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31 octubre 2008

FFMM con patente de corso para matar

FFMM con patente de corso para matar
Por:Johnson Bastidas

Las fuerzas militares colombianas superan en su grado de criminalidad a todas las FFMM del cono sur, que gobernaron bajo dictaduras a algunos países latinoamericanos. Dos aspectos estructurales explican esta política de estado, uno la visión “del enemigo interno” y dos “la Justicia penal militar y el fuero militar”.

Hasta la saciedad, la derecha colombiana y sus áulicos han acusado a la izquierda colombiana de anacrónica, por no haber renunciado a sus ideas, después de la caída del muro de Berlín y de la desintegración de la URSS. Pero, si de anacronismos se trata, éstos tenemos que buscarlos en la derecha colombiana que se quedó suspendida en el tiempo, con su visión maniqueísta de dividir el mundo entre buenos y malos colombianos. Los buenos, los cultures del bipartidismo, y del neoliberalismo económico, los malos, los revolucionarios, los demócratas, los no resignados al pensamiento único, los que no creen que el hombre se reduce a su visión instrumental de Hommos Economicus. Con ese simplismo para ver la realidad, se sustento la visión del “enemigo interno” y eso justificó la muerte del otro, del opositor político. Esta visión no es posible sin una clase oligárquica militarista, que desde tiempos inmemoriales, impuso la guerra al pueblo colombiano. Contrario a cómo se presentan y pregonan, la derecha colombiana se quedó en la guerra fría, expresado en el militarismo criollo y en la últimas cinco generaciones de militares que no han olvidado las cartillas de la escuela de las Américas.

Hasta la saciedad hemos denunciado que “la justicia penal militar y el fuero militar” son un adefesio bajo un régimen militarista como el colombiano. Ejemplos tenemos muchos, empíricamente, lo que hemos visto es que, quien ordena una masacre e inventa positivos es muchas veces el juez natural de sus subalternos, pues la justicia penal militar contempla que el juez natural, en un proceso contra los militares será su superior jerárquico en la unidad militar. Cualquier leguleyo, diría que son juez y parte y tiene razón. En ese sentido, una masacre o una desaparición de personas, es bajo esta óptica un acto de servicio. Esta patente de corso a los militares, es necesaria bajo un régimen narcoparamilitar, que busca concentrar más la riqueza borrando todo indicio de oposición política.

Estos dos elementos estructurales nos permiten afirmar sin temor a equívocos que la llamada a calificar servicios de 27 militares, no resuelve el problema de la violación sistemática de los DDHH en Colombia, y que contrario a lo que muchos piensan, el régimen pretende anotarse un nuevo positivo, lo que no es más que un show mediático que esconde varias cosas, veamos:

La propuesta del régimen narcoparamilitar para resolver el conflicto social, político y armado, es la salida militar. Como es obvio, esta no es posible sin militares, pero ante la evidencia de los hechos, el gobierno debe mostrar que se deslinda de los militares y sus practicas macabras, cuando en realidad desde los altos funcionarios del Estado, se hace apología a “borrar” del mapa a los opositores, considerados terroristas bajo la óptica de la seguridad democrática. Los 27 militares, más allá de su compromiso con la violación de los DDHH, son ni más ni menos chivos expiatorios, para salvar a la cúpula del régimen. Hace pocos días, ante la magnitud de la protesta indígena, Uribe volvió a estigmatizar, a dar patente de corso para justificar la represión y muerte de los indígenas, la acusación temeraria de la supuesta infiltración insurgente, no es un hecho casual, es una política de Estado.

El retiro de los militares demuestra que, ya no son sólo manzanas podridas que podían contaminar las otras, sino que estamos ante muestras tangibles del compromiso institucional de las FFMM- léase el Estado- con las violaciones de los DDHH. Si de verdad, la política es sanear las FFMM de los militares asesinos y comprometidos con la violación de los DDHH, lo más seguro es que, el ejercito colombiano queda desmantelado. Ante esto, dónde están los responsables políticos de esta política de Estado. Porqué, estos hechos graves, no le cuesta el puesto al ministro de defensa, al comandante del ejercito y porqué no decirlo, al comandante en jefe de estos 27 militares despedidos.

