En un informe de 47 páginas que analiza la drástica reducción de los homicidios, la oenegé International Crisis Group cree que el presidente de El Salvador tiene sobre la mesa una "rara oportunidad" para abordar de manera integral el fenómeno de las maras.
"Bukele debería considerar abrir canales de diálogos locales con las pandillas". Una propuesta provocadora en un país como El Salvador, en el que organizaciones criminales como la Mara Salvatrucha (MS-13) o el Barrio 18 están consideradas, valga el lugar común, el enemigo público número uno.
Las comillas explicitan la literalidad de la cita. Es la más sonora de la conclusiones del informe de 47 páginas elaborado por le organización no gubernamental International Crisis Group, presentado este miércoles 8 de julio bajo el título '¿Milagro o espejismo? Pandillas y el desplome de la violencia en El Salvador'.
Tras el fracaso del proceso de pacificación que El Salvador vivió en 2012-2014 –conocido como la Tregua–, no cualquiera se atreve a plantear abiertamente que el diálogo con las maras es una opción para apuntalar el descenso sin precedentes en las cifras de violencia homicida que el país registra, acentuado tras la llegada al Ejecutivo de Nayib Bukele, en junio de 2019.
"Lo más importante es que el gobierno podría estar en una posición única dentro del próximo año para decidir si restablece o no un diálogo con las maras", remarca el Crisis Group, en la que sin duda es la más polémica de las conclusiones de su investigación.
Pero, ¿qué es el International Crisis Group? Conocido también como Crisis Group o ICG, es una oenegé creada en 1995 cuya sede central está en Bruselas, Bélgica. Tienen presencia en los cinco continentes, se financia sobre todo con aportes de gobiernos y fundaciones, y se autodefine como una "organización independiente que trabaja para prevenir guerras y dar forma a políticas que construirán un mundo más pacífico".
De Centroamérica están pendientes desde finales de 2016, con una presencia estable en Ciudad de Guatemala, desde donde monitorean los tres países del llamado Triángulo Norte: El Salvador, Honduras y la propia Guatemala.
Tiziano Breda es analista para Centroamérica del Crisis Group y, como tal, coautor del informe. Consultado por RT sobre si la sociedad salvadoreña está preparada para asumir un diálogo con las pandillas, Breda admite que el rechazo "es seguramente muy alto todavía" y, por esa misma razón, cree "poco probable" que el gobierno se lance a un diálogo antes de las elecciones legislativas y municipales del 28 de febrero de 2021.
Breda hace suyo el tono general del informe, que apunta a que se ha presentado una "rara oportunidad para calmar las turbulentas calles de El Salvador", frase que cierra el resumen ejecutivo del informe.
Breda, amplía: "La capacidad del presidente Bukele de influenciar la opinión pública y la posible victoria en los próximos comicios de Nuevas Ideas (el nuevo partido impulsado por el presidente para acuerpar su proyecto político) lo podrían poner en una posición única para superar este tabú y apostar a una solución duradera al problema de las pandillas en El Salvador".
¿Oportunidad histórica?
Esa "rara oportunidad", que según el Crisis Group se le ha presentado a El Salvador para solucionar o aminorar el impacto de las maras en la sociedad, guarda relación directa con la llegada al poder de Bukele, y la consecuente e histórica reducción en las cifras de violencia homicida.
Si se mantuviera la tendencia de la primera mitad del año, el país finalizaría 2020 con una tasa de 17 homicidios por cada 100.000 habitantes, la más baja –de largo– desde la firma de los Acuerdos de Paz, en 1992. En 2015, El Salvador cerró con 103 homicidios por cada 100.000 habitantes, la tasa más alta del mundo en un país sin guerra declarada. En apenas un lustro, el país ha pasado de 18 a tres homicidios diarios.
"Estudios estadísticos muestran que el Plan Control Territorial probablemente no sea la única causa (...) las pandillas parecen haber decidido disminuir el uso de la violencia letal"
"Reducir los homicidios por parte de las tres principales pandillas (Mara Salvatrucha, Barrio 18-Sureños y Barrio 18-Revolucionarios) en uno de los países más violentos del mundo es una hazaña de gran importancia", reconoce el informe.
La investigación del Crisis Group tampoco cierra el debate sobre qué está detrás del descenso. Los investigadores, eso sí, desvirtúan la versión oficial, que atribuye la reducción al Plan Control Territorial, el plan gubernamental puesto en marcha en junio de 2019: "Estudios estadísticos muestran que el Plan Control Territorial probablemente no sea la única causa".
"Más bien –señala el informe–, las pandillas parecen haber decidido disminuir el uso de la violencia letal. El control indiscutible de las pandillas sobre las comunidades, la disminución de la rivalidad entre pandillas y el liderazgo cada vez más autónomo de los mareros que están fuera de las cárceles pueden explicar esta decisión, más que el Plan Control Territorial".
El reporte también se hace eco de que "numerosos analistas y activistas locales atribuyen la decisión de las pandillas a un acuerdo informal entre ellas y con las autoridades"; una especie de reedición de la tregua apadrinada en 2012 por el expresidente Mauricio Funes. Pero el Crisis Group tampoco halló pruebas que sustenten esta hipótesis.
De hecho, la disruptiva sugerencia al gobierno de "abrir canales de diálogo" con los pandilleros lleva implícito el mensaje de que eso no ha ocurrido.
Diálogo con condiciones
El diálogo sugerido debería darse bajo determinadas circunstancias. "Mantener la reducción de la violencia es clave", concluye el Crisis Group. Y para ello, "el gobierno debería priorizar proyectos de desarrollo enfocados en la comunidad, la rehabilitación de los pandilleros encarcelados y estrategias policiales más sofisticadas, incluyendo más controles internos en las fuerzas de seguridad".
En ese contexto, "y si las pandillas mantienen los bajos niveles de violencia y cooperan con las autoridades durante la pandemia", es cuando, a juicio del International Crisis Group, "Bukele debería considerar abrir canales de diálogos locales con estas".
Paradójicamente, el tanque de pensamiento cree que el propio presidente salvadoreño, bajo cuya gestión el país está viviendo las cifras de homicidios más bajas de su historia reciente, podría ser también una piedra en el camino: "El estilo beligerante de Bukele, exacerbado durante la pandemia de covid-19, refuerza el riesgo de que las mejoras en la seguridad pierdan su rumbo".
El párrafo que cierra el resumen ejecutivo del informe quizá sea el más condensativo: "Bukele todavía goza de una notable popularidad y tiene el capital para avanzar en estos frentes. Algunas de sus políticas hasta el momento proporcionan una buena base para una ruta que reduzca de manera sostenible el terrible derramamiento de sangre del pasado reciente en El Salvador. Pero corre el riesgo de distraerse y minar esta ruta por priorizar sus cálculos políticos a corto plazo y asumir una postura innecesariamente hostil hacia sus rivales. Los donantes extranjeros y las fuerzas políticas nacionales deberían instarlo a que no desperdicie esta rara oportunidad para calmar las turbulentas calles de El Salvador".
Roberto Valencia desde San Salvador (El Salvador)/RT
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