Obama enfrenta un desaire iraní
Por: M K Bhadrakumar
Asia Times Online
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Twitter puede volver ahora a su plan de suspender sus servicios en Irán y realizar trabajos de mantenimiento. Twitter entra en receso, satisfecho de haber probablemente abochornado a una potencia regional resurgente.
El gobierno de EE.UU. debe un gran saludo a Twitter por haber hecho algo donde todas las demás estratagemas de guerra y paz fracasaron en los últimos tres decenios.
Sin embargo, las historias persas tienen fines largos. El régimen iraní muestra todas las señales de que está cerrando filas y se organiza ante lo que evaluó como una amenaza existencial al sistema de ‘Vilayat-e faqih’ (gobierno del clero). Incluso si EE.UU. y Gran Bretaña quieren desistir de su desagradable altercado con Teherán, lo que sería algo eminentemente sensato y lógico, puede que este último no permita que lo hagan.
El Supremo Líder Ayatolá Ali Jamenei utilizó una colorida expresión persa para caracterizar a los funcionarios europeos y estadounidenses y subrayó que el suelo sobre el que se paran se “ensucia.” Inevitablemente, dejó claro que Teherán no olvidará fácilmente las descargas de burlas que EE.UU. y en particular Gran Bretaña lanzaron durante la última quincena para mancillar su creciente perfil regional. En una advertencia velada, Jamenei dijo: “Algunos responsables europeos y estadounidenses, con sus observaciones idiotas sobre Irán, hablan como si sus propios problemas [léase Iraq, Afganistán] hubieran sido todos resueltos y como si Irán fuera su único tema.”
Irán ha tenido una historia tortuosa, sobrecargada con lo que el presidente Barack Obama de EE.UU. llamó en su discurso del Cairo “la tensión ha sido alimentada por el colonialismo que les negó derechos y oportunidades a muchos musulmanes, y una Guerra Fría en la que a menudo se utilizaba a los países de mayoría musulmana como agentes, sin tener en cuenta sus aspiraciones propias.” La “línea roja” para Teherán durante las últimas tres décadas ha sido siempre un intento extranjero de imponer un cambio de régimen. Esa línea ha sido violada.
El establishment iraní de la seguridad ha comenzado a ahondar cada vez más en lo que sucedió en realidad.
Gholam Hossein Nohseni Ejei, el poderoso ministro de inteligencia, ha afirmado sobre la base de datos existentes que ha habido un intento concertado de incitar a los disturbios por parte de potencias mundiales “molestas por un Irán estable y seguro,” y conspiraciones para asesinar a dirigentes iraníes.
Las afirmaciones no corroboradas no convencen. Pero en los próximos días y semanas aparecerán preguntas poco confortables. Surgen dudas sobre la misteriosa muerte de Neda Aqa-Soltan. De nuevo, los muertos incluían a ocho milicianos Basiji entrenados. ¿Quién los mató? Por cierto, ¿quién dirigió la carga de la brigada ligera?
Es una parte poco conocida de la historia que en la cuenta regresiva hacia el golpe anglo-estadounidense en Teherán contra Mohammed Mosaddeq en 1953, la Agencia Central de Inteligencia perdió el valor justo cuando estaban a punto de ser escenificadas protestas callejeras en Teherán – misteriosamente similares a los disturbios recientes – pero que el puesto avanzado de la inteligencia británica en Chipre que coordinó toda la operación se mantuvo firme, forzó el ritmo y terminó por crear un hecho consumado para Washington.
En todo caso, Teherán va en pos de Gran Bretaña – “la más traicionera de las potencias extranjeras,” para usar las palabras de Jamenei. Dos diplomáticos basados en Teherán han sido expulsados, y cuatro empleados locales empleados por la embajada británica siguen detenidos para ser interrogados. Eso, a pesar de enérgicas gesticulaciones de Londres en el sentido de que no ha intensificado nada en las calles de Teherán. Una declaración del Foreign Office [Ministerio de exteriores] en Londres alegó que lo que impulsa al primer ministro Gordon Brown es el programa nuclear de Irán, y no su indignación por los derechos civiles o la muerte de inocentes.
