Martes, 16 de dicembre de 2008
Ocupación y resistencia en Afganistán
Gara
Siete años después de que ordenara vengar los ataques del 11-S en suelo afgano, el todavía presidente de EEUU, George W. Bush, siguió ayer en Kabul con su periplo de despedida antes de abandonar la Casa Blanca.
Bush concretó como «progreso indudable» que los talibán «ya no están en el poder». Magro resultado para tamaña empresa, menor si tenemos en cuenta que sus antiguos aliados controlan un 70% del país y llevan adelante una ofensiva imparable.
Tras su accidentado viaje de despedida a Irak, el presidente saliente de EEUU, George W. Bush, realizó ayer una visita sorpresa a Afganistán. Cuando faltan escasas cinco semanas para que abandone definitivamente la Casa Blanca -el próximo 20 de enero-, Bush llegó a última hora del domingo a bordo del Air Force One a la base aérea de Bagram, donde fue recibido por el general David McKiernan, comandante de las fuerzas ocupantes de la OTAN en Afganistán. «Estoy orgulloso de estar de nuevo en Afganistán, de estar con las almas valientes que sirven a EEUU», dijo Bush a una representación de los 33.000 soldados estadounidenses destinados en suelo afgano, 15.000 bajo la bandera de la misión «Libertad Duradera» y mando directo de Washington, y 18.000 englobados dentro de la fuerza de la OTAN (Isaf).
Siete años después del inicio de aquella misión -inicialmente bautizada como «Justicia Infinita»- con una campaña de bombardeos que acabó con la retirada talibán, Bush insistió a los soldados en que «gracias a vosotros, los asesinos que querían quitar la vida de norteamericanos en casa han sido llevados ante la Justicia antes de que alcanzaran nuestras costas».
El todavía inquilino de la Casa Blanca se dirigió luego a Kabul, donde se entrevistó con el presidente títere afgano, Hamid Karzai. En su comparecencia conjunta, Bush arremetió duramente contra el movimiento talibán. «En 2001, los talibán reprimían brutalmente al pueblo de este país. Recuerdo imágenes de mujeres apedreadas, de personas ejecutadas en el estadio de fútbol por sus creencias». Añadió que «había un grupo de asesinos que se entrenaban y conspiraban para matar a los ciudadanos de mi país».
En su afán por rememorar tiempos pasados, a Bush se le pasó recordar que los talibán llegaron al poder en 1996 de la mano de su aliado paquistaní y que tuvieron en aquellos primeros años fluidas relaciones con Washington mientras instauraban la Sharia (ley islámica) por todo el país. Tampoco recordó el político tejano que Al Qaeda, ese «grupo de asesinos» que hallaron refugio en suelo afgano, fueron en su día jaleados, armados y financiados por EEUU y sus aliados saudíes y paquistaníes en la lucha contra la URSS en Afganistán y que llegaron a ser glorificados como «libertadores» por uno de sus admirados antecesores, Ronald Reagan.
Otro periodista incómodo
Sin llegar en ningún momento a amenazarle con un zapato como la víspera en Irak, otro periodista que cubría la comparecencia de Karzai y Bush en Kabul espetó a este último que la situación en Afganistán es peor que la que se registraba en 2001. El aludido se apresuró a negar la mayor y aseguró que «las condiciones son indudablemente mejores». Tras insistir en que «el progreso es indudable», Bush se vio obligado a concretar su tesis y para ello se volvió a agarrar a la demonización del poder talibán. «Los talibán trataban brutalmente al pueblo de Afganistán y no están en el poder», señaló.
Escaso consuelo para las organizaciones defensoras de los derechos humanos en Afganistán y para las asociaciones de mujeres afganas, que denuncian que la situación es similar e incluso ha empeorado en estos ámbitos tras el regreso al poder de los «señores de la guerra» en los que se ha visto forzado a apoyarse el Gobierno de Karzai.
Terca realidad
Tergiversar la realidad tiene sus límites hasta para el mismísimo Bush, quien tuvo que reconocer que quedan muchos «retos difíciles» y otros tantos «días difíciles por delante».
Un reconocimiento muy parco, cuando Occidente asume ya oficialmente y por primera vez que los talibán controlan en la práctica el 70% del país y que sus 70.000 soldados ocupantes son a todas luces insuficientes para enfrentar la creciente resistencia armada.
Con semejante panorama, Bush buscó el refugio en consideraciones estéticas -«los extremistas rechazan la belleza de la democracia»- y temporales -«los combates ideológicos llevan mucho tiempo»- para tratar de sortear la creciente dicotomía entre su discurso y la realidad.
