Supuestamente enfrentaron su invento del "Plan Caracas"
La Jornada
Las Fuerzas Armadas hondureñas sinceran sus motivaciones y el objetivo del golpe de estado en el país. Dicen que salvaron a Estados Unidos de que el socialismo expansionista que avanza por el continente llegue allí. Según ellos evitaron que Honduras se convirtiera en un "un mercado abierto al terrorismo, al narcotráfico".
En su propia idea, los militares que dieron el golpe de Estado salvaron no sólo a Honduras, sino incluso a la nación más poderosa del mundo: "Nuestro país es parte de un plan general, el Plan Caracas, cuyo objetivo es llegar hasta el corazón de Estados Unidos, nuestro país es un objetivo intermedio. Honduras, sus fuerzas armadas, pararon ese plan de llevar hasta el corazón de Estados Unidos un socialismo, un comunismo, un chavismo disfrazado de democracia", dice el general Miguel Angel García Padgett, comandante general del ejército, al lado de su jefe, Romeo Vásquez Velázquez, y los demás integrantes del comando conjunto de las fuerzas armadas de esta nación centroamericana.
En la mira de los políticos que llevaron al poder que la consideran "sacrificable", la cúpula militar acude al programa de televisión Frente a Frente, donde desfilan desde el golpe los distintos voceros del régimen golpista.
En ese escenario, el general García Padgett explica el "plan expansionista" venezolano que según él pretendía que en diez años Centroamérica fuera "un mercado abierto al terrorismo, al narcotráfico y sobre todo a bases militares contrarias a lo que es nuestra democracia".
A su lado, el general Romeo Vásquez, cuya destitución por el presidente Manuel Zelaya fue el preámbulo del golpe, parece tragar saliva y quiere corregir: "A las fuerzas armadas no le importan los cambios, no estamos con una ideología, lo único es que tenemos que defender el imperio de la ley".
Que no nos acusen... de no hacer nada
En el cierre del programa, su subordinado, menos ducho en la diplomacia de los civiles, o más sincero, insiste con orgullo: "Ha sido Honduras el que ha parado ese plan expansionista. No quiero que para 2020 nos estén acusando de que no hicimos nada para detener esa grave amenaza sobre nuestros países".
El general García Padgett no para: "¿O qué va a pensar Estados Unidos cuando dentro de diez años venga el narcotráfico, el terrorismo, el crimen organizado en su territorio? Ya tiene el crimen organizado y el narcotráfico en su frontera con México".
García Padgett parece no haber escuchado a su jefe, Romeo Vásquez decir: "No nos oponemos a que haya cambios en el país, tenemos una mente flexible, lo importante es que se hagan dentro del orden establecido".
"No estamos al frente de este país, estamos en nuestros cuarteles", dice a la cámara el general Romeo Vásquez, quien más que invertir tiempo en su cuartel ha sido pródigo en entrevistas con agencias internacionales de noticias, además de ocuparse de los enviados de las fuerzas armadas a Washington.
La presencia de los mandos en televisión tiene una explicación simple: "A estas alturas ellos saben que son la piedra angular de este gobierno, que si ellos quitan su apoyo se desploma. Son la institución más fuerte del gobierno y ellos lo saben bien. A lo mejor no lo quieren mostrar públicamente, pero lo están haciendo por debajo del agua", dice Edmundo Orellana, ministro de Defensa de Manuel Zelaya hasta pocos días antes del golpe de Estado.
Orellana estuvo en desacuerdo con el presidente en el exilio cuando éste decidió desacatar la orden judicial que le prohibía llevar a cabo la consulta sobre la cuarta urna. Renunció a su cargo el 24 de junio, el mismo día que Zelaya destituyó al general Vásquez. Unos días después también renunció a su puesto en el Congreso Nacional, en protesta por la "violación a la Constitución" que significó el golpe de Estado.
Mientras los mandos aparecen en la televisión, los políticos y empresarios que auspiciaron o aplaudieron el golpe dicen ahora que las fuerzas armadas "se excedieron" al sacar a Zelaya del país y comienzan a hablar de "procesos abiertos" contra los militares.
Unos días después del golpe, el coronel Herberth Bayardo Inestroza, asesor jurídico del comando conjunto, admitió públicamente que cometieron un delito al sacar al presidente del país.
¿A qué juegan entonces los militares luego de 37 días y frente a la posibilidad de ser los primeros que paguen los platos rotos?
"Su presencia en la televisión es una muestra de debilidad. Ya antes habían sacado un comunicado respaldando el Acuerdo de San José. Y siguen buscando esa ruta presionados por el comando sur", dice el diputado Marvin Ponce, de Unificación Democrática.
Orellana tiene una lectura doble: "Significa que alguien les dio la orden o que enfrentamos una institución con nuevos impulsos de ser autónoma".
