El fin de la guerra, sólo con diálogo, advirtió el Mono Jojoy

El fin de la guerra, sólo con diálogo, advirtió el Mono Jojoy
Tomado JORNADA DE MEXICO/ Jorge Enrique Botero

El jefe del Bloque oriental de las FARC (de boina oscura), EL Mono Jojoy, en un campamento de la guerrilla. Foto Jorge Enrique Botero

El pueblo es invencible, y las causas por las que surgimos siguen vigentes... por eso ni los imperialistas ni la oligarquía colombiana pueden derrotarnos, dijo Briceño en agosto pasado

Serranía de La Macarena, Colombia. Camino por los pliegues de la serranía de La Macarena con una escuadra de 11 guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), penetrando las entrañas de la última cadena montañosa que exhibe la topografía colombiana antes de que el paisaje se colme de unas llanuras tan verdes como infinitas, capaces de llegar hasta Venezuela y Brasil, miles de kilómetros más al oriente.

Han pasado casi tres años desde que le envié al Mono Jojoy una solicitud para entrevistar a Tanja Nijmeijer, una joven holandesa que se incorporó a las filas de las FARC a finales de 2002, y hace apenas unos días me llegó respuesta positiva. De inmediato preparé mi equipo de grabación, empaqué unas pocas mudas de ropa y emprendí el camino.

Ahora que sigo las huellas de Tanja y me acerco lenta y penosamente al lugar remoto donde la imagino, crece mi curiosidad por esta mujer, convertida en una verdadera leyenda de estas selvas ignotas donde se libra, desde mediados del siglo pasado, la guerra más larga del hemisferio occidental.

Hace sólo un par de semanas vi en Bogotá un documental en el que la madre de Tanja le pide a las FARC que le permitan a su hija volver a casa. La pieza audiovisual, dirigida por el realizador holandés Leo de Boer, muestra a una madre aturdida que vuela sobre la selva amazónica en un helicóptero del ejército colombiano, gritando por un altavoz a su hija que huya. Hannie, la madre de Tanja, también aparece en el documental pidiendo perdón a un grupo de víctimas de la guerra por las eventuales acciones violentas que pudo haber cometido su hija.

Mientras subimos y bajamos montañas en absoluto silencio, con el eco de los morteros rebotando en las paredes rocosas de la serranía, me asaltan recuerdos del día que conocí a la holandesa, por allá en junio del 2003, pocos meses después de su ingreso a las filas insurgentes. La idea de una Tanja virtualmente secuestrada por las FARC no encaja para nada con la entusiasta guerrillera que tuve ante mí. Entonces ya se llamaba Alexandra y portaba un fusil AK 47 que parecía hecho a su medida. Extenuantes jornadas de entrenamiento a lo largo de varias semanas le habían esculpido un cuerpo que era la envidia de las otras guerrilleras y sus primeros amores en el monte ya comenzaban a asomarse entre el follaje. También se insinuaba su faceta de educadora, por lo que el Mono Jojoy ya le había echado el ojo.

Unos meses más tarde la volví a ver. Ya estaba en los campamentos del comandante del Bloque oriental, impartiendo clases de inglés a un selecto grupo de guerrilleros.

–We are FARC, we are the people army, les hacía repetir a sus alumnos una y otra vez en la muy bien acondicionada aula de clases donde la encontré de nuevo.

Los días y sus noches pasan, hasta que Efrén, el comandante del Frente 27 de las FARC y jefe del campamento donde espero, me anuncia el 19 de agosto que debo prepararme, pues dentro de unas horas veré a Holanda. El camarada Jorge (Briceño) le manda saludos, quié quita que le dé una entrevista, agrega Efrén.

El 20 de agosto emprendo una corta marcha al final de la cual descubro a Alexandra fundida en el follaje, mezclada con más de 300 guerrilleros que se alistan para una solemne parada militar en la que se graduarán como guerrilleros 57 jovencitos recién ingresados a las filas de las FARC y –de paso– se rendirá homenaje a Jacobo Arenas, uno de los fundadores de esta enigmática y beligerante fuerza insurgente colombiana.

La cámara ya está encendida y enamorada de Tanja cuando, de repente, entre un denso túnel de árboles, caminando lentamente y visiblemente afectado por la diabetes y por el paso del tiempo, hace su entrada en la escena Jorge Briceño, el jefe del Bloque oriental de las FARC, más conocido como el Mono Jojoy.

Lo escoltan su guardia personal y un pequeño ejército de enfermeras, así como su hijo, Chepe, su antigua compañera, Shirley, su sobrina Diana y el hombre encargado de grabar sus pasos, Julián, también sobrino del más temido guerrero de las FARC y el más ansiado trofeo del gobierno de Bogotá.

