Un crecimiento económico permanente y una de las peores distribuciones de los ingresos del planeta. Así describe a su país el diputado chileno Tomás Hirsch.
La causa de la gigantesca movilización social en Chile "son los 30 años de abuso", y ahora toca escuchar la voz de los ciudadanos y no de las cúpulas políticas desacreditadas.
El líder del Partido Humanista de Chile, diputado por el Frente Amplio y candidato a la presidencia de la República en 1999 y 2005, Tomás Hirsch, analizó en una conversación con Sputnik la complicada situación que está viviendo el país. Según el político, el modelo neoliberal "ha fracasado rotundamente" en Chile y todos los sectores de la población demandan mejores condiciones de vida y cambios en lo social, en lo económico y en lo político-institucional.
— ¿Cómo describiría el momento que vive Chile estas semanas? ¿Cuáles fueron los factores que llevaron al pueblo chileno a salir a las calles?
— Lo que caracteriza a Chile de estas semanas es una movilización social gigantesca en la que ha participado la inmensa mayoría del país y todos los sectores de la población: jóvenes, trabajadores, estudiantes, mujeres, pueblos originarios, pescadores, adultos mayores… Hay una movilización que es por la demanda de mejores condiciones de vida, por cambios en lo social, en lo económico y en lo político-institucional.
En lo social, la demanda fundamental tiene que ver con mejores sueldos y mejores pensiones; en lo económico, tienen que ver básicamente con un cambio de la estructura tributaria en nuestro país, que hoy día favorece al 1% más rico en condiciones absolutamente diferentes que al resto de la población; y, en términos político-institucionales, la demanda fundamental es canalizar la condición generada a través de una Asamblea Constituyente.
¿Por qué se ha llegado a esto? Se ha llegado por una sociedad que ha sido la sociedad del abuso, de la inequidad. Durante demasiado tiempo, la gente aguantó esperando que en algún momento le iba a tocar parte de los beneficios del supuesto desarrollo económico de Chile, pero Chile pasó a ser un país de la OCDE, un país con crecimiento económico permanente. Sin embargo, con una de las peores distribuciones de ingresos del planeta y eso, ese abuso, esa inequidad, terminó evidentemente por explotar. La gente no aguantó más. La chispa fue un pequeño aumento de la tarifa del metro, pero, evidentemente, la causa no es esta, sino los más de 30 años de abuso.
— ¿Qué se juega el pueblo chileno en estas manifestaciones? ¿Y el Gobierno?
— El pueblo se está jugando básicamente la posibilidad de tener un cambio profundo y estructurado económico, político y social. Chile ha sido el paradigma del modelo neoliberal aplicado en su forma más brutal, más pura. Hoy día se está demostrando que ese modelo, que se mostró como de exportación como ejemplo para el resto del mundo, es un modelo que ha fracasado rotundamente, en términos de que no ha mejorado las condiciones de vida de una inmensa mayoría de los chilenos, aun cuando ha sido maravillosamente beneficioso para el 1 y el 5% de la población.
Y el Gobierno lo que se está jugando es a la disyuntiva de intentar mantener el modelo que favorece a unos pocos que, por supuesto, están del lado de este Gobierno de derecha, o de ponerse del lado de la inmensa mayoría. Lamentablemente, hasta acá ha privilegiado mantenerse en forma inamovible con su modelo, y solamente ha ofrecido pequeñas variaciones que no son más que una pequeña pildorita, un paracetamol, pero que no modifica estructuralmente el modelo. Por eso es que hasta acá ha habido un rechazo tan fuerte a cada una de las propuestas que ha hecho el Gobierno, que lamentablemente en lo social no son nada y, por otra parte, está aplicando una política de violación de los derechos humanos que ha sido la más brutal que se ha visto en democracia en Chile.
— ¿Qué papel juegan las Fuerzas Armadas en este momento político?
— Las Fuerzas Armadas en Chile sabemos muy bien que, cada vez que han actuado, lo han hecho contra el pueblo. Esa es una situación que proviene desde la época del siglo XIX, a comienzos del siglo XX, la matanza de Santa María Iquique y el caso más dramático, el golpe militar dado en 1973.
Luego de esto, la primera actuación concreta que tienen fue en este estado de emergencia al que convocó el presidente Piñera y, lamentablemente, una vez más su acción inmediata fue la de brutales violaciones a los derechos humanos. Por lo tanto, acá es fundamental que las Fuerzas Armadas se mantengan en un rol ajeno a este conflicto, que es un conflicto social y de ninguna manera de seguridad del Estado. Hasta acá las Fuerzas Armadas mismas han preferido evitar ser llamadas. Son más bien sectores civiles de derecha y de ultraderecha las que quisieran verlas involucradas en la calle reprimiendo a la ciudadanía.
