Por: Ernesto Cazal
La aceleración del conflicto generado desde Washington sobre Venezuela, hizo que escalara no sólo las agresiones a las instituciones locales y las amenazas (para)militares, sino también la tensión en lo social con movilizaciones en las calles, focos de violencia irregular y amenazas de intervención militar extranjera, unido a la situación hiperinflacionaria y comercial a lo interno nacional.
Las sanciones que significaron el embargo agregaron una carga que pesará en el ambiente creado, uno lleno de expectativas por un lado, mientras el chavismo se mantiene cauto pero movilizado en sus diferentes componentes sociales y políticos. El escenario se filtra en una sensación de peligrosidad activa, en un punto donde hemos pasado del intento de magnicidio contra el presidente Nicolás Maduro en agosto de 2018, hasta el presente con una "ayuda humanitaria" que ha generado más sospechas que salutaciones afirmativas.
Apenas arrancó 2019, el auge de los movimientos estadounidenses para crear un "gobierno paralelo" tuvo un ritmo frenético, sobre todo entre el 23 de enero y principios de febrero. Durante esos días se reprodujeron y expandieron informaciones, datos y relatos que colindaban entre la veracidad y el fraude informativo.
Bajo esa línea de opacidad mediática, con alcance sobre todo en redes sociales, las operaciones psicológicas (conocidas en inglés como psyops) se han difundido y diseminado por sobre todas las capas de audiencia y consumidores de información en Venezuela. Han sido utilizadas con el fin de neurotizar y caotizar la psique social, sobre todo en el campo de las redes sociales, donde las opiniones (bajo un tratamiento definido) suelen ser consideradas hechos.
Esta vez, existen orígenes diversos de las psyops; en este artículo analizaremos aquellas operaciones vinculadas directamente con funcionarios del gobierno de los Estados Unidos, así como de agencias de noticias con experiencia en la cobertura en terreno de conflictos de este tipo, que sobrepasan lo local para convertirse en un escenario de conflictividad global. De ese tamaño es la importancia de lo que suceda con Venezuela en lo sucesivo.
El fin era ganar el campo de batalla psíquico no sólo en tiempos de guerra (apoyo a la Contra nicaragüense y las matanzas centroamericanas) sino sobre todo en los de paz (pensando en el síndrome post-Vietnam y el futuro desmantelamiento de la Unión Soviética), pues la subsumisión conductual era la estrategia del programa neoliberal representado en la Administración Reagan. Por primera vez se institucionalizaba, secretamente, un orwelliano Ministerio de la Verdad en los despachos de Washington, con el Consejo de Seguridad Nacional comandando las operaciones en fondo y forma.
De esta manera la CIA llegó también a expresar sus ideas en operaciones psicológicas, con la necesaria adaptación a la guerra irregular, bajo el formato de manual en la agresión contra la Nicaragua sandinista. Allí expresa los objetivos a largo plazo, pues no sólo constaba de hacer el énfasis en promover una percepción positiva de los Contra en su guerra de exterminio, asimismo se trataba de socavar la percepción de la realidad, y con ella crear en el sitio "guerrillas de combatientes propagandísticos" de la causa estadounidense.
El intentar coludir una identificación entre las víctimas y los agresores: ese fue el dominio donde se movieron las psyops contra el pueblo nicaragüense, y es allí también donde operan las operaciones psicológicas en Venezuela, con el hoy aditamento de que existen técnicas a través del Big Data para expandir dichas operaciones, con el uso de los datos personales como armas contra la población, lo que le da un contenido corporativo al asedio informativo (remember Cambrigde Analytica y cía).
Una manera categórica de propagar una psyop estuvo a cargo de John Bolton, el asesor de Seguridad Nacional de Donald Trump, quien de manera interesada dio a mostrar su libreta con una anotación evidente: "5.000 tropas a Colombia".
Esta "información" recorrió el planeta, arrojando más sospechas que preguntas, ya que el peligroso funcionario estadounidense habría inferido "sin querer" que una inserción protagonizada por los hollywoodenses Marines podría darse en territorio venezolano. Sin embargo, tanto oficiales del ejército norteamericano como autoridades colombianas declararon que no tenían ese dato entres sus aprestos inmediatos.
Cabe acotar que, en efecto, el Pentágono está desplegando planes de servicio en la frontera colombo-venezolana, aunque el objetivo no ha sido dispuesto públicamente.
