J. Kalvellido y Michel Balivo
(Golpe de estado popular por referendo)
Estamos en medio de un proceso maravilloso e inédito en Venezuela y creo que en el mundo. La Asamblea constituyente aprobó los 33 artículos presentados por el presidente más 36 recogidos en los debates de calle, entregándoselo al Consejo Electoral acompañados por el pueblo en pleno.
Estamos iniciando la campaña por la reforma de la novel constitución del 99. Nos propusimos hacer un país, un modelo organizativo social más justo, un ser humano más libre. Pero en el intento comprobamos que la libertad y la justicia no son entidades abstractas, sino aves que vuelan, flores que retoñan dentro de concepciones o modelos organizativos humanos.
Esas concepciones permiten extender o recogen las alas de la libertad con que nos expresamos. Por lo cual puestas a prueba en los hechos y en relación, esas ideas de ampliaciones y limitaciones del ejercicio de libertad para realizar la transición del modelo de democracia representativa a una protagónica y participativa, procedimos al reajuste o reforma del plan constitucional.
Este ejercicio de concebir y reformar constituciones es algo que recién entra dentro de nuestro horizonte de experiencias. Nuestros hábitos y creencias configurados y resultantes del estático y paralizante ejercicio democrático representativo, no estaban al tanto de esa dinamizante posibilidad de libre decisión y elección, ni por tanto preparados para ella.
Cuando hoy tú le dices a cualquiera que está perfectamente bien que esté en contra de la reforma, que no quiera un país socialista, inclusive que sea un pitiyanki que desea ser anexionado por EEUU y ver flamear aquí su bandera, te miran con los ojos muy abiertos. Pero luego cuando agregas que solo hace falta que convenza al número necesario de gente para cambiar por referendo popular la constitución, dice que ya sabía que había alguna trampa.
En otras palabras no tenemos cultura participativa y el solo pensar que las reglas de juego no son más que nuestras propias elecciones, que pueden cambiarse cuantas veces lo decidamos el número suficiente de gente, que no hay ningún dios ni autoridad infalible tras esos modelos garantizándonos éxitos ni fracasos, eternos cielos de goce o infiernos de castigos y sufrimientos, nos da vértigo.
Sentir y ejercer el derecho de plena humanidad, decidir sobre como vivir nuestras propias vidas sin otra autoridad responsable que la propia nos asusta, sobrecoge. Tenemos que recordar que no hace mucho que reyes y señores feudales con el boato de sus cortes representaban al cielo y los divinos derechos, la infalibilidad en la tierra.
A fin de cuentas cuando uno observa con cuidado, el presente modelo social no es muy diferente en su concepción básica al anterior. Solo que los personajes se visten diferente y las cortes con sus esplendores representantes del cielo y sus luminosos ángeles, se llaman ahora el Jet Set o los VIP. No sudamos mucho ni exigió una gran creatividad el cambio.
Dios y sus representantes, los intermediadores con la omnipotencia, siguen arriba, con sus inalcanzables poderes y privilegios, con el lujo y derroche de sus banquetes inspirándonos a trepar el Olimpo. Dándonos supremas inspiraciones de lo que alguna vez, en esta u otra vida, tal vez lleguemos a vivir si nos portamos bien y no los hacemos enojar, si aceptamos agradecidos y sin llorar nuestro merecido castigo por soñar ser libres e iguales.
¿Quieren un ejemplo? ¿Qué hizo en Chile el Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Rey de España, luego de haberse dignado a venir a compartir una cumbre con sus lacayos, condolerse de sus sufrimientos, sobarles la espalda, cuando uno de ellos se atreve, osa decirle que la verdad histórica es que nos robaron, esclavizaron y masacraron como hoy de todos modos siguen haciendo sus transnacionales y representantes políticos fascistas? ¿Pues, que más?
La conciencia moderna está construida sobre aire, fracturada por el abismo entre principios morales, ideologías y hechos dirigidos por el más grosero interés. Alienada y dando espaladas a los hechos históricos en consecuencia. No soporta, no tolera los hechos ante los cuales tiemblan y se desmoronan sus pies de barro.
