Aunque hasta ayer hubo enfrentamientos violentos entre las fuerzas del orden y los manifestantes, la mayoría de las víctimas se debieron a los incendios de edificios públicos o a los posteriores derrumbes de estos, según la versión oficial.
Eko Daryanto, portavoz de la policía en Papúa, provincia a la que pertenece Wamena, apuntó que el número de fallecidos y lesionados puede aumentar porque muchas personas aún se encuentran bajo los escombros.
El oficial desmintió que los heridos mostrados en videos a través de las redes sociales se debieran a disparos realizados por las fuerzas policiales y militares enviados a controlar los disturbios. Sí confirmó que fueron arrestadas decenas de personas por dañar la propiedad pública
Las manifestaciones son continuación de las que esporádicamente, desde fines de agosto, han tenido lugar en esa provincia y en la de Papúa Occidental, en rechazo a las supuestas políticas racistas y discriminatorias del gobierno contra esos territorios.
Hasta ayer también se reportaron violentas protestas en Jayapura, la capital de Papúa, una región rica en recursos y donde se localizan minas de oro y cobre consideradas entre las mayores del mundo.
Los naturales de Papúa y Papúa Occidental acusan al gobierno indonesio de ejecutar una campaña de violencia indiscriminada y de supresión de sus derechos y de la libertad de expresión. Una de sus demandas es la realización de un referendo sobre la independencia que las autoridades descartan.
El conflicto data de la retirada de la administración holandesa de Nueva Guinea (1962) y su reemplazo por la indonesia en 1963.
El independentista Organisasi Papua Merdeka (OPM, Movimiento de Papúa Libre) lleva a cabo una guerra de guerrillas de baja intensidad contra Indonesia a través de ataques a militares y policías.
Organizaciones locales de defensa de los derechos humanos aseguran que desde 1969 han sido asesinados más de 100 mil nacionalistas papúes y miles más, víctimas de encarcelamiento y torturas.
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