Seis años del intento de golpe al presidente Rafael Correa


Este 30 de septiembre se conmemora el sexto aniversario del fallido intento de golpe de Estado en Ecuador, una asonada que se debe entender dentro de la nueva geopolítica y la correlación de fuerzas en América Latina y el Caribe.
Desde inicios de la primera década del siglo XXI, hemos sido testigos del ascenso por la vía democrática de gobiernos de carácter progresista y de izquierda que sin duda cambiaron el mapa político en la región.
En países como Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador, Honduras, Nicaragua, Paraguay, Venezuela, surgieron nuevos liderazgos que no se arrollidaron ante las directrices de la tecnocracia fondomonetarista y la Casa Blanca, un aspecto que sin duda traería la vieja práctica de la derecha para llegar al poder político: el golpe de Estado.
Aquel 30 de septiembre de 2010, miembros de la Policía Nacional ecuatoriana se sublevaron contra el Gobierno legítimo y constitucional del presidente Rafael Correa por unas prebendas económicas que les eran eliminadas por una nueva normativa (Ley de Servicio Público) recién sancionada en el Parlamento de ese país suramericano.
Los golpistas tomaron el Regimiento Quito y, en un acto de valentía y de responsabilidad, Correa llega a las instalaciones para explicarles que "ahora el policía que menos gana es 700 dólares, pero qué pasa, antes había una serie de parches, le pagaban 160 dólares -al mes- pero le daban un juguetito en Navidad para el hijo y con eso lo ponían contento y engañaban a los policías, ahora decimos: Tengan un salario digno y ustedes cómprenle el juguete a su hijo".
A pesar del esfuerzo del mandatario, ya el plan para derrocarlo (y asesinarle) estaba en marcha. Fue agredido con gases lacrimógenos, se le intentó herir una rodilla recién operada, ingresado al hospital anexo al regimiento y finalmente secuestrado por un reducto policial.
“Yo salgo de aquí como Presidente o como cadáver”, afirmó valientemente el jefe de Estado ecuatoriano durante su cautiverio.
La misma conspiración

Correa fue rescatado por fuerzas élite del Grupo de Operaciones Especiales (GOE), no sin antes haber sido víctima de un intento de magnicidio, dado que los policias golpistas apostados frente al hospital lograron impactar cuatro veces el vehículo del presidente. El saldo final de la intentona fue de cinco muertos y 193 heridos.
El Gobierno de Estados dijo antes de la vuelta de Correa al Palacio de Carondelet que “estaban siguiendo la situación de cerca”; declaraciones ambiguas que solo se emiten cuando las piezas del tablero todavía no terminan de cuajar la conspiración.
Si hacemos un ejercicio de memoria nos damos cuenta que esta no fue la primera vez que un Gobierno ecuatoriano es agredido por Estados Unidos y sus operadores locales. El exagente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Philip Agee, relató en los años setenta en su libro “Diario de la CIA”, como él mismo lideró la operación para socavar al gobierno progresista de José María Velasco Ibarra hasta lograr sacarlo del poder bajo fuerza apenas al año de haber obtenido su cuarta presidencia en 1960.
Agee cuenta como la referida agencia penetró e infiltró organizaciones sociales, movimientos políticos, medios de comunicación y sindicatos - de derecha y de izquierda - y hasta alcanzaron captar y reclutar agentes dentro de las instituciones públicas para desmoronar al Estado desde su propio seno.
Velasco fue reemplazado por el vicepresidente Julio Arosemana, quien rápidamente perdió el visto bueno de los alcones de Washington por su relación con la Cuba de líder revolucionario Fidel Castro, siendo derrocado en un golpe militar el 11 de julio de 1963, también patrocinado por la CIA.
El escritor estadounidense John Perkins, contó en su libro “Confesiones de un Sicario Económico” (2004) que Washington asesinó al presidente Jamie Roldós Aguilera, un progresista ecuatoriano que no acató las órdenes del Fondo Monetario Internacional (FMI) y murió en un confuso accidente aéreo en 1981, apenás dos años después de asumir la presidencia.
Perkins relató en una entrevista de 2008 que el Gobierno de Correa estaba bajo amenaza debido a sus políticas antineoliberales, sus relaciones con los gobiernos revolucionarios de Venezuela, Cuba e Irán, y su política que buscaba retomar el control de la industria petrolera en Ecuador y reorientarla hacia el beneficio de las grandes mayorías históricamente excluídas.
La fachada