¿Cómo podría tolerar el sufrimiento humano generado por la barbarie, el corazón traicionado en pos de una ambición, los gritos que afloran a borbotones desde el vientre silenciado violentamente, sin apartar avergonzada la mirada, sin crearse ilusorios paisajes y personajes en los cuales refugiarse?
Nos manda a callar e ir para el rincón. Y como no lo hacemos ni tiene el poder de callarnos, como está de invitado en una reunión de presidentes electos democráticos que han de renovar sus poderes representativos, que tienen la amabilidad y el respeto de permitir su presencia, se levanta ofendido y se retira. No está acostumbrado, no soporta el debate de la verdad en igualdad, en libertad. No logra disimular sus creencias de ser superior y condescendiente.
En sencillo solo estamos contemplando que todo tiene su momento y que una construcción ficticia de división de roles sociales, de supuestas sangres azules superiores y rojas inferiores heredables, llega al momento en que el cúmulo de tensiones estalla y esas personalidades se evidencian iguales a todas aquellas de las que pretendieron diferenciarse artificialmente. En Venezuela en tales circunstancias decimos: “Se te salió la clase”.
Y así tiene que ser si pretendemos igualdad en libertad. Si respetamos no será por lo que se dice, ni por lo que impone la autoridad a fuerza de miedo al castigo, ni por los títulos heredados. Sino porque los frutos de tus acciones inspiran naturalmente esos sentimientos.
Por eso para quien no ha acompañando y vivido el proceso de transición, para quien aún tiene enterrada su cabeza en el viejo paisaje, resulta bastante sorprendente ver en el comienzo mismo de la campaña por el si a la reforma constitucional, una fluyente marea roja rojita que desborda el millón de participantes. En Venezuela menos de un millón ya no es manifestación.
También resulta sorprendente ver gente que se agrupa por el no a la reforma, que nunca pasa
de cientos o miles que puedes contar con los dedos de tu mano, por lo general de una sola, con su ropa, botas, pañuelos para cubrirse la cara, todo ello de marca, con sus celulares y aparatos de última generación para comunicarse.
Sobre todo sorprende en esta etapa de creciente y superadora democracia participativa, (que no es por supuesto una libertad ideal, sino una mejora de las instituciones acorde a la capacidad de quienes las conciben y participan), que unos estudiantes sean recibidos por la Asamblea Constituyente, el Consejo Electoral y el Tribunal Supremo de justicia en pleno.
Estudiantes que demuestran reiteradamente no conocer los artículos que se propone reformar, ni las atribuciones de las instituciones que los reciben, pidiendo por tanto ridiculeces que exige una paciencia de santo escuchar, o dando discursos políticos fuera de lugar en una corte.
Luego de ser recibidos intentan encadenarse a las escaleras, atacan, lastiman a la policía desarmada que cuida el orden, queman y destruyen propiedad pública, rocían patrullas con sus tripulantes dentro pretendiendo incendiarlos, atacan a los que manifiestan su apoyo a la reforma, gritando que merecen morir por chavistas.
Pero eso no les resulta suficiente, también se matan entre si por discusiones los que apoyan el no a la reforma. Mientras repiten machaconamente que luchan por la paz y la libertad, levantando según guión las manos enguantadas para las omnipresentes cámaras de TV que transmiten en directo con CNN.
Entre las últimas novedades de este plan ejecutado paso a paso por una oposición sin argumentos que utiliza a estudiantes, siempre infiltrados, organizados y azuzados por personajes que participaron en el golpe virtual de estado del 2002, están las nuevas deserciones que no son más que repeticiones de las viejas.
Representantes de partidos políticos que acompañaron hasta ahora el proceso disfrazados de revolucionarios, un ex militar y ex ministro de defensa, todos juntos y repitiendo la misma letanía aprendida como loros, de que el gobierno propone un golpe de estado con esta inconstitucional reforma. Vaya golpe de estado, popular y por referendo.
Por eso repito una y otra vez que no hay escenario tan privilegiado como el venezolano con su revolución bolivariana, con sus nueve años de intento democrático de cambio de las instituciones burocráticas, de transferencia de poder al pueblo, elección tras elección, para ir reconociendo como se van poniendo paso a paso en evidencia los métodos utilizados en las últimas décadas para reprimir cualquier intento de cambio popular.