Creo que asistimos, con éste retiro masivo de militares, al segundo acto de la futura defensa de Uribe, ante la Corte penal internacional. [ el primero, fue la extradición de algunos jefes paramilitares a los EEUU] Este hecho será mostrado -a corto o largo plazo- como la prueba irrefutable del compromiso del Narcopresidente con los derechos humanos. En últimas, un Poncio Pilatos criollo.

Con éste retiro de militares, el régimen Uribista pretende hacerse aprobar el TLC, es una señal de humo a la futura administración de Obama.

Esta jugada política, nos puede sugerir que el Narcopresidente siente pasos de animal grande, ante el cambio de administración estadounidense, la hipótesis podría ser que Uribe, no es la ficha de Washington para el futuro y que ante éste escenario posible, Uribe quiere mostrarse más papista que el papa. La pregunta es, cuál es el hombre de Washington para las próximas elecciones? Amigo/a lector/a, si piensa en Juan Manuel Santos usted puede estar cerquita de la respuesta, aunque la bola de cristal no ha enviado todavía su implacable veredicto.

Los militares retirados han sido victimas de la soledad Uribista en el poder, Uribe ya esta gritando pasito, o como se dice en los juegos de azar, está cañando sin tener ningún AS. Uribe dejó de gobernar hace rato, como quedó demostrado en la multitudinaria marcha indígena. Fuentes muy serias consultadas por éste columnista, han tenido acceso a información privilegiada, según la cual, los gremios de industriales del Valle presionaron para que Uribe no se reuniera con los indígenas. “Como se le ocurre darle interlocución a los indígenas y cortadores de caña” fue el argumento clave, que explica la silla que Uribe dejó vacía ante el reclamo de los indígenas. De allí que Uribe mismo insistiera en dialogar primero en Popayán. Los industriales y la oligarquía vallecaucana gritaron a voz encuello, porque su “Cali linda, Cali bella” se les llenó de indígenas. Otro hecho nada banal, es que un sector importante de los gremios del valle ven con malos ojos la firma del TLC, pues consideran que no están preparados para competir con las mercancías gringas. Otro hecho, tampoco nada banal, es que la clase política vallecaucana quiere que el gobierno central le devuelva, el botín burocrático de las empresas municipales de Cali EMCALI, empresa intervenida por el Estado en aras de su privatización.

El único sector, donde todavía Uribe encuentra áulicos y aliados, es por los lados de Antioquia, pero ni tan así, porque – hemos sabido de fuentes serias- que éstos se han reunido en los últimos meses y el resultado es: los industriales creen que, es posible que un industrial antioqueño sea el próximo presidente de Colombia, cada uno se ha comprometido con una cifra para financiar la futura campaña. Qué los detiene a dar el paso? Que significaría dejar a Uribe votado en la carretera que lo conduce a la corte penal internacional, primero, las altas posibilidades de que Colombia caiga en recesión económica, ellos no quieren cargar con ese muerto. Segundo, Uribe les cumplió haciendo las pases con Chávez, recordemos que desde Antioquia se dirigen las inversiones más importantes que Colombia tiene en Venezuela. Con todo, éstos aliados Uribistas no saben de lealtades.

Todo esto indica, que el pueblo colombiano tiene grandes perspectivas si se moviliza y si expresa en las calles su descontento contra el modelo económico, contra el terrorismo de Estado, contra la degradación moral del régimen, contra esa oligarquía mafiosa, paramilitar y corrupta que rige los destinos del país.

Para terminar, esta “jugada maestra” del Uribismo, al retirar a unos cuantos militares, no es más que “patadas de ahogado” de un cadáver político, inflado a punta de encuestas. La realidad es que el pueblo colombiano debe darle en las calles, la estocada final al régimen, hasta que el Narcopresidente Uribe se refugie en la embajada de los EEUU o en la Embajada Italiana, -vaya uno a saber-, o la que le quede más cerquita al palacio de Nariño.

Mientras tanto, que estarán pensando los militares, quizás, que son instrumentos de unos políticos ineptos, que por salvar su pellejo los echan cuando soplan los malos vientos, estonces de “que vale defender la democracia maestro”, se estarán preguntando los 27 con la imagen fantasmagórica de un Arias Cabrales esposado y la del General Mario Montoya frente al polígrafo respondiendo por la masacres de Medellín.


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