Por Marco Teruggi
El choque vivido en la Asamblea Nacional volvió a acelerar el tiempo de la confrontación política en Venezuela, tanto nacional como internacional. Los próximos días serán centrales y tanto Guaidó como el chavismo han anunciado movilizaciones. ¿Qué puede pasar? Algunos elementos ya parecen claros.
Venezuela vivió dos días que volvieron a acelerar el choque político y el mapa de fuerzas. El primero sucedió el 5 de enero, cuando Juan Guaidó quedó desplazado de la Presidencia de la Asamblea Nacional (AN) por otro opositor, Luis Parra.
Ese día fue una sucesión de pulseada con maniobras que sorprendieron a muchos: no solamente Guaidó perdió la Presidencia legislativa, sino que pocas horas después realizó una sesión en nombre de la misma Asamblea en la sede de un periódico opositor, y afirmó haber sido electo nuevamente al frente de su cargo.
Así terminó el primer domingo del año, con Parra y Guaidó declarados, según sus discursos, presidentes de la misma AN. El primero desde el hemiciclo, el segundo desde un medio privado de comunicación.
La segunda fecha de sucesos inentendibles fue dos días después, el martes 7 de enero, cuando ambos dirigentes acudieron a sesionar al mismo hemiciclo del Palacio Legislativo. Una nueva jornada de golpes y contragolpes: primero tuvo lugar la sesión presidida por Parra y, luego, aquella que afirmó presidir Guaidó. Cada bloque tuvo su foto en el mismo sitio, abrazando la Presidencia y la victoria.
Por la tarde, la situación ingresó en una zona de incertidumbre completa. ¿Habrá a partir de ahora un escenario similar cada martes? ¿Nuevamente se sentarán primero Parra y luego Guaidó en nombre de la misma AN desconociéndose mutuamente como presidentes?
Lo seguro es que ambos anunciaron que harán su sesión desde el mismo sitio el día martes, y que tanto Guaidó como el chavismo convocaron a una movilización a la AN para esa fecha. "La política en Venezuela es tan disruptiva que uno no puede saber qué puede pasar mañana con uno de los dos", observa Liliane Blaser, docente y documentalista venezolana que conversó con Sputnik.
¿Quién es el presidente de la Asamblea Legislativa de Venezuela?
Tanto Parra como Guaidó afirman haber ganado la Presidencia de la Asamblea Nacional. Cada uno esgrimió una cantidad de votos, un momento de toma de posesión y fue respaldado por un conjunto de medios de comunicación, fotos, videos y narrativas, es decir, versiones.
Existe lo que la cineasta denomina una "una lucha de narrativas, quién te cree tu narrativa y quién no te la cree". Uno de los objetivos de Parra y Guaidó es lograr convencer hacia dentro del país quién está a cargo de conducir el Parlamento venezolano, quién es el legítimo ganador de la disputa en este limbo actual: una doble sesión, una doble posesión, un doble equipo, una doble foto.
"Cada percepción avala lo que está de acuerdo", explica Blaser. Cada sector político está convencido que perdió su adversario: quienes se reconocen como chavistas afirman que ganó Parra, y quienes son opositores sostienen, en mayoría, que el ganador fue Guaidó. Convencer a alguien del otro bloque político resulta una tarea casi imposible.
"Si soy chavista veo todo desde ese punto de vista, si soy antichavista lo veo todo desde ese otro punto de vista, y luego está el universo en el medio que habría que ganarse para que pueda entender nuestra narrativa", analiza la cineasta y docente.
De esta manera la base social del chavismo afirma que el legítimo presidente de la AN es Parra, mientras que la base social opositora sostiene que fue Guaidó. Éste último cuenta con un elemento que lo fortalece: la escenografía del primer episodio, el domingo.
"Lograron mejor la puesta en escena, es muy vistoso, estético, quién va a decir que es normal que un diputado tenga que saltar una verja para entrar, aunque uno sepa todo lo que hay detrás, afuera es muy difícil de explicar", explica Blaser. Ese "afuera" que indica es clave: parte central se juega en el terreno internacional.
