Diosdado, la Izquierda Revolucionaria y su Reserva Moral


Por: Ricardo Abud
No dejo de sentir pena ajena por aquellas individualidades o pequeños grupúsculos que pretenden abogarse como estructura salvadora del actual proceso político que vive el país. Sin lugar a dudas hemos cometido muchos errores en estos 17 años,  errores de todo tipo y por falta de humildad no se han podido superar, la humildad es una virtud que no todos poseen.
El poder corrompe por su naturaleza intrínseca, debe ser canalizado. El poder es una bebida exquisita que se trasforma en inmoral cuando no se ejerce con respeto. Es ahí cuando surgen salvadores a expensas de los errores, muchos compañeros que hoy se abogan la resurrección moral de este proceso político de manera constante y son multiplicadores de la propuesta opositora sobre la renuncia del Presidente Nicolás Maduro, reproducen sentimientos que van desde la estupidez hasta la malversación insana de sus almas.  El presidente debe renunciar, absurda propuesta.
El estado y el poder del mismo, son incontrolables más allá de una tendencia, debe de existir una conceptualización teórica que no permita la distorsión estructural de su dinámica, la orientación teórica y su especificidad histórica son las garantes del entendimiento, nuestra tendencia es clara marchar rumbo al socialismo, pero no tenemos asidero teórico, ni en la dirigencia ni en las bases, un partido que no es más que una composición que en su conjunto solo  representa más del pasado histórico reciente, una maquinaria electoral, que juega a la manipulación y la extorsión, a un legado que pocos han podido entender.
Muchos hablan del legado de Chávez, pero ¿entenderán realmente de que se trata?
Para muchos estudiosos el legado de Chávez es la herencia política, que marcó el comienzo de la quinta república, el carácter socialista de revolución bolivariana sin dejar de mencionar valores de solidaridad, humanismo, sentimientos de patriotismo bien arraigados en el pueblo, lucha abierta al imperialismo en todas sus facetas y la muerte del capitalismo hegemónico, lo cual habría de revertirse en políticas públicas que permitieran alcanzar el bienestar y la justicia social de los excluidos. Ese rumbo hoy no tiene horizonte claro. Aun la dirigencia no tiene un análisis preciso de la derrota del mes de diciembre, se banaliza y la crítica y autocrítica son solo categorías de enseñanza mas no para ponerlas en práctica. Pura retórica y absoluta arrogancia. Hoy existe una grave preocupación por la transformación real del estado y el poder que ejerce sobre sí mismo, así como las prácticas aplicadas en su concepción histórica. El estado no actúa como un sujeto unificado, la dispersión es total, abismal,  hacia la obtención de logros que permitan el avance, la conciencia y la moral que debe ostentar el poder, es ahí cuando se vincula a los graves problemas que enfrenta la Revolución Bolivariana.
La corrupción como un flagelo que mantiene inmóvil el avance de la revolución bolivariana, no se entienden porque el presidente Nicolás Maduro ha reivindicado a muchos ministros que estuvieron ligados de manera directa o indirecta al flagelo de la corrupción los cuales en su momento fueron defenestrados por el presidente Hugo Chávez. La corrupción se premia en este país, en deterioro de la Revolución, es preferible darle una embajada a un corrupto que enjuiciarlo.
La guerra económica de la cual hemos escuchado y vivido en los dos últimos años es un  hecho, pero no es menos cierto que no hay políticas en el alto gobierno que permitan avanzar de manera concreta hacia su derrota, no existe la clara convicción de cómo enfrentarla, lo que nos lleva a cerrar un año con índices de inflación superiores al 60%  uno de los más altos del mundo.
Debilitada en el terreno ético y moral, no solo en el estado y el poder del estado, todos sus estratos son fieles seguidores de la debacle de principios y valores, la anarquía parece haberse adueñado de la sociedad, donde todos hacen lo que les da la gana y buscan la forma de enriquecerse de la manera más rápida posible a expensas de las mayorías que cada día se hacen más vulnerable a la especulación, los controles no se ejecutan ni se cumplen las leyes, solo somos poseedores de una tendencia política que se disfraza en apelativos y consignas, la moral poco a poco se desvanece en las colas infernales que día a día nos toca realizar, de cualquier cosa hacemos un negocio para hundir al semejante. No hay conciencia ni voluntad política. Ser revolucionario por convicción y praxis se ha tornado peligroso.
