Nada es imposible
(Más allá de lo circunstancial)
Michel Balivo
Tal vez muchas de las cosas que afirmo en mis artículos, pese a que resuenan en nuestra sensibilidad común, como seres humanos que inevitablemente somos, pueden parecer hermosos pero irreales e imposibles sueños, dentro de la coyuntura histórica que nos toca en suerte vivir. Por ello, pese a que lo que intento compartir es experiencia de vida para mi, nunca escatimo ejemplos.
Comenzando por el comienzo, resultaba inimaginable para las ideologías y manuales en boga que una revolución fuera democráticamente propuesta e impulsada por un presidente y su gabinete. Igual de inconcebible que un indio aymará ganara la presidencia en Bolivia. Es decir que comenzaran a aparecer gobernantes sensibles, que fuesen expresión fiel de sus pueblos.
Dadas las condiciones del modelo socioeconómico global imperante, que los gobernantes sin importar de cual clase social provengan sean sensibles a sus pueblos, (lo cual rompe una vez más los manuales y recetas), implica que sean nacionalistas, antiimperialistas, que tengan una visión y un sentimiento humanitario, solidario.
Es de suponer que hace nueve años cuando el presidente Chávez comenzó a proponer los proyectos de Petrosur, Petrocaribe, Alba, Telesur, Gasoducto del Sur, Banco del Sur, Unasur, etc., gobernantes y diplomáticos lo observaran con esa misma mirada mezcla de compasión y escepticismo, a la que por lo general llamamos sensatez, sentido común, realismo.
Sin embargo, terminamos de presenciar virtualmente, la firma del acuerdo para la fundación del Banco del Sur por los presidentes de siete países sudamericanos. Más allá del hito histórico en cuanto arquitectura económica continental y multipolar que este acontecimiento implica, pudimos escuchar la alegría, la fe, el agradecimiento, la camaradería entre estos gobernantes.
La otra cara de este “imposible logro” son todas las presiones que han debido superar para poder llegar a esta instancia. Es esa otra escena que queda virtualmente fuera de las cámaras, la que justifica la creciente coincidencia y amistad de los gobernantes que han debido enfrentarla e irla superando para poder ahora realizar este paso histórico inédito.
Porque el naciente Banco del Sur, aunque no lo desee, es una reacción a la condición hegemónica que impone el FMI y el BM, así como todos los organismos internacionales que controlan el flujo global de capital, bienes y servicios. Y por tanto ha de movilizar inevitablemente una contra reacción de los intereses que apunta a afectar y reorientar.
Estamos acostumbrados a pensar la realidad por casilleros, como cosas o eventos separados. Cuando en la realidad de las relaciones y los hechos, todo está implicado estructural y simultáneamente, y no hay un solo paso que puedas dar sin afectar intereses, que a la corta o a la larga implican a la totalidad del modelo.
Estamos habituados a mirar el mundo tal cual como lo pensamos. Y entonces hablamos de economía, política, cultura, sociedad, religión, como si fuesen entidades separadas y distintas. ¿Cómo podrían ser entidades separadas cuando son concepción y manifestación del ser humano en el mundo? ¿Acaso el ser humano anda en pedazos por el mundo?
¿Acaso una sola cosa de las que el ser humano hace o expresa, deja de afectarlo de un modo u otro, en mayor o menor profundidad, a mayor o menor velocidad, intensidad? Pero volvamos a los ejemplos para no quedarnos atrapados en abstractas preguntas y respuestas. ¿Creen uds. que si Bolívar no hubiese avanzado en la liberación y expulsión de los invasores de todo el continente, hubiese sido posible aquella independencia?
Es evidente que las fuerzas imperiales se hubiesen reagrupado y hecho fuertes en el resto del territorio y lo hubiesen vuelto a conquistar. ¿Hubiese sido posible la liberación de todo el continente si no hubiese resonado la misma sensibilidad e ideas-fuerza en toda esa geografía?
¿Hubiese sido incluso necesaria la lucha libertadora de independencia, si los conquistadores hubiesen tratado humanamente a los conquistados, integrándolos en la naciente sociedad, aportando todo su conocimiento y tecnología para el bienestar de todos?
Llamamos conquistadores e imperialistas a los que imponen por uno u otro medio su modelo social. Y un modelo social implica inevitablemente la imposición cultural, religiosa, económica, tecnológica, etc. Cuando impones un modelo, violentas inevitablemente otro modelo, violentas los hábitos y las creencias configuradas que no son sino las personalidades.
