La inmoralidad de el Gobierno mexicano de Enrique Peña Nieto no conoce barreras. Un Ejecutivo que tiene tanta cola que le pisen, no solo por dirigir al segundo país más peligroso del mundo, espiar a periodistas y defensores de derechos humanos, o ser cómplice de asesinatos, sino por anteponer los intereses del imperio de Estados Unidos sobre los de su gente, tiene la desfachatez de continuar su injerencia contra una nación democrática y soberana como lo es Venezuela.
Este jueves la Secretaría mexicana de Relaciones Exteriores emitió un comunicado en el que exige a la República Bolivariana suspender la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), que busca dejar todo el poder en manos del pueblo, para que se someta a los intereses neoliberales de la derecha.
Pero, ¿a cuenta de qué México se entromete en asuntos internos de Venezuela? La respuesta es sencilla, el Estado azteca es un “servil y arrastrado” cómplice de los planes golpistas de Washington para apoderarse de las riquezas venezolanas.
El Gobierno mexicano no tiene ni un ápice de moral para opinar sobre la nación bolivariana porque, a pesar de querer justicia, la Revolución Bolivariana no se entromete en las oscuras formas que tiene Peña Nieto para manejar su país; a base de manipulación, corrupción, persecución, asesinatos y narcotráfico.
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