A pesar de que el proyecto de la ley de extradición que provocó las manifestaciones fue suspendido, la tensión no cesa en el territorio y el Gobierno chino podría emplear al Ejército para mantener el orden público.
Durante los últimos dos meses, centenares de miles de personas en Hong Kong han participado en multitudinarias manifestaciones antigubernamentales que se han convertido en las mayores protestas en la historia de China.
Desde el pasado lunes, la confrontación en esa región administrativa especial china alcanzó un nuevo nivel después de que la huelga general y las acciones de los manifestantes paralizaran el metro y el aeropuerto, mientras los enfrentamientos con la Policía se vuelven cada vez más violentos.
"Un país, dos sistemas"
Colonia británica desde 1841, Hong Kong fue transferido por el Reino Unido a China el 1 de julio de 1997 conforme a la declaración conjunta firmada por los primeros ministros de ambos países, Zhao Ziyang y Margaret Thatcher, 13 años antes.
Ese documento, que establece una suerte de constitución, la Ley Básica, limita enormemente la soberanía de Pekín sobre el territorio. Por ejemplo, la estructura política de la ciudad presupone la separación de poderes y su autonomía de la China continental, además de garantizar libertades civiles como los derechos de libre expresión, asamblea y manifestación.
Al mismo tiempo, la estructura política del territorio cuenta con un elemento poco parecido a lo que se observa habitualmente en las democracias representativas, puesto que el jefe ejecutivo y la mitad de los parlamentarios de la región son elegidos por un comité electoral compuesto por 1.200 personas nombradas por varios grupos profesionales y económicos locales.
Este sistema electoral ha sido criticado por la desproporción con la que están asignados los votos —el sector de la agricultura y la pesca tiene derecho a 60 votos pese a representar solo el 0,1% de la economía de Hong Kong, mientras que el sector financiero y de seguridad tiene asignados 47 votos—, y además muchos consideran que favorece a los partidarios de un mayor acercamiento con China.
En esta atmosfera, la idea de la independencia y el ejemplo de Singapur inspiran a algunos sectores de la sociedad hongkonesa.
La ley de extradición, detonadora de las protestas
El motivo que hizo estallar las multitudinarias protestas fue el proyecto de la ley de extradición a China, propuesto en febrero por las autoridades locales en respuesta al caso de Chan Tong-kai, un residente de Taiwán que se fugó a Hong Kong después de matar a su novia embarazada el año pasado en Taipéi.
De acuerdo con la legislación vigente, las autoridades de Hong Kong no pueden extraditar a los sospechosos de crímenes a China continental, Taiwán y Macao, sino que solo puede extraditarlos a 20 países con los que Hong Kong tiene acuerdos bilaterales.
El borrador inicial de la ley de extradición comprendía una amplia gama de delitos por los que se abriría la posibilidad de extradición. Varios de estos delitos, como la evasión fiscal, expondrían a una gran parte de empresas y ciudadanos de Hong Kong a penas significativamente más estrictas fuera del territorio de la región. Posteriormente se redujo la lista de delitos por los que un sospechoso podía ser extraditado, pero se mantuvieron algunos como el fraude, la corrupción y el contrabando, lo que motivó que una parte del sector empresarial siguiera oponiéndose a la ley. Por otro lado, pese a que la ley excluye la posibilidad de extradición por razones políticas, los opositores han señalado que el texto de la ley contiene diversas lagunas que, según afirman, posibilitarían ese escenario.
Reaccionando a las marchas multitudinarias, que empezaron en marzo y culminaron en una manifestación de hasta un millón de personas a principios de junio, la jefa ejecutiva de Hong Kong, Carrie Lam, anunció el 15 de ese mismo mes el retraso indefinido del proyecto.
La suspensión no tiene efecto
No obstante, ni la suspensión de la ley ni las posteriores garantías de Lam de que el proyecto estaba muerto consiguieron reducir las tensiones.
Muestra de ello fue la protesta que tuvo lugar el 1 de julio, que reunió a unos 550.000 manifestantes y terminó con la irrupción en el edificio del Consejo Legislativo de centenares de protestantes que pintaron el escudo del territorio y exhibieron la bandera de la época colonial.