Al terminar la parada militar, después de los himnos y las arengas, saludo al jefe guerrillero. “Lo felicito por atreverse a venir hasta acá. Desde mañana podrá entrevistar a Alexandra”, me anuncia, al tiempo que lanza bromas sobre los estragos que han hecho la vida y el cáncer sobre mí.

Le agradezco a Jojoy por permitirme llegar hasta sus dominios para hacer la historia de Tanja, pero le advierto que no pienso irme de allí sin grabar una entrevista con él.

–Hace más de siete años que usted no le da una entrevista a nadie –argumento.

El jefe guerrillero hace un silencio que parece eterno antes de contestar.

–Lo voy a pensar, pero mientras tanto dedíquese a Holanda –responde.

El 25 de agosto, 27 días antes de que una tormenta de bombas acabe con su vida, tengo frente a mis cámaras al Mono Jojoy. Esta es su última entrevista a un medio de comunicación.

Jorge Enrique Botero: Pasaron ocho años de Uribe, también pasaron más de 10 mil dólares de Estados Unidos y unos 30 mil millones de dólares de inversión colombiana; decenas de miles de soldados, aviones, desembarcos, bombardeos, recompensas, informantes y sin embargo las FARC siguen ahí… ¿Cómo explica usted esto, comandante?

Mono Jojoy: Sencillamente porque el pueblo es invencible y las causas por las que surgimos nosotros están vivas. Con el uribismo esas causas se han multiplicado y eso hace que las FARC cada vez se perfeccionen más en su parte política y militar. Esa es la razón por la cual ni los imperialistas ni la oligarquía colombiana ni Uribe pueden derrotarnos: porque somos un pueblo alzado en armas.

JEB: ¿Cómo se ha expresado en el terreno militar ese perfeccionamiento de las FARC al que usted se refiere?

MJ: En mucha más movilidad, mejor cumplimiento de la comandancia en todos los niveles de la aplicación táctica, operacional y estratégica de nuestra línea, pero también en la organización de las masas, del contacto con el pueblo. Continuamos avanzando con más fuerza porque tenemos 46 años de existencia y vamos para 47. Se acercan levantamientos populares. No sólo en Colombia, sino en toda América, en el mundo.

JEB: Las FARC venían de un periodo de casi tres años de diálogos, de una zona despejada, de poca confrontación con el ejército y de repente se rompen los diálogos; ¿qué tan duro les dio a ustedes ese tránsito de la zona de despeje al Plan Patriota?

MJ: El planteamiento político-militar y estratégico de las FARC siempre ha sido para unas guerrillas móviles, un ejército de regular. Nosotros durante todo el tiempo de conversaciones tuvimos eso muy claro, entonces lo que se produjo fue un acoplamiento a la nueva situación. Además, en el gobierno de Andrés Pastrana había cinco municipios despejados de fuerza pública, pero en el resto había confrontación político-militar.

JEB: Comandante, camino a este lugar donde estamos realizando la entrevista, tuve la ocasión de conversar con muchos guerrilleros, que de alguna manera se sentían agradecido con la cantidad de entrenamiento, de experiencia de combate adquirida en estos años. ¿Qué cambios ve en sus tropas?

MJ: Unos mandos, un personal de base mucho más calificado, más político, más trabajador por la paz de Colombia, que ven necesaria la confrontación militar para poder llegar a unas conversaciones. Nosotros no estamos haciendo la guerra por la guerra, o porque nos guste, es que el Estado se inventó esta guerra y este mismo Estado con sus dirigentes oligarcas, con los gringos, tienen que resolverla.

JEB: Hace unos siete años, que fue la última vez que pude entrevistarlo, usted le pronosticaba a un grupo de prisioneros de guerra que con el presidente Álvaro Uribe no iba a haber ningún tipo de acuerdos, y su pronóstico se cumplió. Quisiera preguntarle: en su opinión, ¿para dónde va la guerra, que avizora en el futuro con la llegada de Juan Manuel Santos como nuevo presidente del país?

MJ: Santos, como continuador de una política imperialista, oligárquica, buscará por todos los medios destruir la lucha del pueblo colombiano. Nosotros, que hacemos parte de esa lucha, partimos de que el pueblo es invencible, entonces la guerra va para terminarla en una mesa de conversaciones resolviendo lo que está planteado en los documentos de las FARC, de otra manera no hay acuerdos.

Esto no se termina a tiros, ni a bombas, ni a misilazos, ni con aviones: se termina con cabeza pensante, con políticas, resolviendo lo que necesita el pueblo. Para eso va la guerra. Nosotros humildemente, con mucha modestia, continuamos enfrentando militarmente porque no hay otra salida. Es el contendiente el que no quiere hablar. La guerra seguirá mientras la oligarquía decida mantenerla. No estamos de acuerdo con la guerra, la hacemos porque nos obligaron, la impusieron. No hay otra decisión, y lo hacemos con dignidad.