Gracias a su historia golpista, los militares hondureños consiguieron, de los dos partidos tradicionales, una autonomía singular que le duró hasta 10 años. A lo largo de cuatro décadas, las fuerzas armadas se mandaron solas y construyeron incluso un imperio económico propio, que se derrumbó entre otras razones debido a la proverbial ineficiencia y corrupción de los generales.
En la última década, gracias a su "profesionalización" y su rol en la atención a la población víctima de desastres naturales, las fuerzas armadas habían logrado "lavarse la cara", sucia también por los asesinatos y torturas de que fueron víctimas unos dos centenares de personas en los 80. Al menos para una parte de los hondureños, ese "prestigio" se esfumó con el golpe.
Radio Globo, acusada de sedición por los golpistas
Los militares están molestos porque les dicen golpistas, y ya no se van a dejar: "Vamos a hacerles querellas, los vamos a acusar en juzgados de difamación, calumnia y el delito de sedición, porque tratan de minar la moral de una institución. Pasaron los tiempos en que no hacíamos nada", dice el general Romeo Vásquez.
Y del dicho al hecho. Poco después del mediodía, Radio Globo recibe una notificación de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel), responsable de regular las frecuencias. La Conatel informa que el abogado José Santos López, "con oficina en la auditoría jurídico militar de las fuerzas armadas", ha solicitado "la suspensión de un medio de comunicación por ser utilizado para la comisión de los delitos de sedición mediante incitación a la insurrección poniendo en peligro la preservación de vida de los particulares".
La acusación dice que "en actitud sediciosa, el señor Andrés Pavón (presidente del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos) abiertamente transmitió, con el favor del señor David Romero (conductor), un llamado abierto a la insurrección".
En días pasados, Pavón llamó a los hondureños a no someterse al toque de queda, puesto que "el artículo tercero de la Constitución establece que el pueblo no debe obediencia a un gobierno surgido de un golpe de Estado".
"Están usando el falso recurso del delito para agredir a los medios", dice Franck LaRue, relator de Libertad de Expresión de Naciones Unidas, luego de visitar la sede de la radioemisora.
Pavón, por su lado, pide que el "estado mayor conjunto de las fuerzas armadas nos mande a ese abogado para darle una lección: en todo caso el delito lo he cometido yo, no la radio".
El capítulo de los medios es sólo uno de los que abren los militares. También se refieren a las próximas elecciones de noviembre y dicen estar listos para hacer el papel que les corresponde.
Incluso se dicen dispuestos a aceptar el triunfo de uno de los dos candidatos de "corte socialista" que contienden por la presidencia de la república. "Así es, el pueblo es soberano. Tenemos mente flexible, hemos estudiado los cambios que se vienen dando. Si ganan elecciones son bienvenidos", dice Romeo Vásquez.
García Padgett incluso bromea con "hacerle propaganda gratis" al candidato independiente Carlos Humberto Reyes. "Él es candidato independiente. ¿Por qué no apoyan a su candidato? Olvídense de esas protestas, ¿por qué no cambian su estrategia? Siguen haciendo lo mismo que en los 80", aconseja el general, sin mencionar que Reyes convalece en el hospital, con dos fracturas en un brazo, luego que policías lo macanearan el pasado jueves en la marcha donde resultó herido de muerte el profesor Roger Vallejo.
Aunque no comulgan con "el socialismo disfrazado de democracia", los militares se someterían al resultado de las urnas, aunque el vencedor fuera un economista formado en la antigua Unión Soviética: "Si la voluntad del pueblo decide que el señor Reyes va a ser nuestro comandante general, le vamos a obedecer, si sus órdenes son dentro de un marco legal".
Otro de los candidatos a la presidencia, el liberal Elvin Santos, prueba hoy el rechazo de los zelayistas. Acude a la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, a un acto de campaña. Al salir del auditorio, grupos de estudiantes le lanzan bolsas de agua en medio de gritos de "¡golpista!" Sus numerosos guardaespaldas lo tienen que sacar corriendo, y en la refriega lanzan tiros al aire y golpean a algunos jóvenes.
Santos, quien fuera vicepresidente con Zelaya, se ha derrumbado en las preferencias electorales por la división en el Partido Liberal y a que muchos militantes rasos de ese partido lo ven como partícipe del golpe de Estado.
El candidato del Partido Nacional, José Lobo, se frota las manos con una estrategia montada sobre la base de presentar el conflicto actual como un pleito entre liberales. Pero ambos candidatos sudan la gota gorda frente a la posibilidad de que ningún gobierno reconozca el proceso en el que resulte electo. "Sólo quieren de vuelta a Manuel Zelaya para que les venga a legitimar la elección", dice el diputado Marvin Ponce.