Desde entonces, los enfrentamientos se han hecho más violentos. El 21 de julio un grupo de hombres vestidos de blanco —a diferencia de los manifestantes, que suelen distinguirse con ropa de color negro— atacaron con palos a los activistas antigubernamentales en la estación de metro de Yuen Long, dejando 45 heridos.
Los manifestantes respondieron con la intensificación de enfrentamientos con las fuerzas del orden y el 5 de agosto iniciaron una huelga general. Como resultado de esas acciones, gran parte de la red de metro se vio paralizada y el aeropuerto internacional canceló más de 200 vuelos.
El fin de la semana pasada, se registraron numerosos enfrentamientos violentos entre protestantes —armados con ladrillos y bombas de gasolina— y la Policía que dejaron decenas de heridos. Además, la irrupción de cerca de 5.000 manifestantes en el aeropuerto provocó el paro total de la infraestructura.
La reacción de las autoridades
Además de satisfacer la demanda de los manifestantes y aplazar la ley de extradición, en repetidas ocasiones Lam advirtió contra la escalada de los disturbios. Así, el 5 de agosto resaltó que ese tipo de acciones amenaza la posición especial del territorio dentro de China.
"Hong Kong ha sido la ciudad más segura del mundo, pero una serie de actos violentos la han puesto en una situación peligrosa", dijo.
Además, Lam aseguró que "estas acciones desafían [el principio de] 'un país, dos sistemas' y amenazan la prosperidad y estabilidad" del territorio. Asimismo, advirtió que los manifestantes "están tratando de destruir Hong Kong".
Por su parte Pekín, a pesar de evitar participar activamente en los sucesos, sugiere que puede emplear a sus Fuerzas Armadas para mantener el orden público si las autoridades locales lo solicitan.
"El comportamiento de algunos manifestantes radicales desafía la autoridad del Gobierno central, tocando el principio de un país, dos sistemas", declaró el 24 de julio el portavoz del Ministerio de Defensa de China, Wu Qian, que defendió que esa actitud "no puede ser tolerada".
Días después, el comandante de la Guarnición de Hong Kong, Chen Daoxiang, calificó las protestas de "absolutamente inadmisibles" y declaró que habían "amenazado seriamente la vida y la seguridad" de los habitantes de la ciudad.
Por su parte, el portavoz de la Oficina de Asuntos de Hong Kong y Macao, Yang Guang, consideró este lunes que las acciones de los participantes de las protestas presentan "signos de terrorismo" y resaltó que la ciudad vive "un momento crítico".
Esta no es la primera vez que la sociedad hongkonesa se manifiesta por sus derechos: manifestaciones masivas en 2003 tuvieron como resultado la abolición de un proyecto de ley que pretendía prohibir la actividad de las organizaciones políticas críticas con el Gobierno central. Sin embargo, protestas del mismo tipo en 2014 no tuvieron el mismo éxito y acabaron con varios manifestantes en prisión.
Señalamientos contra EE.UU.
Entretanto, un activista que ha desempeñado un papel activo en las actuales protestas fue recientemente fotografiado reuniéndose con una alta funcionaria del consulado de EE.UU., por lo que China ha expresado una "gran insatisfacción" y ha exigido a los diplomáticos norteamericanos que "dejen de interferir" en los asuntos del territorio.
Al respecto, el Departamento de Estado de EE.UU. indicó a AFP que sus representantes "se reúnen regularmente con una gran variedad de personas en Hong Kong y Macao". El activista en cuestión, Joshua Wong Chi-fung, minimizó las acusaciones de colusión tras reunirse con Julie Eadeh, jefa de la unidad de política del consulado estadounidense en Hong Kong.
"Yo incluso he ido a Washington varias veces; entonces, ¿qué tiene de especial reunirse con una cónsul estadounidense?", indicó Wong, secretario general del partido prodemocracia Demosisto, a The Standard.