Por lo cual la reacción de esa inercia acumulada generacionalmente ha de sobrevenir tarde o temprano. Porque la imposición no es algo estático, sino que como todo lo viviente se acumula y concentra cada vez en menos manos, generando cada vez mayor sufrimiento e insatisfacción. ¿Hasta dónde puede tolerar el ser humano esta situación creciente? ¿Somos acaso robots o discos duros programables?
A medida que las instituciones sociales imponen más y más reglas a la subjetividad, crecen en su seno las manifestaciones y luchas de todo tipo. Estas luchas no son sino las puntas del iceberg que a ciclos mayores se convierten en o se muestran como luchas libertadoras, revolucionarias, intentos de cambio de modelo social.
Y en la imposición de un modelo que se ha vuelto global, la revolución no puede ser sino un cambio de paradigma continental camino de uno mundial. En la imposición de un modelo social cuyas instituciones prácticamente han pretendido erradicar la subjetividad robotizándonos, la revolución no puede sino ser un avance de la humana subjetividad, sensibilidad, sobre esas creencias y hábitos que esclavizan, paralizan su dinámica, su vitalidad, su creatividad.
Por lo cual en esencia, más allá de la inmediatez de las luchas circunstanciales, lo que está en juego es si realmente la conciencia, la sensibilidad humana, es como la han querido concebir, una cosa más del entorno natural, una pieza más de la maquinaria universal, que se desgasta, se pone o se saca, se reemplaza.
En la práctica esta lucha se escenifica ante nuestras incrédulas y sorprendidas miradas, como un poder virtual en manos de élites nacionales e internacionales, que nos bombardean sin descanso todo el santo día ideológicamente, con un mundo y unas intenciones que no existen sino en y para sus intereses y privilegios.
Hoy estamos al tanto de que se invierten cuantiosas cantidades de dólares para infiltrar todas las líneas de la revolución. No hay institución pública ni privada, incluyendo las indígenas, los consejos comunales y las misiones, donde no se ideologice y preparen focos para la reproducción de ideología y alteración del orden y la gobernabilidad.
De este modo se estudian y reproducen las legítimas luchas de resistencia del pueblo para reclamar sus derechos, pero ahora impulsadas y financiadas por el capital, creando y reproduciendo focos de alteración mediante el bombardeo mediático, allí donde no los hay. Pero también a través de las iglesias se lleva un mensaje de amor, reconciliación, compasión a los barrios, apuntando a confundir la sensibilidad de la gente simple. Se infiltran las universidades y se promueven líderes en la revista Play boy. Se juega al desabastecimiento. Se apropian de todos los símbolos de la revolución y ya no se sabe que es qué ni quien es quién.
Llevamos años, décadas escuchando hablar de técnicas subliminales de control cerebral. Pero hoy en Venezuela las estamos sufriendo en carne propia. Miles de personas víctimas de esa estimulación audiovisual, reaccionan instintivamente a situaciones virtuales inexistentes, como si las estuviesen violando, robando, conduciendo a campos de concentración Como si estuviesen siendo invadidos por los nazis o por el fantasma comunista que nunca llega.
Para sus hábitos y creencias, estimulados en realimentación directa con los canales de televisión, esa es la realidad y a ella reaccionan sus reflejos instintivos de temor y defensa. Esta también es una situación totalmente inédita que ha de reconocer y responder en su justa medida y significado la revolución. Y si recordamos que esta revolución en nuestros tiempos, más allá de lo inmediato no puede ser sino global, planetaria, entonces una vez más la pregunta de fondo es, ¿somos robots programables?
El solo hecho de que haya robots programables implica la necesidad de programadores, por lo cual ya desde el mismo principio hablamos de una interacción dialéctica. De las mismas luchas de toda nuestra historia entre dominadores y dominados, donde antes o después los dominados reconocen, aprenden, toman y usan, se sirven para su liberación de las mismas herramientas de dominación.
Esto implica que la conciencia no es pasiva, sino que aprende y supera todo modelo y herramientas sociales especializadas, que tiene la capacidad activa de recrearlas, con lo cual recrea también sus hábitos y creencias.
