De acuerdo con un comunicado de la Cancillería, a partir del próximo martes, la embajada norteamericana perderá el derecho a utilizar instalaciones para almacenes en la calle Dorozhnoi y el complejo de casas de descanso en la zona de Serebreni Bor.
Además, Washington deberá garantizar, antes del 1 de septiembre, una reducción del personal, de tal forma que su número quede en correspondencia con el total de diplomáticos y personal técnico de la embajada rusa en Washington, es decir, 455 empleados.
La Cancillería también advierte que se reserva el derecho de aplicar otras contramedidas, luego que el pasado 29 de diciembre, la administración de Barack Obama bloqueó las casas de descanso de la embajada rusa en Centreville, Meryland, y Oyster Bay, en Nueva York. En esa ocasión, el presidente ruso, Vladimir Putin, decidió evitar medidas de respuesta simétricas, en espera de la asunción del nuevo presidente norteamericano Donald Trump, que en su campaña electoral abogaba por una mejora en los nexos entre ambos países.
Sin embargo, pasado casi medio año de llegar a la Casa Blanca, el equipo de Trump no dio ninguna respuesta positiva a la demanda de Moscú de devolver las citadas propiedades, bloqueadas a la par del anuncio de expulsión de 35 diplomáticos rusos.
En lugar de resolver el mencionado problema, Estados Unidos agrega ahora un nuevo paquete de medidas contra Rusia, con afectaciones para su sector energético y la banca.
Trump dialogó con Putin por más de dos horas el pasado día 7 en Hamburgo, en el marco de la cumbre del Grupo de los 20.
Pero pese al aire optimista que describieron ambos estadistas al salir de ese encuentro, los expertos consideran que las nuevas sanciones eclipsan cualquier mejora de los nexos bilaterales.
tgj/to
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