Pérdidas inevitables
Las prolongadas tensiones ya han tenido efectos negativos sobre la economía, y estos podrían ser aún más acentuados, advierten varios empresarios locales citados por Nikkei.
La industria probablemente más afectada fue el turismo, ya que el número de personas que visitaron Hong Kong a principios de agosto fue un 31% más bajo frente a cifras del año anterior, declaró el secretario de comercio y desarrollo económico del territorio, Edward Yau Tang-wah.
"Nos preocupa el efecto que esta incertidumbre política pueda tener en nuestros resultados, especialmente dada la proporción de nuestros ingresos que se obtienen en Hong Kong", cita el diario al hotelero Clement Kwok King-man.
No obstante, los enfrentamientos violentos tienen efectos sobre un abanico más amplio de actividades económicas, ya que afectan "el deseo de salir y consumir", opina el director ejecutivo del metro local (MTR), Jacob Kam Chak-pui.
"La economía en general se ha visto afectada. Estoy seguro de que tendrá un impacto en nosotros", aseveró el empresario.
Paradójicamente, la derrota de los manifestantes puede tener como consecuencia pérdidas económicas aún más grandes en el sector financiero, ya que el capital chino que actualmente utiliza el territorio especial como zona 'offshore' enviará al extranjero los fondos que hasta ahora mantiene en Hong Kong.
"Es obvio que muchas compañías, incluyendo las compañías 'offshore', tienen miedo de las inspecciones de China", dijo a RT el experto Alexéi Máslov, resaltando que el efecto negativo es irreversible: "Hong Kong ya no es un refugio seguro para las inversiones y empresas extranjeras. Las pérdidas de imagen son tan grandes que es poco probable que Hong Kong se recupere en las próximas décadas".
El analista económico Narek Avakián también opina que la fuga de capitales desde el territorio registrada a partir de marzo está vinculada con el intento de Pekín de fortalecer su control sobre Hong Kong.
"Es probable que las autoridades chinas estén intentando aumentar la transparencia del sector financiero del país y reducir la escala del sistema bancario paralelo. […] La escala de estos problemas en China es realmente muy grande: la banca paralela alcanza decenas de billones de yuanes", advirtió.
RT
Durante los últimos dos meses, centenares de miles de personas en Hong Kong han participado en multitudinarias manifestaciones antigubernamentales que se han convertido en las mayores protestas en la historia de China.
Desde el pasado lunes, la confrontación en esa región administrativa especial china alcanzó un nuevo nivel después de que la huelga general y las acciones de los manifestantes paralizaran el metro y el aeropuerto, mientras los enfrentamientos con la Policía se vuelven cada vez más violentos.
"Un país, dos sistemas"
Colonia británica desde 1841, Hong Kong fue transferido por el Reino Unido a China el 1 de julio de 1997 conforme a la declaración conjunta firmada por los primeros ministros de ambos países, Zhao Ziyang y Margaret Thatcher, 13 años antes.
Ese documento, que establece una suerte de constitución, la Ley Básica, limita enormemente la soberanía de Pekín sobre el territorio. Por ejemplo, la estructura política de la ciudad presupone la separación de poderes y su autonomía de la China continental, además de garantizar libertades civiles como los derechos de libre expresión, asamblea y manifestación.
Al mismo tiempo, la estructura política del territorio cuenta con un elemento poco parecido a lo que se observa habitualmente en las democracias representativas, puesto que el jefe ejecutivo y la mitad de los parlamentarios de la región son elegidos por un comité electoral compuesto por 1.200 personas nombradas por varios grupos profesionales y económicos locales.
Este sistema electoral ha sido criticado por la desproporción con la que están asignados los votos —el sector de la agricultura y la pesca tiene derecho a 60 votos pese a representar solo el 0,1% de la economía de Hong Kong, mientras que el sector financiero y de seguridad tiene asignados 47 votos—, y además muchos consideran que favorece a los partidarios de un mayor acercamiento con China.
En esta atmosfera, la idea de la independencia y el ejemplo de Singapur inspiran a algunos sectores de la sociedad hongkonesa.