En consecuencia, más allá de los actores que representan estas luchas dialécticas en el escenario público, la verdadera lucha es entre esos modelos de organización social, concebidos, implementados e impuestos, y la subjetividad humana que reacciona a las limitaciones que ellos le imponen, intencionando y buscando nuevas formas para superarlos.
Repito que este es el guión esencial de toda nuestra historia, lo humano renace una y otra vez de la aparente dominación y programación que cada modelo le impone como hábitos y creencias de su ejercicio. De lo contrario no habría historia, cambio, evolución ni revolución. Toda nuestra historia es el piso, el motor y la confirmación de este momento que vivimos. Por lo cual este momento no depende de batallas situacionales y locales ganadas o perdidas, sino que es un proceso de continuidad que hunde sus raíces en la prehistoria, trasciende toda época, modelo, moda, porque es la fuente misma de todo sueño, aspiración o humana lucha, es su destino.
Cuando las circunstancias, la fuerza misma de los acontecimientos nos obliga a recorrer estos caminos, no nos queda más remedio que volver a concebirnos como seres humanos, reconocer e identificarnos con la fuerza que vive en nosotros y nos propulsa más allá de todo límite. Tal vez le llamemos fe, inteligencia, amor, solidaridad, compasión, fuerza. Dios, historia. Pero por sobre todo y debajo de todo, es lo que somos y nos permite llamarnos humanidad.
Así pues lo humano no se reduce a las respuestas circunstanciales y epocales, a exigencias y limitaciones que el medio natural primero, como dolor, y el histórico social luego como sufrimiento mental le imponen. El ser humano no puede ser concebido limitadamente como respuestas económicas, culturales y religiosas a un entorno localizado en un espacio y un tiempo preciso.
Porque justamente lo que conecta con continuidad todos esos momentos y espacios localizados, es la superación y recreación de todos esos modelos. Lo que llamamos evolución, y a su debido tiempo de acumulación de experiencia y conocimiento, aún le concebimos un paso superador, intuyendo e intentando la revolución.
Lo inherente y esencialmente humano, no es pues aquello que nos resiste e impulsa a superarlo en lo inmediato. Sino esa subjetividad que se manifiesta como la actividad sensible y conciente, capaz de reconocer esas limitaciones y recrear sin fin las herramientas para superarlas. Para superar en definitiva el dolor y el sufrimiento mental que le originan.
Incluyendo la superación de sus propios hábitos y creencias, desarrollados en el ejercicio de cada uno de esos modelos de organización socioepocal concebidos. Esto se hace posible cuando los reconoce como productos de su propia actividad mental y física, que por repetición acumulan la carga suficiente para imponerse a su conciencia, anonadándola.
Ese es el escenario y el momento de proceso que hoy vivimos, no solo de revolución económica y cultural, sino también sicológica. Porque solo reconociendo que como el animal es cazado por las huellas que dejan sus actividades, es decir por sus hábitos y rutinas, también es así como nosotros nos hacemos manipulables para aquellos que reconocen las nuestras.
¿Acaso no es eso lo que hace la ciencia, estudiar, reconocer, aprender a manipular y reproducir rutinas naturales y sociales? Dominación implica entonces reconocimiento y manipulación de reacciones instintivas, de hábitos y creencias. Y la dominación y manipulación es dominación y manipulación venga de donde venga y la ejerza quien la ejerza.
Es justamente en lo que hoy llamamos choque entre civilizaciones o culturas, donde interactúan y se ponen en evidencia los diferentes modelos mentales que la especie humana ha ido configurando, en respuesta a las diferentes localizaciones geográficas y climaticas a las que le ha tocado adaptarse.
Le llamamos justamente imposición a ese choque entre modelos, a esos hábitos y creencias violentados. Y es por esa interacción dialéctica y gracias a la dinámica de la conciencia, que estamos en capacidad de caer en cuenta, de objetivar y ver los modelos mentales que sugestionan nuestra conciencia, revolucionando y trascendiendo, liberando fijaciones síquicas.
América del Sur, América Latina, es como la mujer. Es un profundo misterio por descubrir, un potencial enorme por desarrollar. Es esa enorme energía, capacidad, creatividad la que está a punto de estallar liberándose, cambiando el equilibrio del mundo al irrumpir en él. Somos una parte de ese misterio humano que aún, por su juventud y dependencia, mira e imita al norte, buscando y esperando que lo oriente y ayude.
