¿Como pudieron traer tanto odio al Paraíso?

¿Como pudieron traer tanto odio al Paraíso?
Por: Orestes Hernández

Embacuba Barbados

Fue esa la pregunta que seguramente se hizo el abogado José Pertierra la mañana del pasado 6 de octubre de 2011, mientras participaba en el Tributo oficial al pie del monumento erigido en memoria de las víctimas del sabotaje al vuelo CU 455 ocurrido hace 35 años frente a las costas de Barbados al borde la playa que lleva ese nombre.


Una y otra vez, este cubano de nacimiento y alma, miró al horizonte imaginando, quien sabe que ocurría en aquellos últimos minutos en los que el valiente piloto Wilfredo Pérez y su tripulación trataron de llevar la nave de vuelta al aeropuerto de Seawell envuelta en llamas.

Pertierra, especialmente invitado por los organizadores de la Jornada conmemorativa del 35 Aniversario del Crimen, reconoció que siempre quiso venir a Barbados y detenerse un momento ante el cielo y el inmenso mar donde yacen los cuerpos de la mayoría de los pasajeros y tripulantes de aquel fatídico vuelo.

En sus más de cinco años en condición de representante de Venezuela en el proceso de extradición del connotado terrorista Luis Posada Carriles, con miles de cuartillas leídas y releídas como parte del expediente que conduce, y acostumbrado a mirar frente a frente al propio Carriles, seguramente Pertierra no había tenido un momento tan emocionante como el que vivió en las jornadas de su estancia en Barbados la semana pasada.

Aún sin quitarse el polvo del camino, reconoció ante un grupo de amigos que cuando salió de EE.UU. para venir a Barbados lo hizo pensando en las víctimas del crimen y en sus familiares y cuando su avión se acercaba al hoy aeropuerto “Grantley Adams International Airport” su pensamiento se paralizó en aquel terrible episodio.

Será esa una de las razones por la que sin perder tiempo, buscó en la guía telefónica las señas de los taxistas que transportaron a los asesinos Lugo y Ricardo en Barbados hacia el hotel donde se hospedaron y hacia “la embajada norteamericana” en Bridgetwon.

Desafortunadamente su pesquisa no dio resultados pues al comunicarse con la casa de uno de ellos le anunciaron que había fallecido recientemente y el otro no aparecía en la guía.

O su intención de entrevistar a un conocido promotor de boxeo, también fallecido hace poco, de quien según las investigaciones hechas en la época se encontró un boleto aéreo en la ropa de de uno de los autores materiales al momento del arresto.

Pertierra encontró sin embargo, casi por azar, a Dalton Guiller, recio hombre de mar, de apariencia joven a pesar de sus años, quien la terrible mañana, llegó de los primeros a socorrer a los posibles sobrevivientes pues se encontraba prestando servicio de esqui acuático a turistas en la zona.

Guiller, confesó que por vez primera rescata recuerdos que le son muy duros, el mar teñido de color ocre y mucha, mucha sangre, y luego restos de fuselaje y partes del avión. Al final, como vomitados del fondo del océano (en esa parte muy profundo), restos de seres humanos: “Solo mitades, piernas o torsos pero ningún cuerpo completo”, concluyó Guiller.

Es tan alto el compromiso de Pertierra con el tema que le ha consumido casi todo el tiempo desde hace un lustro que no descansó ni un minuto de su visita a Barbados.

Participó también en un taller organizado por la Universidad de las Indias Occidentales, Cave Hill, en el que junto a un grupo de especialistas y en presencia de estudiantes y los embajadores de Cuba y Venezuela, intercambió ideas y perspectivas sobre causas, consecuencias y enseñanzas del Crimen contra el avión cubano.

Se habló de actualidades y se repasó la historia de impunidad con la que han actuado y siguen haciéndolo los mismos terroristas que ocasionaron la tragedia en 1976 con el acostumbrado amparo de las autoridades norteamericanas y que significó que el Caribe se “inaugurara como víctima del terrorismo nada más y nada menos que 25 años antes que el fatídico 11 de septiembre de 2011.”

Se habló tambien de Gerardo, Antonio, Ramón, Fernando y René. Incluso una joven estudiante reconoció que supo de ellos hace pocas semanas, justo cuando la invitaron al evento y expresó su decisión, generando el consenso de los presentes de trabajar porque la verdad sea reconocida.

Pertierra, sin dudas, tiene un cariño especial por los niños. Ello con certeza, es lo que le provocó recordar a sus interlocutores que el terror no tiene fronteras y rememoró que como parte de los pasajeros iba Sabrina, la niña guyanesa que viajaba junto a su madre y abuela, sentada justo en el asiento debajo del cual los asesinos pusieron la primera bomba que las hizo salir expedidas; y recordó que el cuerpo de Sabrina fue de los pocos que se logró recuperar, solo que totalmente desmembrado.

Ese pensamiento estremecedor de Pertierra, es la explicación también a que en cada momento de emoción que vivió esta semana se le vio intercambiando bajito como en intimidad, riendo o jugando con la pequeña Carolina, la única niña cubana en la legación diplomática en esta isla, que en memoria de “sus mártires” depositó su bandera en la base del monumento”.

La misma Carolina que por una razón seguramente también especial, no se apartó de José ni un momento esta semana y comentó a sus padres sobre el silencio particular en el que “solo se escuchaban las olas” la mañana del 6 de octubre de 2011 frente a la playa “Paraíso”.

La misma experiencia vivió Pertierra en cada uno de los encuentros que sostuvo en tierras barbadenses, con colegas abogados y con los miembros del movimiento de solidaridad con Cuba en esta isla, acompañado siempre por Wilfredo Pérez Rodríguez, hijo del piloto de la nave, también invitado para la conmemoración.

“Este ha sido un viaje especial”, comento Pertierra, quien reconoció que de alguna manera completa la visión del caso que lleva, y ante un nutrido grupo de jóvenes barbadenses y caribeños declaró con el amor que solo los comprometidos saben profesar que Barbados y Cuba están hermanados en la historia, pero mucho mas luego del artero ataque contra el CU 455, porque “en ese mar azul, al que trajeron tanto odio un día, reposan los restos mortales del valiente piloto Wilfredo Pérez y sus acompañantes, y esa historia, nadie la puede borrar.”
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About Ricardo Abud (Chamosaurio)

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