La ley de extradición, detonadora de las protestas
El motivo que hizo estallar las multitudinarias protestas fue el proyecto de la ley de extradición a China, propuesto en febrero por las autoridades locales en respuesta al caso de Chan Tong-kai, un residente de Taiwán que se fugó a Hong Kong después de matar a su novia embarazada el año pasado en Taipéi.
De acuerdo con la legislación vigente, las autoridades de Hong Kong no pueden extraditar a los sospechosos de crímenes a China continental, Taiwán y Macao, sino que solo puede extraditarlos a 20 países con los que Hong Kong tiene acuerdos bilaterales.
El borrador inicial de la ley de extradición comprendía una amplia gama de delitos por los que se abriría la posibilidad de extradición. Varios de estos delitos, como la evasión fiscal, expondrían a una gran parte de empresas y ciudadanos de Hong Kong a penas significativamente más estrictas fuera del territorio de la región. Posteriormente se redujo la lista de delitos por los que un sospechoso podía ser extraditado, pero se mantuvieron algunos como el fraude, la corrupción y el contrabando, lo que motivó que una parte del sector empresarial siguiera oponiéndose a la ley. Por otro lado, pese a que la ley excluye la posibilidad de extradición por razones políticas, los opositores han señalado que el texto de la ley contiene diversas lagunas que, según afirman, posibilitarían ese escenario.
Reaccionando a las marchas multitudinarias, que empezaron en marzo y culminaron en una manifestación de hasta un millón de personas a principios de junio, la jefa ejecutiva de Hong Kong, Carrie Lam, anunció el 15 de ese mismo mes el retraso indefinido del proyecto.
La suspensión no tiene efecto
No obstante, ni la suspensión de la ley ni las posteriores garantías de Lam de que el proyecto estaba muerto consiguieron reducir las tensiones.
Muestra de ello fue la protesta que tuvo lugar el 1 de julio, que reunió a unos 550.000 manifestantes y terminó con la irrupción en el edificio del Consejo Legislativo de centenares de protestantes que pintaron el escudo del territorio y exhibieron la bandera de la época colonial.
Desde entonces, los enfrentamientos se han hecho más violentos. El 21 de julio un grupo de hombres vestidos de blanco —a diferencia de los manifestantes, que suelen distinguirse con ropa de color negro— atacaron con palos a los activistas antigubernamentales en la estación de metro de Yuen Long, dejando 45 heridos.
Los manifestantes respondieron con la intensificación de enfrentamientos con las fuerzas del orden y el 5 de agosto iniciaron una huelga general. Como resultado de esas acciones, gran parte de la red de metro se vio paralizada y el aeropuerto internacional canceló más de 200 vuelos.
El fin de la semana pasada, se registraron numerosos enfrentamientos violentos entre protestantes —armados con ladrillos y bombas de gasolina— y la Policía que dejaron decenas de heridos. Además, la irrupción de cerca de 5.000 manifestantes en el aeropuerto provocó el paro total de la infraestructura.
La reacción de las autoridades
Además de satisfacer la demanda de los manifestantes y aplazar la ley de extradición, en repetidas ocasiones Lam advirtió contra la escalada de los disturbios. Así, el 5 de agosto resaltó que ese tipo de acciones amenaza la posición especial del territorio dentro de China.
"Hong Kong ha sido la ciudad más segura del mundo, pero una serie de actos violentos la han puesto en una situación peligrosa", dijo.
Además, Lam aseguró que "estas acciones desafían [el principio de] 'un país, dos sistemas' y amenazan la prosperidad y estabilidad" del territorio. Asimismo, advirtió que los manifestantes "están tratando de destruir Hong Kong".
Por su parte Pekín, a pesar de evitar participar activamente en los sucesos, sugiere que puede emplear a sus Fuerzas Armadas para mantener el orden público si las autoridades locales lo solicitan.
"El comportamiento de algunos manifestantes radicales desafía la autoridad del Gobierno central, tocando el principio de un país, dos sistemas", declaró el 24 de julio el portavoz del Ministerio de Defensa de China, Wu Qian, que defendió que esa actitud "no puede ser tolerada".