Porque nuestros mayores abusaron de su autoridad y nuestra ingenuidad de raza nueva, para depredarnos y mantenernos siempre divididos y enfrentados. Como el profesor que abusa de la admiración de sus alumnos para seguir alimentando su propia imagen de prestigio y los privilegios que ella le aporta. En lugar de impulsarlos hacia su crecimiento, hacia su plena humanidad libre de supersticiones y adoraciones de seres superiores.
Esta nueva raza en la que viven los genes de todas las anteriores, que ha pasado por toda esta experiencia, será capaz de crecer ayudando a crecer a todos los que estén involucrados, sin exigirles adoración y reverencia por las viejas generaciones, que necesariamente en el transcurrir del tiempo, situacionalmente saben y pueden más que las que van llegando y recibiendo su herencia de experiencias y conocimientos.
Esta nueva raza será capaz de mirar y apostar a un futuro mejor, liberando a la especie de las sufrientes cadenas que aún arrastra de su pasado, atesorando solo lo constructivo como piso de una nueva era. De una verdadera historia humana, en la que ya no miremos hacia arriba o hacia abajo, salvo como cuando situacionalmente nos toca educar a nuestros hijos.
Entonces nos miraremos a los ojos con afecto, sin temor, como iguales. Sabiendo que solo somos portadores temporales de la experiencia y el conocimiento humano, que como antorcha mantenemos en alto. Pero estamos de paso en estos paisajes, y la llegada de cada nueva generación nos desplaza un poco más hacia otros paisajes, tal vez desconocidos pero presentidos.
Yo no creo que le tengamos miedo a la muerte, yo se lo he ido perdiendo. Yo creo que si vivimos con miedo morimos con miedo. Si vivimos con confianza y alegría, morimos o nos vamos con alegría y confianza a donde sea que vayamos. Creo que el temor y la alegría son los verdaderos constructores y caminos, direcciones y sentidos de vida o de muerte.
Contra viento y marea yo apuesto a la expansión de la vida, a la revolución del conocimiento y la experiencia. Yo apuesto a la humanidad. Apuesto a la inefable aventura de un ilimitado futuro, que se prolonga y crece cual inevitable sombra o contracara de nuestra historia.
(Más allá de lo circunstancial)
Michel Balivo
Tal vez muchas de las cosas que afirmo en mis artículos, pese a que resuenan en nuestra sensibilidad común, como seres humanos que inevitablemente somos, pueden parecer hermosos pero irreales e imposibles sueños, dentro de la coyuntura histórica que nos toca en suerte vivir. Por ello, pese a que lo que intento compartir es experiencia de vida para mi, nunca escatimo ejemplos.
Comenzando por el comienzo, resultaba inimaginable para las ideologías y manuales en boga que una revolución fuera democráticamente propuesta e impulsada por un presidente y su gabinete. Igual de inconcebible que un indio aymará ganara la presidencia en Bolivia. Es decir que comenzaran a aparecer gobernantes sensibles, que fuesen expresión fiel de sus pueblos.
Dadas las condiciones del modelo socioeconómico global imperante, que los gobernantes sin importar de cual clase social provengan sean sensibles a sus pueblos, (lo cual rompe una vez más los manuales y recetas), implica que sean nacionalistas, antiimperialistas, que tengan una visión y un sentimiento humanitario, solidario.
Es de suponer que hace nueve años cuando el presidente Chávez comenzó a proponer los proyectos de Petrosur, Petrocaribe, Alba, Telesur, Gasoducto del Sur, Banco del Sur, Unasur, etc., gobernantes y diplomáticos lo observaran con esa misma mirada mezcla de compasión y escepticismo, a la que por lo general llamamos sensatez, sentido común, realismo.
Sin embargo, terminamos de presenciar virtualmente, la firma del acuerdo para la fundación del Banco del Sur por los presidentes de siete países sudamericanos. Más allá del hito histórico en cuanto arquitectura económica continental y multipolar que este acontecimiento implica, pudimos escuchar la alegría, la fe, el agradecimiento, la camaradería entre estos gobernantes.
La otra cara de este “imposible logro” son todas las presiones que han debido superar para poder llegar a esta instancia. Es esa otra escena que queda virtualmente fuera de las cámaras, la que justifica la creciente coincidencia y amistad de los gobernantes que han debido enfrentarla e irla superando para poder ahora realizar este paso histórico inédito.