Agee, autor también del libro “Manuales de sabotaje y guerra psicológica de la CIA para derrocar al gobierno sandinista”, entre otras publicaciones, contó hace décadas como la Agencia Internacional del Desarrollo de Estados Unidos(USAID, por su sigla en inglés) fue utilizada como fachada de la CIA para canalizar fondos a organizaciones no gubernamentales (ONG), sindicatos y medios de comunicación.
La USAID, creada “casualmente” en 1961 en el contexto de la irrupción de los movimientos armados de izquierda en América Latina y el Caribe, se encargaría también de infiltrar las instituciones estatales, captar a personas fieles a los intereses de la Casa Blanca, y en un momento dado, ofrecer apoyo en caso de golpe. Los ejemplos pasan de la docena.
Para 1983 nace la National Endowment for Democracy (NED, por su sigla en inglés), creada por Congreso estadounidense. Este proyecto, cuya misión “altruista” es la de “promover la democracia” en el mundo, fue impulsado por el gobierno de Ronald Reagan, el mismo que armó a los mercenarios en Nicaragua y desreguló el sistema financiero estadounidense que sentó las bases para la grave crisis económica capitalista de 2008.
De acuerdo a la abogada Eva Golinger, autora de “El Código Chávez” (2005) y “La Telaraña Imperial, Enciclopedia de Injerencia y Subversión” (2009), “el 12 de julio de 2005, el jefe de comunicaciones de la División Estratégica de Desarrollo de la USAID en Ecuador envió un correo electrónico a los otros representantes de la USAID en Quito, expresando su preocupación por la influencia ´chavista` en Ecuador”.
Ese mismo año se fundó la Corporación Empresarial Indígena del Ecuador (CEIE), organización encargada de “promover el desarrollo económico local y regional de las poblaciones indígenas”.
La CEIE fue organizada por Ángel Medina, Mariano Curicama, Lourdes Tibán, Fernando Navarro y Raúl Gangotena, con financiamiento de la NED y la USAID. Entre sus tres “miembros honorarios”, figura Norman Bailey, agente de inteligencia de Estados Unidos y experto en operaciones clandestinas.
Golinger relata en un artículo de octubre de 2010 que “Ángel Medina también es fundador y presidente de la Fundación Q’ellkaj, otra organización financiada por la USAID y NED que intenta penetrar y captar fuerzas dentro de la gran comunidad indígena ecuatoriana.
“Fernando Navarro es Presidente de la Federación de Cámaras de Comercio del Ecuador, que también ha recibido financiamiento de la NED y la USAID”, indicó.
Por su parte, “Lourdes Tibán fue asesora del Consejo Político de la ECUARUNARI, organización fundadora de la CONAIE, que es el movimiento político indígena ecuatoriano de mayor fuerza”.
En 2009 y 2010, la CONAIE fue una de las principales fuerzas en contra del gobierno de Correa. El día del golpe de Estado, la CONAIE emitió un comunicado responsabilizando al presidente Correa por la “crisis política” en el país. Su contraparte política, PACHACUTIK, se pronunció a favor del golpe y llamó a la renuncia inmediata del mandatario suramericano.
Todas estas evidencias sustentadas por Perkins, Agee y Golinger corroboraron que en el golpe contra Correa, el gobierno de Barack Obama tenía plena participación a través de sus instituciones, que según ellos, solo fomentan el desarrollo, la democracia y la muy utilizada “libertad de expresión” (es decir, la hegemonía mediática del gran capital y sus intereses).
Más allá de Ecuador

