La detención de Assange no garantiza el fin de filtraciones
Por: Dmitri Kósirev,
RIA Novosti
La detención de Julian Assange, creador de Wikileaks, fue censurada prácticamente por todo el mundo. El escándalo armado por este hombre tuvo una repercusión de tal calibre que dejó al mundo perplejo.
Este australiano de 39 años finalmente fue detenido. Ni siquiera se le dio a su abogado, Mark Stephens, la oportunidad de organizar una entrevista voluntaria de su cliente con la policía británica. Nada le iba a salvar, desde finales de noviembre era la persona más buscada por la Interpol.
Lo curioso, lo vergonzoso del caso es el motivo de su detención que no es otro que una acusación de abusos sexuales. Es evidente que este motivo pronto será olvidado. Todo el mundo sabe cuál es la causa real. Una acusación tan peregrina y apresurada no es más que el resultado del estupor de todos los implicados en la vorágine de los Wikileaks.
Lo importante es que ya se dispone de tiempo para determinar la culpa y a quién tiene que pagar el hombre que reveló los secretos del Departamento de Estado de EEUU. En todo caso, lo que está claro es que no se trata de crimen sexual, sino, si lo hay, de uno político.
Como es sabido, los crímenes políticos están dirigidos no contra ciudadanos particulares, sino contra gobiernos, contra comunidades enteras.
Muchos ciudadanos de diferentes países (Libia, Irán, Rusia…) creen que estas filtraciones son una ofensa y les perjudican como naciones y como personas concretas. Sin embargo, Assange asestó su golpe, ante todo, contra las bases de la sociedad y la civilización occidental, que se extiende mucho más allá de las fronteras de EEUU. Las filtraciones son un producto colateral de esta civilización, viene con la sociedad misma, con su ideología. Los ciudadanos de Libia, Rusia, Iraq, Afganistán e Islandia, que mostraron su irritación, no son más que víctimas secundarias.
Autismo
Otro dato curioso. Los siquiatras que hablaron con Assange en una conversación privada le diagnosticaron autismo.
Los síntomas de este trastorno de la percepción y el desarrollo son la incapacidad para aceptar el mundo, estudiarlo, integrarse en la sociedad e interaccionar con ella. A las personas que lo sufren no les gusta la realidad e intentan cambiarla, a veces logran adaptarse a su entorno.
Los autistas son hallazgos para los terroristas profesionales, porque son como niños grandes, personas inmaduras, capaces de hacer un daño enorme guiados por buenas intenciones. Incluso en Rusia encontramos ejemplos de movimientos políticos compuestos por supuestos autistas que siembran destrucción.
En la sociedad contemporánea hay demasiada gente como ésta. Puede que haya millones de ellos, miembros de una cultura que cree estar por encima de las demás. Se le suele echar la culpa de ello a Internet y a la televisión, que limitan la capacidad de los jóvenes para reflexionar, desarrollarse y forjar una personalidad polifacética. Pero un vistazo atrás en el tiempo evidencia que las generaciones pasadas leían, reflexionaban más, eran más humanas y completas. En Rusia, aparentemente, acabamos de darnos cuenta y pensamos que es sólo nuestro problema pero, en realidad no es así.
Política
Julian Assange, el último de estos “productos” golpeó con dureza, escogiendo a su víctima principal: EEUU.
Sin embargo, la actitud frente a las filtraciones en EEUU es diferente entre los diversos partidos políticos. Los republicanos las califican de acto terrorista igual de grave que los de Osama bin Laden. Creen que hay que cerrar esta página web… y también, si es posible, detener a los autores.
Por su parte, para los demócratas, encabezados por Barack Obama, la situación es mucho más compleja. Aquí existe un caos de opiniones: muchos están en contra del control total por parte del Estado, en contra de todo lo que perjudique al medio ambiente, en contra de los diplomáticos profesionales en la política internacional... y, para algunos de ellos, Assange es casi un héroe. Las consecuencias de esta situación pueden ser graves, y no sólo para el presidente.
Consecuencias
Lo ocurrido es sumamente desagradable y peligroso, además de que sugiere unas conclusiones que todos evitan hacer.
Las filtraciones de Wikileaks habrían podido provocar una guerra que no estalló sólo porque el mundo sigue hundido en una profunda crisis, de forma que nadie puede permitirse ahora embarcarse en una guerra sin estar seguro de sus propias fuerzas. Sin embargo, históricamente, se han dado muchas guerras por motivos mucho más prosaicos.
Hoy muchos compadecen a la Administración de EEUU, porque cualquiera pudo haber sido víctima de algo semejante. Pero, dadas otras circunstancias ¿cómo se habría reaccionado a todo este escándalo hace unos años? ¿Y cómo se reaccionará mañana?
Es posible que mañana Assange sea internado en una clínica psiquiátrica para enterrar en el olvido toda esta historia. Para no analizar los ánimos de la sociedad y las consecuencias de este incidente con la confidencialidad de diplomacia, o sea, con la herramienta que en algunos casos, sólo en algunos, permite evitar las guerras.
Esta historia puede quedar enterrada, pero no muerta…
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