Con pasos concretos, tres países de la Unión Europea (UE) y uno en proceso de integración avanzan en formas de cooperación que auguran nuevas cotas en sus respectivos desarrollos y la creación de un clima de estabilidad en la península balcánica.
Al menos eso se trasluce de las declaraciones públicas en torno a la cumbre del mecanismo denominado Consejo Superior de Cooperación Cuadripartita que conforman los primeros ministros de Bulgaria, Grecia y Rumanía, Boiko Borisov, Alexis Tsipras y Viorica Dancila, y el presidente de Serbia, Aleksandar Vucic.
La reunión, celebrada en el antiguo palacio real Snagov, a orillas del lago homónimo y a 40 kilómetros de la bulliciosa capital rumana, culminó el mismo día, 29 de marzo, y sobre sus resultados habla por sí sola la llamada Declaración de Bucarest.
La anfitriona calificó este documento final suscrito por las partes de primero de este tipo en ese formato y 'muestra de la determinación firme de colaborar para construir una región próspera y más estable'.
En acciones puntuales, se destaca de las negociaciones desde la conformación del grupo en 2017 en Varna, Bulgaria, la determinación de construir una poderosa red de comunicación vial para enlazar con autopistas a los cuatro estados de norte a sur y de este a oeste.
Para ello están en curso o en vías de realización las obras de infraestructura necesarias destinadas a alcanzar esos objetivos.
El otro puntal de los propósitos de cooperación es la seguridad energética, para lo cual se acordó la interconexión Bulgaria-Serbia y Rumanía; Serbia con gasoductos, a partir del llamado Turkish Stream (Torrente turco) que recibe el combustible azul desde Rusia a través del lecho del mar Negro.
Serbia, enfrascada en un plan vial de grandes proporciones
-que incluye conexiones por carretera y ferrocarril destinadas a vincularse al proyecto chino Un cinturón, una ruta-, recibió especial respaldo de sus tres contrapartes también en sus empeños de ingresar en la UE.
Los tres primeros ministros dirigieron desde Bucarest una carta al presidente de Francia, Emmanuel Macron, y la canciller federal de Alemania, Angela Merkel, con el expreso apoyo a Belgrado en ese objetivo y el pedido de avanzar en esa decisión dados los progresos serbios en el proceso de admisión.
Esta posición, reforzada por el hecho de que Rumanía es presidente pro tempore de la UE en este semestre, es de trascendencia especial dadas las posturas del mandatario galo contra la ampliación del bloque en estos momentos, hasta lograr una restructuración tras la salida del Reino Unido, la cual parece ser compartida por Merkel.
Las partes concedieron la mayor importancia a las posiciones macrorregionales para fomentar el crecimiento de sus economías y crear nuevos puestos de trabajo, un talón de Aquiles ante el éxodo de jóvenes calificados hacia los países más desarrollados de la UE y el resto del viejo continente.
También se pronunciaron por aprovechar al máximo la Estrategia de la UE para la Región del Danubio (el río navegable que comparten Serbia, Rumanía y Bulgaria), que se vincula con la llamada Iniciativa de los tres Mares (Báltico, Adriático y Negro) y la Estrategia de la UE para las Regiones Adriática y Jónica.
En la búsqueda de la necesaria reconciliación y buena vecindad, el documento final saludó el progreso en los lazos Bulgaria-Grecia y las perspectivas abiertas tras la firma del acuerdo entre Atenas y Skopje sobre la nueva denominación de República de Macedonia del Norte, que pone fin a casi tres décadas de confrontación.
El grupo -que algunos analistas han dado en llamar el Benelux de los Balcanes o simplemente B4- pone así a prueba la capacidad de sus integrantes para labrar un futuro ante pronósticos, para nada infundados, de una eventual balcanización de la UE.
Por: Roberto Molina
arb/Rmh
Al menos eso se trasluce de las declaraciones públicas en torno a la cumbre del mecanismo denominado Consejo Superior de Cooperación Cuadripartita que conforman los primeros ministros de Bulgaria, Grecia y Rumanía, Boiko Borisov, Alexis Tsipras y Viorica Dancila, y el presidente de Serbia, Aleksandar Vucic.
La reunión, celebrada en el antiguo palacio real Snagov, a orillas del lago homónimo y a 40 kilómetros de la bulliciosa capital rumana, culminó el mismo día, 29 de marzo, y sobre sus resultados habla por sí sola la llamada Declaración de Bucarest.
La anfitriona calificó este documento final suscrito por las partes de primero de este tipo en ese formato y 'muestra de la determinación firme de colaborar para construir una región próspera y más estable'.
En acciones puntuales, se destaca de las negociaciones desde la conformación del grupo en 2017 en Varna, Bulgaria, la determinación de construir una poderosa red de comunicación vial para enlazar con autopistas a los cuatro estados de norte a sur y de este a oeste.
Para ello están en curso o en vías de realización las obras de infraestructura necesarias destinadas a alcanzar esos objetivos.
El otro puntal de los propósitos de cooperación es la seguridad energética, para lo cual se acordó la interconexión Bulgaria-Serbia y Rumanía; Serbia con gasoductos, a partir del llamado Turkish Stream (Torrente turco) que recibe el combustible azul desde Rusia a través del lecho del mar Negro.
Serbia, enfrascada en un plan vial de grandes proporciones
-que incluye conexiones por carretera y ferrocarril destinadas a vincularse al proyecto chino Un cinturón, una ruta-, recibió especial respaldo de sus tres contrapartes también en sus empeños de ingresar en la UE.
Los tres primeros ministros dirigieron desde Bucarest una carta al presidente de Francia, Emmanuel Macron, y la canciller federal de Alemania, Angela Merkel, con el expreso apoyo a Belgrado en ese objetivo y el pedido de avanzar en esa decisión dados los progresos serbios en el proceso de admisión.
Esta posición, reforzada por el hecho de que Rumanía es presidente pro tempore de la UE en este semestre, es de trascendencia especial dadas las posturas del mandatario galo contra la ampliación del bloque en estos momentos, hasta lograr una restructuración tras la salida del Reino Unido, la cual parece ser compartida por Merkel.
Las partes concedieron la mayor importancia a las posiciones macrorregionales para fomentar el crecimiento de sus economías y crear nuevos puestos de trabajo, un talón de Aquiles ante el éxodo de jóvenes calificados hacia los países más desarrollados de la UE y el resto del viejo continente.
También se pronunciaron por aprovechar al máximo la Estrategia de la UE para la Región del Danubio (el río navegable que comparten Serbia, Rumanía y Bulgaria), que se vincula con la llamada Iniciativa de los tres Mares (Báltico, Adriático y Negro) y la Estrategia de la UE para las Regiones Adriática y Jónica.
En la búsqueda de la necesaria reconciliación y buena vecindad, el documento final saludó el progreso en los lazos Bulgaria-Grecia y las perspectivas abiertas tras la firma del acuerdo entre Atenas y Skopje sobre la nueva denominación de República de Macedonia del Norte, que pone fin a casi tres décadas de confrontación.
El grupo -que algunos analistas han dado en llamar el Benelux de los Balcanes o simplemente B4- pone así a prueba la capacidad de sus integrantes para labrar un futuro ante pronósticos, para nada infundados, de una eventual balcanización de la UE.
Por: Roberto Molina
arb/Rmh
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