Bélgica asume presidencia europea en tiempos revueltos
Por: Andrei Fediashin,
RIA Novosti
El pasado 1 de julio, Bélgica asumió la presidencia de turno de la Unión Europea. Durante los próximos seis meses, Bélgica será el común denominador en la UE: Bruselas como capital, el ex primer ministro belga, Herman Van Rompuy, como presidente y el propio país ejercerá la presidencia de la Unión.
La UE ha sobrevivido a varias crisis, más graves ó menos graves, pero por primera vez en su historia se enfrenta con un montón de problemas a la vez que culminan en la presidencia de un país que literalmente está desintegrándose internamente por sus movimientos separatistas.
Una vez aprobada la nueva Constitución de la UE que estipula el nombramiento de un presidente permanente del Consejo Europeo desde el 1 de enero de 2010, la función del país que ejerce la presidencia de turno dejó de tener la importancia que tenía anteriormente. Se trata más bien de algo simbólico, sin embargo, en épocas inestables los símbolos adquieren una especial relevancia y, a veces, terminan por materializarse.
Bélgica asumió la presidencia europea sin haber formado un gobierno nacional. Durante los últimos tres años han cambiado ya cuatro gabinetes en el país. El pasado 13 de junio se celebraron unas elecciones anticipadas, pero el país sigue sin gobierno y seguirá, según algunas fuentes, al menos hasta el próximo octubre.
El gobierno en Bélgica tiene que integrar a dos grupos étnicos y lingüísticos antagónicos: los flamencos y los valones. Limar todas las asperezas derivadas de este proceso es algo extremadamente delicado y no terminará hasta antes de final de año. Curiosamente, esto es una situación frecuente en Bélgica que suele quedarse sin gobierno durante largos periodos.
La formación del nuevo gabinete con un parlamento compuesto por partidos de la zona francófona y partidos flamencos (idioma cercano al holandés) es hoy una tarea más complicada que nunca. El partido nacionalista, Nueva Alianza Flamenca, liderado por Bart de Wever ha sido el ganador de las elecciones y el rey, Alberto II, ya le ha encargado formar gobierno. La Alianza tiene 27 escaños en la Cámara Baja de un Parlamento con un total de 150 escaños, y dispone, además, de 9 escaños en el Senado. El Partido Socialista Francófono tiene 26 escaños en el Parlamento y 7 escaños en el Senado. Para formar una coalición más o menos estable ésta debe estar compuesta por al menos 8 partidos.
La Alianza es un partido de nacionalistas moderados que propugna una autonomía constitutiva para Flandes, la parte más próspera del país, con unos 6,5 millones de habitantes. Situada al sur, Valonia es una región más pobre y está poblada por unos 4 millones de habitantes de lengua francesa. Los flamencos pretenden la creación de una confederación con independencia económica entre las dos regiones.
Los francófonos siempre han estado en contra de esta propuesta, ya que el motor de la económica belga está en Flandes. Valonia, en una situación de independencia económica, podría quedarse prácticamente sin ingresos. Bart de Wever insiste en que los francofónos aprueben la confederación para no provocar el antagonismo de los flamencos. El problema es que esto, de facto, es el acceso al poder de los partidarios de la escisión de Bélgica en dos estados independientes.
En realidad, los propios belgas tampoco arden en deseos de desintegrar el país. El origen de este antagonismo se remonta al pasado remoto del Koninkrijk Belge (en flamenco) o del Royaume Belgique (en francés). El territorio de la Bélgica de hoy, fue conquistado, dividido y separado por sus vecinos europeos en reiteradas ocasiones. Como consecuencia de ello, la historia de Bélgica ha estado dominada cada vez más por la autonomía de sus dos comunidades principales, la mayoría flamenca de las provincias del norte y la minoría francófona de las regiones del sur.
Así que, Bélgica, con su peliaguda y peculiar situación, y su ex primer ministro, Herman Van Rompuy, ostentan la presidencia de la UE.
Además, bastante antes de que Bélgica comenzara su presidencia, el euro y la estabilidad de la eurozona ya pasaban por momentos muy complicados. Justo antes de la toma de poder, la situación se ha empeorado aún más.
El 1 de julio, los principales bancos europeos debían devolver al Banco Central Europeo (BCE) una parte del préstamo recibido en los días del crack de los mercados financieros y que asciende a un total a 442 mil millones de euros. Muchos de los bancos son incapaces de afrontar estos pagos. El BCE, a su vez, insiste en la liquidación de la deuda, amenazando con multas.
Como resultado, el pasado 30 de junio, las acciones de los principales bancos sufrieron una drástica caída en su cotización, junto con la devaluación del euro. Según los expertos europeos, es pronto para pensar que la UE ha empezado a recuperarse de la crisis y alertan sobre el peligro de una segunda oleada.
Hoy en día, la situación política y financiera en Europa es muy grave. Hay muchas dificultades en países como Grecia, Portugal, España, Italia e Irlanda. El ex ministro letón de Asuntos Exteriores, Janis Jurkans, no hace mucho anunció que Letonia es un país en bancarrota que perdió su independencia y ahora es incapaz de existir fuera de la Unión Europea.
Las medidas draconianas de austeridad se aplican en Alemania, Francia, Gran Bretaña e influyen en las posturas de gobiernos y partidos. Ya no parecen imposibles unos cambios drásticos en el ámbito político, incluyendo elecciones parlamentarias. La Eurozona pasa por tiempos difíciles y lo mismo pasa con las finanzas europeas y la integridad la comunidad en su totalidad. La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy también tienen dificultades.
Merkel ya ha perdido el apoyo de una buena parte del electorado. Ni siquiera se puede excluir la posibilidad de elecciones anticipadas (antes de 2013), porque se observa el crecimiento de la oposición en el interior de su partido. Según varios politólogos, tan sólo la victoria de la selección alemana de fútbol en Mundial de Sudáfrica de 2010 podría salvar a Merkel. En teoría, es posible. Solo hay que esperar unos días.
Y en esta coyuntura, Bélgica, un país que durante los últimos tiempos está haciendo equilibrios para evitar una nueva crisis política, llega al poder en la UE. A juzgar por todo, en lo que se resta del año en curso, la UE deberá solucionar sus propios problemas internos por lo que es poco probable que preocupe por firmar un nuevo acuerdo de cooperación con Rusia para sustituir el expirado en 2007. Este acuerdo se prorroga anualmente. Varios diplomáticos esperaban que esto ocurriera durante la cumbre Rusia-UE a celebrarse en otoño, pero ya no pueden garantizarlo.
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