— El Partido Humanista de Chile hizo una Acusación Constitucional contra Sebastián Piñera por violar los Derechos Humanos. Cuéntenos detalles al respecto, el contexto jurídico y la base de la acusación. ¿Qué pretenden lograr con esta acusación?
— Efectivamente, yo como diputado y jefe de bancada del Partido Humanista presenté una acusación constitucional contra Piñera, en conjunto con el apoyo de diputadas y diputados de las distintas bancadas y partidos de la oposición. Por lo tanto, hoy día es una acusación transversal.
Lo hicimos, en primer lugar, porque es un imperativo ético: dejar claramente establecido para la historia que estamos en presencia de un presidente que es responsable políticamente de que en Chile se hayan cometido violaciones a los derechos humanos en democracia. Creemos que es muy muy importante dejar eso consignado para la historia.
En segundo lugar, claramente aspiramos a que esa acusación constitucional sea aprobada. Sabemos que eso es difícil, sabemos que hay sectores que deciden en este momento mantener el apoyo al presidente a pesar de esta violación a los derechos humanos.
La acusación misma tiene dos grandes capítulos en que se fundamenta: el primero habla de que el presidente ha faltado a la Constitución y las leyes al momento de permitir acciones que han sido violatorias de los derechos humanos y está establecido en la Constitución y las leyes que él debe garantizar, resguardar y proteger los derechos humanos de la ciudadanía. Y se presentan cientos de casos de distinto tipo con lo que se demuestra esta violación a los derechos humanos: violaciones, abusos sexuales, torturas, desapariciones, asesinatos, pérdida de ojos... En fin, una serie de acciones que reflejan este primer capítulo.
Y el segundo capítulo es haber puesto en riesgo el honor del país, el honor de la patria que él constitucionalmente estaba llamado a defender. ¿Por qué ha puesto en riesgo el honor? Porque son numerosos los organismos internacionales y también los parlamentos de otros países que han condenado la violación a los derechos humanos en Chile. Además, se ha tenido que sacar del país tanto la reunión de la APEC como la COP25. Y evidentemente, eso produce un profundo daño al honor y a la integración de nuestro país en el concierto internacional.
— ¿De quién fue la iniciativa de reducir los sueldos de senadores, diputados y altas autoridades como ministros?
— La iniciativa fue de un grupo de diputados del Frente Amplio, que es la coalición a la que pertenecemos, presentada hace seis años. Sin embargo, durante estos seis años nunca fue vista en la sala ni en las comisiones. Ningún presidente de comisiones, ni de la derecha ni de la ex nueva mayoría o de la ex concertación quisieron jamás poner en tabla este proyecto de ley para reducir nuestras dietas a la mitad.
Ahora que se produjo esta movilización social, todos se sintieron de algún modo obligados a tener que apoyarla y rápidamente se puso en tabla, se discutió en nuestra Comisión de Constitución, Legislación y Justicia, pasó a la sala y fue aprobada por unanimidad. Esto me alegra mucho, pero no deja de llamarme la atención la hipocresía de tantos diputados que durante años se negaron sistemáticamente a que se les bajaran sus sueldos. Además, trataron de hacer varias maniobras en el último minuto para involucrar también los sueldos de los trabajadores del Congreso, cosa que afortunadamente logramos impedir.
— ¿Habrá una Asamblea Constituyente para cambiar la Constitución política de Chile?
— Eso no es claro. Se llegó a un acuerdo que el Partido Humanista no firmó, porque es un acuerdo que consideramos cupular, a espaldas del movimiento social, sin escuchar al movimiento social y no firmado solamente por algunos diputados y senadores de partidos políticos que están profundamente desacreditados. De todas maneras, en ese acuerdo se establece un plebiscito para consultarle a la ciudadanía si está por una nueva Constitución y se plantean dos opciones: nosotros creemos que la opción que tiene que prevalecer es la de una Asamblea Constituyente para generar una Constitución a partir de la ciudadanía y no de las mismas cúpulas políticas que hoy en día están tan desacreditadas.
— ¿Cómo se imagina el escenario de esa Asamblea Constituyente, en especial sobre su composición social?