Es bien sabido que distintos presidentes de Estados Unidos han pedido a los pueblos y jefes de Estado en la región “no mirar atrás y enfocarse en el futuro” o el famoso “inicio de un nuevo capítulo”, en un intento de borrar la historia y desvincular los diversos intentos de socavar la democracia latinoamericana y caribeña.
Recordemos que hasta 2009, año en que EE.UU. ayudó directamente derrocar al presidente hondureño Manuel Zelaya, el gobierno imperialista había participado en al menos 50 golpes de Estado, sin mencionar las invasiones y los magnicidios. En Honduras, en la base militar estadounidense de Palmerola aterrizó Zelaya antes de ser exiliado por la fuerza hacia Costa Rica.
Sin duda, el objetivo del golpe de estado en Ecuador trascendía a Rafael Correa, al igual que el de Honduras con Zelaya y el de Fernando Lugo en Paraguay (2012).
Los personeros locales adiestrados por Washington, como el expresidente Lucio Gutierréz, apuntaban a la nueva institucionalidad regional que iniciaron los comandantes Fidel Castro y Hugo Chávez con la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), y por supuesto, a la repotenciada Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), de la que Correa fungía en ese entonces como presidente protémpore.
Para EE.UU., quebrar a Correa significaba obtener una posición estratégica para conspirar con más holgura contra Bolivia y Venezuela. Además, Washington no podía perdonar que Correa le cerrara la base militar de Manta, que según el propio Pentágono servía para cubrir a toda Suramérica
¿Nuevas estrategias, mismo plan?

A finales de julio de 2014, el presidente Correa alertó públicamente la puesta en marcha de una restauración conservadora en Latinoamérica que podría poner fin al ciclo de gobiernos progresistas en la región.
"La integración en América Latina, con visión independiente, soberana y digna, es una preocupación para Estados Unidos. Ya hay una restauración conservadora, de derecha, de las élites de siempre del continente, para parar esos procesos integracionistas y progresistas en el interior de nuestros países", indicó.
Las palabras de Correa llegaron en el momento en el que era derrotada de la conspiración contra el gobierno de Nicolás Maduro, con el llamado a “La Salida” del recién condenado dirigente de la ultraderecha venezolana Leopoldo López, que dejó 43 muertos (la gran mayoría agentes policiales, militares y simpatizantes del chavismo), cientos de heridos, cuantiosos daños a la infraestructura y a la tranquilidad de los venezolanos.
A mediados de agosto del 2015, se inició una campaña golpista contra Correa, que tuvo como excusa el rechazo a una aprobada Ley de Herencia y Plusvalía, que entre otras cosas propone un impuesto de 2,5 por ciento para herencias entre 35 mil 400 a 70 mil 800 dólares y que aumenta progresivamente, según rangos establecidos que varían según el techo y piso en cada rango, tanto para herederos directos (hijos, padres, abuelos) como para otros beneficiarios.
Esto desató la ira de la burguesía ecuatoriana, quienes a través de los medios privados hicieron un llamado a protestar contra el Gobierno ecuatoriano y hasta intentaron llegar al palacio presidencial por la vía violenta.
De manera no casual, el 16 de agosto de ese año se realizó en Brasil una jornada de protesta convocada por la derecha, en su afán de solicitar un juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff, a propósito del escándalo de corrupción de la estatal Petrobras.La derecha brasileña logró este año, a través del parlamento,la consumación del Golpe contra Dilma Rouseff, que se venía gestando desde el 2015. 
A seis años del intento de golpe de Estado del 30 de septiembre, la justicia ha sentenciado a 251 personas, de las cuales 179 han sido declaradas culpables y al resto se les ratificó la inocencia.
Las investigaciones del Ministerio Público ecuatoriano se extendieron en 19 de las 24 provincias, llegando a tramitar 74 casos. De esa cantidad 41 siguen activos mientras que 11 están en indagación previa y tres en instrucción fiscal, de acuerdo al fiscal Galo Chiriboga.
El Papel de los Medios de Comunicación en el Golpe

