Las pastillas de la derecha
Por Esteban Valenti
El poder es un deposito de los más variados trastos de la civilización. Todo y el contrario de todo puede terminar en su amplia explanada. Cosas buenas y malas en toda su gama. Neutras pocas. El poder tiene por ejemplo dos caras, la soberbia y el complejo de inferioridad. Juntas e inseparables. Sobre todo en la izquierda.
La derecha no tiene ese problema, porque en realidad, esta bien acostumbrada a tener el poder bien aferrado y además porque considera que le asiste el derecho divino y eterno a ejercerlo. Con algunos recreos. Las fuerzas conservadoras uruguayas - la derecha para utilizar un término universal que aquí nadie quiere - es un ejemplo sublime de estas virtudes. Y la izquierda uruguaya es también otro ejemplo sublime de las dos caras opuestas. Voy a opinar de una de ellas: el complejo de culpa y de inferioridad.
Si los todos los datos económicos y sociales de Uruguay son buenos, con índices que no se registraban desde la década del 40, con un manejo de todas las variables macro económicas pero sobre todo con un fuerte impacto social de esas políticas en el empleo, en los salarios, en el gasto social, en la educación, la salud, la lucha contra la brecha digital, las leyes sociales, para tomar algunos ejemplos, la causa principal -asumida por buena parte de la izquierda - es que eso se debe en primer lugar a la coyuntura regional e internacional. Falso de toda falsedad.
Si comparamos cuanto crecieron los precios internacionales de los productos que el país importa y los comparamos con el aumento de los precios de los productos que nosotros exportamos, el país ha perdido notoriamente. Para decirlo técnicamente el país se ha visto gravemente desfavorecido con el deterioro de los términos de intercambio. Aumentó mucho más lo que importamos que lo que exportamos. Otra que coyuntura regional e internacional.
¿El petróleo a casi 120 dólares el barril, es una coyuntura favorable? Quince años sin una sola inversión en la generación de energía en el país, cuando asistimos a una crisis energética regional tan grave y el petróleo y el gas se disparan ¿es otra de las condiciones favorables? Además de habernos dejado a ANCAP enterrada en Sol Petróleo hasta el cuello perdiendo decenas de millones de dólares mensuales. Eso si la derecha no pierde una sola oportunidad para batir sobre el clavo de las excelentes condiciones internacionales.
Y nosotros no perdemos oportunidad en tragarnos semejante pastilla. Otra, el bloqueo de los puentes ¿es acaso una coyuntura favorable para el turismo, para el comercio, para la economía uruguaya? Si les sucedido algo similar a los gobiernos blancos y colorados andarían llorando en los rincones y justificando todo su fracaso con ese lamento. En este gobierno aumentó el turismo, se diversificó y le fuimos encontrando la vuelta a todas las dificultades. Pero la pastilla sigue allí, flotando.
El Mercosur y su actual situación, favorece a Uruguay? No, en absoluto. Y el país buscó alternativas, amplió mercados comerciales, de venta servicios y de capitales e inversiones como nunca. Ellos viven flameando la bandera de la apertura, y por qué no hicieron esa apertura?
Otra pastilla humeante: los meritos de este gobierno son el resultado de la continuidad de la política económica que se venía aplicando. Falso. La prioridad absoluta del gasto social, el plan de emergencia, las inversiones en políticas sociales ¿es continuidad? No es un cambio radical.
¿El aumento del encaje para que los bancos se hagan cargo de una parte del costo de la presión inflacionaria y sobre la moneda, es continuidad? No. ¿El manejo de la deuda externa es continuidad, cuando nos dejaron el 106% de deuda sobre el PBI y un perfil de pago de deuda e intereses absolutamente imposible de cumplir? Esta pastilla es además repetida, aumentada y adornada por algunos sectores de la izquierda. Si hubo un sector donde se cambió radicalmente fue en el manejo de la deuda, no sólo por la profesionalización, el traslado de dólares a pesos de una parte importante, sino por algo esencial: porque se dio prioridad al gasto social. Allí la derecha quiere imponernos una doble pastilla: nos acusa de gastar demasiado, de aumentar el gasto público. Sangran por la herida genética, no quieren el 4.5% para la educación, ni el Sistema Integrado de Salud, ni las asignaciones familiares, ni el crecimiento del gasto social. Ahorremos, para aumentar la tasa de ganancia y acumulación de los sectores más ricos y favorecidos.