JEB: Quedan 19 oficiales de la fuerza pública en poder de las FARC. ¿Qué sabe de ellos, cómo están de salud, en qué condiciones se encuentran, y qué piensa que pueda pasar respecto a su libertad?


MJ: Primero, el canje de prisioneros continúa vigente, porque son planteamientos de las FARC, por eso luchamos y el pueblo colombiano tiene que meterle mucha energía para sacar a esos suboficiales y oficiales de la policía y el ejército que están en nuestro poder. Esa es una decisión política. El gobierno ha dicho: los vamos a rescatar por los medios que sean, y en ese orden, ha habido unas acciones aciagas, desgraciadas, en las que han tenido la oportunidad de salir algunos, pero eso no indica que todos puedan tener éxito. El objetivo es el canje, y continuamos luchando por eso.

JEB: ¿Qué noticias tiene de los rehenes, qué se sabe de su salud?

MJ: Están bastante ajetreados por la movilidad, por los operativos militares, por bombardeos que ponen en peligro a esa gente que luchó por el Estado, por la oligarquía colombiana, a la que no les importan un carajo. Ellos solamente los mandan como carne de cañón al combate, donde mueren o quedan mutilados, siendo gente pobre lo mismo que nosotros. Gente del pueblo.

JEB: Se ha especulado mucho sobre el supuesto aislamiento total en que se encuentran las FARC, incluso se han acuñado frases como que ustedes están comiendo raíces. Recientemente se hizo un gran despliegue sobre supuestas cuevas donde usted se encontraba escondido… se dice que ustedes están desconectados del mundo. ¿Qué tan conectado al mundo se siente el Mono Jojoy?

MJ: Nosotros estamos conectados con el mundo. Estamos informados, y hoy las FARC son conocidas en todas partes donde hay seres humanos. ¿Que comemos raíces? Sí, comemos yuca, comemos papa, arracachas, y otras. Estamos muy bien, con el mejor estado físico, porque somos atletas, somos móviles y no nos van a amedrentar con nada.

JEB: ¿Qué tanto hace falta el genio político y militar de Marulanda en las FARC de hoy?

MJ: Lo hemos sentido en nuestro ser, todos los guerrilleros de las FARC, tanto el secretariado, el estado mayor central, comandancias de bloque, comandos conjuntos, frentes, etcétera, porque no hay otro igual.

JEB: ¿Cuál es la política de frontera de las FARC?

MJ: La política de frontera es de buenas relaciones con los vecinos, de organización de masas, de respeto mutuo, y dentro de estas políticas ha habido algunas faltas por mandos que no cumplen a cabalidad la orientación y hemos tenido dificultades. Pero de hermandad, porque somos pueblos bolivarianos que nos une la libertad, la justicia y la unidad.

La vigencia de la lucha armada

JEB: ¿Qué le contesta el Mono Jojoy a quienes afirman que pasó el tiempo de las armas?

MJ: Cada uno tiene su forma de pensar. Si está presidiendo un Estado, si está de senador de una república, si está en el poder, tiene una forma de pensar. Nosotros, que estamos en la lucha popular, pensamos que la lucha armada revolucionaria tiene plena vigencia y por eso los documentos de las FARC no tienen qué reformarles, porque eso tiene que ver con las oligarquías y con los imperialistas. El día que cese la agresión contra los pueblos del mundo, que la oligarquía deje de matar a los colombianos entonces habrá cambios en ese orden.

JEB: En la unidad suya se desempeña Alexandra, la joven holandesa que ingresó a las FARC en 2002. ¿Cuál es su opinión de ella? ¿Cómo interpreta que una muchacha como ella esté en las filas de la guerrilla colombiana?

MJ: Ella es una mujer que llegó a Colombia por necesidades de trabajo, por deseos de conocer el mundo y fue conociendo a las FARC porque le hablaban muy mal de las FARC, porque le decían que las FARC no existían y que éramos de lo peor, y nos fue conociendo y se enamoró de la lucha revolucionaria a partir de las FARC. Luego, ella en la vida guerrillera es una extraordinaria estudiante que hace todo lo que corresponde a un guerrillero, ha hecho los cursos básicos, los medios, los generales, se desempeña muy bien y la gente la quiere. Además ya comienza a dirigir porque tiene capacidad. Es una mujer de la que se ha especulado mucho, pero ella es una revolucionaria europea, es una internacionalista y a través de ella pueden llegar muchos más, porque la explotación es mundial.

JEB: ¿Cuando ella ingresó y usted la vio pensó que iba a servir para guerrillera o tuvo sus dudas?

MJ: Al principio, cuando nos vimos por primera vez, por la experiencia que se tiene, uno dice, esta no aguanta, por el comportamiento que hay que tener en el monte, por su estado físico, pero me equivoqué y ahora ella anda más que yo.
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