Porque el naciente Banco del Sur, aunque no lo desee, es una reacción a la condición hegemónica que impone el FMI y el BM, así como todos los organismos internacionales que controlan el flujo global de capital, bienes y servicios. Y por tanto ha de movilizar inevitablemente una contra reacción de los intereses que apunta a afectar y reorientar.
Estamos acostumbrados a pensar la realidad por casilleros, como cosas o eventos separados. Cuando en la realidad de las relaciones y los hechos, todo está implicado estructural y simultáneamente, y no hay un solo paso que puedas dar sin afectar intereses, que a la corta o a la larga implican a la totalidad del modelo.
Estamos habituados a mirar el mundo tal cual como lo pensamos. Y entonces hablamos de economía, política, cultura, sociedad, religión, como si fuesen entidades separadas y distintas. ¿Cómo podrían ser entidades separadas cuando son concepción y manifestación del ser humano en el mundo? ¿Acaso el ser humano anda en pedazos por el mundo?
¿Acaso una sola cosa de las que el ser humano hace o expresa, deja de afectarlo de un modo u otro, en mayor o menor profundidad, a mayor o menor velocidad, intensidad? Pero volvamos a los ejemplos para no quedarnos atrapados en abstractas preguntas y respuestas. ¿Creen uds. que si Bolívar no hubiese avanzado en la liberación y expulsión de los invasores de todo el continente, hubiese sido posible aquella independencia?
Es evidente que las fuerzas imperiales se hubiesen reagrupado y hecho fuertes en el resto del territorio y lo hubiesen vuelto a conquistar. ¿Hubiese sido posible la liberación de todo el continente si no hubiese resonado la misma sensibilidad e ideas-fuerza en toda esa geografía?
¿Hubiese sido incluso necesaria la lucha libertadora de independencia, si los conquistadores hubiesen tratado humanamente a los conquistados, integrándolos en la naciente sociedad, aportando todo su conocimiento y tecnología para el bienestar de todos?
Llamamos conquistadores e imperialistas a los que imponen por uno u otro medio su modelo social. Y un modelo social implica inevitablemente la imposición cultural, religiosa, económica, tecnológica, etc. Cuando impones un modelo, violentas inevitablemente otro modelo, violentas los hábitos y las creencias configuradas que no son sino las personalidades.
Por lo cual la reacción de esa inercia acumulada generacionalmente ha de sobrevenir tarde o temprano. Porque la imposición no es algo estático, sino que como todo lo viviente se acumula y concentra cada vez en menos manos, generando cada vez mayor sufrimiento e insatisfacción. ¿Hasta dónde puede tolerar el ser humano esta situación creciente? ¿Somos acaso robots o discos duros programables?
A medida que las instituciones sociales imponen más y más reglas a la subjetividad, crecen en su seno las manifestaciones y luchas de todo tipo. Estas luchas no son sino las puntas del iceberg que a ciclos mayores se convierten en o se muestran como luchas libertadoras, revolucionarias, intentos de cambio de modelo social.
Y en la imposición de un modelo que se ha vuelto global, la revolución no puede ser sino un cambio de paradigma continental camino de uno mundial. En la imposición de un modelo social cuyas instituciones prácticamente han pretendido erradicar la subjetividad robotizándonos, la revolución no puede sino ser un avance de la humana subjetividad, sensibilidad, sobre esas creencias y hábitos que esclavizan, paralizan su dinámica, su vitalidad, su creatividad.
Por lo cual en esencia, más allá de la inmediatez de las luchas circunstanciales, lo que está en juego es si realmente la conciencia, la sensibilidad humana, es como la han querido concebir, una cosa más del entorno natural, una pieza más de la maquinaria universal, que se desgasta, se pone o se saca, se reemplaza.
En la práctica esta lucha se escenifica ante nuestras incrédulas y sorprendidas miradas, como un poder virtual en manos de élites nacionales e internacionales, que nos bombardean sin descanso todo el santo día ideológicamente, con un mundo y unas intenciones que no existen sino en y para sus intereses y privilegios.
Hoy estamos al tanto de que se invierten cuantiosas cantidades de dólares para infiltrar todas las líneas de la revolución. No hay institución pública ni privada, incluyendo las indígenas, los consejos comunales y las misiones, donde no se ideologice y preparen focos para la reproducción de ideología y alteración del orden y la gobernabilidad.
