Por: Antonio Rondón *
Quedan pocas opciones para los ucranianos en los próximos comicios, si para escoger al presidente deben hacerlo entre candidatos sin soluciones a la paz en Donbass, la crisis socioeconómica o el diferendo con Rusia.
En una campaña comicial donde participan 40 aspirantes, aunque muchos de ellos pueden ser rechazados por la Comisión Central Electoral, como ya ocurrió con al menos nueve, la orientación de los votantes se dificulta aún más.
Para el presidente ucraniano, Piotro Poroshenko, quien finalmente presentó su candidatura tras hacer proselitismo casi un mes sin esa condición, solo hay una opción en los comicios: él o el mandatario ruso, Vladimir Putin. Algo mejor no pudo proponer.
Claro que para al menos 33 millones 700 mil ucranianos llamados a las urnas, la posibilidad de reelegir a Poroshenko está lejos de ser la opción ideal del 31 de marzo próximo.
Con el actual jefe de Estado, el país casi cayó en bancarrota, con una deuda equivalente cercana al 70 por ciento del Producto Interno Bruto nacional, la pobreza aumentó estrepitosamente, y se redujeron en casi 10 veces el salario real y las pensiones.
Además, al acatar demandas del Fondo Monetario Internacional, aumentaron casi dos veces las tarifas de gas y de los servicios comunales, mientras la guerra en Donbass en lugar de acabar en unas horas, como dijo Poroshenko, entró en su quinto año.
El afán de convertir una operación de castigo contra la población de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk (Donbass), reconocida en un principio como antiterrorista, en una supuesta guerra contra Rusia, tiene varios propósitos.
Uno de los más importantes es crear la fábula de la agresión rusa y con ello justificar no solo el empleo de las fuerzas armadas contra la población civil en Donbass, sino también un cambio radical en la política interna y exterior de Ucrania.
Del ataque inicial al ruso como segundo idioma oficial, se pasó a la marginación de todo lo relacionado con Moscú: la televisión, la literatura, el heroísmo del pueblo soviético en la Gran Guerra Patria y con ello la aceptación del fascismo como doctrina.
Llegado a ese punto, Kiev, además de emprender una abierta retórica rusofóbica, se alineó a posiciones de potencias occidentales y habló de ingresar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte o instalar bases de ese bloque en Ucrania.
En medio del retroceso en los nexos con Moscú, pasó a desarticular los vínculos comerciales y económicos de Rusia y Ucrania y a destruir un hilo de conexión entre ambos pueblos: la iglesia ortodoxa.
Poroshenko se autoproclamó el principal impulsor de un separatismo que buscaba, en el fondo, mostrar otro supuesto frente antirruso con marcado viso electoral, cuando se omitió el carácter laico del estado y el Presidente se convirtió en un predicador.
Así, el mandatario ucraniano, que apenas alcanza el tercer lugar en los sondeos con un 10,3 por ciento de apoyo, se presenta como el perfecto comandante en jefe contra la 'invasión rusa' y el defensor del supuesto curso independiente de la iglesia ucraniana.
El único candidato protector de los intereses de Ucrania es Poroshenko, el resto de los aspirantes son una vía para la 'revancha de Moscú' y la pérdida de la soberanía, aseguró.
OTROS CANDIDATOS
Las declaraciones del actual mandatario ucraniano más bien reflejan sus preocupaciones, cuando la ex primera ministra Yulia Timoshenko llega a los 22,6 puntos de popularidad y habla de enjuiciar a quien considera responsable de un desastre nacional.
Timoshenko defiende en su programa un 'nuevo curso económico en Ucrania', una Constitución nueva para pasar a una república parlamentaria y reducir en dos veces las tarifas de gas y otros servicios comunitarios.
También por encima de Poroshenko se encuentra el comediante y showman Vladimir Zelensky, quien formó su partido Sluga Naroda (Sirviente del pueblo), el mismo nombre de una serie que lo llevó al estrellato como maestro de sátira política.
Zelensky, cuya campaña electoral se realiza en las redes sociales y cuenta ahora con 13,8 puntos de apoyo, promete una presidencia de un solo periodo de cinco años, sin reelección y referendo para propuestas importantes del Gobierno.
El comediante propone eliminar la inmunidad para diputados, jueces y hasta el jefe de Estado, un plebiscito sobre el ingreso a la Organización del Tratado del Atlántico Norte, facilidades impositivas para empresarios jóvenes y otras iniciativas.
