Primer ministro de China advierte contra una nueva Revolución Cultural
Por: Dmitri Kósirev,
RIA Novosti
El primer ministro de China, Wen Jiabao, declaró el pasado miércoles 14 de marzo que su país necesita completar la reforma del sistema político para aprovechar los avances económicos logrados y evitar una nueva Revolución Cultural y sus trágicas consecuencias.
Estas palabras causen sorpresa tal vez al que no viene siguiendo de cerca lo que ocurre en este país asiático durante los últimos diez años.
Lo que hizo con su declaración Wen Jiabao, más que anunciar el inicio del proceso de reformas, fue un resumen de los cambios realizados durante el último decenio. De manera que el primer ministro chino no dijo nada nuevo, tan sólo lo formuló de otro modo.
Cambio generacional
La actual generación de los dirigentes chinos (Hu Jintao - Wen Jiabao) llegó al poder, tomando relevo de sus predecesores, entre otoño de 2002 y primavera de 2003. A finales de este año la administración empezará, y de hecho ya ha empezado, a renovarse otra vez. Y se irá Wen Jiabao que el 15 de septiembre cumplirá 70 años.
Cuando las generaciones venideras lleguen a analizar los decenios pasados, tal vez dirán que durante el gobierno de los líderes anteriores, Jiang Zemin y Zhu Rongji, China recuperó su condición de una gran potencia mundial, mientras con Hu Jintao y Wen Jiabao se concentró en los problemas internos, especialmente en la brecha de ingresos que surgió entre las regiones costeras y desarrolladas del sur y las atrasadas del noroeste del país.
Las reformas duraron todo un decenio y el proceso tendrá que continuar. Es más, acaba de entrar en su fase decisiva, según se deduce de la mencionada declaración del primer ministro al término de la sesión anual de la Asamblea Popular Nacional (APN), máximo órgano legislativo del país asiático. Reformar un país colosal como es China es una tarea a largo plazo, así que en este aspecto el mensaje resulta coherente. Sin embargo, es difícil decir si los pasos que se dan en esta dirección son eficaces.
Pero empecemos por lo más impactante de lo dicho por Wen Jiabao: la Revolución Cultural. ¿Qué representó para los propios chinos y para los que la observamos desde fuera?
La lucha contra las élites
Desde Rusia la Revolución Cultural se ve como una grandiosa campaña política impulsada por Mao Zedong con el objetivo de consolidar su poder personal con la ayuda de unos “adolescentes rebeldes” y analfabetos. Los radicales europeos de izquierdas ven en ella un experimento social destinado a implantar nuevos valores de civilización, un intento que fracasó. Para los propios chinos es el símbolo de un desastre social y económico a nivel nacional, pero también algo más.
En China hubo sus purgas, como las de Stalin en la URSS en 1937, que tenían por objetivo eliminar a la élite que se acababa de formar en los 20 años pasados desde la revolución anterior. (Se podría incluso decir, sobre todo teniendo en mente este plazo de 20 años, que algo similar está sucediendo ahora en Rusia). En estos casos las guerras contra las élites realizan un intento de instaurar la justicia social que volvió a fracasar y hay que empezar de nuevo, dejando como una cuestión secundaria cómo las estructuras de poder canalizan la energía destructiva de esta rebelión.
Si se analiza con atención el reciente discurso del primer ministro chino, salta a la vista que las palabras “justicia social” y “desigualdad de ingresos” son las palabras clave.
Un Sur rico y un Occidente pobre
Las reformas de la administración actual de China se resumen en el intento de Pekín de contener la energía indomable del capitalismo mediante una razonable política social de distribución de riquezas.
En primer lugar se trata de desarrollar las regiones más atrasadas, y es una tarea muy ambiciosa. ¿Cuánto hay que invertir en las pobres provincias interiores si su población está marchándose a las ricas provincias costeras en busca de un nivel de vida más alto?
China, por cierto, no es en absoluto un país superpoblado, todo lo contrario: uno de los problemas más graves es encontrar a colonos que desarrollen las regiones en el oeste del país. También en el rico sur es constante la falta de la mano de obra por más que la gente migra hasta allí desde las zonas más pobres. De hecho, son los problemas de millones de estos migrantes internos los que se convirtieron en el dolor de cabeza del gobierno chino actual ya que los “invasores” luchan contra los “aborígenes” por la igualdad de derechos.
