El conocido periodista peruano Nicolás Lúcar planteó que es inaceptable que el Gobierno de este país tenga entre sus objetivos el derrocamiento del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y pidió la revisión de esa política.
'Nada nos da derecho' a ese objetivo contra Maduro, señaló el experimentado hombre de prensa y conductor estelar del canal de TV por cable Exitosa, en un comentario publicado en el diario del mismo nombre.
Lúcar trata el tema a partir del desmentido del diario The New York Times a la falsa información, repetida aquí, que culpó al Gobierno venezolano del incendio de camiones con supuesta ayuda humanitaria que se pretendía introducir por la fuerza en Venezuela.
El informe del periódico reconoce que los autores del incendio fueron en realidad grupos violentos opositores, en una operación que pretendía propiciar un golpe contra Maduro.
'Esta sola revelación periodística debería obligar a una seria reflexión sobre cómo se ha estado informando sobre la crisis venezolana pero, sobre todo, debe obligar a una inmediata revisión de la política exterior del Gobierno del Perú respecto al tema', señaló Lúcar.
Añadió que ese día, el 23 de febrero 'estuvimos al borde del inicio de una guerra en nuestro continente, y nadie nos preguntó nuestra opinión sobre lo que la cancillería estaba haciendo'.
Según el comentario, los partidos y ciudadanos peruanos tienen pleno derecho a opinar sobre el Gobierno de Venezuela, 'pero el Gobierno, la representación del Estado peruano, se rige por otras reglas' y es inaceptable buscar el derrocamiento de Maduro.
Agrega que, al convertir ese desenlace en prioridad, no se ha consultado a los peruanos y que 'los señores de Torre Tagle (sede de la cancillería) están actuando como una oficina del Departamento de Estado de los Estados Unidos, olvidando que representan a los peruanos y a nuestros intereses'.
A decir de Lúcar, por decisión del canciller Néstor Popolizioy su segundo, Hugo de Zela, Perú ha renunciado 'a los principios de no intervención en los asuntos internos de otros países y al respeto a la autodeterminación de los pueblos que por décadas hemos defendido'.
Al mismo tiempo, el Gobierno se ha negado a desempeñar el papel de mediador 'en una crisis de un país hermano que requiere puentes que hoy podríamos estar tendiendo y no incendiando' y lo que está haciendo 'le da derecho a otros a intervenir en nuestros asuntos', argumenta.
'La política exterior norteamericana hacia Venezuela ha sido catastrófica y nosotros hemos sido una vergonzosa comparsa de ella', dice Lúcar, quien propugna 'una salida pacífica, negociada y democrática' a la crisis venezolana, con elecciones supervisadas por Naciones Unidas.
Plantea como primera para enfrentar la crisis, el cese del bloqueo económico (de Estados Unidos) y el inicio del retorno de los emigrados carentes de reales oportunidades donde radican.
'No le haría mal a quienes están a cargo de nuestra política exterior contestar menos las llamadas que vienen de Washington y leer un poco más a Raúl Porras Barrenechea', dice Lúcar.
Recordó así al canciller Porras, quien en 1960, contra las instrucciones de su gobierno, defendió el principio de no intervención y se opuso a la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos (OEA).
'Nada nos da derecho' a ese objetivo contra Maduro, señaló el experimentado hombre de prensa y conductor estelar del canal de TV por cable Exitosa, en un comentario publicado en el diario del mismo nombre.
Lúcar trata el tema a partir del desmentido del diario The New York Times a la falsa información, repetida aquí, que culpó al Gobierno venezolano del incendio de camiones con supuesta ayuda humanitaria que se pretendía introducir por la fuerza en Venezuela.
El informe del periódico reconoce que los autores del incendio fueron en realidad grupos violentos opositores, en una operación que pretendía propiciar un golpe contra Maduro.
'Esta sola revelación periodística debería obligar a una seria reflexión sobre cómo se ha estado informando sobre la crisis venezolana pero, sobre todo, debe obligar a una inmediata revisión de la política exterior del Gobierno del Perú respecto al tema', señaló Lúcar.
Añadió que ese día, el 23 de febrero 'estuvimos al borde del inicio de una guerra en nuestro continente, y nadie nos preguntó nuestra opinión sobre lo que la cancillería estaba haciendo'.
Según el comentario, los partidos y ciudadanos peruanos tienen pleno derecho a opinar sobre el Gobierno de Venezuela, 'pero el Gobierno, la representación del Estado peruano, se rige por otras reglas' y es inaceptable buscar el derrocamiento de Maduro.
Agrega que, al convertir ese desenlace en prioridad, no se ha consultado a los peruanos y que 'los señores de Torre Tagle (sede de la cancillería) están actuando como una oficina del Departamento de Estado de los Estados Unidos, olvidando que representan a los peruanos y a nuestros intereses'.
A decir de Lúcar, por decisión del canciller Néstor Popolizioy su segundo, Hugo de Zela, Perú ha renunciado 'a los principios de no intervención en los asuntos internos de otros países y al respeto a la autodeterminación de los pueblos que por décadas hemos defendido'.
Al mismo tiempo, el Gobierno se ha negado a desempeñar el papel de mediador 'en una crisis de un país hermano que requiere puentes que hoy podríamos estar tendiendo y no incendiando' y lo que está haciendo 'le da derecho a otros a intervenir en nuestros asuntos', argumenta.
'La política exterior norteamericana hacia Venezuela ha sido catastrófica y nosotros hemos sido una vergonzosa comparsa de ella', dice Lúcar, quien propugna 'una salida pacífica, negociada y democrática' a la crisis venezolana, con elecciones supervisadas por Naciones Unidas.
Plantea como primera para enfrentar la crisis, el cese del bloqueo económico (de Estados Unidos) y el inicio del retorno de los emigrados carentes de reales oportunidades donde radican.
'No le haría mal a quienes están a cargo de nuestra política exterior contestar menos las llamadas que vienen de Washington y leer un poco más a Raúl Porras Barrenechea', dice Lúcar.
Recordó así al canciller Porras, quien en 1960, contra las instrucciones de su gobierno, defendió el principio de no intervención y se opuso a la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos (OEA).
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