De este modo se estudian y reproducen las legítimas luchas de resistencia del pueblo para reclamar sus derechos, pero ahora impulsadas y financiadas por el capital, creando y reproduciendo focos de alteración mediante el bombardeo mediático, allí donde no los hay. Pero también a través de las iglesias se lleva un mensaje de amor, reconciliación, compasión a los barrios, apuntando a confundir la sensibilidad de la gente simple. Se infiltran las universidades y se promueven líderes en la revista Play boy. Se juega al desabastecimiento. Se apropian de todos los símbolos de la revolución y ya no se sabe que es qué ni quien es quién.
Llevamos años, décadas escuchando hablar de técnicas subliminales de control cerebral. Pero hoy en Venezuela las estamos sufriendo en carne propia. Miles de personas víctimas de esa estimulación audiovisual, reaccionan instintivamente a situaciones virtuales inexistentes, como si las estuviesen violando, robando, conduciendo a campos de concentración Como si estuviesen siendo invadidos por los nazis o por el fantasma comunista que nunca llega.
Para sus hábitos y creencias, estimulados en realimentación directa con los canales de televisión, esa es la realidad y a ella reaccionan sus reflejos instintivos de temor y defensa. Esta también es una situación totalmente inédita que ha de reconocer y responder en su justa medida y significado la revolución. Y si recordamos que esta revolución en nuestros tiempos, más allá de lo inmediato no puede ser sino global, planetaria, entonces una vez más la pregunta de fondo es, ¿somos robots programables?
El solo hecho de que haya robots programables implica la necesidad de programadores, por lo cual ya desde el mismo principio hablamos de una interacción dialéctica. De las mismas luchas de toda nuestra historia entre dominadores y dominados, donde antes o después los dominados reconocen, aprenden, toman y usan, se sirven para su liberación de las mismas herramientas de dominación.
Esto implica que la conciencia no es pasiva, sino que aprende y supera todo modelo y herramientas sociales especializadas, que tiene la capacidad activa de recrearlas, con lo cual recrea también sus hábitos y creencias.
En consecuencia, más allá de los actores que representan estas luchas dialécticas en el escenario público, la verdadera lucha es entre esos modelos de organización social, concebidos, implementados e impuestos, y la subjetividad humana que reacciona a las limitaciones que ellos le imponen, intencionando y buscando nuevas formas para superarlos.
Repito que este es el guión esencial de toda nuestra historia, lo humano renace una y otra vez de la aparente dominación y programación que cada modelo le impone como hábitos y creencias de su ejercicio. De lo contrario no habría historia, cambio, evolución ni revolución. Toda nuestra historia es el piso, el motor y la confirmación de este momento que vivimos. Por lo cual este momento no depende de batallas situacionales y locales ganadas o perdidas, sino que es un proceso de continuidad que hunde sus raíces en la prehistoria, trasciende toda época, modelo, moda, porque es la fuente misma de todo sueño, aspiración o humana lucha, es su destino.
Cuando las circunstancias, la fuerza misma de los acontecimientos nos obliga a recorrer estos caminos, no nos queda más remedio que volver a concebirnos como seres humanos, reconocer e identificarnos con la fuerza que vive en nosotros y nos propulsa más allá de todo límite. Tal vez le llamemos fe, inteligencia, amor, solidaridad, compasión, fuerza. Dios, historia. Pero por sobre todo y debajo de todo, es lo que somos y nos permite llamarnos humanidad.
Así pues lo humano no se reduce a las respuestas circunstanciales y epocales, a exigencias y limitaciones que el medio natural primero, como dolor, y el histórico social luego como sufrimiento mental le imponen. El ser humano no puede ser concebido limitadamente como respuestas económicas, culturales y religiosas a un entorno localizado en un espacio y un tiempo preciso.
Porque justamente lo que conecta con continuidad todos esos momentos y espacios localizados, es la superación y recreación de todos esos modelos. Lo que llamamos evolución, y a su debido tiempo de acumulación de experiencia y conocimiento, aún le concebimos un paso superador, intuyendo e intentando la revolución.
Lo inherente y esencialmente humano, no es pues aquello que nos resiste e impulsa a superarlo en lo inmediato. Sino esa subjetividad que se manifiesta como la actividad sensible y conciente, capaz de reconocer esas limitaciones y recrear sin fin las herramientas para superarlas. Para superar en definitiva el dolor y el sufrimiento mental que le originan.
