Earle Herrera.- La prolífica abuela alumbró otro opaco nieto donde ya los hijos sobraban y se los estaba dando al imperio en adopción. “Se llamará Juan”, sentenció premonitoria, no como el evangelista pero tampoco como el Juan Bimba ese, pues el nuestro antes de empezar a gatear ya había recolectado 110 millones de dólares para no tener que andar con ese ese pan de bollo en el bolsillo.
Esta vez la abuela imperial expelió un nieto mestizo, en lugar de los catiritos que no hicieron el trabajo desde 2002: Shapiro, Duddy o Brownfield. Con este parto humanitariamente ayudado, la alcoba de la derecha se llenó de agua.
Si Miraflores divide a los partidos, los dólares fracturan a la oposición. Pregúntenle a Florido y al papá de López.
Esa derecha cree que ambos Dorados –la silla y los verdes- están a la vuelta de la esquina. Si después resultan un espejismo es otra cosa, pero por ahora los ven allí, con su áureo magnetismo.
La partida candidatural estaba completa con Ramos, Machado, Ledezma, Rosales, López y Capriles. Pero de pronto el maquiavélico imperio metió a Guaidó en el juego y “los mariachis callaron”.
Al principio, los veteranos no se preocuparon porque el nuevo de la partida era solo un interino o algo así. Tarde se dieron cuenta de que el imperio no le debe respeto a la Constitución de Venezuela y por eso, sus interinatos suelen ser indefinidos, como el de Gómez.
Para colmo, el interino le cogió gusto al interinato y parece decirle a López y a los otros “si te he visto, tengo amnesia”.
El golpe prolongado complicó las cosas. La caída de Maduro la cantaron como “cuestión de horas” Ledezma, Machado y otros. De un viejo conspirador -¿Manuel Quijada?- es la frase “un golpe es de golpe o no es un golpe”. Porque si te dan las 12 y la una y la dos y la tres como a Rocío Durcal y Joaquín Sabina, despiertas en una indeseada realidad, en tu 13 de abril.
El influyente Wall Street Journal desplegó que “Maduro no da señales de irse”. Y esta falta de señales de un adiós vendido como inminente, más los dólares y euros de “ayuda humanitaria” a los golpistas mediáticos, sumado a los humos subidos del interino, pusieron morado el caldo del imperio y la sopa opositora. ¡Esto se enguaidonó!, rezongó una pure asifrinada de Santa Fe.
Earle Herrera
Periodista / Profesor UCV
Esta vez la abuela imperial expelió un nieto mestizo, en lugar de los catiritos que no hicieron el trabajo desde 2002: Shapiro, Duddy o Brownfield. Con este parto humanitariamente ayudado, la alcoba de la derecha se llenó de agua.
Si Miraflores divide a los partidos, los dólares fracturan a la oposición. Pregúntenle a Florido y al papá de López.
Esa derecha cree que ambos Dorados –la silla y los verdes- están a la vuelta de la esquina. Si después resultan un espejismo es otra cosa, pero por ahora los ven allí, con su áureo magnetismo.
La partida candidatural estaba completa con Ramos, Machado, Ledezma, Rosales, López y Capriles. Pero de pronto el maquiavélico imperio metió a Guaidó en el juego y “los mariachis callaron”.
Al principio, los veteranos no se preocuparon porque el nuevo de la partida era solo un interino o algo así. Tarde se dieron cuenta de que el imperio no le debe respeto a la Constitución de Venezuela y por eso, sus interinatos suelen ser indefinidos, como el de Gómez.
Para colmo, el interino le cogió gusto al interinato y parece decirle a López y a los otros “si te he visto, tengo amnesia”.
El golpe prolongado complicó las cosas. La caída de Maduro la cantaron como “cuestión de horas” Ledezma, Machado y otros. De un viejo conspirador -¿Manuel Quijada?- es la frase “un golpe es de golpe o no es un golpe”. Porque si te dan las 12 y la una y la dos y la tres como a Rocío Durcal y Joaquín Sabina, despiertas en una indeseada realidad, en tu 13 de abril.
El influyente Wall Street Journal desplegó que “Maduro no da señales de irse”. Y esta falta de señales de un adiós vendido como inminente, más los dólares y euros de “ayuda humanitaria” a los golpistas mediáticos, sumado a los humos subidos del interino, pusieron morado el caldo del imperio y la sopa opositora. ¡Esto se enguaidonó!, rezongó una pure asifrinada de Santa Fe.
Earle Herrera
Periodista / Profesor UCV
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