A mayor libertad de expresión, a mayor práctica de esas libertades, proporcional reacción violenta de los que no teniendo argumentos se niegan a debatir y declaman que impedirán esta reforma “a como de lugar”. Y por cada arremetida, más dejan en claro para todos los que observan ingenuos y sorprendidos, adonde pretende conducirnos la violencia de la sin razón.
Por este camino del show mediático preparado, donde ya no se buscan las noticias sino que se las hace, prefabrica, muy pronto no ha de quedar gente que no haya participado y visto con claridad las dos tendencias en juego. Por tanto nadie podrá alegar ignorancia ni inocencia en sus elecciones y actos. Y aunque la alegara de nada le serviría en un modelo que avanza rápidamente hacia repetir las hazañas de Nerón en la antigua Roma.
No está demás que los que aspiran a ser anexados como provincia de EEUU sepan que en California en medio del reciente y voraz incendio sufrido, mientras se reducen los presupuestos para los bomberos, se vendieron pólizas de decenas y cientos de miles de dólares para rociar los hogares con sustancias químicas que supuestamente los protegen contra las llamas. También te aseguran por esas módicas sumas contra desastres de todo tipo, como el del Katrina por ejemplo. Por lo cual si dispones de ese dinerillo puedes ya prepararte para gozar anticipadamente de tu futuro neronesco, observando cómodamente desde tu hogar como padecen tus vecinos entre llamas y calamidades de todo tipo.
En esta inevitable dialéctica de interacción el viejo lobo muestra sus fauces, y por cada dentellada más estimulado se siente el pueblo para unirse en defensa de sus conquistas. No hay otro modo de avanzar en democracia que exhibiendo en los hechos los caminos que cada tendencia propone a futuro, permitiendo que la mayoría elija según sensibilidad sus preferencias.
No hay otro camino de avance que poner en evidencia a cada intento de cambio, la inercia de las viejas conductas que se resisten a perder sus intereses y privilegios, dejando en claro por qué estamos como estamos y es necesario cambiar. No solo cambiar las injustas reglas de juego que hasta hoy hemos aceptado y nos han regido.
Sino sobre todo cambiar las creencias, hábitos y conductas que hasta aquí nos han traído, porque de otro modo de nada han de servir miles de nuevas constituciones y leyes. A las élites opositoras resistentes al cambio, no les queda más que seguir mintiendo sobre sus mentiras. No tienen nada que proponer, no tienen argumentos, cada vez quedan más en evidencia.
Solo pueden esperar y desear que seamos lo suficientemente ignorantes, estúpidos y sugestionables por temor como para seguir creyéndoles y dejándonos manipular. Porque saben perfectamente que un pueblo que despierta, reconoce como fueron desviados sus justas reclamaciones e intentos, elige la forma en que quiere vivir, es incontenible.
Continuar reprimiéndolo solo puede estimular su indignación y por tanto exponerse a ser barridos del escenario público, poniendo en evidencia que sus creencias de superioridad solo disfrazaban su propia ignorancia, temores y vulnerabilidad.
Repito entonces para que no queden dudas que son grupúsculos de oposición, en este momento predominando los estudiantes, que en supuestas convocaciones nacionales no pasan de 4 o 5 mil, habiendo 500 mil en educación superior. Es decir un 1% a duras penas, se desplaza organizada y premeditadamente creando y exportando focos de violencia y desorden.
De ese modo mientras el pueblo está de fiesta, estudiando, trabajando y debatiendo con alegría, mediáticamente se producen las noticias con que se bombardea todo el santo día nacional e internacionalmente, buscando aparentar que Venezuela está en guerra civil intentando sacudirse al tirano de Chávez que reprime sus reclamos violentamente.
Hacen circular al mismo tiempo por ejemplo la noticia de que el presidente no acudirá a la cita iberoamericana en Chile y que en Venezuela hay movimiento de tanques y soldados, mientras incendian cubículos universitarios privados, rodean, disparan, intentan quemar, y queman cuando lo logran, a estudiantes que apoyan y promueven la reforma.
Las autoridades universitarias aprovechando su inviolabilidad que el gobierno respeta, se hacen los ciegos y sordos ya que ellos son y siempre han sido también promotores de toda conducta antidemocrática y discriminatoria. Especialmente ahora que una de las reformas apunta a democratizar esos ámbitos y dineros de los que se habían apropiado.
