Henry Atencio un día como hoy antes del año cero

Henry Atencio un día como hoy antes del año cero
Por: Douglas Bolívar

Nunca he podido olvidar el rostro no asustado sino desconcertado de Henry Atencio cuando aquel gallardo periodista se le abalanzó y, como decimos familiarmente los venezolanos, le entró a coñazos.


Era el pre año cero del socialismo y la jauría de periodistas de sucesos (siempre me sonó bien y hasta lleno de literatura este término. Otros usan “zamuros” y está bien, respeto las opiniones ajenas) había escoltado a los funcionarios de la otrora Policía Técnica Judicial a buscarlo en su casa o concha ubicada en un precario segundo nivel de la avenida Nueva Granada, diagonal al elevado de la avenida Roosevelt.

A pocos metros observé su detención e inmediato traslado al edificio de Parque Carabobo, donde las unidades periodísticas regresaron primero que la caravana de allanadores sin órdenes, por la necesaria foto.

Se le buscaba porque aparecía en el video de Venevisión (tan perfectamente animado por Manuel Sáinz que hace lucir como un pelele a Orson Welles) “disparándole a la indefensa marcha opositora”).

Por lo que deduzco, o bien Atencio no había tenido ocasión de prender la televisión y chequear que Venevisión lo había descuartizado, o no confiaba en las habilidades policiales para localizar a la gente.

Llegó debidamente esposado a la central policial y cuando lo iban a subir por las escaleras de la recepción, el tropel de periodistas se le encimó y fue cuando emergió el periodista (peso pesado) y lo golpeó mientras lo acusaba de asesino, asesino, asesino. Lo ingresaron y fin del recuerdo.

Para no dejar tan corto este relato, diré que el periodista que lo coñaceó es buena persona, hasta noble, con unos principios muy conservadores de la vida y del periodismo ni se diga. No estarán esperando que diga su nombre. Ah, yo creía.

Quizá esos mismos reflejos principistas fueron los que, minutos después del acto consumado, lo impulsaron a sentirse y manifestarse avergonzado por la golpiza cometida. Este buen amigo es de esos periodistas que tiene al CNP como un templo, incluso en alguna oportunidad integró el tribunal disciplinario y (¡por los clavos de Cristo!) se echó al pico nadísima menos que a Ibéyise Pacheco, porque su conciencia le dijo que ella había violado flagrantemente los códigos que norman a los periodistas (código es una figura paleontológica, pero es la que se usa). Se sentía orgulloso de su voto tribunalicio y nunca se retractó, a pesar de que después pasó a trabajar en la misma corporación en la cual lo sorprendió el 11 de abril

Digo sorprendió que juro que eso fue lo que ocurrió con este pana (como puedo jurarlo para un montononón de venezolanos si acaso no casi todos). Al punto que días después de consumado y revertido el golpe, estuvimos comentado los sucesos y entramos en la diatriba de cuál de los bandos había puesto más bajas.

Este periodista ha podido apostar su casa (en la que juergamos algunas veces y de cuyas vomitonas no quiero acordarme) a que casi todas las víctimas fatales eran militantes opositores y que, en consecuencia, fueron emboscados por los malucos de LLaguno.

Lo tomé por el hombro, como si fuera mi mejor amigo, y le dije serenamente: como no tengo ninguna duda de que eres una buena persona, necesito que me aceptes el reto de repasar cada uno de los nombres y hacer una averiguación mínima para comprobar cuál causa puso los muertos. Convencido de que mi invitación a duelo era rotunda, entró en duda y no aceptó. Pero lo dejó rebasado de dudas en las creencias que abrigaba. Era mi manera de hacerle entender que se había montado un golpe atípico, para lo cual se necesitaban unos muertos, no importa de cuál causa. Lo que quiere decir que los medios hasta se permitieron hacer creer a sus audiencias que los muertos chavistas eran antichavistas (a Tortoza hasta lo pretendieron honrar ese año inventando un premio nacional de periodismo paralelo con su nombre… hasta que se enteraron para dónde arrimaba el mingo este compañero de brega).

No lo averiguó conmigo (volviendo al reto), pero me percaté de que hizo pesquisas por su lado y de que había llegado a conclusiones a las que la manipulación mediática (¡virgen María!: un periodista mediatizado) no le había permitido acceso.

Esta comprobación lo turbó tanto que desde ese mismo abril levantó la vista oteando el horizonte de oportunidades y se largó de un país que no había comprendido y con el que tampoco quería bailar. El rostro de Atencio lo acompañará para siempre, como un fantasma.

A Atencio, para redondear la idea e irnos diciendo adiós, se le nota mejor estilo y experiencia en la defensa de la patria. El modo de accionar, replegarse y contraatacar desde aquel pedacito de pared lo llevaron derechito a mi panteón principal de héroes de abril. Esto no es que no he podido olvidarlo, sino que nunca lo olvidaré. Llaguno debería tener su estatua al lado de la de Rafael Cabrices (qepd).
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About Ricardo Abud (Chamosaurio)

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