Días después, el comandante de la Guarnición de Hong Kong, Chen Daoxiang, calificó las protestas de "absolutamente inadmisibles" y declaró que habían "amenazado seriamente la vida y la seguridad" de los habitantes de la ciudad.
Por su parte, el portavoz de la Oficina de Asuntos de Hong Kong y Macao, Yang Guang, consideró este lunes que las acciones de los participantes de las protestas presentan "signos de terrorismo" y resaltó que la ciudad vive "un momento crítico".
Esta no es la primera vez que la sociedad hongkonesa se manifiesta por sus derechos: manifestaciones masivas en 2003 tuvieron como resultado la abolición de un proyecto de ley que pretendía prohibir la actividad de las organizaciones políticas críticas con el Gobierno central. Sin embargo, protestas del mismo tipo en 2014 no tuvieron el mismo éxito y acabaron con varios manifestantes en prisión.
Señalamientos contra EE.UU.
Entretanto, un activista que ha desempeñado un papel activo en las actuales protestas fue recientemente fotografiado reuniéndose con una alta funcionaria del consulado de EE.UU., por lo que China ha expresado una "gran insatisfacción" y ha exigido a los diplomáticos norteamericanos que "dejen de interferir" en los asuntos del territorio.
Al respecto, el Departamento de Estado de EE.UU. indicó a AFP que sus representantes "se reúnen regularmente con una gran variedad de personas en Hong Kong y Macao". El activista en cuestión, Joshua Wong Chi-fung, minimizó las acusaciones de colusión tras reunirse con Julie Eadeh, jefa de la unidad de política del consulado estadounidense en Hong Kong.
"Yo incluso he ido a Washington varias veces; entonces, ¿qué tiene de especial reunirse con una cónsul estadounidense?", indicó Wong, secretario general del partido prodemocracia Demosisto, a The Standard.
Pérdidas inevitables
Las prolongadas tensiones ya han tenido efectos negativos sobre la economía, y estos podrían ser aún más acentuados, advierten varios empresarios locales citados por Nikkei.
La industria probablemente más afectada fue el turismo, ya que el número de personas que visitaron Hong Kong a principios de agosto fue un 31% más bajo frente a cifras del año anterior, declaró el secretario de comercio y desarrollo económico del territorio, Edward Yau Tang-wah.
"Nos preocupa el efecto que esta incertidumbre política pueda tener en nuestros resultados, especialmente dada la proporción de nuestros ingresos que se obtienen en Hong Kong", cita el diario al hotelero Clement Kwok King-man.
No obstante, los enfrentamientos violentos tienen efectos sobre un abanico más amplio de actividades económicas, ya que afectan "el deseo de salir y consumir", opina el director ejecutivo del metro local (MTR), Jacob Kam Chak-pui.
"La economía en general se ha visto afectada. Estoy seguro de que tendrá un impacto en nosotros", aseveró el empresario.
Paradójicamente, la derrota de los manifestantes puede tener como consecuencia pérdidas económicas aún más grandes en el sector financiero, ya que el capital chino que actualmente utiliza el territorio especial como zona 'offshore' enviará al extranjero los fondos que hasta ahora mantiene en Hong Kong.
"Es obvio que muchas compañías, incluyendo las compañías 'offshore', tienen miedo de las inspecciones de China", dijo a RT el experto Alexéi Máslov, resaltando que el efecto negativo es irreversible: "Hong Kong ya no es un refugio seguro para las inversiones y empresas extranjeras. Las pérdidas de imagen son tan grandes que es poco probable que Hong Kong se recupere en las próximas décadas".
El analista económico Narek Avakián también opina que la fuga de capitales desde el territorio registrada a partir de marzo está vinculada con el intento de Pekín de fortalecer su control sobre Hong Kong.
"Es probable que las autoridades chinas estén intentando aumentar la transparencia del sector financiero del país y reducir la escala del sistema bancario paralelo. […] La escala de estos problemas en China es realmente muy grande: la banca paralela alcanza decenas de billones de yuanes", advirtió.
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