El gesto de Bolton sugería varios fines: amedrentar a la FANB y ajustar el clima social con las expectativas de una intervención militar a favor o en contra; esto último da igual al establishment extranjero pues se plantea la caotización psíquica del colectivo. Calza esta operación en un momento en el que el "Team Guaidó" intenta captar defecciones militares, con el objetivo de mercenarizar sus intereses para apoyar el anhelado golpe de Estado encabezado por Voluntad Popular (VP).
Al mismo tiempo que la Asamblea Nacional en desacato esboza un esquema de recibimiento de la cacareada "ayuda humanitaria", que consta básicamente de una zona de exclusión vía terrestre o aérea bajo el dominio militar del Pentágono, las expectativas suben bajo el guiño mediatizado de Bolton y la sugerencia de la "opción militar" como una definitiva forma de agresión dura contra Venezuela por parte (otra vez) del mismísimo Trump.
Los audios de WhatsApp son los dispositivos ideales para la difusión de rumores, dispone a los escuchas en una animosidad de conmoción, con especial énfasis en aquellos cuyos deseos están íntimamente ligados a las informaciones (generalmente falsas) emitidas.
Uno de los ejemplos más representativos lo materializa el siguiente audio, compartido entre una cantidad por ahora inestimable de usuarios, que fueron sujetos a una neurotización filtrada por la tensión actual del conflicto transnacional venezolano. Recuérdese que al día de hoy 5 de febrero, aún no se ha dispuesto la susodicha "ayuda humanitaria", vendida como un producto final del Día D.
Por otro lado, fotos y videos se han desplegado por redes sociales y medios de comunicación haciéndolos pasar por informaciones verificadas, sin ningún tipo de contraste.
Una manera de matizar estas operaciones es confirmando informaciones y los insumos usados que conforman éstas. En estos últimos casos en que se anunciaba un ficticio "fin del chavismo" mediante el despliegue de la "ayuda humanitaria" estadounidense, hay que considerar que no ha habido una instalación con capacidad militar que pudiera efectuar una tarea de este tipo (por ahora) de parte del Pentágono y las fuerzas conjuntas de Colombia. Esto más la sugerencia del Comité Internacional de la Cruz Roja y Cáritas Venezuela (Vaticano) de que no se puede realizar una operación semejante sin el permiso de la FANB y el presidente Maduro.
Hasta los momentos muchos periodistas opositores y medios como Univisión han tenido que desmentirse, asimismo con el caso de los niños "reclutados" por parte de la FANB bajo el supuesto de las inexistentes defecciones masivas a favor de Guaidó.
Llama la atención cómo se logra expandir informaciones falsas de ese tipo en un contexto de tensión política y bélica. En ese sentido, la recomendada investigación de Erin Gallagher sobre el uso de bots, cuentas fake e infoguerra de la oposición venezolana en Twitter, da luces en cuanto a la coordinación de un ejército de "guerreros del teclado", personalizados y automatizados, listo para difundir el enjambre de operaciones psicológicas y fake news que interesa a la oposición venezolana y sus acreedores del Norte.
Concluye Gallagher, luego de su ilustrativa exposición, que "puedo llamar a esto con confianza un patrón de inauténtica y coordinada conducta en Twitter" sobre una muestra que hace de cuentas que llegaron, en 2017, al enunciar un mismo y exacto discurso de criminalización del Estado venezolano, a través de etiquetas creadas en ese marco por una sociedad de hackers cuyo origen remite a Miami.
Y agrega: "Lo que puedo decir con certeza es que la red de redes sociales de la oposición venezolana engrana una inauténtica y coordinada actividad en Twitter", necesaria para el despliegue operativo de informaciones falsas y datos no contratastados.
El caso FAES (Fuerzas de Acciones Especiales) es otro tipo de caso en que se refleja esta expresión de enjambre artificiosa, en un contexto de violencia irregular que se agudiza con focos que sobrepasan las típicas luchas "cívicas" en los escenarios de golpe blando. De hecho, las investigaciones sobre los choques entre las FAES y grupos armados en los barrios de Caracas dan cuenta de que hay una coordinación beligerante con implicaciones políticas en las distintas bandas criminales del Guarataro, Petare y El Valle.
