OWS es un reto a la legitimidad del sistema
Por: Saul Landau
OWS es un reto a la legitimidad del sistemaUn título universitario no le ayuda a uno conseguir trabajo -durante un año o más. Sin embargo, los corredores de acciones, bonos y derivados y los que trafican en fondos de cobertura (que evaden, prevarican, andan por ahí, se andan con rodeos) amasan dinero (incluyendo dólares de los impuestos).
Funcionarios santurrones y expertos de la TV nos aseguran: el Establishment de Wall Street mantiene la estabilidad de la gente común y corriente. Vean cómo a la gente común y corriente les cierran los negocios; cómo se cierran las oportunidades de trabajo.
Sin trabajo o perspectiva de empleo, la vivienda queda en precario -o uno se queda sin casa. El futuro -peor si uno tiene familia- luce incierto.
Millones comparten ese aprieto. Ningún partido político o agencia gubernamental lo representa a uno o puede analizar las quejas. Oímos a personas de prestigio que hacen el elogio de Estados Unidos y su Sueño colectivo: una vivienda, un auto, un empleo. Mientras uno duerme, todavía se disfruta de ese sueño. Si es que a uno le queda cama en una casa.
Amherst Securities, una firma de corredores de bolsa, describió el lúgubre panorama. Unos 55 millones de norteamericanos son propietarios de casas hipotecadas. En 2010, unos 3 millones de viviendas recibieron notificación de ejecución de hipoteca. En 2011, casi 11 millones de norteamericanos deben más por su hipoteca que el valor por el que pueden vender su casa -o no han podido hacer sus pagos mensuales.
Más de 50 millones están en camino de perder su hogar. La mayoría -los suficientemente afortunados como para pagar un depósito- tendrán que vivir en casa alquilada, ya que no es probable que algún banco les dé una nueva hipoteca. Los bancos no han ofrecido reducir los pagos de hipotecas -de los cuales obtienen sustanciosas ganancias- o refinanciar los préstamos originales con pagos más bajos, sobre la base del actual precio de venta de la casa.
Las personas que se han convertido en víctimas del sistema que prometió igualdad de justicia ante la ley han comenzado a decir “basta”. Se refieren a los banqueros a los que se les pagó con fondos públicos después de que destruyeran la economía, y a los pobres que van a prisión por robar una barra de pan. El impulso de Ocupar Wall Street se extiende.
No todos están de acuerdo. En el cuarto de taquillas de un club de “ejercicios” de clase media, ceca de Oakland, dos miembros de la capa superior del 99% intercambiaban historias. Burlándose de las víctimas de los gases lacrimógenos y toletes de la policía, un corredor de bienes raíces opinó: “Esos hippies necesitan conseguir empleo”.
Su compañero de tenis, que dirigía un negocio de recogida, estaba a favor de los policías de Oakland. “Ensucian las calles, provocan a la policía, gritan consignas. Dios mío, ¿creen que están en la década de 1960? Se puede oler la mariguana a 100 metros de distancia”.
“¿Sabes?”, explicó el corredor, “esta gente joven no aprecia a este país. Debiera irse a vivir a otro lado y entonces iba a comprender lo bien que se está aquí”.
Unos días más tarde, el 29 de octubre, una columna en The New York Times escrita por Charles M. Blow respondió a los maestros del cliché al citar un informe emitido por
Bertelsman Stiftung -una prestigiosa fundación alemana: “La justicia social en la OCED (Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo) -¿Cómo se comparan?” Estados unidos ocupó el lugar 27, cerca del último lugar entre los países desarrollados.
La tabla estadística muestra que más del 20% de los niños norteamericanos (ligeramente mejor que Turquía) y los adultos mayores (peor que Turquía) sufren de pobreza. Estamos atrasados en educación y estadística de la salud, y muy cerca del final de los 31 países en la “prevención de la pobreza”.
La degeneración comenzó bajo el amado (por tontos y banqueros) Ronald Reagan. Durante la década de 1970, los norteamericanos de casi todas las clases vieron crecer anualmente sus ingresos en aproximadamente 3 por ciento. Pero esta tendencia desapareció cuando Reagan fue electo. La economía siguió creciendo, pero solo se benefició la élite.
George W. Bush presidió sobre años de crecimiento económico (2002 y 2007), pero “65 por ciento del aumento del ingreso fue a parar a las manos del 1 por ciento más rico”. La productividad norteamericana continuó aumentando, pero los ingresos anuales disminuyeron durante la primera década del siglo en más de 10 por ciento, hasta llegar a $49 909. Un reciente estudio de la Oficina Congresional del Presupuesto (CBO, por sus siglas en inglés) acerca de la distribución de los ingresos familiares norteamericanos, entre 1979 y 2007, mostró que el 1 por ciento de la población con los mayores ingresos creció 275 por ciento en ese período. (USA TODAY, 31 de octubre.)
