Los recortes en la ayuda humanitaria agravan la situación de los refugiados iraquíes
Suha Philip Ma’ayeh
The National
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
La cola en el centro de distribución de ayuda en Zarqa se extendía por toda la calle; en medio de ella, Narjas Assem espera pacientemente su paquete de comida junto a las docenas de depauperadas familias iraquíes que, al final de cada mes, llegan masivamente a ese centro situado en el noroeste de Jordania.
Después de una larga espera, la Sra. Assem, madre de tres niños, muestra a los voluntarios que trabajan en el centro su tarjeta del ACNUR (siglas en inglés de la Alta Comisión de Naciones Unidas para los Refugiados), en el que se indica su estatuto de refugiada, que le hacen entrega de una caja marrón que contiene un saco de arroz, azúcar, leche, lentejas, latas de atún y otros productos alimentarios básicos.
También recibe un paquete de productos para la higiene que incluye dos tubos de pasta dental, jabón, detergente y compresas. Y lo más importante, se le entrega una cantidad de dinero en efectivo de 210 $USA (770 dinares).
“ Es un día de alegría para nosotros cuando recibimos los paquetes y el dinero”, dijo la Sra. Assem. “La última vez compré plátanos para mi marido, que estaba en el hospital. Su nivel de potasio es bajo y necesita alimentarse bien”.
Para la Sra. Assem, de 43 años, que tiene un marido diabético y tres niños a los que alimentar, la ayuda del programa del ACNUR es su único medio de supervivencia.
En Zarqa, al igual que en otros lugares, el ACNUR coopera con las ONG locales para proporcionar ayuda a los iraquíes que están en situación de mayor vulnerabilidad por haber tenido que desarraigarse de su patria a causa de la guerra.
La inmensa mayoría de refugiados en Siria y Jordania son dependientes de la ayuda sanitaria, alimentaria y financiera que se les pueda prestar.
El pasado mes, en Jordania, según la agencia de las Naciones Unidas, más de 30.000 refugiados iraquíes recibieron ayuda alimentaria y casi 19.000 atención sanitaria subvencionada, mientras que en Siria, más de 128.000 refugiados iraquíes recibieron ayuda alimentaría y cerca de 40.000 atención sanitaria subvencionada.
Pero todo eso puede cambiar porque el ACNUR, que se enfrenta a una financiación muy precaria, declaró este mes que corren el peligro de tener que cancelar muchos de sus programas de asistencia. En enero, el ACNUR pidió 261 millones de dólares USA para sus operaciones en favor de los 4,7 millones de personas desarraigadas por el conflicto de Iraq, pero tan sólo recibió 134 millones. Se teme que la reducción de los programas de distribución en ambos países hará que se extienda la desnutrición.
“Esta es la única ayuda que conseguimos”, dice la Sra. Assem, que se angustió mucho al oír que la agencia podría reducir su asistencia. “Si nos la quitan, mis niños tendrán anemia. Tendremos que vivir como vagabundos”.
Intissar Edwan, coordinadora de la Alianza Nacional Jordana para la Lucha contra el Hambre y la Promoción de la Seguridad Alimentaria, organización socia del ACNUR en el programa de reparto de ayuda, dijo que su teléfono no paraba de sonar en cuanto se retrasaba la distribución de alimentos, aunque fuera un solo día. “Los iraquíes esperan día a día el paquete de comida”, declaró. “Me llaman para decirme que no les queda nada”.
Sin medios para conseguir ingresos, la Sra. Edwan dijo que las familias iraquíes dependen completamente de la ayuda. “Si la cortamos, no van a poder sobrevivir; la situación será desastrosa”, dijo, añadiendo que el grave aumento sobrevenido en los precios de los alimentos en Jordania, y en muchos más lugares, está exacerbando la situación.
Se estima que hay entre 500.000 y 750.000 iraquíes viviendo en Jordania y que el ACNUR tiene registrados 54.000 iraquíes que buscan asilo desde los primeros años de la década de 1990. La mayoría tienen el visado caducado y en esa situación no se les permite trabajar. Hay muchos refugiados graves problemas financieros y cada vez se les hace más difícil sobrevivir en un país donde la inflación subió un 11% en el primer trimestre del año, la más alta en dos décadas.
El aumento global en los precios de los alimentos no ayuda precisamente. El precio de los productos lácteos y de los huevos subió un 31% en el primer trimestre de este año, y la fruta subió un 23,4%, si se compara con el mismo período del pasado año. El azúcar subió también un 2,7%.
“ Estamos siendo doblemente golpeados, no sólo por el incremento del coste de los alimentos que proporcionamos y de las necesidades básicas para una familia en particular, sino que ahora hay más familias que se acercan a pedir ayuda a causa de los altos niveles del índice del coste de la vida”, declaró este mes al The Jordan Times Imran Riza Riza, representante del ACNUR en Ammán.
