La OPEP celebra cincuenta años de lucha contra el neoliberalismo

Los países miembros demuestran que sí se puede vencer a las trasnacionales
Por: Luis Alberto Matos


“El porvenir de Venezuela está íntimamente ligado al futuro de la OPEP.”

Guillermo José Salas

Arabia Saudita, Argelia, Angola, Ecuador, Emiratos Árabes, Irán, Iraq, Kuwait, Libia, Nigeria, Qatar y Venezuela estamos de fiesta. Tenemos medio siglo unidos, luchando contra el mercado neoliberal por el control de nuestros yacimientos petroleros. Hace 50 años decidimos modificar el futuro. Lo que entonces se sembró, hoy se cosecha.

En conjunto, los países de la OPEP producimos el 40% del crudo consumido en el planeta. Pero tenemos más del 80% de las reservas probadas.

Estamos de fiesta, pero la celebración no debe cegarnos ante las grandes amenazas que sobre nosotros se ciernen precisamente porque poseemos el producto conocido que genera la mayor potencia a menor costo.

Objetivos de la Organización

Los medios internacionales, y sus “sucursales locales”, suelen referirse a la OPEP como un cártel. No debemos aceptar ese calificativo para nuestra Organización, porque, como acertadamente lo señala el portal de PDVSA “éste concepto apunta hacia el acaparamiento y la especulación, sin detenerse en el daño que pueda ocasionar a los consumidores”.

Por supuesto que es una herramienta de ataque del neoliberalismo. Consideran algunos, y así lo han publicado, que las reservas naturales del mundo pertenecen a todos y que no debe permitirse que “la OPEP acapare el petróleo del mundo, como si fuera sólo de ellos”. Lo mismo han dicho del agua de Brasil, de las selvas del Sur y hasta de la agricultura de los países en desarrollo.

Desde su creación, la OPEP sostiene en sus estatutos que “los miembros estudiarán y formularán un sistema para asegurar la estabilización de los precios, entre otros medios, por la regulación de la producción con la debida atención hacia los intereses de las naciones productoras y de las consumidoras y a la necesidad de asegurar una entrada estable a los países productores, un abastecimiento suficiente, económico y regular de esta fuente de energía a las naciones consumidoras y una justa ganancia para su capital a quienes inviertan en la industria del petróleo”.

Cuotas de producción

Eso requiere acciones de los países miembros dirigidas al autocontrol de su producción petrolera. La extracción de crudos debe responder a los intereses de las naciones productoras y de los consumidores, antes que los de aquellos cuyo único objetivo es acumular en pocas manos las riquezas de todos.

Las cuotas de producción son acuerdos que limitan la cantidad diaria de barriles a extraer del subsuelo. De allí que las trasnacionales incrementen su búsqueda en otras naciones y divulguen cifras que reflejan más sus deseos que la realidad. Naciones hermanas, no miembros de la OPEP, han visto mermar sus yacimientos al ser impulsados para “competir” con nosotros. En menos de una década se acabará allá el petróleo barato.

Y aunque sólo exportemos el 50% del petróleo que los países del Norte consumen, nuestra firmeza en las autorestricciones de extracción, ha hecho posible que el precio esté hoy por encima de 70 dólares, y no a los 40 que por allá aseguraban y aquí copiaban casi a diario.

Venezuela tiene yacimientos, potencial, maquinaria, personal y adiestramiento suficiente para extraer más de cinco millones de barriles cada día. Hacia allá vamos, a mediano plazo, pero principalmente para los amigos del Sur. No podemos “abrir los grifos” sólo porque en el Norte viene el invierno, nos amenazan con invadirnos, sus lacayos controlan los medios y nos rodean con bases militares.

Mercados actuales y futuros

En 1965, la Organización de las Naciones Unidas reconoció a la OPEP como una institución internacional. Fué la primera señal ante los mercados del planeta. Ya no era una simple reunión de árabes con un país del Caribe. No era sólo la ampliación sobre el Atlántico de la OAPEC, centrada antes en las orillas del Golfo Pérsico.

Las concesiones de extracción, a punto de vencerse, generaron reuniones de emergencia y acciones políticas. Nos dejarían creer que mandábamos sobre nuestros yacimientos. Los mercados les pertenecían. Nos comprarían al precio que ellos impusieran. La “nacionalización de la industria petrolera” en 1975, donde pasaban a nuestra propiedad las instalaciones que por años habían explotado y que ahora deberían seguir sirviéndoles a sus mercados, fué permisada como una “nacionalización del petróleo”, algo que era nuestros desde siempre y legalmente del Estado desde el Siglo XVI. Hasta el inmortal “Cantor del Pueblo” cantó equivocadamente “Ahora que el petróleo es nuestro”.

El porvenir es el Sur. El mercado de nuestro futuro, a mediano plazo, es Latinoamérica, el Caribe, India y China. Los intercambios seguramente serán de mayor provecho para nuestro pueblo. Y probablemente no se medirán sólo en dólares, ni nuestra economía sólo en Producto Interno Bruto.

Cesta de crudos

Durante este medio siglo, nos han culpado a los países OPEP por el alza de los precios del crudo. Desde los años 70, sus escribas han difundido la falsa aseveración de que nosotros somos los responsables de los elevados precios de la gasolina y el diesel en Europa y Norteamérica.

Diarios “serios”, revistas “especializadas”, comentaristas “internacionales”, “expertos petroleros” y hasta películas “cómicas” se han encargado de diseminar tal falacia por todas las vías posibles. Hace dos años, un grupo de “compradores de acciones de bolsa” negociaban hasta 20 veces al mismo barril de petróleo, empujando entonces su precio, por primera vez en la historia, por encima de la llamada “barrera de los cien dólares”. Alí Rodríguez Araque dijo entonces “de cada 17 barriles que se venden, 16 son de papel”.

Por eso se hace necesario, como complemento indispensable de la cuota de producción, tener un precio promedio, según el tipo de petróleo que cada nación decida. Han cambiado desde 1960 los crudos o nombres que conforman la Cesta, pero siempre son livianos, apetecibles, valiosos y de alto poder energético.

Nuestro Merey nos representa hoy con su cotización diaria, según los vaivenes del mercado internacional. Nosotros no fijamos ni siquiera el precio de nuestro propio petróleo. Eso sí: si quieren más, súbanle el precio.

Vigencia y permanencia

A principios de este mes, desde Nueva Delhi, capital de la República de la India, un Director de la Agencia Internacional de Energía declaró a la prensa que “A mediano plazo, la producción de los países ‘no OPEP’ vá a bajar. Esto ocasionará un aumento de nuestra dependencia del petróleo OPEP”.

Si le agregamos el constante incremento del consumo mundial de petróleo, el desarrollo de Brasil, Rusia, India y China (países del grupo BRIC) y el poco rendimiento de las fuentes alternas de energía en transporte pesado, maquinaria industrial y generación de calor, podemos anticipar un futuro muy promisor para los países OPEP.

Pero ya ellos lo saben y no se van a quedar “con los brazos cruzados”. Seguirán los ataques, las invasiones, los saboteos, el descrédito a nuestros gobernantes y la penetración a nuestros jóvenes.

Pero saldremos victoriosos como lo estamos demostrando 50 años después de decirle al Norte que somos soberanos en el manejo de nuestros hidrocarburos.

¿Los próximos pasos? Extender nuestros actuales acuerdos sobre crudo, a los mercados del gas natural y de los derivados de refinación y petroquímica.

jaquematos@cantv.net
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About Ricardo Abud (Chamosaurio)

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