“La desigualdad creciente y el control político concentrado en las manos de la élite rica han reducido drásticamente la movilidad económica”.
(http://www.opednews.com/populum/linkframe.php?linkid=140366)
Los ocupantes acogen con los brazos abiertos algún apoyo demócrata liberal, pero los demócratas del recién creado “Súper Comité” del Congreso propusieron recortar $400 mil millones de Medicare y Medicaid y reducir también la Seguridad Social.
Los ancianos, los discapacitados y las personas de bajos ingresos dependen de estos programas. La industria de armamentos también depende del Congreso. Sus mil cabilderos (el Congreso tiene 535 miembros) contribuyeron con $22,6 millones a los candidatos políticos en el ciclo electoral 2009/2010. Los 12 miembros del Súper Comité del presupuesto, recibieron más de $1,1 millones.
Cinco ex asistentes del súper comité trabajan ahora como cabilderos para al menos uno de los diez principales contratistas de defensa del país, y representan a compañías como Boeing, General Dynamics, Lockheed Martin y Raytheon. La industria en su conjunto tiene contratados a 22 cabilderos que fueron asistentes de miembros del súper comité.
Entre 2009 y 2011, el presidente del Comité de los Servicios Armados de la Cámara de Representantes, Howard P. “Buck” McKeon, recibió más de tres cuartos de millón de dólares de manos de la industria de la defensa. (Common Causehttp://www.scpr.org/news/2011/11/01/29649/arms-industry-donates-big-money-super-committee/)
Estos hechos debieran indignar aún más al 99%. ¿Ocupar Estados Unidos? Por supuesto. Es nuestro -del 99%- no de ellos (el 1%) y nuestras nuevas comunidades cooperan en pro del bien común. OWS ha emergido no como un movimiento ni una tendencia política. Estos grupos de ciudadanos han declarado ILEGÍTIMOS al gobierno, a la economía y al sistema político.
El filme de Saul Landau Por favor, que el verdadero terrorista de ponga de pie se proyectará el 3 de diciembre en la Nueva Escuela para la Investigación Social de la Ciudad de Nueva York, en Calle 12 y 5ta. Avenida. El DVD está disponible por medio de cinemalibrestore.com
(Traducción de Germán Piniella. Publicado originalmente en Progreso Semanal)
Por: Saul Landau
OWS es un reto a la legitimidad del sistemaUn título universitario no le ayuda a uno conseguir trabajo -durante un año o más. Sin embargo, los corredores de acciones, bonos y derivados y los que trafican en fondos de cobertura (que evaden, prevarican, andan por ahí, se andan con rodeos) amasan dinero (incluyendo dólares de los impuestos).
Funcionarios santurrones y expertos de la TV nos aseguran: el Establishment de Wall Street mantiene la estabilidad de la gente común y corriente. Vean cómo a la gente común y corriente les cierran los negocios; cómo se cierran las oportunidades de trabajo.
Sin trabajo o perspectiva de empleo, la vivienda queda en precario -o uno se queda sin casa. El futuro -peor si uno tiene familia- luce incierto.
Millones comparten ese aprieto. Ningún partido político o agencia gubernamental lo representa a uno o puede analizar las quejas. Oímos a personas de prestigio que hacen el elogio de Estados Unidos y su Sueño colectivo: una vivienda, un auto, un empleo. Mientras uno duerme, todavía se disfruta de ese sueño. Si es que a uno le queda cama en una casa.
Amherst Securities, una firma de corredores de bolsa, describió el lúgubre panorama. Unos 55 millones de norteamericanos son propietarios de casas hipotecadas. En 2010, unos 3 millones de viviendas recibieron notificación de ejecución de hipoteca. En 2011, casi 11 millones de norteamericanos deben más por su hipoteca que el valor por el que pueden vender su casa -o no han podido hacer sus pagos mensuales.
Más de 50 millones están en camino de perder su hogar. La mayoría -los suficientemente afortunados como para pagar un depósito- tendrán que vivir en casa alquilada, ya que no es probable que algún banco les dé una nueva hipoteca. Los bancos no han ofrecido reducir los pagos de hipotecas -de los cuales obtienen sustanciosas ganancias- o refinanciar los préstamos originales con pagos más bajos, sobre la base del actual precio de venta de la casa.
Las personas que se han convertido en víctimas del sistema que prometió igualdad de justicia ante la ley han comenzado a decir “basta”. Se refieren a los banqueros a los que se les pagó con fondos públicos después de que destruyeran la economía, y a los pobres que van a prisión por robar una barra de pan. El impulso de Ocupar Wall Street se extiende.