Algunos especialistas consideran que a la segunda vuelta del 21 de abril venidero podría pasar Poroshenko y Timoshenko o Timoshenko y Zelensky.
Otros candidatos como Oleg Liashko, del neofascista Partido Radical y con 9,5 puntos en los sondeos, aboga por eliminar el cargo de Primer Ministro y dar todos los poderes al Presidente, así como reducir los diputados de la Rada Suprema de 450 a 250.
Ruslan Kashulinsky, del partido Sector de Derecha, promete la defensa del ucraniano como idioma oficial, aboga por la ruptura de nexos diplomáticos con Rusia, el bloqueo de Donbass y una solución militar al conflicto en esa región.
Anatoli Gritsenko, exministro de Defensa y otro de los 'censados' en las encuestas, donde cuenta con 9,3 por ciento de respaldo propone, entre otras medidas, una moratoria a la exportación de madera o un salario promedio de 700 euros.
Por su lado Evgueni Muraev, del Partido Nuestros y exdirector del canal NewsOne, acumula 5,9 por ciento en los sondeos y aboga por el cumplimiento de los acuerdos de paz de Minsk para solucionar el conflicto de Donbass.
Además, Muraev defiende el estatus neutral de Ucrania, el fin del control externo sobre la política de su país, así como la revisión de acuerdos de asociación con la Unión Europea.
Otro candidato, Yuri Boiko, quien salió de las filas del Bloque Opositor, que agrupó a antiguos miembros del Partido de las Regiones, apenas cuenta con 4,7 puntos. Se presenta por la alianza Plataforma Opositora-Por la vida.
El ex viceprimer ministro, junto a Vladimir Rabinovich, aboga por la paz en Donbass, la defensa de la iglesia canónica ortodoxa ucraniana y el fin del llamado genocidio tarifario (alza de servicios comunales).
Los expertos hablan de 30 por ciento de indecisos, pese a la existencia de 23 candidatos registrados mayores de 35 años, con una década en Ucrania y tras pagar una cuota de 2,5 millones de grivnas (unos 12 mil dólares).
Tal indecisión más bien demuestra que la opción de los ucranianos es escoger entre el menor mal posible, pero sin soluciones previsibles para sus necesidades socioeconómicas.
arb/To
*Corresponsal jefe de Prensa Latina en Rusia.
Para el presidente ucraniano, Piotro Poroshenko, quien finalmente presentó su candidatura tras hacer proselitismo casi un mes sin esa condición, solo hay una opción en los comicios: él o el mandatario ruso, Vladimir Putin. Algo mejor no pudo proponer.
Claro que para al menos 33 millones 700 mil ucranianos llamados a las urnas, la posibilidad de reelegir a Poroshenko está lejos de ser la opción ideal del 31 de marzo próximo.
Con el actual jefe de Estado, el país casi cayó en bancarrota, con una deuda equivalente cercana al 70 por ciento del Producto Interno Bruto nacional, la pobreza aumentó estrepitosamente, y se redujeron en casi 10 veces el salario real y las pensiones.
Además, al acatar demandas del Fondo Monetario Internacional, aumentaron casi dos veces las tarifas de gas y de los servicios comunales, mientras la guerra en Donbass en lugar de acabar en unas horas, como dijo Poroshenko, entró en su quinto año.
El afán de convertir una operación de castigo contra la población de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk (Donbass), reconocida en un principio como antiterrorista, en una supuesta guerra contra Rusia, tiene varios propósitos.
Uno de los más importantes es crear la fábula de la agresión rusa y con ello justificar no solo el empleo de las fuerzas armadas contra la población civil en Donbass, sino también un cambio radical en la política interna y exterior de Ucrania.
Del ataque inicial al ruso como segundo idioma oficial, se pasó a la marginación de todo lo relacionado con Moscú: la televisión, la literatura, el heroísmo del pueblo soviético en la Gran Guerra Patria y con ello la aceptación del fascismo como doctrina.
Llegado a ese punto, Kiev, además de emprender una abierta retórica rusofóbica, se alineó a posiciones de potencias occidentales y habló de ingresar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte o instalar bases de ese bloque en Ucrania.