Del lado de los zelayistas el problema es que además de Reyes tienen otro candidato presidencial, César Ham, de la UD. "Es un embrollo porque el partido se mide por los votos de su candidato presidencial, así que nosotros no podemos retirar a Ham".
Sin embargo, Ponce reconoce que el candidato independiente Reyes tiene "más apoyo en el movimiento popular".
La apuesta de los zelayistas, con todo, es desfondar al Partido Liberal, llevando a liberales como candidatos a diputados y alcaldes. "El gran elector va a ser Mel Zelaya y vamos a disputar el poder", cierra Ponce.
"Esa doctrina no permite espacio para Dios"
Aunque dicen estar en sus cuarteles, los militares están esparcidos en la frontera y custodian un sinnúmero de edificios públicos. También están en los hospitales, donde este martes arrancó un paro de los 8 mil afiliados al sindicato del ramo. "Solamente las emergencias se están atendiendo", dice el dirigente Orlando Discua.
Las autoridades amenazan con no pagar salarios al personal de salud y reprochan al sindicato por utilizar el paro cuando el país enfrenta la gripe A/H1N1, con ocho muertes, 231 casos confirmados y mil 500 sospechosos.
En días pasados, el ministro de Salud, Mario Villafranca, quien hace unas semanas pidió a los bandos en disputa suspender las manifestaciones para evitar la propagación de la epidemia, asegura este día que otras concentraciones masivas no serán suspendidas por ningún motivo: se refiere, especialmente, al encuentro de futbol del seleccionado nacional contra Costa Rica.
Mientras tanto, el general Romeo Vásquez hace el papel de "bueno" en la pantalla. Dice que los militares nunca dispararán contra el pueblo y se niega a opinar sobre el acuerdo de San José, porque es el futuro y es asunto "del ámbito político".
Para él, que los gritos en las calles y las paredes le digan "golpista" es solamente una estrategia de los líderes de la resistencia, quienes "siguen el pensamiento de Hitler y Stalin, de repetir una mentira 50 o 100 veces para que se convierta en verdad".
Ofrece dos pruebas de que no es "golpista": ningún militar ocupa un cargo en el gobierno, y que "si fuéramos nosotros hubiéramos puesto el estado de sitio y todos los que andan haciendo relajo estarían presos".
Próspero ganadero en Olancho, también terruño de Zelaya, Vásquez es el héroe de las bases de los golpistas. En los medios repiten a cada rato una de sus frases, nacida de su cercanía con la familia Zelaya: "La amistad termina donde el deber comienza".
Aunque de fraseo desordenado, el general tiene frases para repartir, muchas de ellas dedicadas a los dirigentes de la resistencia zelayista. Dos ejemplos: "Los responsables de que sus seguidores vayan a perder la vida son los mismo líderes"; "Yo no sé como hipnotizan a la gente y la llevan a un sacrificio sin necesidad".
Comunismo disfrazado de democracia, el pretexto
Pero quien se lleva la mañana por la claridad de sus expresiones es el general García Padgett, quien asegura que desde hace un buen tiempo tenían certeza de que el "comunismo disfrazado de democracia" pisaba fuerte: “Hace tres años y medios acudimos al Centro de Estudios Hemisféricos, en Washington, donde hicimos ver el peligro que representaba el hecho de que Estados Unidos había casi olvidado a Latinoamérica… (Luego) nuestro país ya estaba formando parte de la Alternativa Bolivariana Latinoamericana (sic)”.
Eso era inadmisible para un país que "siempre ha sido el baluarte en Centroamérica de cómo se defiende la democracia", contrario a la "situación crítica de subversión" vivida en Guatemala, Nicaragua y El Salvador.
El contralmirante Juan Pablo Rodríguez, de la fuerza naval, es de pocas palabras, pero está seguro de que con su proyecto de Asamblea Nacional Constituyente, Zelaya pretendía disolver el Congreso y la Corte Suprema. "Todo iba a quedar en manos de un pequeño grupo", asegura.
No es, sin embargo, el terreno de las pretensiones extralegales de Zelaya donde los militares centran sus argumentos estelares del día. Teoriza el contralmirante Rodríguez: "El socialismo es una derivación del materialismo marxista. Quiero apuntar que esa doctrina no permite espacio para Dios, porque les permite llamar a la lucha de clases. Y un país que quiere vivir en democracia tiene que tener espacio para el lado espiritual".
Sometidos a presiones externas e internas, temerosos de ser los únicos paganos si se da el arreglo que exige la comunidad internacional, los militares ya no se apañan a San José, sino más arriba, como dice el contralmirante: "Este problema ya no está en manos de hombres, sino en las manos de Dios. Y en este momento Dios está de nuestro lado".
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Militares hondureños dicen que su misión fue frenar el avance del socialismo en Amércia
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