— Depende mucho cómo se genere. Es un tema que todavía está abierto, está en discusión. Nosotros planteamos que tiene que haber cuota de género, que tiene que haber cuota de los pueblos originarios, que tiene que haber voto obligatorio, que tienen que poder votar los jóvenes desde los 16 años. Pero todos esos son temas que hoy día todavía no están incorporados en la mesa técnica y, por lo tanto, habrá que pelearlos para que realmente podamos tener una Asamblea Constituyente que sea representativa de la realidad del país. No queremos una Asamblea Constituyente de puros hombres. No queremos una Asamblea Constituyente gerontocrática. No queremos una Asamblea Constituyente solamente de los pueblos originarios. Así que esas son parte de las peleas y los temas que tenemos que dar.
— ¿Cuáles son los temas principales que debería abordar esa nueva Constitución?
— Bueno, hay muchos temas. En la Constitución actual, Chile está planteado como el Estado subsidiario. Eso significa que el Estado deja de garantizar determinados derechos y le traspasa al sector privado esa responsabilidad. Una nueva Constitución evidentemente tendría que garantizar derechos fundamentales: salud, vivienda, educación, trabajo, medio ambiente no contaminado… son temas fundamentales.
En segundo lugar, una nueva Constitución debería incorporar el tema del reconocimiento a los pueblos originarios, debería apuntar a una mayor descentralización y desconcentración del poder. Aspiramos nosotros a que sea un sistema unicameral, no el bicameral que tenemos hoy en día, que se vuelvan a recuperar los recursos fundamentales como el agua, el cobre, el litio, que hoy día están entregados al mundo privado, así que son muchos los cambios, muy profundos e importantes que sería necesario hacer.
— ¿Cuál es el papel de las Fuerzas Armadas y Carabineros en estos cambios que se buscan en la Constitución?
— Eso también es un punto fundamental. Hoy día es necesario modificar el rol, el funcionamiento y las atribuciones de las Fuerzas Armadas y de Carabineros. Los Carabineros siguen siendo una policía militarizada que claramente está obsoleta y, en su protocolo, si eso queda demostrado en la violación a los derechos humanos que ha habido.
Respecto a las Fuerzas Armadas, tienen por constitución hoy día uno de los niveles más altos de gasto en armamento en América Latina y eso es por una fórmula que está establecida en la Constitución. Hay que modificar su rol en términos de estar totalmente supeditadas al poder civil, así que hay todo un debate que hacer respecto al rol, el funcionamiento, las atribuciones de las Fuerzas Armadas y Carabineros.
Sputmik
La causa de la gigantesca movilización social en Chile "son los 30 años de abuso", y ahora toca escuchar la voz de los ciudadanos y no de las cúpulas políticas desacreditadas.
El líder del Partido Humanista de Chile, diputado por el Frente Amplio y candidato a la presidencia de la República en 1999 y 2005, Tomás Hirsch, analizó en una conversación con Sputnik la complicada situación que está viviendo el país. Según el político, el modelo neoliberal "ha fracasado rotundamente" en Chile y todos los sectores de la población demandan mejores condiciones de vida y cambios en lo social, en lo económico y en lo político-institucional.
— ¿Cómo describiría el momento que vive Chile estas semanas? ¿Cuáles fueron los factores que llevaron al pueblo chileno a salir a las calles?
— Lo que caracteriza a Chile de estas semanas es una movilización social gigantesca en la que ha participado la inmensa mayoría del país y todos los sectores de la población: jóvenes, trabajadores, estudiantes, mujeres, pueblos originarios, pescadores, adultos mayores… Hay una movilización que es por la demanda de mejores condiciones de vida, por cambios en lo social, en lo económico y en lo político-institucional.
En lo social, la demanda fundamental tiene que ver con mejores sueldos y mejores pensiones; en lo económico, tienen que ver básicamente con un cambio de la estructura tributaria en nuestro país, que hoy día favorece al 1% más rico en condiciones absolutamente diferentes que al resto de la población; y, en términos político-institucionales, la demanda fundamental es canalizar la condición generada a través de una Asamblea Constituyente.
¿Por qué se ha llegado a esto? Se ha llegado por una sociedad que ha sido la sociedad del abuso, de la inequidad. Durante demasiado tiempo, la gente aguantó esperando que en algún momento le iba a tocar parte de los beneficios del supuesto desarrollo económico de Chile, pero Chile pasó a ser un país de la OCDE, un país con crecimiento económico permanente. Sin embargo, con una de las peores distribuciones de ingresos del planeta y eso, ese abuso, esa inequidad, terminó evidentemente por explotar. La gente no aguantó más. La chispa fue un pequeño aumento de la tarifa del metro, pero, evidentemente, la causa no es esta, sino los más de 30 años de abuso.