En este caso, las agencias de noticias como Reuters en conjunción con ONGs ligadas a los corredores de presupuesto privado y público de Washington (Provea, Foro Penal) generalizan y dejan de matizar cifras en torno a asesinatos en enfrentamientos violentos entre la policía y las bandas criminales.
La señalización de los "crímenes" continúa abultándose bajo expediente de los derechos humanos que tanto uso le ha dado Luis Almagro desde la OEA. A pesar de que no existe rigurosidad en las afirmaciones contra las FAES, el vaso medio vacío es tomado como lleno por la audiencia ya neurotizada bajo el enjambre de psyops que ponen el dedo sobre aquel cuerpo de seguridad, junto a otros, como chivos expiatorios en el futuro.
Toda operación de este tipo capta la atención sobre la necesidad de expurgar socialmente cualquier vestigio de lo que se criminaliza. El chavismo ya conoce los riesgos vitales de estas operaciones bajo el manto de los crímenes de odio que han acontecido desde el fallido golpe de color en 2017.
Al cierre de esta nota, se puede decir que dichas operaciones tuvieron un efecto a corto plazo en el imaginario colectivo venezolano, y hasta regional y global. No ha ocurrido la anhelada invasión militar dirigida por la troika del golpe y la guerra (Pence-Bolton-Rubio), y Trump parece que juega él mismo al policía bueno policía malo a través de Twitter como lo ha hecho ya anteriormente con los líderes asiáticos Xi Jinping y Kim Jong-un.
Esto no quiere decir que las amenazas no sean factibles, al contrario: no debemos desestimarlas. Pero sí mantener la calma a la hora de recibir y difundir información en nuestras redes, cotejar datos, sospechar de lo demasiado estruendoso. La información también es un arma, sirve para atacar y defenderse. Recordemos siempre a Sun Tzu: "Todo el arte de la guerra está basado en el engaño".
La aceleración del conflicto generado desde Washington sobre Venezuela, hizo que escalara no sólo las agresiones a las instituciones locales y las amenazas (para)militares, sino también la tensión en lo social con movilizaciones en las calles, focos de violencia irregular y amenazas de intervención militar extranjera, unido a la situación hiperinflacionaria y comercial a lo interno nacional.
Las sanciones que significaron el embargo agregaron una carga que pesará en el ambiente creado, uno lleno de expectativas por un lado, mientras el chavismo se mantiene cauto pero movilizado en sus diferentes componentes sociales y políticos. El escenario se filtra en una sensación de peligrosidad activa, en un punto donde hemos pasado del intento de magnicidio contra el presidente Nicolás Maduro en agosto de 2018, hasta el presente con una "ayuda humanitaria" que ha generado más sospechas que salutaciones afirmativas.
Apenas arrancó 2019, el auge de los movimientos estadounidenses para crear un "gobierno paralelo" tuvo un ritmo frenético, sobre todo entre el 23 de enero y principios de febrero. Durante esos días se reprodujeron y expandieron informaciones, datos y relatos que colindaban entre la veracidad y el fraude informativo.
Bajo esa línea de opacidad mediática, con alcance sobre todo en redes sociales, las operaciones psicológicas (conocidas en inglés como psyops) se han difundido y diseminado por sobre todas las capas de audiencia y consumidores de información en Venezuela. Han sido utilizadas con el fin de neurotizar y caotizar la psique social, sobre todo en el campo de las redes sociales, donde las opiniones (bajo un tratamiento definido) suelen ser consideradas hechos.
Esta vez, existen orígenes diversos de las psyops; en este artículo analizaremos aquellas operaciones vinculadas directamente con funcionarios del gobierno de los Estados Unidos, así como de agencias de noticias con experiencia en la cobertura en terreno de conflictos de este tipo, que sobrepasan lo local para convertirse en un escenario de conflictividad global. De ese tamaño es la importancia de lo que suceda con Venezuela en lo sucesivo.
Estados Unidos al frente y de frente
Ha sido bien documentado el papel de la CIA y la Casa Blanca en la propagación de psyops en todo el mundo gracias al trabajo periodístico de Robert Parry (QEPD), mediante la cooptación de conglomerados mediáticos, políticos repitiendo una y otra vez mensajes clave en favor de unos intereses específicos y formadores de opinión.El fin era ganar el campo de batalla psíquico no sólo en tiempos de guerra (apoyo a la Contra nicaragüense y las matanzas centroamericanas) sino sobre todo en los de paz (pensando en el síndrome post-Vietnam y el futuro desmantelamiento de la Unión Soviética), pues la subsumisión conductual era la estrategia del programa neoliberal representado en la Administración Reagan. Por primera vez se institucionalizaba, secretamente, un orwelliano Ministerio de la Verdad en los despachos de Washington, con el Consejo de Seguridad Nacional comandando las operaciones en fondo y forma.