La ofensiva fascista nacional e internacional entra en fase de remate (estocada final),  poco se puede hacer sin la suma de voluntades ante tamaña aberración,   los  adláteres, con la maquinaria mediática como fuerza de choque mantienen el descontento de la población en grado superlativo y no escatiman en fomentar la victoria de diciembre y hacerla ver como un gobierno paralelo que debe hacer exactamente todo al contrario del gobierno nacional, para esa fuerza mediática el presidente Nicolás Maduro es ilegitimo, ellos son los legítimos. Como parte de esa ofensiva resurge la violencia callejera a cargo de lo más radical de la derecha fascista, en el estado Táchira nuevamente se arremete en contra de la paz de los ciudadanos, muy pronto es probable trasladen esos escenarios de guerra y los lleven a ciudades importantes de nuestro país. La ley de amnistía será el manto que cubra la impunidad.
Otro grave problema que enfrentamos es un fenómeno natural sobrevenido como lo es El Niño, que la falta de planificación agudiza la crisis eléctrica y la del suministro de agua, pareciera que dios dejo de ser Chavista. No me detendré a tocar el tema de la inseguridad factor determinante en el descontento de nuestro pueblo, hay que combatirla con mano dura y olvidarnos de los derechos humanos de quienes infringen la ley, ya que para nosotros no hay derechos humanos, acabar con la impunidad, MANO DURA.  
Más allá de todos estos elementos en contra  (me quedo corto), existe una reserva moral incuestionable de compañeros y compañeros que se cuentan por miles que están preparados para defender a la Revolución Bolivariana, en cualquier plano que disponga el enemigo. Una reserva moral que esta subordinada a los intereses de las grandes mayorías de excluidos de este país, una reserva moral que solo tiene como objetivo lograr el bienestar de todos, bajo la premisa de justicia social, que se basa en un proceso dialectico y conlleva una lucha continua de tesis/antítesis lo cual debe dar una visión a esa reserva moral ajustada a los cambios que la misma conlleva y las percepciones naturales del proceso revolucionario, es ahí donde emergen liderazgos naturales por excelencia no grupúsculos ávidos de poder. Es necesario entender de una vez y para siempre, si queremos mantener la revolución bolivariana, los cambios más allá de ser doctrinarios están sujetos a eventuales enfrentamientos sin definir si son de naturaleza pacifica o no, pero no podemos amilanarlos ante ellos, debemos enfrentarlos con valentía y conciencia de clase en el entendido que el no apto debe desaparecer así como las instituciones no aptas, tenemos un deber ético   y moral en el derrocamiento de todas las estructuras que detienen  el avance de la Revolución Bolivariana, es indetenible y no podemos frenarlo, por el contrario es hora de enfrentarlo sin temores. Es nuestra obligación.
No podemos enfrentar la guerra económica (terror económico) CON MANO BLANDA, es hora de jugarnos el todo por el todo ante la arremetida final que la derecha fascista nacional e  internacional ejecuta en contra de la Revolución, ellos no son seres humanos están dando el todo por el todo para hundirnos y arrodillarnos nuevamente ante el FMI y la aplicación de políticas neoliberales.
Diosdado Cabello, sin temor a equivocarme representa una de las más fieles expresiones de esa reserva moral, los ataques continuos de la derecha así lo demuestran, la figura de Diosdado Cabello es estratégica en las filas del chavismo y la Revolución Bolivariana, ha sido protagonista en el acompañamiento del Presidente Chávez y sin lugar a dudas uno de los más acérrimos defensores del legado de Hugo Chávez Frías.  Dejo el enlace de un artículo de Toby Valderrama y Antonio Aponte, Diosdado no esta muerto: http://www.aporrea.org/actualidad/a223126.html
Se hace necesario un cambio fundamental en las estructuras del poder del estado así como en el poder per se, de manera de darle continuidad a la Revolución Bolivariana, hay cuadros emergentes con una reserva moral incuestionable que deben ser  llamados a defender el legado de Chávez, más aun cuando estamos próximos a un nuevo proceso electoral que de ser favorable a la derecha debilitaría totalmente los logros alcanzados en estos 17 años. Los liderazgos naturales deberán respetarse sin ninguna imposición, reestructurar el partido y comenzar un proceso de difusión teórica de principios insoslayables que sostendrán a la revolución. No hay tiempo que perder.
NO HAY NADA MÁS EXCLUYENTE QUE SER POBRE.
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About Ricardo Abud (Chamosaurio)

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