Quienes más piden son las de mayor asignación y máximo costo por estudiante
Por: Luis Alberto Matos
“Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber.”
Albert Einstein
Faltaban menos de dos meses para cerrar el año. Todos habíamos llegado a tiempo para la reunión. Aunque éramos más de diez, salvo los saludos de rigor, nadie conversaba. Había tensión, ansias, precaución y hasta sentimientos de culpa. Algunos venían a solicitar, pero no necesariamente habían cumplido antes. Ninguna excusa era valedera. El jefe sólo aceptaba resultados. Era la reunión del Presupuesto.
Estábamos muy claros en la diferencia entre una inversión y un gasto. Sabíamos que no podíamos cambiar el destino de la preasignación. Todo debia estar ajustado al plan. Tan grave era que no te alcanzara lo que habías estimado como que te sobrara dinero al final del ejercicio. Y los costos de labores similares debían ser semejantes. Las rendición de cuentas de algunas universidades autónomas ¿habrían resistido las auditorías que se hacían antes, durante y después de la ejecución presupuestaria?.
Claustros medioevales
La autonomía ¿equivale a soberanía monárquica? ¿o a un Estado dentro del Estado que la mantiene pero no puede ni siquiera preguntar? ¿Es algo laico o algún émulo medioeval que mezcla mitos de autoridad con ciencia dirigida? ¿Dónde están los beneficios para la industria venezolana? ¿Quien está realmente por detrás de todo esto? Esta última pregunta es necia; todos los días los escribas nos recuerdan la respuesta.
Autonomía no puede ser una excusa irresponsable, para exigir recursos sin rendir cuentas. Ni la imitación a algunas instituciones del Norte, donde sus “investigaciones” enriquecen el patrimonio de las trasnacionales. Me recuerdan a un comentarista del beisból venezolano, quien recientemente se quejaba, en su columna semanal por un diario caraqueño, de que el Gobierno no hubiera construido más y mejores estadios. Y estamos hablando de un deporte profesional, generador de grandes beneficios para sus propietarios, que se sumó al paro del 2002.
Contraloría social
Posiblemente hay sitios de estudio donde, en líneas generales, la exigencia a la calidad del estudiantado es más consecuente. Probablemente hay instituciones donde el profesorado reúne mayor experiencia docente. Seguramente hay facultades, escuelas y extensiones con mayores costos por sus necesidades específicas de laboratorios y estructuras. Pero cuando un alumno de una universidad cuesta diez o más veces que en otra, la diferencia me indica que seguramente hay un error en algún lado.
Pero la cifra, diez, aún es corta comparada con algunas realidades. ¿Por qué tiene que costar 22 veces más (sí… ventidós) un estudiante en la Universidad Central de Venezuela que uno de la Universidad Bolivariana?. ¿Rendirá a la nación 22 veces más?. Pero hay guarismos superiores: Un alumno promedio de la Universidad Simón Bolívar nos cuesta ¡a todos los venezolanos! 131 veces más que uno de la UNEFA. ¡Ciento treinta y uno! ¿Qué puede justificar tal desbalance? ¿El costo personal del transporte estudiantil? ¿Las veces que cuesta la camionetota o el deportivo versus el metro o la buseta? ¡Es que me acuerdo de como llegaban al estacionamiento allá arriba y como se bajan en la estación del Metro los de aquí abajo!.
Los venezolanos reclamamos mayor equilibrio en la asignación de recursos para la educación universitaria, rendición de cuentas ante el Pueblo, contraloría social efectiva y comprobada equidad en los presupuestos. Si a tal efecto hubiera necesidad de cambiar, modificar o introducir nuevas Leyes y Reglamentos, igualmente se lo exigimos a la Asamblea Nacional: la actual y la del 2011.
Necesidades de la Patria
La distribución del ingreso, por alumno, debe ir en línea con las necesidades de la Patria. Una nación joven, con creciente población, debe tener mucho más participación presupuestaria en educación. Un país con la mayor reserva mundial de petróleo del planeta, debería tener funcionando y con presupuesto, desde hace muchos años, a la Universidad de los Hidrocarburos.
Una Patria con una casi pésima distribución poblacional y una delimitación territorial de fronteras que difícilmente pueda hacerse peor, necesita generar más y mejores humanistas y geógrafos. Y un pueblo donde se está implementando una revolución social, apenas una década después de un siglo de dominación derechista, con una permanente amenaza neoliberal y una juventud con acceso a la información del mundo, tiene que educar políticamente a sus habitantes, muy especialmente a sus futuros profesionales universitarios.
La inversión venezolana en educación universitaria es hoy casi mil veces la del último gobierno puntofijista. Se la considera “primordial para el desarrollo y la soberanía del país”. Aunque la voluntad individual del alumno, una vez graduado, se le respeta totalmente, en cuanto adonde y a quien vá a ofrecer sus servicios profesionales, el plan no puede ser “generar graduados para la empresa privada”, mucho menos para las trasnacionales y muchísimo menos como un simple “producto de exportación”. Los planes de estudio y currículos de carrera tienen que responder a las necesidades de la Patria y al Proyecto Nacional Simón Bolívar.
Difusión del conocimiento
Simón Rodríguez escribió: “El conocimiento nos hace libres como el viento; tan sólo aprende por el placer de aprender y sentirás la brisa entre tus alas”. Quienes creemos en el socialismo, como única vía para alcanzar la verdadera soberanía y el desarrollo sustentable, estamos obligados a impulsar la mayor difusión posible del conocimiento.
Venezuela requiere de niños, jóvenes y adultos aprendiendo cada día. Necesitamos que cada vez más, mayor cantidad de venezolanos tenga acceso a datos, información y conocimiento. Es preciso elevar nuestro nivel educativo. Y en esa ruta, tenemos que despertar el amor por el saber.
Estudiar para aprender y no sólo como una vía para obtener ingresos. Trabajar en nuestra profesión como contribución al futuro de la Patria.
Formación política
Insistir igualmente en la inclusión de la educación política en los currículos de estudio. Tenemos una realidad en el planeta. Somos parte vital de uno de esos momentos clave donde cambia la historia. Venezuela es el eje de un movimiento que rescata la soberanía y la igualdad de los pueblos del Sur. Ese conocimiento, esa realidad, esos datos y esa información, tienen que llegar al estudiante.
A quienes levanten una ceja asombrados por tal proposición, quizás pensando en que queremos convertir el aula de clases en un mitin político, les recuerdo que ya la prensa escrita, hablada y televisiva, desde hace décadas y bajo múltiples formatos (incluyendo “amistosos dibujos animados”) ha vendido a nuestros jóvenes aquella forma consumista de vivir y sus ideas neoliberales. Y no me dejen que siga, porque voy a incluir al púlpito desde 1498.
El Comandante Presidente Hugo Chávez resumió lo que muchos pensamos y sentimos al respecto: “No podemos seguir teniendo universidades aisladas de la realidad social de Venezuela”. La educación universitaria venezolana no puede seguir siendo una “formación individual de individuos que van a ejercer individualmente”. Somos un colectivo, un gran conjunto, un ente superior, de gran trascendencia ante el mundo de hoy, conocido como “República Bolivariana de Venezuela”.
jaquematos@cantv.net
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