La legitimidad externa
El primer Gobierno en deslegitimar a Parra fue el de Estados Unidos. Su respuesta temprana fue predecible: el presidente Donald Trump ya había sido el primero en reconocer a Guaidó en el pasado, cuando el político venezolano se autoproclamó presidente interino de Venezuela el 23 de enero del 2019.
Los apoyos estadounidenses fueron diarios y múltiples: el subsecretario para Asuntos del Hemisferio Occidental, Mickael Kozak, el secretario de Estado, Mike Pompeo, el vicepresidente de EEUU, Mike Pence, y el encargado especial para la operación Venezuela, Eliot Abrams.
Cada uno condenó al Gobierno del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, no solo declaró su reconocimiento a Guaidó como presidente del Poder Legislativo, sino también volvió a respaldarlo como presidente interino de Venezuela. Esta última dimensión es la que estaba en el centro de la disputa: si Guaidó perdía la AN, entonces también habría dejado de tener el reconocimiento internacional como presidente.
Por eso la postura de EEUU, y en consecuencia de sus aliados, fue desconocer inmediatamente la victoria de Parra en la AN y dar validez a lo que Guaidó denominó como sesión. "Inventan cualquier cosa y producen efectos reales", sintetiza Blaser. Cualquier cosa, como una votación dentro de la sede de un periódico opositor, es decir una empresa privada, para reconocer a Guaidó al frente del poder legislativo.
La estrategia norteamericana para Venezuela necesitaba la reelección de Guaidó y, por lo tanto, no iba a permitir su desplazamiento de la AN, aunque no tuviera los votos suficientes. Esa validación de su presidencia interina del país ha tenido y tendrá consecuencias internacionales, efectos reales, aunque, hacia lo interno del país Guaidó seguirá sin poder ejercer poder, convertir una orden en realidad.
Una de las imágenes más claras que dejó el año en que Guaidó se autoproclamó presidente es que una cosa es afirmar tener poder, y otra, muy diferente, es ejercerlo. Esto último nunca fue logrado a lo interno del país, algo que tampoco logró la AN, declarada en desacato por el Tribunal Supremo de Justicia desde el 2016.
La realidad parece entonces predecible: Parra, que cuenta con el reconocimiento de los otros poderes del Estado, será quien ejerza la presidencia del Poder legislativo. Ya se ha anunciado que uno de los objetivos más cercanos será lograr la renovación del órgano electoral para las elecciones legislativas que tendrá lugar este año.
Guaidó, por su parte, mantendrá una presidencia virtual a lo interno y reconocida internacionalmente por el bloque diplomático conducido por EEUU. Sin embargo, Guaidó y la oposición que lo acompaña, tiene un objetivo para los próximos días: lograr volver a movilizar a sus seguidores.
Ese es uno de los objetivos centrales. Cuenta a su favor haber logrado transmitir una sensación de victoria con su reingreso al hemiciclo el pasado martes. En contra tiene el peso de no haber cumplido sus promesas del 2019 y los escándalos de corrupción que se tradujeron en la incapacidad de lograr una movilización durante la segunda parte del año pasado.
Ese objetivo será puesto a prueba inmediatamente, en particular con su llamado a la movilización del próximo martes hacia la AN. Resulta temprano saber si logrará volver a movilizar a sus seguidores, y Blaser subraya un dicho popular: "se dice que en política no hay muerto".
El Gobierno estadounidense, por su parte, además de su patrocinio a Guaidó, ha emitido un documento el día jueves donde llama a que se realice una transición negociada con un gobierno transitorio, que lleve a elecciones legislativas y presidenciales este año.
La disputa por el legislativo transcurre de manera acelerada y en todos los terrenos: político interno, geopolítico, percepción, imaginarios. Así, como dice Blaser, ante una misma imagen dos personas pueden ver realidades antagónicas según su ubicación política: "cuando ellos —Guaidó y su bloque— entraron a la Asamblea Nacional me parecían los cosacos, en cambio para otros eran los libertadores".