En medio del retroceso en los nexos con Moscú, pasó a desarticular los vínculos comerciales y económicos de Rusia y Ucrania y a destruir un hilo de conexión entre ambos pueblos: la iglesia ortodoxa.
Poroshenko se autoproclamó el principal impulsor de un separatismo que buscaba, en el fondo, mostrar otro supuesto frente antirruso con marcado viso electoral, cuando se omitió el carácter laico del estado y el Presidente se convirtió en un predicador.
Así, el mandatario ucraniano, que apenas alcanza el tercer lugar en los sondeos con un 10,3 por ciento de apoyo, se presenta como el perfecto comandante en jefe contra la 'invasión rusa' y el defensor del supuesto curso independiente de la iglesia ucraniana.
El único candidato protector de los intereses de Ucrania es Poroshenko, el resto de los aspirantes son una vía para la 'revancha de Moscú' y la pérdida de la soberanía, aseguró.
OTROS CANDIDATOS
Las declaraciones del actual mandatario ucraniano más bien reflejan sus preocupaciones, cuando la ex primera ministra Yulia Timoshenko llega a los 22,6 puntos de popularidad y habla de enjuiciar a quien considera responsable de un desastre nacional.
Timoshenko defiende en su programa un 'nuevo curso económico en Ucrania', una Constitución nueva para pasar a una república parlamentaria y reducir en dos veces las tarifas de gas y otros servicios comunitarios.
También por encima de Poroshenko se encuentra el comediante y showman Vladimir Zelensky, quien formó su partido Sluga Naroda (Sirviente del pueblo), el mismo nombre de una serie que lo llevó al estrellato como maestro de sátira política.
Zelensky, cuya campaña electoral se realiza en las redes sociales y cuenta ahora con 13,8 puntos de apoyo, promete una presidencia de un solo periodo de cinco años, sin reelección y referendo para propuestas importantes del Gobierno.
El comediante propone eliminar la inmunidad para diputados, jueces y hasta el jefe de Estado, un plebiscito sobre el ingreso a la Organización del Tratado del Atlántico Norte, facilidades impositivas para empresarios jóvenes y otras iniciativas.
Algunos especialistas consideran que a la segunda vuelta del 21 de abril venidero podría pasar Poroshenko y Timoshenko o Timoshenko y Zelensky.
Otros candidatos como Oleg Liashko, del neofascista Partido Radical y con 9,5 puntos en los sondeos, aboga por eliminar el cargo de Primer Ministro y dar todos los poderes al Presidente, así como reducir los diputados de la Rada Suprema de 450 a 250.
Ruslan Kashulinsky, del partido Sector de Derecha, promete la defensa del ucraniano como idioma oficial, aboga por la ruptura de nexos diplomáticos con Rusia, el bloqueo de Donbass y una solución militar al conflicto en esa región.
Anatoli Gritsenko, exministro de Defensa y otro de los 'censados' en las encuestas, donde cuenta con 9,3 por ciento de respaldo propone, entre otras medidas, una moratoria a la exportación de madera o un salario promedio de 700 euros.
Por su lado Evgueni Muraev, del Partido Nuestros y exdirector del canal NewsOne, acumula 5,9 por ciento en los sondeos y aboga por el cumplimiento de los acuerdos de paz de Minsk para solucionar el conflicto de Donbass.
Además, Muraev defiende el estatus neutral de Ucrania, el fin del control externo sobre la política de su país, así como la revisión de acuerdos de asociación con la Unión Europea.
Otro candidato, Yuri Boiko, quien salió de las filas del Bloque Opositor, que agrupó a antiguos miembros del Partido de las Regiones, apenas cuenta con 4,7 puntos. Se presenta por la alianza Plataforma Opositora-Por la vida.
El ex viceprimer ministro, junto a Vladimir Rabinovich, aboga por la paz en Donbass, la defensa de la iglesia canónica ortodoxa ucraniana y el fin del llamado genocidio tarifario (alza de servicios comunales).
Los expertos hablan de 30 por ciento de indecisos, pese a la existencia de 23 candidatos registrados mayores de 35 años, con una década en Ucrania y tras pagar una cuota de 2,5 millones de grivnas (unos 12 mil dólares).
Tal indecisión más bien demuestra que la opción de los ucranianos es escoger entre el menor mal posible, pero sin soluciones previsibles para sus necesidades socioeconómicas.
arb/To
*Corresponsal jefe de Prensa Latina en Rusia.
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