Fue un Golpe sin cojones. Al complicarse la situación se chorrearon y dejaron el pelero

Fue un Golpe sin cojones. Al complicarse la situación se chorrearon y dejaron el pelero
Por: Marciano- Diario Vea


ESTE ESCRIBIDOR HA CONVERSADO con mucha gente con motivo del noveno aniversario de aquel 11 de abril de 2002. Y la coincidencia es sorprendente.
Dejando de lado la caracterización de lo sucedido en esa ocasión, las interpretaciones políticas e ideológicas de lo que pasó y muchos otros aspectos, hallé en cuantos contacté un elemento identificatorio común: de que independientemente de las razones que hubo para el fracaso de tal aventura, si hubo o no coordinación, si hubo desorganización o no, si faltó o no liderazgo, lo que se señala con precisión y particular énfasis fue la falta de cojones o, más coloquialmente hablando, de bolas, de aquellos que dirigieron la conjura. Así como suena. Confieso que me llamó la atención tal opinión, y en especial la unanimidad entre chavistas y antichavistas acerca de que el golpe se frustró por la falta de tetosterona de los golpistas, y que la derrota tuvo la connotación deprimente que todos reconocen por la misma razón: por la ausencia de testículos para asumir con dignidad el fracaso.

Y, EN EFECTO, FUE ASÍ. Los golpistas de ese día, los que montaron y dirigieron la marcha, los que la lanzaron sobre Miraflores con la finalidad repetir con Chávez lo que hizo la “rosca” boliviana con el presidente Gualberto Villarroel, atrapado en el Palacio Quemado, vejado y luego colgado de un farol, falló en parte por la cobardía de los líderes que abandonaron a la gente en cuanto escucharon los primeros disparos. Los golpistas civiles, los energúmenos que desde la tribuna excitaban a derrocar al Gobierno, cuando se dieron cuenta que el Palacio era defendido por el pueblo chavista, se chorrearon y dejaron sin conducción a los convocados. Igual pasó con los altos mandos militares implicados en la conspiración. Valientes para lanzar mensajes a distancia, para anunciar en una grabación hecha a mediodía los disparos contra la multitud que se iniciaron a las tres de la tarde, pero cobardes para ponerse al frente de los acontecimientos. O el diario que anunció que la batalla final era en Miraflores y eludió su responsabilidad. Ocurrió igual con personajes como el general Lameda y el almirante Molina Tamayo, quienes con altavoces estimulaban a la gente a tomar la sede presidencial y al complicarse la situación dejaron el pelero.

EN ESE MUNDO CASTRENSE murió el golpe amaneciendo el día 12, al presentarse Chávez en Fuerte Tiuna para sorpresa del grupo. Sus integrantes, una parte ebria, otra desesperada por ocupar cargos importantes, y otra indecisa, no esperaban ver a un Chávez entero, mirándolos directamente a los ojos. A ellos, tan genuflexos hasta pocas horas antes. El remate de ese episodio cobarde, de la falta total de pelotas, fue el acto de juramentación del ratón que resumía todo el miedo, Pedro Carmona, bendecido por el Cardenal y rodeado por la crema y nata del puntofijismo, que vimos por televisión huyendo despavorido de Miraflores-como dicen que hacen las ratas cuando zozobra el barco- tan pronto el pueblo y los soldados patriotas decidieron acabar con la farsa. Todavía, nueve años después, esos personajes huelen al excremento que produce el miedo y, aún así, pretenden nuevas aventuras.-
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About Ricardo Abud (Chamosaurio)

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