El jefe de Estado "aseguró mirar hacia el sur, proteger a los mexicanos en el exterior, trabajar en una diplomacia transparente y fortalecer la presencia en la agenda multilateral y derechos humanos", dice el documento difundido por la oficina del canciller, Marcelo Ebrard.
México ha desplegado este año una estrategia diplomática para retomar el liderazgo en América Latina, una prioridad de su política exterior.
El papel mexicano en la escena mundial está basado en principios constitucionales, apegados a una "tradición histórica de no intervencionismo, así como en una vocación por el diálogo y la cooperación internacional".
El Plan de Desarrollo Integral fue implementado como "apuesta inédita por la cooperación internacional para impulsar un desarrollo económico igualitario y sustentable en la región".
En ese marco "la prioridad es el desarrollo del sur de México y de los países del norte de Centroamérica, para que migrar (sobre todo a Estados Unidos) sea una opción y no una necesidad".
Un objetivo central de esta diplomacia es la protección de los mexicanos en el exterior, con énfasis en la diáspora de 36 millones de mexicanos en EEUU, de los cuales más de 11 millones son indocumentados.
El Gobierno ordenó hacer de sus representaciones en el exterior "defensorías del migrante mexicano y sus derechos humanos".
Además, México y EEUU comprometieron 4.800 millones de dólares para el desarrollo económico en el sur de México y 5.800 millones de dólares para el norte de Centroamérica.
La administración mexicana ha sorteado amenazas, y ha continuado los avances en el proceso de ratificación legislativa del Tratado entre México, EEUU y Canadá (T-MEC) que "moderniza" el previo tratado vigente desde hace más de 25 años.
Uno de los momentos más notables de la diplomacia mexicana fue otorgar asilo político al expresidente boliviano Evo Morales.
Sputnik
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