Democracia y Descentralización Colonial
Alejandro Chimaras
Revisando los medios de comunicación, veo como, tanto la oposición como los revolucionarios hablan con pasión sobre democracia. Eso me trajo un recuerdo interesante. Cuando era un muchacho, muchas veces me ponía a pensar en el concepto de democracia. Entonces, en la escuela nos ponían a repetir (mecánicamente) lo que significaba esa palabra. Demos: Pueblo. Cracia: Gobierno. El gobierno del pueblo. Ante aquello me ponía a hacer creativas ideas sobre cómo los gobernantes electos por voto popular obedecían al pueblo, o al menos mínimo lo recibían… lamentablemente me duró bien poco esa fantasía de muchacho… al hacer un ejercicio de simple observación, podía constatar la dura realidad: la impotencia de la gente por no poder hacer nada cuando los alcaldes y gobernadores hacían de las suyas, o cuando el presidente y ministros nos mandaban a apretarnos los cinturones, mientras un monstruoso FMI nos ponía una serie de desastrosas condiciones para poder prestarnos –usando nuestros propios reales de las reservas internacionales, depositados en bancos neoyorkinos- un dinerito que servía para que los burócratas que no eran despedidos, pudieran llevar comida a su casa.
Interesante democracia esta. Al estudiar las sociedades coloniales, me sorprendió el parecido de esas instituciones, con estas que tenemos hoy… y aún más, la mentalidad de la gente de cuando era muchacho, se parecía muchísimo al de la colonia. En aquella época, los catires españoles –arrogantones ellos- eran los que tenían derecho a mandar, como alcaldes o gobernadores, designados por autoridades no menos españolas y arrogantes, además de imperialistas. Puestos por la corona pues, y por sobre la corona, Dios, joder. De acuerdo a lo anterior, la gente de entonces, se los tenía que calar porque no sólo eran puestos por la corona, sino porque ésta era como inspirada por una especie de divinidad. El tipo estaba ahí y no había mas remedio.
Sorprendentemente, en la cuarta república, había un sistema casi exactamente igual. La gente no podía intervenir en ninguna de las decisiones que se tomaban. Sin embargo, me imagino que siguiendo algún edicto gringo, para medio legitimar el tema de la “democracia” y la “descentralización” (que dividió el país en una veintena de virreinatos) se nos ponía a elegir a un tipo, generalmente entre postulados de los dos partidos que se turnaban (AD-COPEI) o alguno de la seudo izquierda que resultó ser peor que los anteriores (léase Ramón Martínez). Ahora bien, después que el hombre se subía a su trono, nos podíamos despedir de el, porque nunca más lo veríamos hasta el último año de gobierno, año electoral. En la Quinta, eso se heredó casi sin cambios. Aun hoy, cuando el país está atravesando por una etapa de transición hacia un socialismo, en donde casi todos los gobernadores y alcaldes son, o dicen ser, revolucionarios, la gente sigue viendo el poder desde lejos, mascullando insatisfacciones por lo bajito, como el adolescente que ya quiere coger el carro de la familia, porque incluso tiene licencia, pero cuyo padre no le deja ponerse al volante, por considerarlo muy muchacho.
Hoy se quiere dar un paso al frente a través de una reforma que le daría al pueblo herramientas de participación más directa. Esa democracia que se plantea está encaminada hacia la verdadera: el gobierno del pueblo. Sin embargo, hay quienes se oponen, aludiendo nostálgicamente una descentralización al estilo colonial que ya le queda pequeña al pueblo. Varios alcaldes, gobernadores y aspirantes, que ven impotentes como las prebendas y privilegios se les van para siempre. Una sonrisa se dibuja en mi cara mientras sigo viendo los medios. El pueblo ha crecido, y quiere tomar el volante de su destino. Permiso, politiqueros, pueden irse, ya no los necesitamos.
