Por: Ricardo Abud.
En días pasados leía un artículo de Toby Valderrama y Antonio Aponte: La revolución atrapadahttp://www.aporrea.org/actualidad/a209355.html. Explicaba lo trascendental de la dialéctica y una de sus categorías, la Negación de la Negación, categoría por demás muy importante en los procesos de trasformación social así como en todos los campos del saber.
Los teoricistas del pensamiento que defienden al capitalismo, la ubican como una fórmula universal que no trasciende el campo del desarrollo natural. El capitalismo lleva implícito en su interior la negación de su existencia, es el paso previo a una sociedad sin clases, sin embargo, la sociedad capitalista ha superado sus propias crisis con pequeñas reformas que lo mantienen en terapia intensiva, es ahí donde no basta decretar el carácter socialista de una revolución, es llevarlo a la práctica y reforzar su condición de negación de un proceso que avanza hacia otro.
El pensamiento político de Marx cobra vigencia, la negación de la negación surge como una herramienta necesaria para el análisis político, lamentablemente, sus detractores (la falsa vanguardia), imbuidos en dogmas y dependencias materiales, están imposibilitados de comprender el carácter específico de su pensamiento, de forma tal, que prefirieren dar continuidad al estudio y uso de un marxismo burocrático y conservador, con una vanguardia incapaz de comprender la esencia política y trasformadora de su pensamiento.
El Marxismo, como método de interpretación revolucionaria de la realidad, logra su concreción en esta categoría Negación de la Negación, signado por la dialéctica, recreación de la teoría en la confrontación con los hechos, como herramienta interpretativa y no impositiva.
Leía en el precitado artículo: "La historia nos indica que en la Revolución siempre existen un líder y una vanguardia. Éste es un hecho que ni los anarcoides más recalcitrantes pueden desmentir. La necesidad de este líder tiene que ver con establecer la indispensable conexión entre la dirigencia revolucionaria y la psiquis de la masa, este es el detonante y la guía de los cambios en la conciencia". Después de la muerte del Comandante Chávez, no surge ni emerge un líder capaz de dirigir a su vanguardia, se nos orienta y de manera leal y en su nombre, llevamos a la presidencia al compañero Maduro, se establece ese detonante y la conexión entre el líder y las masas, en lo particular así lo creo, pero no creo que las entre líneas de los compañeros Toby y Antonio así lo testifiquen.
Nicolás Maduro ha emergido como un líder, nada fácil le tocó después de la muerte del gigante Hugo Chávez y en contra de una camada de oportunistas de la cuales le fue muy difícil deslastrarse totalmente al Presidente Chávez, una vanguardia que lo trató de secuestrar en el poder, aislarlo de las masas. Vanguardia que hoy por hoy acorrala al presidente Nicolás Maduro.
Citan más adelante: "Y este es un nuevo hallazgo, la Revolución necesita una vanguardia, un líder que establezca la conexión con el inconsciente de la masa y comience el cambio cultural, la transformación del huevo en colibrí". La metáfora me gusta en la poesía, en la política me resulta hipócrita, aunque debo reconocer existe una vanguardia totalmente desligada de la realidad nacional que atropella con su poder toda iniciativa de permanencia de la revolución bolivariana. El poder sigue corrompiendo las bases efímeras de quienes prematuramente lo detentan, arremeten de forma visceral con prepotencia, se desvinculan de la realidad y construyen fuentes de poder paralelas que por bandadas sólo buscan beneficio asociado al nepotismo, triste realidad inmersa en éste paradigma político que hoy nos ha tocado vivir.
La voluntad política se pierde con la desmotivación, "líderes" que han emergido de la nada y se multiplican en el oportunismo social para juntos marchar en la construcción de un proceso que en ocasiones pareciera estar perdido, pero esa masa de pueblo sigue bañada de gratitud hacia adelante a pesar de las desviaciones y de la irracionalidad. La conciencia parece ser dueña de la crítica destructiva, líderes que ayer gozaban de las prebendas que el poder les confería hoy se atreven a criticar lo que ellos nunca hicieron por mantener viva la llama de la razón, desbocados como manada ingrata, atropellan y nos hablan de corrupción, corrupción de la cual ellos con su silencio, certificaban desde sus cómodas butacas de ministros, hoy son un legado de "virtudes" y como zombis, descargan toda su hipocresía y estupidez en contra de los que, a pesar de los errores, no han dejado de trabajar por la permanencia de la revolución bolivariana.
Es común observar y leer las desventajas de la configuración social como elemento trasformador, ex ministros acompasados, sabios de biblioteca y desfasados en su mundo virtual, quieren enseñarnos el deber ser, interpretaciones tardías emergen desde el balcón del olvido, pretendiendo mantener una vigencia que la historia no tardará en cobrarles por su contribución al desorden y la inmoralidad. La crítica pierde su vigencia cuando los protagonistas de ayer son sólo actores de reparto hoy, a eso se le suma una vanguardia que no oye, que no escucha, que no siente, menos aun padece, no hay compromiso.
Hoy nuestro presidente, como lo hizo en su momento nuestro comandante Chávez, lucha con la convicción cierta de que debemos de seguir en la lucha por la vida y la justicia social, cual Don Quijote, en ocasiones pierde su pasividad emocional ante la carencia de esfuerzos de parte de una clase política que se ha incrustado en el poder, una guerra económica brutal dirigida hacia la exacerbación y a generar un caos psicológico en la población, aunado a criminales de la producción agro-alimentaria, colocan en contexto la perversa orquestación del plan político empresarial contra la Revolución Bolivariana. La "escasez" sintetiza una patraña mediática dirigida a profundizar el miedo dentro de la población. Más sin embargo, el bajo nivel político y conceptual de algunos "revolucionarios" que dirigen empresas estatales de producción de bienes se suman a ésta guerra económica con el desmontaje del aparato productivo del estado venezolano, la esperanza se esconde y resistir el embate de todos estos factores nos mantiene leales al compromiso político que representa el salir adelante con la revolución bolivariana, única capaz de revertir la desigualdad tan marcada en nuestra sociedad, y que hace del socialismo la única vía posible para superar la crisis que hoy enfrentamos más allá de la escasez inducida que nos provee la contra revolución y los intereses foráneos que pretende socavar las bases de nuestra emancipación política, social y económica. El socialismo es la única vía y eso lo saben nuestros detractores, es por ello que los ataques no cesan y se arrecian día a día.
Perseverar y mantenernos unidos ante las vicisitudes son la únicas armas que nos mantendrán coherentes con el discurso en el entendido que las críticas debemos asumirlas para corregir y no pretender con ellas, desmoralizar a aquellos (algunos) que desde el gobierno hacen lo posible por revertir las contradicciones que afectan la permanencia de la revolución bolivariana.
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