De las múltiples reformas que se llevaron a cabo durante los últimos diez años, Wen Jiabao esta vez mencionó la de las pensiones. En China no existe un sistema de pensiones global pero actualmente los sistemas locales a nivel de municipios, empresas y otras entidades se están uniendo a modo de un micelio gigante.
El primer ministro habló también de la educación y de la necesidad de aumentar los gastos presupuestarios en este apartado hasta el 4% del PIB. Está claro que los migrantes internos no pueden suplir el déficit de la mano de obra cualificada si no tienen preparación suficiente.
Si Wen hubiese mencionado, entre otros, la reforma del sistema de sanidad, parecería un resumen de la política interior de Baraсk Obama.
El problema de China
Pero no nos olvidemos de que el jefe del Gobierno chino sacó la Revolución Cultural a colación a la hora de hablar de las reformas políticas. ¿Qué tienen que ver?
El problema de China (y de Rusia) posiblemente está en que la mayor parte de las complicaciones surgen a nivel local, pero muchas veces las tiene que resolver el centro.
Durante los últimos años Pekin se esforzó en fortalecer la democracia a nivel local, inclusive el rural, presionando a unas autoridades locales que se muestran muy pasivas. Esta vez Wen también habló del trabajo que queda por realizar en materia de la democracia local. Otra cuestión es la relación del gobierno central con la sociedad civil, que se ha formado a nivel local pero, no obstante, es muy activa y, a veces, rebelde. A este tema el político chino le dedicó mucho tiempo durante la rueda de prensa. Mientras la amenaza de la nueva Revolución Cultural va dirigida en contra de los dirigentes locales que intentan crear una especie de los condados feudales aprovechando la circunstancia de que “Pekín está muy lejos”.
Todo esto hace plantear la pregunta más importante: ¿Creará China un sistema multipartidista y competitivo? Como experimento en varias provincias es más que probable. Pero ¿qué clase de experimento será? ¿Intentará adaptar el modelo diseñado por otras sociedades, por ejemplo las occidentales? No sería muy lógico, especialmente ahora que este modelo muestra señales de fatiga.
Por lo visto China intentará crear su propio modelo político, al igual que lo hizo en la economía. Pero será una tarea para una nueva generación de líderes.
Por: Dmitri Kósirev,
RIA Novosti
El primer ministro de China, Wen Jiabao, declaró el pasado miércoles 14 de marzo que su país necesita completar la reforma del sistema político para aprovechar los avances económicos logrados y evitar una nueva Revolución Cultural y sus trágicas consecuencias.
Estas palabras causen sorpresa tal vez al que no viene siguiendo de cerca lo que ocurre en este país asiático durante los últimos diez años.
Lo que hizo con su declaración Wen Jiabao, más que anunciar el inicio del proceso de reformas, fue un resumen de los cambios realizados durante el último decenio. De manera que el primer ministro chino no dijo nada nuevo, tan sólo lo formuló de otro modo.
Cambio generacional
La actual generación de los dirigentes chinos (Hu Jintao - Wen Jiabao) llegó al poder, tomando relevo de sus predecesores, entre otoño de 2002 y primavera de 2003. A finales de este año la administración empezará, y de hecho ya ha empezado, a renovarse otra vez. Y se irá Wen Jiabao que el 15 de septiembre cumplirá 70 años.
Cuando las generaciones venideras lleguen a analizar los decenios pasados, tal vez dirán que durante el gobierno de los líderes anteriores, Jiang Zemin y Zhu Rongji, China recuperó su condición de una gran potencia mundial, mientras con Hu Jintao y Wen Jiabao se concentró en los problemas internos, especialmente en la brecha de ingresos que surgió entre las regiones costeras y desarrolladas del sur y las atrasadas del noroeste del país.
Las reformas duraron todo un decenio y el proceso tendrá que continuar. Es más, acaba de entrar en su fase decisiva, según se deduce de la mencionada declaración del primer ministro al término de la sesión anual de la Asamblea Popular Nacional (APN), máximo órgano legislativo del país asiático. Reformar un país colosal como es China es una tarea a largo plazo, así que en este aspecto el mensaje resulta coherente. Sin embargo, es difícil decir si los pasos que se dan en esta dirección son eficaces.
Pero empecemos por lo más impactante de lo dicho por Wen Jiabao: la Revolución Cultural. ¿Qué representó para los propios chinos y para los que la observamos desde fuera?