— ¿Qué se juega el pueblo chileno en estas manifestaciones? ¿Y el Gobierno?
— El pueblo se está jugando básicamente la posibilidad de tener un cambio profundo y estructurado económico, político y social. Chile ha sido el paradigma del modelo neoliberal aplicado en su forma más brutal, más pura. Hoy día se está demostrando que ese modelo, que se mostró como de exportación como ejemplo para el resto del mundo, es un modelo que ha fracasado rotundamente, en términos de que no ha mejorado las condiciones de vida de una inmensa mayoría de los chilenos, aun cuando ha sido maravillosamente beneficioso para el 1 y el 5% de la población.
Y el Gobierno lo que se está jugando es a la disyuntiva de intentar mantener el modelo que favorece a unos pocos que, por supuesto, están del lado de este Gobierno de derecha, o de ponerse del lado de la inmensa mayoría. Lamentablemente, hasta acá ha privilegiado mantenerse en forma inamovible con su modelo, y solamente ha ofrecido pequeñas variaciones que no son más que una pequeña pildorita, un paracetamol, pero que no modifica estructuralmente el modelo. Por eso es que hasta acá ha habido un rechazo tan fuerte a cada una de las propuestas que ha hecho el Gobierno, que lamentablemente en lo social no son nada y, por otra parte, está aplicando una política de violación de los derechos humanos que ha sido la más brutal que se ha visto en democracia en Chile.
— ¿Qué papel juegan las Fuerzas Armadas en este momento político?
— Las Fuerzas Armadas en Chile sabemos muy bien que, cada vez que han actuado, lo han hecho contra el pueblo. Esa es una situación que proviene desde la época del siglo XIX, a comienzos del siglo XX, la matanza de Santa María Iquique y el caso más dramático, el golpe militar dado en 1973.
Luego de esto, la primera actuación concreta que tienen fue en este estado de emergencia al que convocó el presidente Piñera y, lamentablemente, una vez más su acción inmediata fue la de brutales violaciones a los derechos humanos. Por lo tanto, acá es fundamental que las Fuerzas Armadas se mantengan en un rol ajeno a este conflicto, que es un conflicto social y de ninguna manera de seguridad del Estado. Hasta acá las Fuerzas Armadas mismas han preferido evitar ser llamadas. Son más bien sectores civiles de derecha y de ultraderecha las que quisieran verlas involucradas en la calle reprimiendo a la ciudadanía.
— El Partido Humanista de Chile hizo una Acusación Constitucional contra Sebastián Piñera por violar los Derechos Humanos. Cuéntenos detalles al respecto, el contexto jurídico y la base de la acusación. ¿Qué pretenden lograr con esta acusación?
— Efectivamente, yo como diputado y jefe de bancada del Partido Humanista presenté una acusación constitucional contra Piñera, en conjunto con el apoyo de diputadas y diputados de las distintas bancadas y partidos de la oposición. Por lo tanto, hoy día es una acusación transversal.
Lo hicimos, en primer lugar, porque es un imperativo ético: dejar claramente establecido para la historia que estamos en presencia de un presidente que es responsable políticamente de que en Chile se hayan cometido violaciones a los derechos humanos en democracia. Creemos que es muy muy importante dejar eso consignado para la historia.
En segundo lugar, claramente aspiramos a que esa acusación constitucional sea aprobada. Sabemos que eso es difícil, sabemos que hay sectores que deciden en este momento mantener el apoyo al presidente a pesar de esta violación a los derechos humanos.
La acusación misma tiene dos grandes capítulos en que se fundamenta: el primero habla de que el presidente ha faltado a la Constitución y las leyes al momento de permitir acciones que han sido violatorias de los derechos humanos y está establecido en la Constitución y las leyes que él debe garantizar, resguardar y proteger los derechos humanos de la ciudadanía. Y se presentan cientos de casos de distinto tipo con lo que se demuestra esta violación a los derechos humanos: violaciones, abusos sexuales, torturas, desapariciones, asesinatos, pérdida de ojos... En fin, una serie de acciones que reflejan este primer capítulo.
Y el segundo capítulo es haber puesto en riesgo el honor del país, el honor de la patria que él constitucionalmente estaba llamado a defender. ¿Por qué ha puesto en riesgo el honor? Porque son numerosos los organismos internacionales y también los parlamentos de otros países que han condenado la violación a los derechos humanos en Chile. Además, se ha tenido que sacar del país tanto la reunión de la APEC como la COP25. Y evidentemente, eso produce un profundo daño al honor y a la integración de nuestro país en el concierto internacional.
