El discurso del presidente Hugo Chávez.
Ricardo Abud
Las palabras expresadas en el discurso por el presidente Chávez en estas dos últimas semanas, han sido muy reconfortantes. Un discurso ponderado con el momento político que vivimos, sin dejar de ser un alerta para todos los que creemos en la Revolución bolivariana.
La reflexión y la espiritualidad han sido los marcos en que se han movido sus palabras, un insuperable llamado a la UNIDAD y al desarrollo espiritual de las concepciones que mueven y propulsan este nuevo modelo de sociedad participativa. La conciencia como el núcleo que configura un proceso en pleno auge. Muchas horas para tratar de explicar una conceptualidad que se disputa por erradicar el dispendio colectivo con que algunos pretenden manejar nuestra Revolución.
El clamor al estudio del conocimiento que marca distancia entre lo nuevo y lo viejo, premisas aceptables como trasformadoras de una sociedad solidaria, colectiva, en procura por alcanzar el bienestar total. Muchos han entendido el bienestar en términos materiales, contrarios a la propuesta que nos brinda el Presidente desde su alma. No se ha aprendido a saborear la riqueza del espíritu. El equilibrio entre lo bueno y lo malo, entre lo necesario y lo innecesario. Fallas que sólo podemos corregir nosotros mismos.
Durante décadas hemos sido programados con una suerte de adicción a medir nuestro bienestar de acuerdo a lo que poseemos, una tesis material que hoy golpea al mundo globalizado. Nos hemos dispersados en programar un futuro lleno de muchos bienes materiales, olvidando las cosas más importantes de nuestro presente: el amor, como la raíz motora de nuestra riqueza espiritual. No estamos captando el mensaje del líder, nuestro egoísmo nos conduce al despeñadero y nos profundiza en el más oscuro camino del eventualismo político, una caída sin regreso. La manecilla del tiempo se nos escapa.
El balance del discurso presidencial, más que emotivo, debe estar arraigado a profundas enseñanzas del conocimiento que nos trasmite el líder, una batalla por darnos elementos para accionar en esta lucha por las ideas (desarrollo espiritual).
El uso correctivo propio de la crítica y la autocrítica, lo etiquetamos en una suerte de paradigma contrarrevolucionario, menospreciado como herramienta un arma tan elemental en la discusión. La noesis de Hugo Chávez, más allá de ser una expresión intuitiva, se trasforma en empírica, arrastrando un mensaje infinito de sapiencia política, de dominio, de premonición de ideas, de tesis que aun no se consuman, concretando la universalidad del pensamiento revolucionario.
La falta de promoción y discusión del discurso de nuestro Presidente nos envuelve en un conformismo intelectual del cual no queremos salir. Se nos hace difícil captar el mensaje, o simplemente, no lo entendemos. La disparidad de criterios y la arrogancia ideológica con que se desenvuelven ciertos “líderes” no permiten el acceso a la información, vetándonos por partida doble. Medios golpistas provocando un proceso de miedo y locura colectiva por un lado, y por el otro, medios alternativos y del Estado venezolano cercenando la discusión de las ideas. No hay plena difusión del mensaje.
El desarrollo del espíritu tiene que ser movido por fuentes que se ubican en un pasado no muy lejano. La memoria, como inspiración hacia el recuerdo de una sociedad totalmente excluyente y minada de vicios que desataron una hipertrofia social muy grande, la muerte del espíritu y la sumisión del alma a los placeres vanos del neoliberalismo. Viajar a través del túnel del tiempo (memoria) y revivir políticamente esos recuerdos, nos mostrará el camino filosófico que debemos instaurar en nuestro nuevo modelo de sociedad. El poder popular como elemento fundamental del desarrollo y de inclusión.
NO HAY NADA MÁS EXCLUYENTE QUE SER POBRE.
Pátria, Socialismo o Muerte…
Venceremos.
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