Primero de mayo
El hombre-mercancía
Arnulfo Poyer Márquez
El es un verdadero hombre de ningún lugar
Sentado en su país de ningún lugar
Haciendo todos sus planes de ningún lugar
para nadie.
No tiene ningún punto de vista
No sabe a dónde va
¿No se parece un poco a usted y a mí?
John Lennon
El hombre-mercancía, el que tiene costo, siempre ha existido desde antes que apareciera la moneda. Paradójico pero ahora uno ve al hombre-mercancía que sería el que tiene tiendas y el que compra en ellas, un biorritmo propio, "inocente", efecto final de un propósito inicial: generar más compra-venta de algo. El comercio. Cadena indetenible. "Necesaria". El nudo en la garganta en su máxima expresión.
¿Por qué "paradójico"? porque el término en su manifestación, explica qué fue "hombre-mercancía" en un pasado no muy lejano: ESCLAVITUD amigas y amigos, hombre que tiene costo. El dueño no en tiempos de la esclavitud normalmente entendida. Así no tuviera esclavos, el que tenía vida de dueño, tenía tiempo para sí, tiempo "libre". El comercio no existía como tal, y por lo general, era el esclavo el que iba y venía por los mandados. Había una separación para el amo entre "la mercancía que tengo y que ofrezco" y mi persona, la que no tiene precio, el tiempo que dedico a la vida que vivo. Para el esclavo, no existía eso, él es mercancía, cada paso que da es en obediencia al amo, hasta el dormir, de todo eso es dueño el dueño.
Nunca desapareció esa esclavitud. Al hacerse masiva las fábricas de productos en serie, el siglo XIX masificó también al nuevo esclavo ordenándole tras su cubo de cristal, lo próximo que necesitas.
Desde que las aboliciones de esclavos dieron paso a la "obrería" por estos lares, se masificó la esclavitud, vía selectiva en leyes que favorecieran a la usura, provocación de pánicos que quebraran otros y otras tantas fechorías, en búsqueda del control total del orbe masificado. El nuevo esclavo, es el hombre de consumo. Tiene todos los colores de piel. Felicísimo o contrariadísimo, vive crece se reproduce y muere en esta otra novel estructura esclavista. Nunca antes había mayor suma de esclavos, mientras los dueños se reducen y la libertad es un resort peleado en la colmena. Hoy vivimos la era de esclavitud más grande de la Historia.
Visto de ese punto de vista, para mí, de un total verídico, el Presidente Chávez viene siendo como un Espartaco en medio del poder romano, aunque lo cabal de este es la temporalidad biótica en contra, tanto en dueños como en esclavos, los mismos vientos están por devolverse, la presencia humana está en entredichos. Este Espartaco no puede ser derrotado, y la desunión del inmenso ejército de aquel, éste debe impedirla a toda costa.
Entonces ¿vivimos otra esclavitud? Pues si yo creo que los caracteres son los mismos, el fruto el mismo: no tengo vida para mí. ¿Cuál es la diferencia? En aquel entonces había esclavos que tenían esclavos. Había esclavos de afuera y los de adentro. La servidumbre y la servidumbre "de confianza", había unos que se trataban con látigo y a otros ni con el pétalo de una rosa… pero eran esclavos: sus vidas no eran tales, tenían dueño.
El estadio de "obrero" tiene dos aristas según donde se mire. Por el lado obrero, una manera de trabajar para alcanzar y sustentar su libertad, vía esa vía, la vida completa. Visto desde el empresario, el obrero es su esclavo de tal a tal hora, la vida que pretende se la condiciona según la demanda que imprima el obrero.En su forma estructural, hablamos de un sistema dueño, que funciona a retroalimentación esclava. Su producción acogotó todo el quehacer humano, esclavizando tanto a capataces como a los presos, un dinámico monstruo que da un paso antes de que des el tuyo.
Pero el monopolio lleva a una simbiosis. El tiempo "libre" ocupa al sistema dueño, no a su querencia interna. Mientras permanezca en el plan de querer acumular más, no se está siendo, no se existe, no vive, es también esclavo. Cualquier elemento del monstruo está conectado, dormita más aún al esclavo, que le evita tener criterio propio. El retroesclavismo pudiéramos denominar a esta época. El dueño necesita de sus esclavos.
Por lo expuesto, es un sistema que tiene que caer, su poder hizo de una piquiña, tremenda sarna que estamos pelones como perros de Mariches, no existe un cuadro cinematográfico que enmarque la decadencia que ha llegado esta medida-mercancía. Alimentarse como "algo amo" lo manda, encapricharse como "algo amo" lo manda, divertirse como "algo amo" lo manda, ir pa donde "uno quiera" con quien ama… como "algo amo" lo manda.
Es un bulto de basura -visto desde el conjunto-, lo que cargamos, por eso esta asunción de aseptizar la decadencia que portamos ingenuamente o no. Cuando creímos en un poder que encauzara la justicia, estábamos por romper la esclavitud, pues el rato libre del dueño del campo era lo que más anhelábamos. Simple y justo. Ahora somos más y anhelamos el mismo rato libre.
¿Si existe algo distinto a lo que soy? ¿Cómo puedo hablar de lo que no conozco? ¿Cuándo lo perdí? Ahora convivo multicolor en la barraca. La Tv decide el resto y el relleno del día. Pareciera que la propia identificación perdimos. Tenemos precio, una tablilla colgada a nuestro pecho. ¿Si luchamos contra ello?
La respuesta la encamina otra, sendero de la observación milenaria: Justicia. El instinto de conservación nos trajo a esta desembocadura de un río limpio confluido con otro de aguas servidas. No se trata de tomar el de aguas cristalinas, sino de limpiar el otro además. Cuánto sobra de nosotros que no es nosotros y desde mucho ha, decide por nosotros. El vacío del consumismo cuánto copa. Hora de saber que es hueco, no la vida que portamos.
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