Francisco de Miranda: el revolucionario precursor de nuestra Independencia
Prensa YVKE Mundial/ Aniger Esteves
Aunque no pudo ver el feliz término de su proyecto libertario, gracias a su firme obstinación, el criollo universal contribuyó significativamente en la implantación de la independencia y del sistema republicano en América y Europa
Una vida apasionante, plena de aventuras y adversidades que osciló en los ambientes propios de las élites culturales y políticas y la cárcel, es la de este ilustre venezolano nacido en Caracas el 28 de marzo de 1750, conocido como el Precursor de la Independencia y también como “el primer criollo de dimensión histórica mundial”, tal y como lo califica Mariano Picón Salas.
Si bien hoy, 19 de abril, celebramos el Bicentenario de nuestra independencia basado en la figura de Simón Bolívar, “por ser protagonista fundamental, no sólo porque condujo el proceso político y militar entre 1810 y 1830, sino porque su pensamiento ha sobrevivido hasta nuestros días", según señala el historiador Arístides Medina, también se le rinde tributo a Miranda, uno de los revolucionarios más relevantes de finales del siglo XVIII y principios del XIX, el primero en concebir la unidad hispanoamericana.
En efecto, cuando Bolívar nace, en 1783, ya Miranda había recorrido mucho mundo y se le respeta como militar idóneo. Su trayectoria pública no sólo incluye una activa participación en los más tempranos intentos independentistas de la América española, sino que se remonta a otros dos episodios claves de su tiempo: la independencia de Estados Unidos y la Revolución Francesa. Este ilustre criollo pasó la mayor parte de su vida fuera de su tierra, en búsqueda de apoyo económico y militar para el proyecto que lo acompañaría hasta el fin de sus días: liberar las provincias hispanoamericanas.
Una vida llena de contrariedades
Tal y como se mencionó anteriormente, “el primer criollo universal” nació en Caracas, hijo del canario Sebastián de Miranda Ravelo y de la caraqueña Francisca Antonia Rodríguez de Espinoza. Estudió sus primeros años en Caracas, inicialmente con maestros particulares, luego cursó estudios en el Colegio Santa Rosa y a las 12 años entró a la Universidad de Caracas, donde estudió Latinidad en la clase de menores y, tiempo después, Filosofía, Derecho, Historia y Artes.
A los 19 años fue testigo de una disputa que incidió profundamente en su carácter: los mantuanos caraqueños trataron de desprestigiar a su padre acusándolo de carecer de antepasados asentados durante los primeros tiempos de la conquista, ejercer el oficio “infame y vil” de comerciante y disponer, sin embargo, de una buena fortuna. Una vez concluido el ruidoso pleito, con el fallo a favor de su padre, es enviado a Madrid para servir al rey Carlos III. Ubicado en Madrid, estudió Matemáticas e Idiomas (con el tiempo, Miranda llegó a conocer por lo menos seis lenguas). Un Año después entra a la milicia. Su primera misión estuvo en el norte de África, en Melilla, Marruecos, donde combate durante dos años, como miembro del Regimiento de Infantería de la Princesa.
La tragedia de Miranda comienza a su regreso a España en 1777, tiempo en el que empezó a sentir las consecuencias de algunas rivalidades y se vio obligado a enfrentarse a sus superiores, que no le concedieron del todo la importancia que tenía. Entonces fue recluido en una prisión de Cádiz, cerca de La Carraca, la misma que le vio morir años más tarde
Una revelación
Tras dos arrestos y conflictos con sus jefes, en 1780 se reincorporó al Regimiento de la Princesa y se marchó a Cuba. Luego de un año en La Habana, formó parte de una expedición que, como parte del pacto franco-español para enfrentar a Inglaterra, tuvo por objetivo el dar apoyo a los rebeldes colonos que en el norte de América luchaban por su independencia de la corona británica. Es así como combate en Pensacola, una ciudad portuaria estadounidense en el Condado de Escambia, en Florida, bajo las órdenes del general Juan Manuel Cajigal, y apenas un mes después de su llegada ocurrió la capitulación de los ingleses.
Ese tiempo fue suficiente para que Miranda comprendiera cómo se podía librar un combate contra la más importante potencia del mundo. Allí fue donde empezó a concebir y a elaborar una idea que cobró consistencia con los años: el proyecto de un Estado que agrupe todos los pueblos que se asientan por debajo del Mississippi, entendiendo este río como frontera entre América (conformada por Estados Unidos y Canadá) y Colombia, nombre que da a la futura nación, inspirado en el de Colón. Esta idea fue fundamentada en numerosos manuscritos: al final de sus días conformaban 63 tomos empastados bajo el rótulo de Colombeia.