Sputnik
El choque vivido en la Asamblea Nacional volvió a acelerar el tiempo de la confrontación política en Venezuela, tanto nacional como internacional. Los próximos días serán centrales y tanto Guaidó como el chavismo han anunciado movilizaciones. ¿Qué puede pasar? Algunos elementos ya parecen claros.
Venezuela vivió dos días que volvieron a acelerar el choque político y el mapa de fuerzas. El primero sucedió el 5 de enero, cuando Juan Guaidó quedó desplazado de la Presidencia de la Asamblea Nacional (AN) por otro opositor, Luis Parra.
Ese día fue una sucesión de pulseada con maniobras que sorprendieron a muchos: no solamente Guaidó perdió la Presidencia legislativa, sino que pocas horas después realizó una sesión en nombre de la misma Asamblea en la sede de un periódico opositor, y afirmó haber sido electo nuevamente al frente de su cargo.
Así terminó el primer domingo del año, con Parra y Guaidó declarados, según sus discursos, presidentes de la misma AN. El primero desde el hemiciclo, el segundo desde un medio privado de comunicación.
La segunda fecha de sucesos inentendibles fue dos días después, el martes 7 de enero, cuando ambos dirigentes acudieron a sesionar al mismo hemiciclo del Palacio Legislativo. Una nueva jornada de golpes y contragolpes: primero tuvo lugar la sesión presidida por Parra y, luego, aquella que afirmó presidir Guaidó. Cada bloque tuvo su foto en el mismo sitio, abrazando la Presidencia y la victoria.
Por la tarde, la situación ingresó en una zona de incertidumbre completa. ¿Habrá a partir de ahora un escenario similar cada martes? ¿Nuevamente se sentarán primero Parra y luego Guaidó en nombre de la misma AN desconociéndose mutuamente como presidentes?
Lo seguro es que ambos anunciaron que harán su sesión desde el mismo sitio el día martes, y que tanto Guaidó como el chavismo convocaron a una movilización a la AN para esa fecha. "La política en Venezuela es tan disruptiva que uno no puede saber qué puede pasar mañana con uno de los dos", observa Liliane Blaser, docente y documentalista venezolana que conversó con Sputnik.
¿Quién es el presidente de la Asamblea Legislativa de Venezuela?
Tanto Parra como Guaidó afirman haber ganado la Presidencia de la Asamblea Nacional. Cada uno esgrimió una cantidad de votos, un momento de toma de posesión y fue respaldado por un conjunto de medios de comunicación, fotos, videos y narrativas, es decir, versiones.
Existe lo que la cineasta denomina una "una lucha de narrativas, quién te cree tu narrativa y quién no te la cree". Uno de los objetivos de Parra y Guaidó es lograr convencer hacia dentro del país quién está a cargo de conducir el Parlamento venezolano, quién es el legítimo ganador de la disputa en este limbo actual: una doble sesión, una doble posesión, un doble equipo, una doble foto.
"Cada percepción avala lo que está de acuerdo", explica Blaser. Cada sector político está convencido que perdió su adversario: quienes se reconocen como chavistas afirman que ganó Parra, y quienes son opositores sostienen, en mayoría, que el ganador fue Guaidó. Convencer a alguien del otro bloque político resulta una tarea casi imposible.
"Si soy chavista veo todo desde ese punto de vista, si soy antichavista lo veo todo desde ese otro punto de vista, y luego está el universo en el medio que habría que ganarse para que pueda entender nuestra narrativa", analiza la cineasta y docente.
De esta manera la base social del chavismo afirma que el legítimo presidente de la AN es Parra, mientras que la base social opositora sostiene que fue Guaidó. Éste último cuenta con un elemento que lo fortalece: la escenografía del primer episodio, el domingo.
"Lograron mejor la puesta en escena, es muy vistoso, estético, quién va a decir que es normal que un diputado tenga que saltar una verja para entrar, aunque uno sepa todo lo que hay detrás, afuera es muy difícil de explicar", explica Blaser. Ese "afuera" que indica es clave: parte central se juega en el terreno internacional.