Alejandro Chimaras
Radio Cayaurima FM 103.3, Punta de Lanza de La Revolución
Cumaná, Estado Sucre.
alejandro.chimaras@gmail.com
Alejandro Chimaras
Revisando los medios de comunicación, veo como, tanto la oposición como los revolucionarios hablan con pasión sobre democracia. Eso me trajo un recuerdo interesante. Cuando era un muchacho, muchas veces me ponía a pensar en el concepto de democracia. Entonces, en la escuela nos ponían a repetir (mecánicamente) lo que significaba esa palabra. Demos: Pueblo. Cracia: Gobierno. El gobierno del pueblo. Ante aquello me ponía a hacer creativas ideas sobre cómo los gobernantes electos por voto popular obedecían al pueblo, o al menos mínimo lo recibían… lamentablemente me duró bien poco esa fantasía de muchacho… al hacer un ejercicio de simple observación, podía constatar la dura realidad: la impotencia de la gente por no poder hacer nada cuando los alcaldes y gobernadores hacían de las suyas, o cuando el presidente y ministros nos mandaban a apretarnos los cinturones, mientras un monstruoso FMI nos ponía una serie de desastrosas condiciones para poder prestarnos –usando nuestros propios reales de las reservas internacionales, depositados en bancos neoyorkinos- un dinerito que servía para que los burócratas que no eran despedidos, pudieran llevar comida a su casa.
Interesante democracia esta. Al estudiar las sociedades coloniales, me sorprendió el parecido de esas instituciones, con estas que tenemos hoy… y aún más, la mentalidad de la gente de cuando era muchacho, se parecía muchísimo al de la colonia. En aquella época, los catires españoles –arrogantones ellos- eran los que tenían derecho a mandar, como alcaldes o gobernadores, designados por autoridades no menos españolas y arrogantes, además de imperialistas. Puestos por la corona pues, y por sobre la corona, Dios, joder. De acuerdo a lo anterior, la gente de entonces, se los tenía que calar porque no sólo eran puestos por la corona, sino porque ésta era como inspirada por una especie de divinidad. El tipo estaba ahí y no había mas remedio.
Sorprendentemente, en la cuarta república, había un sistema casi exactamente igual. La gente no podía intervenir en ninguna de las decisiones que se tomaban. Sin embargo, me imagino que siguiendo algún edicto gringo, para medio legitimar el tema de la “democracia” y la “descentralización” (que dividió el país en una veintena de virreinatos) se nos ponía a elegir a un tipo, generalmente entre postulados de los dos partidos que se turnaban (AD-COPEI) o alguno de la seudo izquierda que resultó ser peor que los anteriores (léase Ramón Martínez). Ahora bien, después que el hombre se subía a su trono, nos podíamos despedir de el, porque nunca más lo veríamos hasta el último año de gobierno, año electoral. En la Quinta, eso se heredó casi sin cambios. Aun hoy, cuando el país está atravesando por una etapa de transición hacia un socialismo, en donde casi todos los gobernadores y alcaldes son, o dicen ser, revolucionarios, la gente sigue viendo el poder desde lejos, mascullando insatisfacciones por lo bajito, como el adolescente que ya quiere coger el carro de la familia, porque incluso tiene licencia, pero cuyo padre no le deja ponerse al volante, por considerarlo muy muchacho.
Hoy se quiere dar un paso al frente a través de una reforma que le daría al pueblo herramientas de participación más directa. Esa democracia que se plantea está encaminada hacia la verdadera: el gobierno del pueblo. Sin embargo, hay quienes se oponen, aludiendo nostálgicamente una descentralización al estilo colonial que ya le queda pequeña al pueblo. Varios alcaldes, gobernadores y aspirantes, que ven impotentes como las prebendas y privilegios se les van para siempre. Una sonrisa se dibuja en mi cara mientras sigo viendo los medios. El pueblo ha crecido, y quiere tomar el volante de su destino. Permiso, politiqueros, pueden irse, ya no los necesitamos.
Alejandro Chimaras
Radio Cayaurima FM 103.3, Punta de Lanza de La Revolución
Cumaná, Estado Sucre.
alejandro.chimaras@gmail.com
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