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06 junio 2006

Miedos

Miedos
Ricardo Abud


Es muy usual en estos días escuchar NO TENEMOS MIEDO sin especificar a que se refieren cuando lo expresan. Particularmente tengo muchos miedos, algunos puedo controlarlos, otros no, y se manifiestan de diferentes formas, la idea es saberlos administrar.

La administración de mis miedos va desde lo absurdo a lo ridículo, hasta llegar a una racionalización capaz de entenderlos y enfrentarlos, no siempre lo logro, pero invariablemente trato de contrarrestarlos y hacerlos conscientes.

Cuando hago consciente mis miedos, los interiorizo y busco la esencia de los mismos, en mi pensamiento y los condiciono a una realidad virtual que creo.

El miedo a la impunidad se manifiesta a través de mi mal carácter, que a su vez se transforma en un sentimiento de impotencia que en el mejor de los casos, condiciono al hecho mismo de entender que los cambios que deben suscitarse para combatirla no funcionan, por intereses políticos o económicos que distorsionan la naturaleza de la conciencia y compromiso de muchos conciudadanos, que en la administración de justicia se rigen por la cantidad de ceros con los cuales pueden incrementar sus patrimonio.

La corrupción es una de las variantes más vistosas de la impunidad, característico de personas que endosan sus almas, espíritus y se encadenan con los vicios de una sistema judicial que se vende al mejor postor.

El miedo a denunciar por dejar de recibir prebendas es otra de las formas de vivirlo, éste se hace presente cuando la autoestima del protagonista es demasiado baja y está sujeta a intereses muy egoístas (propios de revolucionarios reencauchados), el mismo se esfuma al momento en que se pierden las prebendas y comienzan cual loros a denunciar lo que callaron por sus miedos.

El miedo a informar es típico de aquellos que hablan de la libertad de expresión, cuando la información compromete las dadivas que reciben (cuñas, anuncios, contribuciones en metálico etc), informar es de obligatorio silencio.

El miedo a la identificación, es algo muy común en los oportunistas que se benefician con los cargos públicos y se abogan su condición de NI-NI, ya que sólo son profesionales que le hacen un favor al gobierno aportando sus conocimientos para que este país salga adelante.

La omisión es un miedo compartido entre quien detenta el poder y a quien alcahuetea, este generalmente es muy propio de gobernadores, alcaldes, diputados e incluso de ministros.

La ineficiencia e incapacidad es un miedo que va mas allá del fracaso personal como individuo, este miedo en la mayoría de los casos es PREMIADO, recibe estímulos muy gratificantes auque te alejen del país.

La traición como elemento de frustración se transforma en miedo y se manifiesta en una cobardía inmensa que perturba la existencia de aquel que la siente, los políticos sin ideología y sin la constante del bien común, profesan y practican este tipo de miedos a lo largo de TODA SU VIDA.

Ahora bien, el miedo que se apodera de mi, es la sumatoria de todos estas manifestaciones, me agobian cuando se hacen conscientes y originan en mí una clase de temor, de terror, que representa el deterioro de nuestras instituciones, el enriquecimientos de unos cuantos que se creen vivos, la frustración e impotencia por creer aun que podemos construir un mundo mejor a pesar de todos esos miedos, la profunda convicción de lucha hacia el deber ser.

La decepción de no encontrar esa justicia social que tanto anhelamos, el miedo a no decir que la corrupción mina nuestras instituciones es realmente desesperante, ver que la impunidad se adueña del ocio degenerado de quien incurre en flagelos en contra de la cosa publica y lejos de pagar su indecencia se pasea mostrando el fruto de su inmundicia y nos golpea con el fruto de su cobardía, nos hace tambalear, pero no sucumbimos, seguimos adelante con esperanzas y sueños más arraigados en nuestra convicción de cambio.

El miedo a que mis hijos no duerman a la sombra de lo que ayer para mi era utópico (el carácter Socialista de este proyecto político) es desesperante.
Combatir la sumatoria de todos esos miedos es la tarea común en aras de lograr las transformaciones necesarias que clama todo el pueblo de Venezuela y el proyecto revolucionario.

No se si alguien comparte o le interesan o no conocer acerca de la naturaleza de mis miedos, incluso usted Sr. Presidente sólo los expongo, ya dejaron de ser surrealistas, mis miedos son conscientes, ellos me dicen que aquellos ¨radicales revolucionarios¨ y los aduladores de oficio que se pasean por la calle de revolución pueden llevarnos al fracaso y hacernos descarrilar el tren de este maravilloso proyecto político.

La impunidad la vivimos como el delito que cobija (la corrupción), no permita que se sigan minando de miedos nuestra sociedad; no hay que esperar al 2007. El tiempo es ahora.

P.D. a lo único que no le tengo miedo es a la muerte es inevitable y llega sin avisar, no la busco pero si tengo que enfrentarla lo haré sin miedo por defender la patria bella.



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