Por su actuación en Pensacola, fue ascendido a Teniente Coronel. Después de ser enviado a misiones secretas en búsqueda de buques y de ser acusado de contrabandista, a sus 32 años Miranda fue incorporado a los planes militares que buscaban la conquista de las isas británicas de las Bahamas. Su participación fue fundamental, pues fue él quien logró negociar la capitulación de esas islas.
Posterior a esta participación, a Miranda le aguardaron días difíciles. Fue arrestado nuevamente por permitir la visita de un general inglés a las fortificaciones militares de la ciudad. Fue el mismo rey de España quien emitió la orden, que fue ignorada por Cajigal, quien una vez intercedió por él y permite su libertad, sin embargo, fue juzgado en un juicio que terminó 20 años después con un fallo a su favor. En esos tiempos, conoció al comerciante John Turnbull, un amigo consecuente que desde entonces, y hasta el final, lo ayudó a financiar su proyecto.
Años itinerantes
Miranda huyó a Estados Unidos. Pasó 18 meses estudiando la situación política de la nueva nación. Para presentar y difundir su proyecto libertador estuvo en contacto con la clase política republicana: desde el militar Henry Knox y el estadista Alexander Hamilton, hasta Samuel Adams, parte de la revolución independentista y George Washington, de quienes tomó pensamientos filosóficos, militares y políticos que le pudieran servirle en su proyecto. Decide regresar a Europa, a vivirla profundamente y a estudiarla. Recorrió muchas ciudades de Europa y Asía.
En Rusia, conoció a la Emperatriz Catalina II, a quien confesó sus planes insurreccionales para emancipar el continente americano y de la cual recibe apoyo incondicional. Para el año 1789 estuvo de regreso en Francia, y le corresponde el privilegio de ser testigo de los terrenos movedizos de la Revolución Francesa. Esta situación fue interpretada por el criollo como la oportunidad para promover ante las autoridades inglesas el plan que había venido orquestando para la liberación del continente suramericano. Se dirigió a Londres a plantear sus ideas de invasión, pero no tuvo el apoyo que esperaba.
Decepcionado por el escaso interés de los ingleses, Miranda decidió unirse al gran rival de éstos. A sus 42 años, los girondinos reconocen su trayectoria militar y le ofrecen un puesto elevado dentro de las filas de la Revolución Francesa. Es así como bajo las órdenes de Carlos Dumouriez, se destaca en la victoriosa batalla de Valmy, donde recibe el ascenso a teniente general tras la derrota del ejército prusiano (en ese lugar existe actualmente una estatua del Generalísimo).
Continúan los éxitos militares de Miranda y Dumouriez le confía el mando del Ejército de Bélgica. Enseguida logró que la ciudad de Amberes cayera en sus manos. No faltaron las intrigas de los generales franceses quienes se sintieron desplazados por el venezolano, quien fue acusado ante la Convención Nacional y aunque en juicio público aplaudido por el pueblo, logró salir libre de culpas, fue apresado por considerarlo miembro del Partido de los Girondinos. Permaneció en la prisión un año y medio.
Conoció a Napoleón Bonaparte, quien dijo de Miranda: “tiene el fuego sagrado en el alma”. Hostigado por los enemigos y la policía sale de Francia y regresa Londres, empeñado en su empresa libertadora. Muchas son las gestiones que realizó en esa ciudad, pero todas resultaron vanas. Decidido dar cumplimiento a su idea, viajó a Nueva York en 1805. Allí estuvo en contacto con el presidente Jefferson y con otras personas influyentes pero el Gobierno de Estados Unidos no pudo ayudarlo directamente por los tratos amistosos que tenía con España, pero le dejo la puerta libre para que contratara a quienes quisiera n seguirle. Así, ayudado económicamente por algunas personas que confiaban en sus nobles ideales, Miranda adquiere el barco que bautizó con el nombre de su primogénito: Leandro.
Intentos fallidos
Con una tripulación abigarrada, formada por vagos y maleantes de los muelles de Nueva York, norteamericanos, austríacos, franceses, polacos, entre otros, sale Miranda en su expedición el 2 de febrero de 1806, durante la cual enarboló por primera vez la bandera venezolana: amarillo, azul y rojo. Debido a que la expedición no se había preparado en absoluto secreto, las autoridades diplomáticas de España en Estados Unidos se percataron de la misma y dieron parte al Gobierno de Venezuela sobre la expedición de Miranda con el Leandro y dos goletas más adquiridas en Haití: Bachus y Bee. De ese modo, cuando pretendían desembarcar en Ocumare, fueron recibidos con el fuego de dos guardacostas, quienes apresaron a las goletas Bacchus y Bee.
