Decidida como está Venezuela a ratificar su rumbo socialista y revolucionario con la dirección suprema de su Asamblea Nacional Constituyente, es hora de que los grandes temas y las grandes debilidades ocupen un lugar privilegiado en ese recinto del Poder Originario, para regresar al orden aquello que el terrorismo ha puesto “patas arriba”. Eso incluye el terrorismo mediático.
Han desaparecido los episodios en las calles donde la derecha decidió montar su farsa “democrática” a punta de golpes, balazos, cámaras fotográficas e incendio de personas, pero no ha cedido ni un minuto el “guarimbeo” mediático que se ha especializado en insuflar odio contra Venezuela y contra su presidente Nicolás Maduro.
El daño político, social y humano es de magnitudes imposibles de medir y tiende a profundizarse desde que la oposición derechista acogió a Donald Trump como su líder.
Hay personas que viven y vivirán durante mucho tiempo aterradas. Para hoy y para mucho tiempo la “opinión pública” mundial tendrá en el imaginario sobre Venezuela un cuadro dantesco en el que todo tipo de aberraciones es posible porque la impunidad del gobierno “dictador” les da cobijo. La “posverdad” y la “plus mentira” se nos pasean ante las narices con toda impudicia. Se han usado los medios concesionados para llamar a la rebelión armada, a la desestabilización y al golpismo. Y la “tolerancia” comenzó a parecer debilidad de un gobierno incapaz de poner los límites que la ley le exige.
Ya se habían tardado, como se dice coloquialmente en México. Hoy la salida de RCN y Caracol del espectro comunicacional en Venezuela es una decisión correcta que debió asumirse hace mucho tiempo. Debió asumirse como resultado de una acción colegiada de gobierno responsable de la salud mental de la población, de la defensa de la cultura, el pensamiento y los valores nacionales y, desde luego, de vigilar el buen uso de las concesiones.
Este no es un problema de “libertad de expresión”. Hay que recordar que se vive una situación de guerra económica con su correspondiente guerra mediática. Es hora de profundizar la revolución, ensancharla y completarla. Hoy más que nunca, de la mano de la ANC, que hará de la comunicación un baluarte si no quiere que se convierta en una derrota. Ahí debe vernos unidos -internacionalmente- el Poder Originario. Es urgente.
Fernando Buen Abad D.
Filósofo mexicano
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