Hakima Husseini, una viuda de 29 años y madre de tres niños, vive en un destartalado hotel en el centro de Ammán, donde un amigo le paga los 7 $USA diarios que cuesta la habitación.
Hakima es otra refugiada que depende casi enteramente de lo que le proporciona el ACNUR. “Mis niños sólo tenían pan para cenar anoche y hoy no teníamos nada para desayunar”, dijo la Sra. Husseini, cuyo marido murió asesinado hace cuatro años en Iraq. “Nadie nos ayuda, he intentado contactar con el ACNUR para pedir socorro, pero hasta ahora no he conseguido que me atienda nadie”.
In english:
Aid shortage to hit Iraqi refugees
Suha Philip Ma’ayeh, Foreign Correspondent
AMMAN // The queue at the aid distribution centre in Zarqa backs out onto the street, where Narjas Assem waits impatiently for a food package, along with dozens of impoverished Iraqi families who arrive at the centre in north-western Jordan in droves at the end of each month.
After a long wait, Mrs Assem, a mother of three, shows the volunteers her UN High Commission for Refugees (UNHCR) card, signalling her status as a refugee, and is handed a brown box containing a sack of rice, sugar, milk, lentils, tins of tuna and other basic food items.
She also receives a hygiene kit that includes two tubes of toothpaste, soap, washing detergent and sanitary pads. On top of that, she is handed a cash stipend of US$210 (Dh770).
“When we receive the packages and the money, it is a day of joy for us,” Mrs Assem said. “Last time I bought my husband bananas when he was in hospital. His potassium is low and he needs to eat well.”
For Mrs Assem, 43, who has a diabetic husband and three children to look after, the aid from the UNHCR assistance programme is her only means of support.
In Zarqa, like elsewhere, the UNHCR co-operates with local non-governmental organisations to provide aid to the most vulnerable Iraqis who were uprooted during the war.
The vast majority of refugees in Syria and Jordan depend on medical, food and financial assistance.
Last month in Jordan, more than 30,000 refugees from Iraq received food assistance and almost 19,000 received subsidised medical care, while in Syria, more than 128,000 Iraqi refugees received food assistance and close to 40,000 received subsidised health care, according to the UN agency.
But that could all change as the UNHCR, facing a shortage in funding, said this month that many of its assistance programmes run the risk of closure. In January, the UNHCR appealed for US$261 million for its operations on behalf of some of the 4.7 million people uprooted by the conflict in Iraq, but so far it has received only US$134m. It is feared the downsizing of distribution programmes in both countries will lead to widespread malnutrition.
“That’s the only aid that we get,” said Mrs Assem, who was distraught at hearing the agency might reduce its assistance. “If we are cut off, my children will suffer from anaemia. We will live like vagabonds.”
Intissar Edwan, co-ordinator of the Jordanian National Alliance for Combating Hunger and Enhancing Food Security, a distribution partner of the UNHCR assistance programme, said her phone does not stop ringing when food distribution is delayed, even by a day. “Iraqis wait day-by-day for the food package,” she said. “They call me and say we have run out of food.”
With no means of income, Ms Edwan said many Iraqi families were completely dependent on aid. “If they are cut off they cannot survive; the situation will be disastrous,” she said, adding that the sharp increase in food prices that has swept Jordan and elsewhere is exacerbating the situation.
Between 500,000 and 750,000 Iraqis are estimated to be living in Jordan, with 54,000 Iraqis registered with the UNHCR as asylum seekers since the early 1990s. The majority have overstayed their visas and are thus not permitted to work. Many are struggling financially and find it increasingly difficult to make ends meet in a country where inflation hit 11 per cent in the first quarter of the year, the highest in two decades.
Rising global food prices have not helped. The price of dairy products and eggs increased 31 per cent in the first quarter of this year, and fruit rose by 23.4 per cent compared to the same period last year. Sugar also went up by 2.7 per cent.
“We are being doubly hit because not only is there an increase in the cost of providing food and basic necessities to a particular family, but now there are more families approaching us in light of the rising cost of living,” Imran Riza Riza, the UNHCR representative in Amman, told The Jordan Times this month.
Hakima Husseini, a 29-year-old widow and mother of three, lives in a rundown hotel in central Amman, where a friend pays her US$7 daily room rate.
She is another refugee who is almost completely dependent on what the UNHCR provides.“My children had bread for dinner last night, and today we do not have any food for breakfast,” said Mrs Husseini, whose husband was killed four years ago in Iraq. “Nobody is helping us, I have tried to reach the UNHCR to get help, but until now I haven’t heard anything.”
smaayeh@thenational.ae
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