¡El anticomunismo quiere manipular el futuro de los pueblos!
La reciente iniciativa del grupo socialista en el Parlamento Europeo sobre la necesidad de lo que han denominado ³condenar los crímenes de los regímenes totalitarios², que iguala fascismo y comunismo y ha sido apoyada por las fuerzas conservadoras del Presidium, es una continuación del ³memorando anticomunista² titulado ³Sobre la necesidad de condena internacional de los regímenes comunistas totalitarios².
La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa ya había intentado aprobar este memorando. La histeria y psicosis anticomunista dan pasos cualitativamente superiores.
El calificar la ideología comunista y la lucha de clases como un crimen tiene como objetivo no sólo atacar a los comunistas, sino que se dirige contra todos los pueblos y sus movimientos.
La meta de los anticomunistas es una opción basada en la estrategia imperialista global y es componente esencial de esta estrategia. El giro hacia este crudo y abierto anticomunismo anticipa un nuevo ciclo de medidas reaccionarias contra los derechos sociales y democráticos de los pueblos y el inicio de un nuevo ciclo de guerras. La histeria anticomunista que está utilizando mentiras y persecuciones trata de golpear a las fuerzas de resistencia y de contraofensiva popular.
Su objetivo directo es el de aplicar la presión ideológica sobre los partidos comunistas que coherentemente defienden los principios de la lucha de clases y luchan contra el imperialismo bajo la guía de la teoría del socialismo científico-comunismo.
Al demostrar esta histeria anticomunista, los imperialistas admiten que necesitarán nuevas medidas de represión porque ahora, casi 20 años después del derrocamiento del sistema socialista en Europa, han descubierto que las toneladas de tierra que habían echado encima del socialismo no son suficientes. Ahora se dan cuenta de que han obtenido resultados miserables y que la ideología comunista y el socialismo siguen y seguirán siendo de interés e inspiración de millones de trabajadores.
Tratan de desacreditar al socialismo del siglo XX y al movimiento comunista, anuncian medidas represivas que pueden ser utilizadas retroactivamente contra los comunistas, que lucha por un nuevo mundo, mientras al mismo tiempo absuelven a quienes apoyaron al nazismo y colaboraron con él.
Reescriben la historia de forma desafiante, igualando a los héroes y a los criminales.
Su principal objetivo son los partidos comunistas, comunistas que viven y luchan bajo duras condiciones en los antiguos países socialistas. Su intención es acabar con la memoria colectiva de millones de trabajadores que hoy tienen la oportunidad de comparar por sí mismos el presente y el pasado.
Ya hoy en los estados bálticos, países miembros de la UE, los partidos comunistas están prohibidos y decenas de militantes están siendo castigados de diferentes formas, mientras los mismos gobiernos honran y dan medallas a quienes colaboraron con los nazis y construyen monumentos que glorifican el fascismo.
Los anticomunistas demuestran su odio y las intenciones del imperialismo en relación a aquellos países donde los partidos comunistas están en el poder: tratan de detener los procesos políticos positivos y el despertar de los pueblos en América Latina, en Venezuela, en Bolivia.
Estamos orgullosos de la historia del movimiento comunista internacional; de su apoyo a los pueblos y a sus movimientos. Estamos orgullosos del internacionalismo proletario, y opinamos que sólo la clase obrera tiene derecho a revisar críticamente nuestras actividades y nuestra construcción del socialismo.
La violenta propaganda anticomunista hace referencia al denominado ³período estalinista², período en el que se creó la base de la construcción socialista, en condiciones de asedio, acoso interno y sabotaje, que intentaban reducir y derrotar la lucha por el establecimiento del poder de los trabajadores. Legaliza la contrarrevolución y lanza varias calumnias sobre la revolución. El imperialismo trata de obligar a los pueblos a abandonar el uso revolucionario de la fuerza, para poder él utilizar la violencia capitalista sin restricciones.
Las naciones han defendido importantes revoluciones capitalistas que han hecho avanzar a la humanidad. Defendieron las revoluciones socialistas-proletarias (Comuna de París, Revolución de Octubre, etc.). La historia ha demostrado que la presión y las formas del uso revolucionario de la violencia dependen, en primer lugar, del nivel y forma de resistencia de aquellas clases que han sido derrocadas.
Durante la II Guerra Mundial, los pueblos del mundo derramaron nuevamente su sangre en el proceso de oponer a la violencia de la injusticia la violencia del que lucha por la justicia. Castigaron a aquellos que colaboraron con los ocupantes, y hoy somos testigos de la creciente lucha contra la denominada ³legislación², así como contra las leyes e instituciones que establecen y garantizan la injusticia contra la clase trabajadora y otros grupos de la población.
Los trabajadores y los jóvenes deben lucha contra cualquier acción encaminada a manchar el socialismo. Sólo los pueblos tienen derecho a juzgar el socialismo no los imperialistas que lo han combatido por todos los medios a su alcance. Éstos no están interesados en un verdadero aprendizaje de las lecciones sobre los errores, fallos y decisiones incorrectas que se tomaron en este camino justo, pero difícil y sin precedentes, en la historia humana.
Les gustaría que la gente no supiera nada, sobre todo la gente joven. Les gusta poner obstáculos en el camino hacia el socialismo porque saben que es la única respuesta real y muy necesaria a la barbarie capitalista.
Tratan de perseguir no sólo las ideas. En primer lugar persiguen la lucha comunista y de la clase obrera. Las ideas y la lucha están inseparablemente unidas.
El hecho de que la histeria anticomunista está siendo activamente apoyada por los socialdemócratas y ³comunistas mutados² sólo confirma que la lucha contra el imperialismo sólo puede tener éxito y ser efectiva en la medida en que esté ligada a la lucha contra el reformismo y el oportunismo.
El reflejo del anticomunismo y la agresividad imperialista como un todo exige un fortalecimiento global de los trabajadores y el movimiento comunista, la reorganización del movimiento comunista internacional, la coordinación de las acciones comunes con fuerzas antiimperialistas basadas en ideas concretas.
La clase obrera y otros sectores de la población están interesados en derrotar la histeria anticomunista que se está generando para manipular su futuro.
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