Los medios de comunicación privados tuvieron un rol importante para la configuración de las condiciones que desarrollaron el Golpe de Estado.
Diego Guzmán, miembro de la comisión especial del 30-S encargada investigar los hechos, afirmó a una entrevista concedida a Radio Pública que "La comisión analizó alrededor 2 mil 700 noticias de tres meses antes y tres meses después (del 30 S) de diario como El Universo, El Comercio, Expreso, Hoy, La Hora y El Telégrafo y encontramos que el 56 por ciento de la información que se generaba era en contra del gobierno, un 40 por ciento neutro y apenas un 4 por ciento hablaba a favor del gobierno." 
Guzmán aseveró que el 56 por ciento de las notas contrarias al gobierno de Ecuador "“era una tendencia clara que buscaba calentar el ambiente, que la sociedad sea manipulada”.
Por su parte, Carlos Vacca miembro también de la comisión especial señaló que analizar la prensa era importante para conocer la forma en la que se condujo la opinión pública antes del Golpe “Uno de los pasos (para el golpe) era deslegitimar al gobierno y ablandarlo, eso lo hacía a través de los medios”.
En una conferencia realizada en Caracas en el año 2010, el entonces canciller de Ecuador, Kintto Lucas manifestó que  “El rol de los medios de comunicación durante intento de golpe de Estado fue a favor de la ruptura del hilo constitucional. Mostraban imágenes de saqueos y el supuesto caso que se estaba generando en el país". "Eso era lo que querían crear, por lo que el gobierno decidió sacar al aire una cadena que después fue muy criticada alegando hubo una suspensión de la libertad de expresión"
El periodista venezolano, Ernesto Villegas comentó que el golpe de Estado de Ecuador tuvo muchos "Aires de familia" a lo ocurrido en Venezuela en el año 2002. 
"Una de las características de estas revoluciones, como la que se adelanta en Venezuela, Ecuador y Bolivia es que cuentan con un carácter pacífico y sólo buscan llevar adelante un programa de transformaciones revolucionarias. Cuando los votos y la popularidad están del lado de estos movimientos revolucionarios entra la medida del golpe de estado por parte de la derecha quienes se valen del dominio que tienen sobre los medios de comunicación y disfrazan un Golpe de Estado con un vació de poder y que convierte en víctima a los victimarios" afirmó. 
Nexos  de políticos y periodistas con CIA en Ecuador

En un vídeo presentado en junio de este año en exclusiva por TeleSUR en el programa Es noticia, se demuestra la injerencia histórica que ha tenido la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por su sigla en inglés) en Ecuador.
La CIA, de acuerdo a documentos desclasificados y testimonios de sus exfuncionarios, ha mantenido una operación permanente para intervenir en las decisiones políticas y sociales de Ecuador.
Desde comienzos de la década de 1960, se infiltró en el Gobierno, la policía, grupos civiles y ONG para fomentar los intereses de Estados Unidos en el país. Además, aún continúa luchando para imponer su influencia y poder en la región.
La infiltración de centenares de sus agentes en despachos diplomáticos, partidos políticos y fuerzas militares en Ecuador, están entre las actividades menos conocidas del organismo. .
En el vídeo presentado por el programa, aparecen varias figuras que bajo órdenes de la CIA han desestabilizado al Gobierno de Ecuador, entre ellas destacan Mario Pazmiño, un militar retirado y director de inteligencia de Ecuador, Leila Hadad Pérez, jefa de la CIA en Ecuador durante muchos años hasta que Rafael Correa asumió la Presidencia,  César Ricaurte, quien dirige Fundamedios,una organización que se escuda en la defensa de la libertad de expresión, entre otros.
El actual Gobierno ecuatoriano sostiene que los grupos vinculados a la CIA y que reciben ayuda financiera de Estados Unidos están actuando contra las organizaciones de izquierda en América Latina.
Algunos informes también indican que el presidente Rafael Correa podría ser blanco de la CIA dada su férrea oposición a la intervención estadounidense en su país y la región. Apenas llegó al poder, Correa clausuró la base militar estadounidense en Manta y expulsó a dos diplomáticos que trabajaban para la CIA. Asimismo, Correa concedió asilo político a Julian Assange en la embajada de Ecuador en Londres.
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About Ricardo Abud (Chamosaurio)

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