No todos están de acuerdo. En el cuarto de taquillas de un club de “ejercicios” de clase media, ceca de Oakland, dos miembros de la capa superior del 99% intercambiaban historias. Burlándose de las víctimas de los gases lacrimógenos y toletes de la policía, un corredor de bienes raíces opinó: “Esos hippies necesitan conseguir empleo”.
Su compañero de tenis, que dirigía un negocio de recogida, estaba a favor de los policías de Oakland. “Ensucian las calles, provocan a la policía, gritan consignas. Dios mío, ¿creen que están en la década de 1960? Se puede oler la mariguana a 100 metros de distancia”.
“¿Sabes?”, explicó el corredor, “esta gente joven no aprecia a este país. Debiera irse a vivir a otro lado y entonces iba a comprender lo bien que se está aquí”.
Unos días más tarde, el 29 de octubre, una columna en The New York Times escrita por Charles M. Blow respondió a los maestros del cliché al citar un informe emitido por
Bertelsman Stiftung -una prestigiosa fundación alemana: “La justicia social en la OCED (Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo) -¿Cómo se comparan?” Estados unidos ocupó el lugar 27, cerca del último lugar entre los países desarrollados.
La tabla estadística muestra que más del 20% de los niños norteamericanos (ligeramente mejor que Turquía) y los adultos mayores (peor que Turquía) sufren de pobreza. Estamos atrasados en educación y estadística de la salud, y muy cerca del final de los 31 países en la “prevención de la pobreza”.
La degeneración comenzó bajo el amado (por tontos y banqueros) Ronald Reagan. Durante la década de 1970, los norteamericanos de casi todas las clases vieron crecer anualmente sus ingresos en aproximadamente 3 por ciento. Pero esta tendencia desapareció cuando Reagan fue electo. La economía siguió creciendo, pero solo se benefició la élite.
George W. Bush presidió sobre años de crecimiento económico (2002 y 2007), pero “65 por ciento del aumento del ingreso fue a parar a las manos del 1 por ciento más rico”. La productividad norteamericana continuó aumentando, pero los ingresos anuales disminuyeron durante la primera década del siglo en más de 10 por ciento, hasta llegar a $49 909. Un reciente estudio de la Oficina Congresional del Presupuesto (CBO, por sus siglas en inglés) acerca de la distribución de los ingresos familiares norteamericanos, entre 1979 y 2007, mostró que el 1 por ciento de la población con los mayores ingresos creció 275 por ciento en ese período. (USA TODAY, 31 de octubre.)
“La desigualdad creciente y el control político concentrado en las manos de la élite rica han reducido drásticamente la movilidad económica”.
(http://www.opednews.com/populum/linkframe.php?linkid=140366)
Los ocupantes acogen con los brazos abiertos algún apoyo demócrata liberal, pero los demócratas del recién creado “Súper Comité” del Congreso propusieron recortar $400 mil millones de Medicare y Medicaid y reducir también la Seguridad Social.
Los ancianos, los discapacitados y las personas de bajos ingresos dependen de estos programas. La industria de armamentos también depende del Congreso. Sus mil cabilderos (el Congreso tiene 535 miembros) contribuyeron con $22,6 millones a los candidatos políticos en el ciclo electoral 2009/2010. Los 12 miembros del Súper Comité del presupuesto, recibieron más de $1,1 millones.
Cinco ex asistentes del súper comité trabajan ahora como cabilderos para al menos uno de los diez principales contratistas de defensa del país, y representan a compañías como Boeing, General Dynamics, Lockheed Martin y Raytheon. La industria en su conjunto tiene contratados a 22 cabilderos que fueron asistentes de miembros del súper comité.
Entre 2009 y 2011, el presidente del Comité de los Servicios Armados de la Cámara de Representantes, Howard P. “Buck” McKeon, recibió más de tres cuartos de millón de dólares de manos de la industria de la defensa. (Common Causehttp://www.scpr.org/news/2011/11/01/29649/arms-industry-donates-big-money-super-committee/)
Estos hechos debieran indignar aún más al 99%. ¿Ocupar Estados Unidos? Por supuesto. Es nuestro -del 99%- no de ellos (el 1%) y nuestras nuevas comunidades cooperan en pro del bien común. OWS ha emergido no como un movimiento ni una tendencia política. Estos grupos de ciudadanos han declarado ILEGÍTIMOS al gobierno, a la economía y al sistema político.
El filme de Saul Landau Por favor, que el verdadero terrorista de ponga de pie se proyectará el 3 de diciembre en la Nueva Escuela para la Investigación Social de la Ciudad de Nueva York, en Calle 12 y 5ta. Avenida. El DVD está disponible por medio de cinemalibrestore.com
(Traducción de Germán Piniella. Publicado originalmente en Progreso Semanal)
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