— ¿De quién fue la iniciativa de reducir los sueldos de senadores, diputados y altas autoridades como ministros?
— La iniciativa fue de un grupo de diputados del Frente Amplio, que es la coalición a la que pertenecemos, presentada hace seis años. Sin embargo, durante estos seis años nunca fue vista en la sala ni en las comisiones. Ningún presidente de comisiones, ni de la derecha ni de la ex nueva mayoría o de la ex concertación quisieron jamás poner en tabla este proyecto de ley para reducir nuestras dietas a la mitad.
Ahora que se produjo esta movilización social, todos se sintieron de algún modo obligados a tener que apoyarla y rápidamente se puso en tabla, se discutió en nuestra Comisión de Constitución, Legislación y Justicia, pasó a la sala y fue aprobada por unanimidad. Esto me alegra mucho, pero no deja de llamarme la atención la hipocresía de tantos diputados que durante años se negaron sistemáticamente a que se les bajaran sus sueldos. Además, trataron de hacer varias maniobras en el último minuto para involucrar también los sueldos de los trabajadores del Congreso, cosa que afortunadamente logramos impedir.
— ¿Habrá una Asamblea Constituyente para cambiar la Constitución política de Chile?
— Eso no es claro. Se llegó a un acuerdo que el Partido Humanista no firmó, porque es un acuerdo que consideramos cupular, a espaldas del movimiento social, sin escuchar al movimiento social y no firmado solamente por algunos diputados y senadores de partidos políticos que están profundamente desacreditados. De todas maneras, en ese acuerdo se establece un plebiscito para consultarle a la ciudadanía si está por una nueva Constitución y se plantean dos opciones: nosotros creemos que la opción que tiene que prevalecer es la de una Asamblea Constituyente para generar una Constitución a partir de la ciudadanía y no de las mismas cúpulas políticas que hoy en día están tan desacreditadas.
— ¿Cómo se imagina el escenario de esa Asamblea Constituyente, en especial sobre su composición social?
— Depende mucho cómo se genere. Es un tema que todavía está abierto, está en discusión. Nosotros planteamos que tiene que haber cuota de género, que tiene que haber cuota de los pueblos originarios, que tiene que haber voto obligatorio, que tienen que poder votar los jóvenes desde los 16 años. Pero todos esos son temas que hoy día todavía no están incorporados en la mesa técnica y, por lo tanto, habrá que pelearlos para que realmente podamos tener una Asamblea Constituyente que sea representativa de la realidad del país. No queremos una Asamblea Constituyente de puros hombres. No queremos una Asamblea Constituyente gerontocrática. No queremos una Asamblea Constituyente solamente de los pueblos originarios. Así que esas son parte de las peleas y los temas que tenemos que dar.
— ¿Cuáles son los temas principales que debería abordar esa nueva Constitución?
— Bueno, hay muchos temas. En la Constitución actual, Chile está planteado como el Estado subsidiario. Eso significa que el Estado deja de garantizar determinados derechos y le traspasa al sector privado esa responsabilidad. Una nueva Constitución evidentemente tendría que garantizar derechos fundamentales: salud, vivienda, educación, trabajo, medio ambiente no contaminado… son temas fundamentales.
En segundo lugar, una nueva Constitución debería incorporar el tema del reconocimiento a los pueblos originarios, debería apuntar a una mayor descentralización y desconcentración del poder. Aspiramos nosotros a que sea un sistema unicameral, no el bicameral que tenemos hoy en día, que se vuelvan a recuperar los recursos fundamentales como el agua, el cobre, el litio, que hoy día están entregados al mundo privado, así que son muchos los cambios, muy profundos e importantes que sería necesario hacer.
— ¿Cuál es el papel de las Fuerzas Armadas y Carabineros en estos cambios que se buscan en la Constitución?
— Eso también es un punto fundamental. Hoy día es necesario modificar el rol, el funcionamiento y las atribuciones de las Fuerzas Armadas y de Carabineros. Los Carabineros siguen siendo una policía militarizada que claramente está obsoleta y, en su protocolo, si eso queda demostrado en la violación a los derechos humanos que ha habido.
Respecto a las Fuerzas Armadas, tienen por constitución hoy día uno de los niveles más altos de gasto en armamento en América Latina y eso es por una fórmula que está establecida en la Constitución. Hay que modificar su rol en términos de estar totalmente supeditadas al poder civil, así que hay todo un debate que hacer respecto al rol, el funcionamiento, las atribuciones de las Fuerzas Armadas y Carabineros.
Sputmik
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