Eso sí, reiteró el compromiso de EEUU para permanecer en el avispero afgano y prometió a Karzai que su sucesor en la Casa Blanca, Barack Obama, mantendrá su línea belicista.
El presidente títere afgano, que vive aislado y protegido por personal estadounidense en su refugio de Kabul, agradeció públicamente este compromiso, del que al fin y al cabo depende su vida, política e incluso físicamente. «No dejaremos que la comunidad internacional nos abandone hasta que no seamos fuertes para defendernos y hasta que no hayamos obtenido de EEUU más ayuda económica». Dólares para un buen retiro.
PAKISTÁN
Bush se mostró convencido del apoyo del presidente paquistaní, Asif Ali Zardari, en la lucha de EEUU contra los talibán. Recordó que su esposa, Benazir Bhutto, murió en un atentado atribuido a la insurgencia islamista.
PAKISTÁN
Los transportistas de la región paquistaní de Khyber, principal ruta de acceso a Afganistán, han suspendido el envío de suministros a las tropas de la OTAN desplegadas en el país vecino a causa de la preocupante situación de seguridad.
atentado
Siete miembros de una misma familia yazidí fallecieron en la noche del domingo al lunes en Sinjar, en el norte de Irak, en un hecho atribuido a una venganza tribal. Un oficial de Policía explicó que «hombres armados entraron en la casa y mataron a sus ocupantes».
ataque kamikaze
Ocho policías iraquíes murieron y diez resultaron heridos en un ataque kamikaze en el oeste de Bagdad. Otros tres civiles fallecieron cuando un coche bomba conducido por un suicida se empotró contra un puesto de control en Jan Dari.
«Un beso de despedida en nombre de las viudas y los huérfanos»
Ulemas, intelectuales, científicos y abogados iraquíes expresaron su apoyo al periodista detenido el domingo en Irak por arrojar sus zapatos contra el todavía presidente estadounidense, George W. Bush, y llamarle «perro».
«Tirar zapatos a la cara de Bush es la respuesta normal y adecuada a todo lo que este criminal y su pandilla de asesinos han cometido contra el pueblo iraquí», afirmaron.
Aseguraron también que están dispuestos a crear un equipo de abogados defensores para conseguir la liberación de Muntazer al Ziadi, reportero del canal de televisión iraquí Al Bagdadía con sede en El Cairo. Durante una rueda de prensa ofrecida por Bush y el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, se levantó del asiento y tras gritar «éste es el beso de despedida, perro», lanzó sus dos zapatos contra el mandatario estadounidense, que bajó la cabeza y esquivó el golpe. «No sé qué causa defendía. En absoluto me sentí amenazado. No sé lo que dijo el joven, pero sí vi la suela de su zapato», dijo en tono de broma.
En declaraciones a los medios, Udai al Ziadi explicó que su hermano «no cometió ningún crimen, sino que fue el mal comportamiento de los soldados de Estados Unidos lo que le condujo a tirar los zapatos». Denunció que todavía no saben nada sobre su paradero ni sobre quiénes lo detuvieron. Udai y su familia han abandonado el domicilio por temor a que el Ejército de EEUU los arreste.
Originario de la región de Nassiriyah, en la actualidad al Ziadi reside en la capital, donde en noviembre de 2007 fue secuestrado por desconocidos y retenido durante una semana. En Bagdad, en Basora y en la ciudad santa chií de Najaf, cientos de personas se manifestaron en apoyo del periodista.
La cadena Al Bagdadía exigió su inmediata puesta en libertad «de acuerdo con la democracia y la libertad de expresión que el nuevo régimen y las autoridades de Estados Unidos prometieron al pueblo iraquí». «Cualquier medida adoptada en su contra será considerada como la obra de un régimen dictatorial», resaltó en un comunicado. El sindicato de periodistas tunecinos también se sumó a esta reclamación.
Según explicó a AFP el abogado Tareq Harb, si al Ziadi es acusado de «insultos» a un jefe de Estado, podría ser condenado a dos años de prisión. Si la imputación es «tentativa de asesinato contra un jefe de Estado», podrían caerle hasta 15 años.
Varios parlamentarios egipcios de distintas tendencias políticas y miembros de Hizbulah calificaron de «héroe» al reportero. El grupo chií libanés subrayó que los zapatos lanzados contra Bush «son un beso de despedida en nombre de las viudas, los huérfanos y las personas asesinadas en Irak».
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