De esta manera la CIA llegó también a expresar sus ideas en operaciones psicológicas, con la necesaria adaptación a la guerra irregular, bajo el formato de manual en la agresión contra la Nicaragua sandinista. Allí expresa los objetivos a largo plazo, pues no sólo constaba de hacer el énfasis en promover una percepción positiva de los Contra en su guerra de exterminio, asimismo se trataba de socavar la percepción de la realidad, y con ella crear en el sitio "guerrillas de combatientes propagandísticos" de la causa estadounidense.
El intentar coludir una identificación entre las víctimas y los agresores: ese fue el dominio donde se movieron las psyops contra el pueblo nicaragüense, y es allí también donde operan las operaciones psicológicas en Venezuela, con el hoy aditamento de que existen técnicas a través del Big Data para expandir dichas operaciones, con el uso de los datos personales como armas contra la población, lo que le da un contenido corporativo al asedio informativo (remember Cambrigde Analytica y cía).
Una manera categórica de propagar una psyop estuvo a cargo de John Bolton, el asesor de Seguridad Nacional de Donald Trump, quien de manera interesada dio a mostrar su libreta con una anotación evidente: "5.000 tropas a Colombia".
Esta "información" recorrió el planeta, arrojando más sospechas que preguntas, ya que el peligroso funcionario estadounidense habría inferido "sin querer" que una inserción protagonizada por los hollywoodenses Marines podría darse en territorio venezolano. Sin embargo, tanto oficiales del ejército norteamericano como autoridades colombianas declararon que no tenían ese dato entres sus aprestos inmediatos.
Cabe acotar que, en efecto, el Pentágono está desplegando planes de servicio en la frontera colombo-venezolana, aunque el objetivo no ha sido dispuesto públicamente.
El gesto de Bolton sugería varios fines: amedrentar a la FANB y ajustar el clima social con las expectativas de una intervención militar a favor o en contra; esto último da igual al establishment extranjero pues se plantea la caotización psíquica del colectivo. Calza esta operación en un momento en el que el "Team Guaidó" intenta captar defecciones militares, con el objetivo de mercenarizar sus intereses para apoyar el anhelado golpe de Estado encabezado por Voluntad Popular (VP).
Al mismo tiempo que la Asamblea Nacional en desacato esboza un esquema de recibimiento de la cacareada "ayuda humanitaria", que consta básicamente de una zona de exclusión vía terrestre o aérea bajo el dominio militar del Pentágono, las expectativas suben bajo el guiño mediatizado de Bolton y la sugerencia de la "opción militar" como una definitiva forma de agresión dura contra Venezuela por parte (otra vez) del mismísimo Trump.
Enjambre, infoguerra y nervios sociales
La mayoría de las grandilocuencias en torno a las informaciones que se cruzan del mundo militar y policial local forman precisamente una especie de enjambre perceptivo con doble propósito: criminalizar los cuerpos de seguridad estatales mientras se instiga a la traición en formato golpista. Es una contradicción que se nutre precisamente de su múltiple discurso, alcanzando estratos del subconsciente en todas las capas societarias forjables y manipulables.Los audios de WhatsApp son los dispositivos ideales para la difusión de rumores, dispone a los escuchas en una animosidad de conmoción, con especial énfasis en aquellos cuyos deseos están íntimamente ligados a las informaciones (generalmente falsas) emitidas.
Uno de los ejemplos más representativos lo materializa el siguiente audio, compartido entre una cantidad por ahora inestimable de usuarios, que fueron sujetos a una neurotización filtrada por la tensión actual del conflicto transnacional venezolano. Recuérdese que al día de hoy 5 de febrero, aún no se ha dispuesto la susodicha "ayuda humanitaria", vendida como un producto final del Día D.
