El desfile de los aliados sobre el fin de la II Guerra Mundial anunció el comienzo de una nueva guerra

El desfile de los aliados sobre el fin de la II Guerra Mundial anunció el comienzo de una nueva guerra
Por: Konstantín Bogdánov,
RIA Novosti


El 7 de septiembre de 1945 en Berlín tuvo lugar un desfile conjunto de las Fuerzas Armadas de la Unión Soviética, Estados Unidos, Inglaterra y Francia, para celebrar la victoria de las fuerzas aliadas en la II Guerra Mundial.

De aquel acontecimiento histórico, en la historia soviética quedaron recuerdos muy parcos, apenas un filme de tres minutos de duración que se exhibió en la URSS una sola una vez.

En cambio, en la memoria del pueblo soviético quedaron grabados otras desfiles militares notables: el del Día de la Victoria, celebrado el 24 de junio de 1945 en la Plaza Roja, y la angustiosa parada militar del 7 de noviembre de 1941, cuando los tanques soviéticos cruzaron los gélidos adoquines a lo largo de las murallas del Kremlin para marchar a la guerra cuyo frente de combate ya estaba prácticamente en las puertas de Moscú.

La parada militar de las tropas aliadas el 7 de septiembre de 1945 en Berlín estuvo a punto de suspenderse a último momento. Argumentando diversos pretextos, los comandantes, Eisenhower, Montgomery y de Tassigny, informaron sobre la imposibilidad de estar presentes en el desfile y propusieron que en su lugar enviarían a representantes formales.

Semejante actitud de los aliados indignó profundamente al líder soviético Iosif Stalin, quien ordenó a las tropas soviéticas realizar el desfile en cualquier caso, incluso en ausencia de representantes de las tropas aliadas.

En el desfile de Berlín, las tropas de la URSS desfilaron bajo el mando del mariscal Gueorgui Zhúkov, considerado el estratega que forjó la victoria del ejército soviético sobre las tropas alemanas.

Las tropas desfilaron por la avenida de Charlottenburg que de oriente a occidente cruza el parque de Tiergarden, desde la Columna de la Victoria erigida en honor al triunfo de la Prusia de Bismarck contra Dinamarca, Austria y Francia, hasta la célebre Puerta de Brandeburgo.

En representación de URSS desfilaron las tropas soviéticas que ocuparon Berlín: un regimiento de la 248ª División de Infantería del V Ejército de la Guardia de Asalto. Las fuerzas británicas estuvieron representadas por un destacamento de la 131ª Brigada de Infantería que combatió en África formando parte de las llamadas "ratas del desierto", la famosa 7ª División Acorazada. El Mariscal Montgomery no participó en el desfile, pero en la elección del contingente británico se notó la mano del Vizconde de El-Alamein, vencedor del cuerpo expedicionario alemán en África.

Las tropas francesas formaron un conjunto muy heterogéneo, en el que había hasta unidades emplazadas en las colonias de África. Los EEUU enviaron al desfile tropas que participaron en el desembarco de Normandía, soldados de la 82ª División Aerotransportada conocida como la "panamericana" porque en su formación había representantes de 48 de los Estados de la Unión.

El desfile culminó con la aparición de las fuerzas acorazadas: primero las de los ingleses -de la 7ª División- y posteriormente, las francesas y estadounidenses, y cerrando el desfile, una columna de cincuenta tanques IS-3 (siglas que significaban Iosif Stalin) del 2º Ejército Acorazado de la Guardia de Asalto, que habían sido enviados espacialmente desde la parte europea de la URSS para ser exhibidos en el desfile de Berlín.

Era como si estas máquinas enormes -con sus morros blindados, sus extrañas torretas redondeadas y sus largos y potentes cañones de 122 mm- estuvieran dando el paso insolente hacia la "guerra fría" que estaba por venir. Posiblemente, la culminación de ese desfile dio comienzo a la pesadilla que iba a atormentar a Europa los siguientes 45 años, la posibilidad de que los tanques soviéticos llegaran hasta el Canal de la Mancha.

En 1945, los países vencedores de la guerra vivieron un otoño muy complicado, todavía era desconocido el termino "guerra fría" porque faltaba cerca de un año hasta el famoso discurso de Winston Churchill en Fulton, pero el conflicto no declarado ya había empezado.

En julio de 1945, en la Conferencia de Potsdam, Harry Truman interpretó el primer episodio de diplomacia nuclear cuando intencionadamente se jactó ante Stalin de tener "una munición innovadora extremadamente potente", que había incorporado a las Fuerzas Armadas estadounidenses.

Y en efecto, una semana antes, expertos del Proyecto Manhattan habían probado con éxito la primera bomba atómica en el polígono de pruebas de Nuevo México.

Stalin se encogió de hombros con aire aburrido, distante y diplomático, expresó satisfacción por los éxitos del Ejército aliado, y manifestó la esperanza de que la prodigiosa arma se usara lo antes posible contra Japón.

Churchill, que había presenciado la escena, escribiría luego en sus memorias estas palabras destiladas de sarcasmo: "el tío Joe" no se enteró de qué se estaba hablando". No obstante, Churchill se equivocó, pues las primeras palabras que pronunció Stalin al salir de la sala de negociaciones fueron: "Enviad urgentemente una comunicación a Kurchátov*: tiene que darse prisa con las investigaciones nucleares".

En medio de complicadas maniobras, los vencedor empezaron la repartición de las zonas de influencia en Europa y Asia. La URSS de repente renunció a sus planes de crear un "Irán del Norte comunista", poblado por azerbaiyanos y, sin formular ninguna protesta, retiró las tropas soviéticas que habían estado estacionadas en la zona durante toda la guerra desde agosto de 1941. Los aliados mostraron una sorprendente comprensión hacia el "derecho prioritario de la URSS" de intervenir en los asuntos internos de los países de la Europa del Este, sobre todo de Rumanía y Bulgaria.

Los comunistas de Grecia, Italia y Francia, tras quedarse sin el apoyo de la URSS, sufrieron un fracaso político inevitable, y en consonancia con un proceso conocido desde tiempos remotos, las grandes potencias siguieron dividiéndose los continentes, moviéndose en círculos, de la misma forma que luchadores que esperan el momento propicio para asestar el golpe.

Quedaba todavía por delante la cruel y carente de sentido guerra de Corea, en la que la política interior de los EEUU se mezcló caprichosamente con la política exterior del mundo entero y con asuntos meramente militares.

Una guerra que dio a luz un Estado único y no menos cruel que la guerra misma, pero, seguramente, más justificado que ella: la República Popular Democrática de Corea. Un conflicto en el que los ganadores de la guerra anterior se enfrentarían cara a cara en las cabinas de los cazas F-86 Sabre y los MiG-15.

Pero todo eso quedaba todavía por delante. Mientras tanto, regresemos al desfile de Berlín el 7 el septiembre de 1945, presenciado desde la tribuna por un hombre cansado, el mariscal Zhúkov, acostumbrado a asumir en aquella guerra la responsabilidad por todo y, tras su final, hasta por el desfile.

Los pesados tanques soviéticos levantando nubes de polvo, por la avenida de Charlottenburg y se alejaron hacia el oriente, pasando al lado de las filas de las tropas aliadas.

El desfile que auguró el comienzo una nueva guerra, había terminado.
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About Ricardo Abud (Chamosaurio)

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