Londres está manifiestamente ansioso de desocupar la escena lo más rápido posible, y espera que pueda volver a que todo siga igual con Irán. Pero Obama enfrenta un desafío mucho más complejo. No puede emular a Brown. Tiene que acercarse a Irán. El desafío que enfrenta Obama no es sólo que el régimen iraní no se ha resquebrajado, sino que ha mostrado una increíble resistencia.
El régimen cierra las filas
Corría el rumor de que el desconcertante silencio del ex presidente Akbar Hashemi Rafsanyani significaba que estaba complotando en la ciudad sagrada de Qom y cuestionando el mandato de Jamenei. Pero no era así. El domingo, Rafsanyani hizo pública una declaración apoyando a Jamenei. Vemos la inconfundible forma de un entendimiento:
“Los acontecimientos que ocurrieron después de la elección presidencial fueron una compleja conspiración tramada por elementos sospechosos con el objetivo de crear una ruptura entre el pueblo y el establishment islámico y llevarlo a perder su confianza en el sistema [Vilayat-e faqih]. Semejantes confabulaciones han sido siempre neutralizadas cada vez que el pueblo vigilante ha entrado en escena,” dijo Rafsanyani.
Elogió a Jamenei por extender la acción del Consejo de Guardianes de ampliar el plazo durante cinco días para estudiar temas relacionados con la elección y eliminar ambigüedades. “Esta valiosa acción del líder para restaurar la confianza de la gente en el proceso electoral fue muy efectiva,” señaló Rafsanyani. En una reunión separada con una delegación de miembros del Majlis (parlamento) el jueves, Rafsanyani dijo que su apego a Jamenei es “interminable,” que goza de una relación estrecha con el supremo líder y que cumple plenamente con el Velayat-e faqih.
El sábado, el Consejo de Conveniencia, dirigido por Rafsanyani, llamó a los candidatos derrotados a “respetar la ley y resolver conflictos y disputas [respecto a la elección] a través de los canales legales.” Mientras tanto Mohsen Rezai, candidato de la oposición y ex jefe del Cuerpo de Guardias Revolucionarios Iraníes, y el ex presidente del Majlis, Nateq Nouri, el pilar principal de la política iraní, también se han reconciliado.
Por lo tanto, Mir Hossein Mousavi está aislado. Haciendo caso omiso de los reparos de Mousavi, el Consejo de Guardianes ordenó un recuento parcial de un 10% de las urnas de voto escogidas al azar en todo el país ante las cámaras de la televisión estatal. El recuento confirmó, tarde el lunes, el resultado de la elección del 12 de junio e informó al Ministerio del Interior que “el Consejo de Guardianes, después de estudiar los problemas, rechaza todas las quejas recibidas, y aprueba la exactitud de la 10ª elección presidencial.”
El recuento del lunes mostró un ligero aumento de los votos del presidente Mahmud Ahmadineyad en la provincia Kerman. A Mousavi ahora le queda la poco segura opción de recurrir a la “desobediencia civil” pero no la ejercerá – para consternación de comentaristas occidentales a los que al parecer impresionó como “el Gandhi de Irán.”
Si el pronóstico era que el presidente del Majlis, Ali Larijani, parecía prometedor como potencial líder disidente, también ha sido desacreditado. El lunes, mientras se dirigía a la reunión del comité ejecutivo de la Organización de la Conferencia Islámica en Argel, Larijani atacó la política de EE.UU. de “interferir” en los asuntos internos de países de Oriente Próximo. Aconsejó a Obama que abandonara una política semejante: “Ese cambio será beneficioso tanto para la región como para el propio EE.UU.”
El gobierno de Obama tiene que tomar algunas decisiones difíciles. Obama fue obligado a endurecer su posición por las permanentes críticas y la presión montada por redes de grupos anti-iraníes y poderosos lobbies ocultos dentro del Congreso de EE.UU. y en la clase política – aparte de círculos dentro del establishment de la seguridad que tienen viejas cuentas que saldar con Teherán pero tienen un abominable historial de malinterpretar las vicisitudes de la política iraní.
El cambio de esa posición dura será un proceso difícil y políticamente embarazoso. También requiere mucha habilidad de estadista. El mejor resultado será que Washington haga una pausa y reanude sus esfuerzos por acercarse a Irán después de un intervalo decente.