1. Una ola de rumores sobre el ingreso de la ayuda humanitaria a #Venezuela de la manera más dramática se ha desatado por las redes sociales, estas fotos fueron publicadas como si se tratara del aeropuerto de #Cúcuta, la verdad corresponden a #Siria pic.twitter.com/mvMSLrUsNa— Madelein Garcia (@madeleintlSUR) February 4, 2019
2. Mensajes de voz inundaron también los grupos washap, que si venía una fuerza conjunta, que estaban en el aeropuerto de #Cúcuta militares desertores #venezolanos al frente, que había movimiento etc etc etc. Así estaba el aeropuerto de #Cúcuta @manueljteleSUR pic.twitter.com/BrFiodXJNu— Madelein Garcia (@madeleintlSUR) February 4, 2019
Hasta los momentos muchos periodistas opositores y medios como Univisión han tenido que desmentirse, asimismo con el caso de los niños "reclutados" por parte de la FANB bajo el supuesto de las inexistentes defecciones masivas a favor de Guaidó.
Llama la atención cómo se logra expandir informaciones falsas de ese tipo en un contexto de tensión política y bélica. En ese sentido, la recomendada investigación de Erin Gallagher sobre el uso de bots, cuentas fake e infoguerra de la oposición venezolana en Twitter, da luces en cuanto a la coordinación de un ejército de "guerreros del teclado", personalizados y automatizados, listo para difundir el enjambre de operaciones psicológicas y fake news que interesa a la oposición venezolana y sus acreedores del Norte.
Concluye Gallagher, luego de su ilustrativa exposición, que "puedo llamar a esto con confianza un patrón de inauténtica y coordinada conducta en Twitter" sobre una muestra que hace de cuentas que llegaron, en 2017, al enunciar un mismo y exacto discurso de criminalización del Estado venezolano, a través de etiquetas creadas en ese marco por una sociedad de hackers cuyo origen remite a Miami.
Y agrega: "Lo que puedo decir con certeza es que la red de redes sociales de la oposición venezolana engrana una inauténtica y coordinada actividad en Twitter", necesaria para el despliegue operativo de informaciones falsas y datos no contratastados.
El caso FAES (Fuerzas de Acciones Especiales) es otro tipo de caso en que se refleja esta expresión de enjambre artificiosa, en un contexto de violencia irregular que se agudiza con focos que sobrepasan las típicas luchas "cívicas" en los escenarios de golpe blando. De hecho, las investigaciones sobre los choques entre las FAES y grupos armados en los barrios de Caracas dan cuenta de que hay una coordinación beligerante con implicaciones políticas en las distintas bandas criminales del Guarataro, Petare y El Valle.
En este caso, las agencias de noticias como Reuters en conjunción con ONGs ligadas a los corredores de presupuesto privado y público de Washington (Provea, Foro Penal) generalizan y dejan de matizar cifras en torno a asesinatos en enfrentamientos violentos entre la policía y las bandas criminales.
La señalización de los "crímenes" continúa abultándose bajo expediente de los derechos humanos que tanto uso le ha dado Luis Almagro desde la OEA. A pesar de que no existe rigurosidad en las afirmaciones contra las FAES, el vaso medio vacío es tomado como lleno por la audiencia ya neurotizada bajo el enjambre de psyops que ponen el dedo sobre aquel cuerpo de seguridad, junto a otros, como chivos expiatorios en el futuro.
Toda operación de este tipo capta la atención sobre la necesidad de expurgar socialmente cualquier vestigio de lo que se criminaliza. El chavismo ya conoce los riesgos vitales de estas operaciones bajo el manto de los crímenes de odio que han acontecido desde el fallido golpe de color en 2017.
Al cierre de esta nota, se puede decir que dichas operaciones tuvieron un efecto a corto plazo en el imaginario colectivo venezolano, y hasta regional y global. No ha ocurrido la anhelada invasión militar dirigida por la troika del golpe y la guerra (Pence-Bolton-Rubio), y Trump parece que juega él mismo al policía bueno policía malo a través de Twitter como lo ha hecho ya anteriormente con los líderes asiáticos Xi Jinping y Kim Jong-un.
Esto no quiere decir que las amenazas no sean factibles, al contrario: no debemos desestimarlas. Pero sí mantener la calma a la hora de recibir y difundir información en nuestras redes, cotejar datos, sospechar de lo demasiado estruendoso. La información también es un arma, sirve para atacar y defenderse. Recordemos siempre a Sun Tzu: "Todo el arte de la guerra está basado en el engaño".
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