni siquiera podría lograrse una solución exitosa a problemas de interés nacional y mutuo.

“La relación de Cuba con la Unión Soviética -expresó Pastor en el citado memorándum- no cambiará como resultado directo de las negociaciones con los Estados Unidos, sin embargo tendría que cambiar en la medida en que se produce el proceso de normalización. Cuba no puede permitirse ni económica, ni políticamente suscitar abiertamente el antagonismo de la URSS discutiendo su relación con los EE.UU, pero en la medida en que se establezcan los vínculos comerciales y financieros con los EE.UU, Cuba de manera muy natural buscará una mayor autonomía, y eso, desde luego, significa reducir su dependencia de la URSS. Por tanto, recomendaría que no prosiguiéramos con este tema (o creásemos expectativas estadounidenses) durante las negociaciones”.i

Sobre la presencia de tropas cubanas en África y de cómo este tema debía manejarse en las negociaciones con la Isla señaló: “Hemos considerado el aumento de las actividades de Cuba en África como una señal de interés decreciente por parte de Cuba respecto del mejoramiento de las relaciones con los EE.UU, y Kissinger unió las dos cuestiones -la retirada de Cuba de Angola a fin de lograr mejores relaciones con los EE.UU- solo para fracasar en ambas. Existe una relación entre las dos cuestiones, pero se trata de una relación inversa. Mientras Cuba intenta normalizar relaciones con las principales potencias capitalistas del mundo, Castro también experimenta una necesidad sicológica igualmente fuerte de reafirmar sus credenciales revolucionarias internacionales. No afectaremos el deseo de Castro de influir en los acontecimientos en África tratando de adormecer o detener el proceso de normalización; este es el instrumento equivocado y no tendrá otro efecto que no sea detener el proceso de normalización y descartar la posibilidad de acumulación de influencia suficiente sobre Cuba por parte de los EE.UU, que a la larga pudiera incidir en la toma de decisiones de Castro”.ii

Según ha dicho Pastor en uno de sus libros publicado en 1992,iii la causa que condujo al fracaso del proceso de “normalización” de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba durante la administración Carter, fue que Fidel Castro valoró más su papel en África que la normalización. Sin embargo, el documento señalado anteriormente del propio Pastor, le resta mucha credibilidad a su afirmación posterior, pues él mismo había expuesto los elementos que podían dar al traste con el proceso dirigido a la “normalización” de las relaciones, como de hecho ocurrió. Evidentemente, en sus memorias Pastor trató de exculpar a la administración de la que formó parte, pues en la documentación que hemos consultado se demuestra que él difería en sus análisis de la manera en que Washington pretendía negociar con la Isla.

A pesar de las osadas recomendaciones de Pastor a Brzezinski, este último evidentemente no las tomó en cuenta, pues finalmente la política que se aplicó en el diálogo con la Isla fue la de condicionar el avance del proceso de normalización al retiro de los efectivos militares cubanos de África. El propio Pastor sería partícipe de las conversaciones con las autoridades cubanas, donde ese tipo de política se ejecutó, trayendo como consecuencia, como bien había advertido Pastor y le había sucedido también a Kissinger, el congelamiento del proceso dirigido a “normalizar” las relaciones con Cuba.

En entrevista que pudimos hacer a Pastor, este señaló: “Mi memorándum no persuadió al gabinete, ni al Presidente. En nuestras conversaciones en Cuernavaca y La Habana, yo seguí la política del gobierno de los Estados Unidos más que la que yo había propuesto. Como nosotros aprendimos, mi análisis era correcto”.iv

Otro de los aspectos neurálgicos que describe y fundamenta el libro, es la posición histórica y consecuente del Comandante en Jefe, Fidel Castro, sobre la normalización de los relaciones con los Estados Unidos. Pensamos que queda claro en el libro que la postura de Fidel -a contrapelo de lo que algunos tontos y malintencionados piensan y dicen-, ha sido siempre la de estar en la mejor disposición al diálogo y la negociación con nuestro vecino del Norte, para resolver el conflicto entre ambos países. Los propios documentos desclasificados en los Estados Unidos que hemos consultado, específicamente de las administraciones Kennedy, Johnson, Ford y Carter, reflejan claramente esta voluntad de Fidel. Sin embargo, el líder de la Revolución Cubana ha insistido, con sobrada razón y teniendo siempre como respaldo el derecho internacional, que este diálogo o negociación sea en condiciones de igualdad y no persiga que Cuba ceda ni un milímetro de su soberanía o abjure a alguno de sus principios. Por otra parte, queda claro en el libro que no ha habido en Fidel dogmatismo alguno en sus posiciones sobre una negociación con los Estados Unidos. Durante la administración Ford, Cuba puso como precondición para una negociación con los Estados Unidos, el levantamiento del bloqueo, pero durante la administración Carter se fue un poco más flexible, dadas las señales positivas que se percibieron en el nuevo presidente demócrata y que crearon realmente esperanzas de un cambio en la política de Washington hacia nuestro país. En esa coyuntura, Cuba fue realmente benevolente con la administración Carter, pues si alguno de los dos países tenía sobrados y justificados derechos y motivos para fijar condicionamientos, esa era Cuba, que había sido históricamente la agredida y bloqueada económicamente. Sin embargo, a pesar de esta posición de la Isla, los Estados Unidos adoptaron nuevamente una política poco constructiva, al mantener su criminal bloqueo económico y, al mismo tiempo, desde una posición de fuerza, fijar condicionamientos para que se pudiera avanzar en el proceso de “normalización”.

Recordemos que cuando los cubanos cedimos parte de nuestra soberanía a inicios del siglo XX a los Estados Unidos mediante la Enmienda Platt, con el objetivo de que las tropas estadounidenses abandonaran definitivamente la Isla y bajo la ilusión de algunos célebres independentistas que fueron partícipes directos en aquellos acontecimientos, de que más adelante se alcanzaría la independencia absoluta sin grandes contratiempos, los Estados Unidos convirtieron a Cuba en una neocolonia y la independencia absoluta no llegó hasta casi 60 años después de una larga lucha, en la que cayeron miles de cubanos. Fidel, profundo conocedor de la Historia de Cuba y respaldado mayoritariamente por el pueblo cubano no ha permitido jamás que una historia como esa se repita. Estoy seguro que las generaciones presentes y futuras tampoco lo permitiremos, y si el libro que hoy presentamos contribuye en algo a eso, nos sentiremos profundamente satisfechos.
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About Ricardo Abud (Chamosaurio)

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