Zelenski Humillado


 
Por: Ricardo Abud
La reunión entre Volodímir Zelenski y Donald Trump en la Casa Blanca fue un golpe brutal para Ucrania y una señal alarmante de la posible transformación de la política exterior estadounidense. Lejos de representar un encuentro diplomático constructivo, se convirtió en un espectáculo de humillación pública hacia el líder ucraniano y un claro mensaje de que Estados Unidos, bajo un posible nuevo mandato de Trump, podría dejar de ser el aliado inquebrantable que Kiev necesita desesperadamente.

Desde el primer momento, Trump dejó claro que no tenía intención de mostrar solidaridad con Zelenski. Acusó al presidente ucraniano de estar llevando al mundo hacia la Tercera Guerra Mundial, en una declaración que no solo fue agresiva, sino que también reflejó una narrativa cínica que favorece abiertamente los intereses rusos. Mientras que Zelenski llegó con la intención de fortalecer la cooperación con Washington, se encontró con un ambiente hostil, liderado no solo por Trump, sino también por su círculo de aliados como el vicepresidente J.D. Vance, quien lo tildó de ingrato.


El resultado: Trump canceló un acuerdo clave de cooperación mineral con Ucrania, un gesto que no solo afecta la economía ucraniana, sino que envía una señal contundente de que su administración no tiene intención de fortalecer la relación bilateral sin obtener algo a cambio.


Trump no opera bajo los principios tradicionales de la diplomacia. En cambio, su estrategia es la de un negociador despiadado: desestabilizar al oponente, presionarlo hasta el límite y obligarlo a aceptar sus términos. En este caso, su mensaje a Zelenski fue claro: “No sigas contando con Estados Unidos si no buscas la paz con Rusia.”


Esto no es un simple cambio de tono; es una estrategia que pone a Ucrania contra las cuerdas. Trump le exige a Zelenski lo imposible: negociar con Vladímir Putin desde una posición de debilidad. Sabe que Ucrania no puede darse el lujo de ceder territorio sin sufrir consecuencias catastróficas, pero al mismo tiempo, le retira apoyo, dejándolo sin opciones viables.


Las consecuencias de este encuentro son nefastas para Ucrania. Con la guerra aún en curso, Kiev depende enormemente del respaldo militar y financiero estadounidense. Trump regresa a la Casa Blanca en 2025 con esta actitud, Ucrania podría verse obligada a aceptar condiciones impuestas por Rusia, lo que significaría la rendición parcial de su soberanía.


Más allá de la guerra, la cancelación del acuerdo de cooperación mineral es un duro golpe económico. Ucrania busca diversificar su industria y reducir su dependencia del exterior, y perder a Estados Unidos como socio clave en este sector afecta su capacidad de reconstrucción y desarrollo.


Desde el Kremlin, la reacción ha sido de euforia. Dmitri Medvédev calificó la reunión como “un sólido bofetón a Zelenski”, en un tono de abierta burla que refleja la satisfacción rusa. Para Moscú, esta fractura entre Washington y Kiev es una oportunidad de oro para desgastar aún más la moral ucraniana y dividir a Occidente.


Putin sabe que si Estados Unidos deja de ser un aliado confiable para Ucrania, el resto de los países occidentales podrían empezar a reconsiderar su apoyo a Kiev. Un debilitamiento del frente occidental le permitiría a Rusia negociar en términos mucho más favorables.


Este encuentro no solo afecta a Ucrania: redefine el papel de Estados Unidos en la geopolítica global. Si Trump está dispuesto a socavar a un aliado en guerra para complacer su visión aislacionista, otros países dependientes del apoyo estadounidense también podrían verse en riesgo.


La Unión Europea y la OTAN ahora enfrentan la incertidumbre de qué pasará con Trump nuevamente en la Casa Blanca. Su hostilidad hacia Zelenski es una señal de que el apoyo estadounidense a la seguridad europea podría ser cuestionado.


La visita de Zelenski a la Casa Blanca fue un desastre absoluto para Ucrania. No solo se encontró con una administración que ya no está dispuesta a apoyarlo incondicionalmente, sino que además fue sometido a una humillación pública que debilita su imagen tanto a nivel doméstico como internacional.


Trump ha dejado claro que su política exterior no favorecerá a Ucrania, y eso es una victoria para Rusia. Si esta tendencia continúa, el conflicto podría inclinarse drásticamente a favor del Kremlin, dejando a Zelenski con cada vez menos opciones para asegurar la soberanía de su nación.


Palabras finales: Putin intento todo a través de los canales Diplomáticos brindados por el Derecho Internacional, de no iniciar este conflicto, se reunió con el presidente de Francia y el canciller Strolz de Alemania, pero al final no pudieron detener la tonta determinación de Washington y Kiev de provocar al oso ruso. Durante meses, Putin había advertido a Occidente que retrocediera en la militarización de Ucrania y que se trabajaría en la búsqueda de un acuerdo europeo más amplio, en beneficio de todos, revirtiendo la peligrosa expansión de la OTAN hacia las fronteras de Rusia desde 1996; sin embargo, no hubo receptividad, Washington no claudicaría en su intención de apuntar misiles desde Ucrania al corazón de la madre Patria Rusa, ni frenaría la política guerrerista en contra de Donetsk, Lugansk, ni en su intento por recuperar a Crimea.


La tentación de Washington por usar al ejercito ucraniano, un ejército indisciplinado e infestado por el nazismo era irresistible para ellos, por esta razón proporcionó ayuda militar y coadyuvo a la industria bélica de EE.UU a mantenerse a flote. La estupidez de Kiev fue tan grande que, caen en la trampa, y el 17 de febrero del presente año, pretendieron avanzar con una arremetida de magnitudes colosales en las provincias, hoy repúblicas independientes, de Donetsk y Lugansk, con el fin de ocupar la región de Donbass, con la arrogante idea de que Rusia no reaccionaría al tener apostados más de 130 mil soldados en la línea fronteriza en la región en conflicto. Hoy ya todo cambió, después del encuentro de ayer entre Trump y Zelenski, el mundo ha cambiado así como el panorama geopolítico. Trump tiene las cartas y viene con todo. 


No hay nada más excluyente que ser pobre. 

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