La legitimidad externa
El primer Gobierno en deslegitimar a Parra fue el de Estados Unidos. Su respuesta temprana fue predecible: el presidente Donald Trump ya había sido el primero en reconocer a Guaidó en el pasado, cuando el político venezolano se autoproclamó presidente interino de Venezuela el 23 de enero del 2019.
Los apoyos estadounidenses fueron diarios y múltiples: el subsecretario para Asuntos del Hemisferio Occidental, Mickael Kozak, el secretario de Estado, Mike Pompeo, el vicepresidente de EEUU, Mike Pence, y el encargado especial para la operación Venezuela, Eliot Abrams.
Cada uno condenó al Gobierno del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, no solo declaró su reconocimiento a Guaidó como presidente del Poder Legislativo, sino también volvió a respaldarlo como presidente interino de Venezuela. Esta última dimensión es la que estaba en el centro de la disputa: si Guaidó perdía la AN, entonces también habría dejado de tener el reconocimiento internacional como presidente.
Por eso la postura de EEUU, y en consecuencia de sus aliados, fue desconocer inmediatamente la victoria de Parra en la AN y dar validez a lo que Guaidó denominó como sesión. "Inventan cualquier cosa y producen efectos reales", sintetiza Blaser. Cualquier cosa, como una votación dentro de la sede de un periódico opositor, es decir una empresa privada, para reconocer a Guaidó al frente del poder legislativo.
La estrategia norteamericana para Venezuela necesitaba la reelección de Guaidó y, por lo tanto, no iba a permitir su desplazamiento de la AN, aunque no tuviera los votos suficientes. Esa validación de su presidencia interina del país ha tenido y tendrá consecuencias internacionales, efectos reales, aunque, hacia lo interno del país Guaidó seguirá sin poder ejercer poder, convertir una orden en realidad.
Una de las imágenes más claras que dejó el año en que Guaidó se autoproclamó presidente es que una cosa es afirmar tener poder, y otra, muy diferente, es ejercerlo. Esto último nunca fue logrado a lo interno del país, algo que tampoco logró la AN, declarada en desacato por el Tribunal Supremo de Justicia desde el 2016.
La realidad parece entonces predecible: Parra, que cuenta con el reconocimiento de los otros poderes del Estado, será quien ejerza la presidencia del Poder legislativo. Ya se ha anunciado que uno de los objetivos más cercanos será lograr la renovación del órgano electoral para las elecciones legislativas que tendrá lugar este año.
Guaidó, por su parte, mantendrá una presidencia virtual a lo interno y reconocida internacionalmente por el bloque diplomático conducido por EEUU. Sin embargo, Guaidó y la oposición que lo acompaña, tiene un objetivo para los próximos días: lograr volver a movilizar a sus seguidores.
Ese es uno de los objetivos centrales. Cuenta a su favor haber logrado transmitir una sensación de victoria con su reingreso al hemiciclo el pasado martes. En contra tiene el peso de no haber cumplido sus promesas del 2019 y los escándalos de corrupción que se tradujeron en la incapacidad de lograr una movilización durante la segunda parte del año pasado.
Ese objetivo será puesto a prueba inmediatamente, en particular con su llamado a la movilización del próximo martes hacia la AN. Resulta temprano saber si logrará volver a movilizar a sus seguidores, y Blaser subraya un dicho popular: "se dice que en política no hay muerto".
El Gobierno estadounidense, por su parte, además de su patrocinio a Guaidó, ha emitido un documento el día jueves donde llama a que se realice una transición negociada con un gobierno transitorio, que lleve a elecciones legislativas y presidenciales este año.
La disputa por el legislativo transcurre de manera acelerada y en todos los terrenos: político interno, geopolítico, percepción, imaginarios. Así, como dice Blaser, ante una misma imagen dos personas pueden ver realidades antagónicas según su ubicación política: "cuando ellos —Guaidó y su bloque— entraron a la Asamblea Nacional me parecían los cosacos, en cambio para otros eran los libertadores".
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