Incluyendo la superación de sus propios hábitos y creencias, desarrollados en el ejercicio de cada uno de esos modelos de organización socioepocal concebidos. Esto se hace posible cuando los reconoce como productos de su propia actividad mental y física, que por repetición acumulan la carga suficiente para imponerse a su conciencia, anonadándola.
Ese es el escenario y el momento de proceso que hoy vivimos, no solo de revolución económica y cultural, sino también sicológica. Porque solo reconociendo que como el animal es cazado por las huellas que dejan sus actividades, es decir por sus hábitos y rutinas, también es así como nosotros nos hacemos manipulables para aquellos que reconocen las nuestras.
¿Acaso no es eso lo que hace la ciencia, estudiar, reconocer, aprender a manipular y reproducir rutinas naturales y sociales? Dominación implica entonces reconocimiento y manipulación de reacciones instintivas, de hábitos y creencias. Y la dominación y manipulación es dominación y manipulación venga de donde venga y la ejerza quien la ejerza.
Es justamente en lo que hoy llamamos choque entre civilizaciones o culturas, donde interactúan y se ponen en evidencia los diferentes modelos mentales que la especie humana ha ido configurando, en respuesta a las diferentes localizaciones geográficas y climaticas a las que le ha tocado adaptarse.
Le llamamos justamente imposición a ese choque entre modelos, a esos hábitos y creencias violentados. Y es por esa interacción dialéctica y gracias a la dinámica de la conciencia, que estamos en capacidad de caer en cuenta, de objetivar y ver los modelos mentales que sugestionan nuestra conciencia, revolucionando y trascendiendo, liberando fijaciones síquicas.
América del Sur, América Latina, es como la mujer. Es un profundo misterio por descubrir, un potencial enorme por desarrollar. Es esa enorme energía, capacidad, creatividad la que está a punto de estallar liberándose, cambiando el equilibrio del mundo al irrumpir en él. Somos una parte de ese misterio humano que aún, por su juventud y dependencia, mira e imita al norte, buscando y esperando que lo oriente y ayude.
Porque nuestros mayores abusaron de su autoridad y nuestra ingenuidad de raza nueva, para depredarnos y mantenernos siempre divididos y enfrentados. Como el profesor que abusa de la admiración de sus alumnos para seguir alimentando su propia imagen de prestigio y los privilegios que ella le aporta. En lugar de impulsarlos hacia su crecimiento, hacia su plena humanidad libre de supersticiones y adoraciones de seres superiores.
Esta nueva raza en la que viven los genes de todas las anteriores, que ha pasado por toda esta experiencia, será capaz de crecer ayudando a crecer a todos los que estén involucrados, sin exigirles adoración y reverencia por las viejas generaciones, que necesariamente en el transcurrir del tiempo, situacionalmente saben y pueden más que las que van llegando y recibiendo su herencia de experiencias y conocimientos.
Esta nueva raza será capaz de mirar y apostar a un futuro mejor, liberando a la especie de las sufrientes cadenas que aún arrastra de su pasado, atesorando solo lo constructivo como piso de una nueva era. De una verdadera historia humana, en la que ya no miremos hacia arriba o hacia abajo, salvo como cuando situacionalmente nos toca educar a nuestros hijos.
Entonces nos miraremos a los ojos con afecto, sin temor, como iguales. Sabiendo que solo somos portadores temporales de la experiencia y el conocimiento humano, que como antorcha mantenemos en alto. Pero estamos de paso en estos paisajes, y la llegada de cada nueva generación nos desplaza un poco más hacia otros paisajes, tal vez desconocidos pero presentidos.
Yo no creo que le tengamos miedo a la muerte, yo se lo he ido perdiendo. Yo creo que si vivimos con miedo morimos con miedo. Si vivimos con confianza y alegría, morimos o nos vamos con alegría y confianza a donde sea que vayamos. Creo que el temor y la alegría son los verdaderos constructores y caminos, direcciones y sentidos de vida o de muerte.
Contra viento y marea yo apuesto a la expansión de la vida, a la revolución del conocimiento y la experiencia. Yo apuesto a la humanidad. Apuesto a la inefable aventura de un ilimitado futuro, que se prolonga y crece cual inevitable sombra o contracara de nuestra historia.
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