Y algunos izquierdistas ''puros'' e inmaculados se compran la pastilla y la revenden con intereses. Las pastillas no son sólo sobre la economía. Se busca a los desaparecidos, se entra en los cuarteles, se aplica plenamente el artículo 4 de la ley de caducidad, van presos y son procesados los principales responsables de la dictadura, Bordaberry y Álvarez para comenzar.
Todo esto por primera vez desde la reconquista de la democracia. La pastilla es muy simple: esto es posible porque pasó el tiempo. Los integrantes del Partido Nacional con todo el derecho y la obligación han solicitado más información sobre el vil asesinato de la señora de Heber, pero ni les roza la duda de porque durante los anteriores gobiernos, incluyendo el gobierno blanco no se hizo absolutamente nada para aclarar ese crimen y otros crímenes de la dictadura. Y el ocultamiento no estaba en la ley de caducidad. Fue una yapa puesta por esos gobiernos. Esta actitud nos es sólo de los partidos tradicionales entre los que se siguen considerando los dueños del poder en temporarias vacaciones hay también sectores sociales. Las cifras de inversión internacional y nacional son record, los ritmos de crecimiento de casi todos los sectores industriales y del campo también y mientras tanto algunos de sus representantes gremiales, en muchos casos los mayores fabricantes universales de lágrimas y lamentos lloran desconsolados, nada les alcanza Es que mantienen el tic histórico de que en este país era mucho mejor tener un buen amigo en el poder y unas buenas prebendas que ser un buen empresario, un buen capitalista liberal. Se terminó señores.
Son los mismos que dentro del Uruguay se viven quejando y salen al exterior y son los mejores propagandistas del país, y utilizan argumentos mejores que los nuestros. Los he visto y oído. Uno podría decir que lo hacen por patriotas. Mmmm...Si tienen tanto miedo, tantas dudas y críticas sobre la política económica nacional y sobre el gobierno porque son tan convincentes con sus socios, proveedores e inversores en el exterior? ¿Los engañan en aras de la patria?
Permitan que esboce una leve e irónica sonrisa. Pero aquí adentro nosotros vivimos consumiendo sus pastillas sobre el ''poder sindical'' sobre el ''retrazo cambiario'' y muchas otras cosas similares. Este año exportaremos 9.000 millones de dólares de bienes y servicios. Record histórico. Si no hubiera ''retrazo cambiario'' ¿qué deberíamos hacer? atar el obelisco y el monumento a la carreta. Su receta -la de los menos inteligentes y más acostumbrados al pasado -es infalible y muy simple: que el precio artificial del dólar -que se cae en todo el mundo -los uruguayos lo sostengamos con emisión y por lo tanto inflación, es decir con nuestros salarios o reduciendo drásticamente el gasto social y las inversiones en infraestructura. Otra pastillota: la recaudación fiscal creció por casualidad o por la habilidad de los directores de la DGI.
Es cierto los dos que tuvimos son muy buenos, pero las causas son mucho más de fondo, crece la recaudación porque crece la economía y porque por primera vez los funcionarios e inspectores de la DGI no están de los dos lados del mostrador, cobrando y asesorando a las empresas.
¿Si era tan simple porque no lo hicieron antes? Elemental Watson. Y sigue creciendo la recaudación luego de la reforma fiscal. En otra vuelta de pastillas nos dedicaremos al tema del IRPF que en realidad es el mayor monumento a la pastilla que se haya construido en el Uruguay, en especial dedicado a los jubilados.
Ellos, los políticos tradicionales tienen todo el derecho a inventar, pintar, endulzar todas las pastillas que quieran y puedan. El problema somos nosotros que alimentamos nuestro complejo de culpa por ocupar el poder consumiendo demasiadas pastillas.
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