Así pues como podemos ver, Nerón ha vuelto, toca el arpa y levanta sus manos enguantadas al cielo en señal de paz, entre inspiraciones y espasmos de placer que le produce contemplar Roma en llamas, sabiendo que su casa asegurada no arderá. Solo que esta vez la escena es virtual, mediática. Basta pensar un momento para comprender que si hacen todo eso es por la desesperación de saberse derrotados de antemano y sin la menor posibilidad.
Los tiempos han cambiado, de reírse de los ingenuos intentos de mejorar la democracia por el pueblo, ahora están muertos de miedo y solo les queda seguir mintiendo y rezando a su dios de violencia. No pueden contener al huracán de los pueblos que han despertado nuevamente a su amor a la libertad de elegir como quieren vivir. Y lo saben. Ya no caben más cuentos.
Ahora estás a favor del pueblo, del ser humano, o estás en su contra. Eres social y ambientalmente responsable, o insistes en llamar libertad a tu irresponsabilidad. No hay tercera alternativa, no hay discursos que puedan disfrazar estas únicas alternativas.
Porque hace nueve años que caminamos hacia una democracia participativa y protagónica, que ejercitamos esos derechos y deberes, responsabilidades. Ya no se trata de palabras, discursos y promesas, sino de hechos, de direcciones de conductas en proceso de cambio de un modelo que nos conduce directo al desastre.
El reto ahora es hacerse sordo a los cantos de sirena de una cultura del temor y los paisajes tétricos que ellos despiertan en la memoria de la conciencia colectiva. Se trata de tener la mirada fija en el nuevo mundo que ya sentimos y estamos construyendo.
No importa lo que aún esté mal, lo que podría estar mejor, porque ya estamos dejando atrás los tiempos del idealismo impotente y la dependencia de autoridades representativas. Atrás va quedando el hablar como si las cosas sucedieran solas, o como si otros fuesen los responsables.
Podemos elegir entre las mejores opciones disponibles, no entre las que no hay. No hacerlo es apoyar las peores. Pero el cambio siempre es posible, hace nueve años que lo vivimos contra viento y marea. Lo que sucede es que algunos cambios exigen una intensidad y permanencia de deseo, estudio atento y acción, a los que no todos estamos dispuestos.
Las posibilidades que aún no existen tenemos que concebirlas y hacerlas posibles aquellos que ya las anhelamos, si es que vamos a dejar de esperar y desesperar que sean otros quienes lo hagan.
Somos nosotros los que hemos de cambiar lo que hasta ahora hemos hecho a instancias de otros, ya no tenemos que esperar que nos den permiso, solo seguir avanzando con fe en el ejercicio de decisión y responsabilidad de nuestros derechos y deberes elegidos. Nadie es todopoderoso para hacer eso por nosotros, ni a favor ni en contra.
Por tanto alcanza con que sigamos avanzando con una canción en los labios sin mirar atrás, sin permitir que los fantasmas del temor y la dependencia vuelvan a sugestionarnos, a hacernos creer más o menos que nadie.
Para que un día cualquiera sorprendidos, nos demos cuenta que las nubes negras de tormenta han pasado, el temor ya no encuentra donde habitar en una conciencia solidaria y responsable de sus decisiones y acciones, que rechaza la violencia como medio de expresión, reconociéndola raíz de todos los frutos amargos que hoy ya no deseamos cosechar ni comer.
Podríamos muy bien decir abarcando nuestra historia, que no ha sido sino un escenario en que el corazón y la inteligencia humanas, enfrentándose a fuerzas descomunales, siempre en desventaja física, ha ido aprendiendo a descubrir su propia fuerza íntima y esencial, a reconocerse la fuerza motora moral y creativa del mundo.
Cuyo destino y gloria será el triunfo definitivo sobre las fuerzas regresivas, victoria en la cual reconocerá en su plena humanidad, la paz y la felicidad que hasta hoy ha proyectado y en consecuencia buscado en dioses e ideologías. Hoy nos toca, cantando y confiando en nuestras fuerzas, avanzar sin descorazonarnos hasta plasmar ese paisaje de paz, justicia e igualdad en libertad.
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