El primer ministro conservador Boris Johnson comenzó bien temprano este miércoles su labor proselitista con una visita a una lechería de West Yorkshire, donde además de acarrear botellas de leche, repitió su promesa de sacar al Reino Unido de la Unión Europea (UE) el 31 de enero próximo.
Aunque los sondeos vaticinan una victoria de los Tories, Johnson alertó que la puja estaba muy cerrada, y que existía el peligro de que ninguno de los partidos en competencia alcanzara mañana la mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes.
El riesgo crítico (de un Parlamento dividido) es muy real, afirmó el gobernante en declaraciones a la prensa que lo sigue en su frenético recorrido por el país.
El opositor Partido Laborista espera, por su parte, remontar la aparente desventaja en las encuestas con un discurso enfocado en resaltar el daño que ha ocasionado al servicio de salud pública la política de austeridad y recortes implantada por los Conservadores desde su llegada al poder 10 años atrás.
Es por eso que el líder laborista Jeremy Corbyn tiene previsto recalcar, primero desde Escocia y luego desde el noreste de Inglaterra, que su gobierno haría una fuerte inversión para aumentar la capacidad de los hospitales y su personal, como parte de un plan para transformar al país a favor de la mayoría.
Además de la Salud, el laborismo promete renacionalizar los servicios básicos como el agua y la electricidad, reducir las tarifas de transporte, incrementar el impuesto a los más ricos e implementar una revolución industrial verde para proteger el medioambiente y contener el cambio climático.
Respecto al Brexit, tema central de las elecciones, Corbyn se decanta por negociar un nuevo tratado de retirada con la UE, y luego someterlo a la aprobación de los británicos en un referendo donde se podrá votar también por permanecer dentro de la alianza europea.
Según trascendió, el Partido Liberal Demócrata, convertido en la tercera fuerza política de alcance nacional, también insistirá en proclamarse como único capaz de detener el Brexit de una vez y por todas, en un intento por atraer a los británicos que votaron en contra de la ruptura en la consulta de 2016.
De su lado, el Partido del Brexit, fundado por el euroescéptico Nigel Farage, intentará hacer exactamente lo contrario: convencer a los laboristas que al igual que él, quieren ver consumado el divorcio cuanto antes, pero no desean dar su voto a los Conservadores.
Los nacionalistas escoceses, que de acuerdo con la más reciente encuesta de la firma YouGov obtendrían 41 asientos en la Cámara de los Comunes tienen como punto principal en su agenda política presionar para la celebración de un segundo referendo independentista, además de una firma oposición al Brexit.
El panorama electoral lo completan los Verdes, las Unionistas de Irlanda del Norte, el independentista Sinn Fein y los galeses del Plaid Cymru, que aunque minoritarios, podrían también restar votos a los dos pesos pesados de la política británica.
La votación iniciará mañana con 46 millones de electores invitados a ejercer su derecho.
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