Parece poco probable que haya un diálogo significativo en las próximas semanas. Mientras tanto, pequeñeces como el rechazo de la visa para la visita a Nueva York del vicepresidente iraní Parviz Davoudi a fin de participar en la conferencia de Naciones Unidas sobre la crisis económica mundial no ayudan. (Davoudi es un propugnador de perspectivas económicas liberales.) Tampoco lo hará la probable decisión de EE.UU. de seguir la ruta de las sanciones contra Irán en la próxima cumbre del Grupo de Ocho en Trieste, Italia, del 8 al 10 de julio. (En mayo, Irán sobrepasó a Arabia Saudí como el máximo exportador de petróleo del Golfo Pérsico a China.)
En suma, el gobierno de Obama ha andado a tientas después de un comienzo magnífico al encarar la situación respecto a Irán. Como argumenta el distinguido político y comentarista Leslie H Gelb en su nuevo libro “Power Rules: How Common Sense Can Rescue American Foreign Policy,” Obama tenía una opción: “utilizar el modelo libio, mediante el cual Washington y Trípoli pusieron todas las cartas sobre la mesa y las intercambiaron de modo extremadamente satisfactorio.”
Irán tomará represalias
El medio regional también sólo puede funcionar en ventaja para Irán. Iraq sigue en un equilibrio peligroso. La suerte de EE.UU. en Afganistán va de una posible derrota a evitar una derrota. Turquía se ha distanciado de la posición europea respecto a los recientes acontecimientos en Irán. Azerbaiyán, Turkmenistán, Afganistán y Pakistán han saludado la victoria de Ahmadineyad. Moscú terminó por concluir que el régimen no estaba amenazado.
China emerge como “ganador” absoluto al evaluar correctamente desde el primer día las corrientes subyacentes de la abstrusa política revolucionaria de Irán. Beijing no había expresado nunca antes tan abiertamente una inquebrantable solidaridad con el régimen iraní, rechazando la presión occidental. Ni Siria, ni Hezbolá en el Líbano y Hamas en Gaza mostraron alguna inclinación de alejarse de Irán.
Es verdad que los vínculos de Siria con Arabia Saudí han mejorado en los últimos seis meses y Damasco saluda las recientes tentativas de acercamiento del gobierno de Obama. Pero lejos de adoptar la agenda saudí o estadounidense hacia Teherán el ministro de exteriores sirio, Walid al-Moallem, cuestionó la legitimidad de las protestas callejeras en Teherán.
Advirtió el domingo pasado cuando las calles de Teherán presenciaban disturbios: “Todo el que apueste a la caída del régimen iraní será un perdedor. La revolución islámica [de 1979] es una realidad, profundamente arraigada en Irán, y la comunidad internacional [léase EE.UU.] debe vivir con esa realidad.”
Moallem llamó a “establecer un diálogo entre Irán y EE.UU. basado en el respeto mutuo y la no-interferencia en los asuntos de Irán.” Igualmente, el éxito de Saad Hariri como recién elegido primer ministro del Líbano – y la estabilidad general del país – dependerá de su reconciliación con rivales aliados con Siria e Irán.
Teniendo en cuenta todas las circunstancias, por ello, ha habido una crisis política en Washington. La paradoja es que el gobierno de Obama tratará ahora con un Jamenei que está en la cima de su poder político en sus dos décadas como supremo líder. En cuanto a Ahmadineyad, negociará ahora desde una posición de fuerza sin precedentes. Casi indiscutiblemente, es una ventaja si el adversario es fuerte para que pueda tomar decisiones duras, pero en este caso la analogía no vale.
Ahmadineyad no dejó casi nada abierto a interpretación cuando declaró en Teherán el sábado: “Sin duda, el nuevo gobierno de Irán tendrá una actitud más decisiva y firme hacia Occidente. Esta vez la respuesta de la nación iraní será más dura y más decisiva” y apuntará a hacer que Occidente lamente su “postura entrometida.” No cabe duda de que Teherán no responderá a través de Twitter.
……….
El Embajador M K Bhadrakumar fue diplomático de carrera del Servicio Exterior de la India. Entre los puestos desempeñados figuran los ejercidos en la Unión Soviética, Corea del Sur, Sri Lanka, Alemania, Afganistán, Pakistán, Uzbekistán, Kuwait y Turquía.
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