El Leandro logró escapar y se dirigió a trinidad. Una rápido reclutamiento se hizo en esta isla, el cual le permitió a Miranda volver sobre las costas venezolanas, esta vez con la mira puesta en la Vela de Coro. Desembarcaron aquí y flamearon la bandera nacional. Luego penetraron hasta Coro y tomaron la ciudad. Miranda encontró resistencia entre los propios venezolanos que desconocían los sacrificios hechos por el Precursor en beneficio de la libertad. Consciente de la derrota, embarcaron nuevamente hacia Aruba y Granada. En 1807 estuvo de regreso en Londres, donde solicitó ayuda para lo que consideraba ya impostergable. Nada consiguió.
Atento a los sucesos de 1808 en España, sostuvo correspondencia con numerosas personalidades de América, especialmente de Venezuela. Cuando en Caracas se dio el grito del 19 de abril de 1810, Bolívar, López Méndez y Andrés Bello marcharon a Londres como diplomáticos. Llevaban una sola prohibición: entrevistarse con Miranda; pedido de la Junta de Gobierno caraqueña que no fue cumplido. Una vez en Londres, se pusieron en contacto con ese personaje universal que tantas luces podía darles. Bolívar se empeñó en que Miranda debía regresar a Caracas, porque requerían de su experiencia.
Regreso a Venezuela
En diciembre de 1810, Miranda regresó a Venezuela con la idea de incorporarse a la causa republicana y apoyar el inicio de guerra contra España. Llegó por el Puerto de La Guaira y se alojó en la casa de Simón Bolívar. Participó en la Sociedad Patriótica y luego en el Congreso. Desde allí secundó con sus posiciones y con su firma en la declaración de la independencia, el 5 de julio de 1811, convirtiéndose en la figura central de ese ambiente político.
Comenzó muy pronto la reacción realista. Le encargan la ocupación de Valencia, que estaba en situación de rebeldía. Obtuvo la victoria después de encarnizados enfrentamientos. Las autoridades nombraron al Marqués del Toro para que sofocara la reacción, pero éste fracasa; nombraron entonces Generalísimo a Francisco de Miranda quien de inmediato se hace cargo del ejército. Asume también la dictadura de la I República, nombró a Bolívar comandante militar de Puerto Cabello, con el fin de que defendiera es plaza frente a las tripas que comandaba el capitán de fragata Domingo de Monteverde. La situación era compleja: Puerto Cabello fue tomado por los realistas, las fuerzas patriotas no gozaban de popularidad, el impacto del terremoto fue desolador, la situación económica era dramática, el Gobierno se tambaleó y la figura de la República no parecía auspicioso.
Es entonces cuando Miranda decidió entrar en negociaciones con Monteverde. El 25 de julio se firmó la capitulación de San Mateo, y al día siguiente, se marchó hacia Caracas y luego a La Guaira. La resolución de Miranda generó reacciones encontradas. Hubo quienes lo acusaron de traidor, por considerar que fue una decisión apresurada, también hubo quienes advirtieron que la capitulación fue determinante por las circunstancias. Miranda cuando se dispone a abandonar el país quedó arrestado por las autoridades españolas. De prisión en prisión, Miranda incomprendido en su momento, va a dar con sus huesos en La Carraca, en Cádiz. Allí estuvo su primera y última cárcel.
El Precursor de la Independencia Suramericana no pudo ver el feliz término de la misma. Un día, aniversario de la Toma de Bastilla, el 14 de julio de 1816, murió don Francisco de Miranda. Gracias a su firme obstinación, el criollo universal contribuyó significativamente en la implantación de la independencia y del sistema republicano en América y Europa.
Fuentes consultadas:
MARTÍNEZ R. Vinicio. 110 Biografías de venezolanos ilustres. Editorial Larense. Caracas 1987. Pág. 32
PALMA, Douglas A. 150 Biografías de personajes notables de Venezuela. Editorial Panapo. Caracas 1997. Pág. 37
CABALLERO H. Serafín. Gran Enciclopedia de Venezuela. Editorial Lobe. Caracas 1998. Pág. 258
Rostros y personajes de Venezuela, una compilación de El Nacional- Cantv-Mercantil. Año: 2002
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