La lucha contra las élites
Desde Rusia la Revolución Cultural se ve como una grandiosa campaña política impulsada por Mao Zedong con el objetivo de consolidar su poder personal con la ayuda de unos “adolescentes rebeldes” y analfabetos. Los radicales europeos de izquierdas ven en ella un experimento social destinado a implantar nuevos valores de civilización, un intento que fracasó. Para los propios chinos es el símbolo de un desastre social y económico a nivel nacional, pero también algo más.
En China hubo sus purgas, como las de Stalin en la URSS en 1937, que tenían por objetivo eliminar a la élite que se acababa de formar en los 20 años pasados desde la revolución anterior. (Se podría incluso decir, sobre todo teniendo en mente este plazo de 20 años, que algo similar está sucediendo ahora en Rusia). En estos casos las guerras contra las élites realizan un intento de instaurar la justicia social que volvió a fracasar y hay que empezar de nuevo, dejando como una cuestión secundaria cómo las estructuras de poder canalizan la energía destructiva de esta rebelión.
Si se analiza con atención el reciente discurso del primer ministro chino, salta a la vista que las palabras “justicia social” y “desigualdad de ingresos” son las palabras clave.
Un Sur rico y un Occidente pobre
Las reformas de la administración actual de China se resumen en el intento de Pekín de contener la energía indomable del capitalismo mediante una razonable política social de distribución de riquezas.
En primer lugar se trata de desarrollar las regiones más atrasadas, y es una tarea muy ambiciosa. ¿Cuánto hay que invertir en las pobres provincias interiores si su población está marchándose a las ricas provincias costeras en busca de un nivel de vida más alto?
China, por cierto, no es en absoluto un país superpoblado, todo lo contrario: uno de los problemas más graves es encontrar a colonos que desarrollen las regiones en el oeste del país. También en el rico sur es constante la falta de la mano de obra por más que la gente migra hasta allí desde las zonas más pobres. De hecho, son los problemas de millones de estos migrantes internos los que se convirtieron en el dolor de cabeza del gobierno chino actual ya que los “invasores” luchan contra los “aborígenes” por la igualdad de derechos.
De las múltiples reformas que se llevaron a cabo durante los últimos diez años, Wen Jiabao esta vez mencionó la de las pensiones. En China no existe un sistema de pensiones global pero actualmente los sistemas locales a nivel de municipios, empresas y otras entidades se están uniendo a modo de un micelio gigante.
El primer ministro habló también de la educación y de la necesidad de aumentar los gastos presupuestarios en este apartado hasta el 4% del PIB. Está claro que los migrantes internos no pueden suplir el déficit de la mano de obra cualificada si no tienen preparación suficiente.
Si Wen hubiese mencionado, entre otros, la reforma del sistema de sanidad, parecería un resumen de la política interior de Baraсk Obama.
El problema de China
Pero no nos olvidemos de que el jefe del Gobierno chino sacó la Revolución Cultural a colación a la hora de hablar de las reformas políticas. ¿Qué tienen que ver?
El problema de China (y de Rusia) posiblemente está en que la mayor parte de las complicaciones surgen a nivel local, pero muchas veces las tiene que resolver el centro.
Durante los últimos años Pekin se esforzó en fortalecer la democracia a nivel local, inclusive el rural, presionando a unas autoridades locales que se muestran muy pasivas. Esta vez Wen también habló del trabajo que queda por realizar en materia de la democracia local. Otra cuestión es la relación del gobierno central con la sociedad civil, que se ha formado a nivel local pero, no obstante, es muy activa y, a veces, rebelde. A este tema el político chino le dedicó mucho tiempo durante la rueda de prensa. Mientras la amenaza de la nueva Revolución Cultural va dirigida en contra de los dirigentes locales que intentan crear una especie de los condados feudales aprovechando la circunstancia de que “Pekín está muy lejos”.
Todo esto hace plantear la pregunta más importante: ¿Creará China un sistema multipartidista y competitivo? Como experimento en varias provincias es más que probable. Pero ¿qué clase de experimento será? ¿Intentará adaptar el modelo diseñado por otras sociedades, por ejemplo las occidentales? No sería muy lógico, especialmente ahora que este modelo muestra señales de fatiga.
Por lo visto China intentará crear su propio modelo político, al igual que lo hizo en la economía. Pero será una tarea para una nueva generación de líderes.
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